Catena Áurea

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Levantándose José tomó al niño y a su madre, y se vino para tierra de Israel. Mas oyendo que Arquelao reinaba en la Judea en lugar de Herodes su padre, temió de ir allá: y avisado en sueños, se retiró a las tierras de Galilea. Y vino a morar en una ciudad que se llama Nazaret: para que se cumpliese lo que habían dicho los Profetas: Que será llamado Nazareno. (vv. 21-23)


La glosa
José no fue desobediente al aviso del ángel, y eso significan las palabras: "Levantándose José, tomó al niño y a su Madre".

El ángel no había fijado a qué lugar de Judea debía retirarse la Sagrada Familia, a fin de que, dudando José, se vuelva otra vez y adquiera noticias ciertas con las revelaciones más frecuentes del ángel. Y eso quieren decir las palabras: "Mas oyendo que Arquelao reinaba en Judea, ..."

Flavio Josefo, antiquitates iudaias, 17, 2; de bello iudaeorum, 1, 18
Herodes tuvo diez mujeres. De siete de ellas tuvo numerosa sucesión: Antípatro, tenido de Josida, fue el primogénito; Alejandro y Aristóbulo, de Mariamne; Arquelao, de Maltace, la samaritana; y Herodes Antipas, que después fue tetrarca, junto con Filipo, de Cleopatra la jerosolimitana. Habiendo Herodes hecho matar a sus tres primeros hijos, y debiendo ir el reino después de su muerte y según el testamento de su padre a manos de Arquelao, la causa fue llevada a Roma al tribunal de César Augusto. De acuerdo con el Senado, se distribuyó la monarquía de Herodes de la manera siguiente: La primera mitad del reino, esto es Idumea y Judea, la dio a Arquelao con el título de tetrarca, prometiéndole que más tarde le daría el de rey, si por sus hechos se hacía acreedor a él. Dividió la otra mitad entre Herodes Antipas, que tuvo Galilea y Perea con el título de tetrarca, y Filipo, a quien le tocó Iturea y Traconítida. A la muerte de Herodes su hijo Arquelao vino a ser como un etnarca 1, cuya soberanía se llama aquí reino.

San Agustín, de consensu evangelistarum, 2, 10
Tal vez se preguntará alguno, ¿cómo los padres de Jesús podían subir todos los años a Jerusalén -según refiere San Lucas-, si el temor a Arquelao les impedía acercarse allí? No les era difícil ni peligroso, por el poco tiempo que debían permanecer allí, ocultarse en medio de la gran multitud de personas que concurrían los días de fiesta, pero ciertamente habrían tenido miedo de dilatar su regreso por más tiempo. Terminada la fiesta, habían ya cumplido los deberes religiosos, y no se exponían a ser vistos si permanecían allí por más tiempo. Así, las palabras en que San Lucas nos dice que subían todos los años a Jerusalén, deben entenderse en el sentido de que lo hacían cuando no tenían que temer la presencia de Arquelao, que según la historia de Flavio Josefo sólo reinó nueve años.

"Y avisado en sueños, se retiró a las tierras de Galilea". Quizá preguntará alguno: ¿cómo José, que temía ir a Judea, porque Arquelao había sucedido allí a Herodes su padre, prefirió retirarse a Galilea en donde otro de sus hijos, Herodes, era tetrarca, según el testimonio de San Lucas? Pero los tiempos en que se temía por la vida del niño no eran los mismos a los que San Lucas se refiere, en los cuales habían cambiado todas las cosas de tal modo que ya Arquelao no era etnarca, sino que Poncio Pilato era el procurador.

La glosa
Pero entonces se preguntará: ¿por qué José no temió ir a Galilea, siendo así que allí reinaba Arquelao? Porque era más fácil ocultarse en Nazaret que en Jerusalén, capital del reino en donde Arquelao solía habitar.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 9
Cambiando de morada y abandonando el lugar del nacimiento, era fácil ocultarse. Todo el peligro estaba en Belén y en sus alrededores. Viniendo José a Nazaret, volvía a su patria y escapaba del peligro. Y eso significan las palabras: "Y vino a morar en una ciudad que se llama Nazaret...".

San Agustín, de consensu evangelistarum, 2, 9
Tal vez podría creerse que estando Nazaret en Galilea, según el testimonio de San Lucas ellos habían fijado allí su residencia, y no porque el temor de Arquelao los hubiera retraído de ir a Jerusalén, como consta de las palabras de San Mateo. A esto se puede responder que cuando el ángel dijo a José en Egipto: "Ve a la tierra de Israel", José había entendido que era preferible ir a Judea, nombre que le parecía convenir mejor a este país. Pero cuando supo que Arquelao reinaba allí, no quiso exponerse a este peligro, pudiendo también entenderse por tierra de Israel Galilea, que estaba habitada también por el pueblo judío. Sin embargo, puede contestarse también, que tal vez pareció a los padres de Cristo no deber habitar con el niño sino en Jerusalén, en donde estaba el templo del Señor, y allí hubieran ido si la presencia de Arquelao no los hubiera llenado de terror. No habían recibido del cielo las órdenes de que habitaran en Judea o en Jerusalén despreciando los temores que Arquelao les inspirase, sino en la tierra de Israel, nombre que también puede aplicarse, como ya hemos dicho, a Galilea.

