Catena Áurea

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"Y también oiréis guerras, y rumores de guerras. Mirad que no os turbéis. Porque conviene que esto suceda, mas aun no es el fin. Porque se levantará gente contra gente y reino contra reino, y habrá pestilencias y hambres y terremotos por los lugares. Y todas estas cosas principios son de dolores". (vv. 6-8)


San Agustín, Epistola, 199, 25
Preguntando los discípulos, contestó el Señor diciéndoles aquellas cosas que habían de suceder con el tiempo, ya acerca de la destrucción de Jerusalén, que dio motivo a su pregunta; ya acerca de su venida por medio de su Iglesia, por la que no cesará de venir, hasta el fin, como se ve todos los días que viene a los suyos, porque todos los días nacen miembros suyos; ya acerca del último día en que vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos. Manifestando las señales que habrán de preceder a estas tres cosas, como debe decirse algo de estas tres señales, debemos evitar con cuidado referir a unos sucesos lo que se refiere a otros.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 75, 1-2
Aquí, pues, se habla de las guerras que vendrían sobre Jerusalén, cuando les dice: "Y también oiréis guerras y rumores de guerras".

Orígenes, in Matthaeum, 28
El que oye la gritería en las batallas, oye también las guerras y el que oye hablar de guerras lejanas, percibe las opiniones y los rumores sobre las guerras.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 75, 2
Como los discípulos podían asustarse por esto, el Salvador añadió: "Mirad que no os turbéis". Además, como creían que Jerusalén sería destruida, después de estas guerras, y que el fin del mundo vendría a continuación, les dice la verdad acerca de esto, añadiendo: "Porque conviene que esto suceda, mas aun no es el fin".

San Jerónimo
Esto es, no creamos que el día del juicio se aproxima, sino que se reserva para otro tiempo. Dan señales de ello las siguientes palabras: "Porque se levantarán gente contra gente y reino", etc.

Rábano
Se advierte esto a los apóstoles para que no se asusten y abandonen Jerusalén y Judea. El fin no vendrá inmediatamente, sino que a los cuarenta años se verificará la desolación de Judea, a la que seguirá la última destrucción de la ciudad y del templo, acerca de lo cual sigue: "Se levantará gente contra gente y reino contra reino". Consta también que las profundas aflicciones con que fue devastada toda esta provincia se cumplieron al pie de la letra, como Jesucristo había dicho.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 75,
Después, para manifestar que El sería quien pelearía contra los judíos, no solamente anuncia las guerras, sino también las desgracias que vendrían de parte de Dios. Por esto añade: "Y habrá epidemias, hambres y terremotos por los lugares".

Rábano
Debe advertirse que cuando dice: se levantará una gente contra otra gente, se da a conocer la perturbación de los hombres. Que habrá pestes, he aquí la desigualdad de los cuerpos; que habrá hambre, he aquí la esterilidad de la tierra; y los terremotos por diversos lugares, he aquí la manifestación de la ira divina 1.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 75, 2
Y no sucederán estas cosas sencillamente según suelen ver los hombres, sino por medio de la ira que vendrá de lo alto. Por esto no dijo que habrían de venir estos males sencillamente, esto es según se acostumbra entre los hombres, sino según la justicia que viene de lo alto Y por esto no dijo sencillamente que habrían de venir, ni de repente, sino lo dijo con cierto énfasis, por esto añade: "Y todas estas cosas principio son de dolores", de los males que sufrirían los judíos.

Orígenes, in Matthaeum, 28
Así como enferman los cuerpos antes de la muerte, así es necesario que antes de la destrucción del mundo, la tierra, como agonizante, experimente grandes y frecuentes sacudidas; que el aire, tomando cierto aspecto mortífero, se convierta en pestilente; y que faltando la fuerza vital de la tierra, ésta no produzca frutos. Por lo tanto, en virtud de la escasez de los alimentos, los hombres se excitarán por la avaricia, y harán grandes guerras. Y como las insurrecciones y las luchas serán hijas de la avaricia, y además por las codicias de mando y de la vanagloria, habrá alguno que sea la causa primera de todos aquellos males que habrán de suceder antes de la destrucción del mundo. Así como la venida de Jesucristo trajo la paz para muchas gentes en virtud de la misericordia divina, así es consiguiente que por la multiplicación de la iniquidad se enfríe la caridad de muchos, y que Dios y Jesucristo los abandonen; que se levanten muchas guerras entre ellos, puesto que la santidad no evitará que obren los principios germinadores de las guerras. Por el contrario, las fuerzas adversarias, no detenidas ni por Cristo ni por los santos, actuarán sin obstáculo en los corazones de los hombres para que se levante pueblo contra pueblo, y reino contra reino. Por lo tanto, así como algunos creen, que el hambre y la peste son producidos por los ángeles de Satanás, estos poderes también se envalentonarán entonces por las virtudes enemigas, cuando no haya discípulos de Jesucristo que sean la sal de la tierra y la luz del mundo destruyendo todo lo que siembra la malicia de los demonios. Alguna vez venían hambres y pestes sobre Israel por sus pecados, pero habían quedado libres de ellas por las oraciones de los buenos. Se dice oportunamente "por los lugares", porque el Señor no quiere destruir al género humano en un sólo día, sino juzgarlo por partes, y darle lugar a que se arrepienta. Por lo tanto, si cuando empiecen los males no se ha declarado aun la corrección general, le sucederá peor. Por esto sigue: "Todas estas cosas son principio de dolores", que habrán de seguir contra los impíos, para que sean atormentados, con agudísimos dolores.

San Jerónimo
En sentido espiritual, parece que el triunfo de la Iglesia habrá de ser mucho más glorioso después que se haya levantado un reino contra otro reino y que se haya suscitado la peste de aquéllos cuya palabra se arrastra como un reptil, y después del hambre de oír la palabra de Dios, y de la agitación de toda la tierra, y de la separación de la verdadera fe, especialmente entre los herejes que mutuamente se combaten.

Orígenes, in Matthaeum, 28
Conviene, por lo tanto, que sucedan estas cosas antes que veamos la perfección de la sabiduría que hay en Jesucristo. Pero no vendrá en seguida el fin que buscamos, porque el fin pacífico está lejos de estos hombres.

San Jerónimo
Cuando dice: "Todas estas cosas principio son de dolores", parece más bien que se parecerán a los abortos o concepciones de la venida del Anticristo, que no partos naturales.

Notas

1. La ira divina se ha de entender no como el castigo de Dios hacia los hombres, sino como la manifestación de su justicia que responderá a cada cual según sus obras.

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