Catena Áurea
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"¡Ay de vosotros, guías ciegos! que decís: Todo el que jurare por el templo, nada es; mas el que jurare por el oro del templo, deudor es. ¡Necios y ciegos! ¿Qué es mayor, el oro, o el templo, que santifica el oro? Y todo el que jurare por el altar, nada es; mas cualquiera que jurare por la ofrenda que está sobre él, deudor es. ¡Ciegos! ¿Cuál es mayor, la ofrenda o el altar que santifica la ofrenda! Aquél, pues, que jura por el altar, jura por él, y por todo cuanto sobre él está. Y todo el que jurare por el templo, jura por él y por el que mora en él. Y el que jura por los cielos, jura por el trono de Dios, y por Aquél que está sentado sobre él". (vv. 16-22)
San Jerónimo
Así como en las filacterías y en las orlas anchas de sus vestidos y en la buena opinión de los demás buscaban la vanagloria y por medio de la vanagloria el lucro, así, una vez descubierto el engaño, acusan de impiedad a los transgresores. Si alguno juraba por el templo en una cuestión o en alguna riña y después se le probaba la mentira, no se le consideraba como culpable. Y esto es lo que Jesucristo manifiesta cuando dice: "Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: el jurar por el templo nada es", etc. Como diciendo: nada debe. Pero si jura sobre el oro y el dinero que ofrecían a los sacerdotes en el templo, se veía obligado inmediatamente a pagar. Por esto sigue: "Mas el que jurare por el templo", etc.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 44
El templo, ciertamente pertenece a la gloria de Dios y a la salvación espiritual de los hombres; mas el oro del templo, aun cuando pertenece a la gloria de Dios, sin embargo, más afecta a la satisfacción de los hombres y a la utilidad de los sacerdotes. Pero los fariseos decían que el oro con que se complacían y las ofrendas con que se alimentaban eran más santas que el mismo templo. Así excitaban más a los hombres a que las ofrecieran, mejor que las oraciones. Por esto los reprende el Señor muy oportunamente, diciendo: "¡Necios y ciegos! ¿Qué es en verdad mayor?", etc. Los cristianos, ahora comprenden muchas cosas neciamente, porque si hubiere alguna causa, se estima cosa leve el jurar por Dios; pero el que jura por el Evangelio, parece que ha hecho algo más. A quienes debe decirse igualmente: ¡Necios y ciegos!, porque las Escrituras han sido escritas para servicio de Dios, pero Dios no ha sido hecho para las Escrituras. Por lo tanto, más es Dios que santifica al Evangelio, que el Evangelio que es santificado por El.
San Jerónimo
Además, si alguno jurase por el altar, ninguno lo tenía como reo de perjurio; pero si juraba sobre algún don, o sobre las oblaciones, esto es, sobre la hostia, sobre las víctimas, o sobre otras cosas semejantes que se ofrecen a Dios sobre el altar, se le exigía rigurosa cuenta. Y todo esto lo hacían no por temor de Dios, sino por ambición de las riquezas. Por esto sigue: "Y todo el que jurare por el altar, nada es", etc. El Señor los reprende como necios y embaucadores, porque vale mucho más el altar que las víctimas que se sacrifican en él.
Por esto sigue: "¡Ciegos! ¿Cuál es mayor, la ofrenda, o el altar que santifica la ofrenda?"
Glosa
Y para que no cometiesen semejante infamia, diciendo que el oro era mejor que el templo, y que la ofrenda era mayor que el altar, los vence por otra razón, a saber, porque en el juramento que se hace sobre el templo y sobre el altar se contiene el juramento que se hace por el oro y por la ofrenda. Y esto es lo que quiere decir cuando añade: "Aquel, pues, que jura sobre el altar, jura por él y por todo cuanto sobre él está".
Orígenes, homilia 25 in Matthaeum
Como también los judíos tenían costumbre de jurar por el cielo, para reprenderlos, añade: "El que jura por el cielo jura por el trono de Dios, etc." Por lo tanto, no evitan el peligro, como creen, por aquello de que no juran por Dios, sino por el trono de Dios, que es el cielo.
Glosa
El que jura por la criatura que le está sometida, jura también por la divinidad que rige a la creatura.
Orígenes, homilia 25 in Matthaeum
El juramento es la confirmación de aquello que se jura. Debe entenderse el juramento como testimonio de las Escrituras, el cual se profiere para confirmar lo que decimos. Porque el templo de Dios es la Sagrada Escritura, y el oro es el sentido que en ella se encierra. Así como el oro que está fuera del templo no está santificado, así todo el sentido que está fuera de la Sagrada Escritura, aunque parezca admirable, no es santo. Por lo tanto, no debemos usar nuestras inteligencias para confirmar la doctrina, a no ser que demostremos que es santa porque está fundada en las Sagradas Escrituras. El altar es el corazón del hombre, que es lo más esencial en el hombre, los votos y las ofrendas que se ponen sobre el altar, son todo lo que se sobrepone al corazón, como orar, cantar, dar limosnas, ayunar. El corazón del hombre santifica toda ofrenda, desde el mismo momento en que se ofrece. Por lo tanto, no puede haber otra ofrenda mejor que el corazón del hombre, por medio del cual se trasmite la ofrenda. Por lo tanto, si la conciencia del hombre no punza, tiene confianza en Dios, no por sus dones, sino porque -si así puede decirse- construye perfectamente el altar de su corazón. En tercer lugar, para que aprendamos que sobre el templo, esto es, sobre toda Escritura, y sobre el altar, esto es, sobre todo corazón, haya cierto entendimiento que se llama cielo y trono de Dios mismo, en el cual puede verse con toda evidencia el aspecto de la verdad, cuando viniere lo que es perfecto.
San Hilario, in Matthaeum, 24
Habiendo venido Jesucristo, enseña que es inútil la confianza de la ley, porque Jesucristo no es santificado por la ley, sino la ley por Jesucristo, en la cual está sentado como en un trono. Y así, son necios y ciegos los que, prescindiendo de lo que santifica, veneran lo santificado.
San Agustín, de consensu evangelistarum, 1, 34
También entendemos por el templo y el altar al mismo Jesucristo, por oro y ofrenda las alabanzas, sacrificios y súplicas que en él y por medio de él, le ofrecemos; y no es, por lo tanto El quien se santifica por medio de estas cosas, sino ellas que son santificadas por El.