San Hilario, in Matthaeum, 3
Verdaderamente se mantiene el sentido alegórico. San José representa a los apóstoles, a quienes Jesucristo había sido confiado para llevarlo por todo el mundo. Después de la muerte de Herodes, esto es, después de la sentencia dictada contra el pueblo judío en la pasión del Salvador, les fue ordenado predicar a los judíos, porque tenían como parte de su misión recoger a las ovejas extraviadas de Israel. Pero viéndoles persistir en su infidelidad hereditaria, temen y se retiran, y advertidos por una visión, es decir, contemplando los dones del Espíritu Santo en los gentiles, trasladan a ellos la predicación de Cristo.

Rábano
Y también esto representa a los últimos tiempos de la Iglesia, cuando muchos de los judíos se conviertan por la predicación de Henoc y de Elías, mientras que la otra parte, siguiendo el odio del Anticristo, combatirá contra la fe. Aquella parte de Judea, en la que reinaba Arquelao, representa a los secuaces del Anticristo; Nazaret de Galilea, donde Jesucristo se retira, designa el resto de la nación judía que debía abrazar la fe. De aquí el nombre de Galilea, que significa destierro, y el de Nazaret, flor de las virtudes, porque cuanto más se eleva la Iglesia y como que emigra de la tierra al cielo, tanto más en ella abundan la flor y la savia de las virtudes.

La glosa
A este hecho añade el Evangelio el testimonio siguiente del profeta: "Para que se cumpliese lo que estaba escrito por los profetas, que sería llamado Nazareno".

San Jerónimo
Si el evangelista hubiese citado con precisión un pasaje, no hubiera dicho "por los profetas", sino simplemente "lo que fue escrito por el profeta". Pero hablando en plural demuestra que tomó de la Escritura no las palabras sino el sentido. Ahora bien, el nombre de nazareno significa santo, y toda la Escritura llama santo al Señor. También se puede contestar bajo otro concepto, que aquellas mismas palabras se encuentran literalmente en el siguiente pasaje de Isaías tomadas de la versión hebrea: "Saldrá una vara de la raíz de Jesé, y de su raíz subirá una flor" ( Is 11, 1).

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 3
Pudo suceder también que este pasaje fuese tomado de alguna profecía que se haya perdido, sin que haya precisión de apurar la curiosidad respecto de este punto, sabido como es que se han extraviado muchos escritos proféticos. O también que fuere tomado de los escritos de otros profetas que no se encuentran en el número de los libros canónicos, tales como los de Natán y de III Esdras. Pero sea como fuere, lo cierto es que este punto había sido objeto de una profecía, como lo acreditan las palabras dirigidas por Felipe a Natanael: "Hemos encontrado a Jesús de Nazaret, de quien había escrito Moisés en la Ley y los profetas". Y ésta es la razón por la que los primeros cristianos se llamaron nazarenos, nombre que fue sustituido en Antioquía por el de cristiano.

San Agustín, de consensu evangelistarum, 2, 5
Todo lo que se refiere a los magos y a los sucesos siguientes a esto, aparece omitido por el evangelista San Lucas, y ésta es la ocasión de hacer notar para que se recuerde en lo sucesivo, que cada uno de los evangelistas ordena de tal suerte su narración, para que se vea como si nada omitiese, y diciendo lo que quiera decir, callando lo que quiera callar, presenta como una cadena no interrumpida, en la que los hechos se enlazan unos a otros sin que entre ellos se note interrupción alguna. Pero como un evangelista dice lo que otro calla, estudiando atentamente el orden de la narración, se descubre desde luego el lugar en donde puede colocarse lo que ha sido omitido por uno y referido por otro.

Notas

1. Entre la muerte del primer Herodes (4 a.C.) y la ascensión de Arquelao al trono de Idumea y Judea con aprobación romana, para lo cual debió viajar a Roma, ocurrió una seria rebelión en Jerusalén que fue sofocada con gran derramamiento de sangre. Viajó también otro hijo, Herodes Antipas, a quien se le había dado Galilea y Perea, pero que aspiraba a ser rey de Judea. La decisión de César Augusto favoreció a Arquelao, a quien nombró etnarca. Este tuvo un reinado álgido. Antes incluso de regresar de Roma ya se había desatado otra revuelta, la que fue doblegada por Varus, gobernador romano de Siria, quien al abandonar Jerusalén dejó allí una legión romana para guardar el orden. Fue también enviado a Judea el procurador Sabino, quien igualmente encontró un ambiente de revuelta popular. También hubo problemas en el territorio de Antipas, nombrado tetrarca, en Galilea se sublevó Judas, hijo de Ezequías, y en Perea un tal Simón, quien fue doblegado por las tropas romanas. (Schürer.)

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