Catena Áurea
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← Mt 3, 4 →
El mismo San Juan tenía vestido de pelos de camello, y un ceñidor de piel rodeaba su cintura. Su alimento era de langostas y de miel silvestre. (v. 4)
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 3
Después que él manifestó que era la voz del que clama en el desierto, el mismo evangelista añade con prudencia: "El mismo Juan", en lo que se manifiesta cuál era su vida, porque él se pone como testigo de Cristo. Su vida, pues, es de El, porque ninguno puede ser testigo idóneo de otro, si no fuese suyo propio.
San Hilario, in Matthaeum, 2
Había tenido San Juan el predicador, así como el lugar más propicio, el vestido más oportuno y la comida más adecuada.
San Jerónimo
Tenía el vestido de pelo de camello, no de lana, porque el primero es señal de penitencia austera, mientras que el segundo es señal de molicie.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 3
A los siervos del Señor no conviene tener el vestido de lujo, ni usarlo para complacencia de la carne, sino sólo para cubrir la desnudez. Tenía, pues, San Juan un vestido no suave ni delicado, sino cilicio fuerte, áspero y que le mortificaba el cuerpo más que le abrigaba, para que así pudiese decirse de la virtud de su alma lo que del vestido de su cuerpo. Sigue: "Y un ceñidor de piel rodeaba su cintura, etc". Era costumbre entre los judíos usar ceñidores de lana, pero éste, como queriendo hacer algo más fuerte, se ceñía con correa de piel.
San Jerónimo
Es cierto lo que sigue: "Su alimento era la langosta y la miel silvestre". Esto es muy oportuno para el que habita en la soledad, para que no experimente las delicias de la comida, sino las necesidades de la vida humana.
Rábano
Se contentaba con una comida frugal, formada con unas pequeñas aves y con la miel que encontraba en los troncos de los árboles. En las palabras de Arnulfo, Obispo de las Galias, encontramos que existe un género de langostas menudas en el desierto de Judea, que teniendo unos cuerpos como el dedo menor de la mano, se cogen fácilmente en las yerbas delgadas y cortas y que, cocidas con aceite, proporcionan alimento al pobre. También cuenta, que en el mismo desierto hay árboles que tienen hojas largas y redondas de color de leche y de un sabor agradable, que siendo de una naturaleza frágil, se quiebran con las manos y se comen. Y esto es lo que se llama miel silvestre.
Remigio
Bajo esta forma de vestir y en esta clase de alimento, manifiesta que lamenta los pecados de todo el género humano.
Rábano
Su vestido y su comida pueden expresar su modo de sentir. Usaba vestidos austeros, porque reprendía la vida de los pecadores.
San Jerónimo
La correa de piel con que se ceñía (como Elías), es la señal de la mortificación.
Rábano
Comía langostas y miel silvestre, porque su predicación sabía bien a la muchedumbre y lograba mejor sus fines. En la miel se representa la dulzura, en la langosta el vuelo pronto, pero corto.
Remigio
Por medio de Juan, que quiere decir gracia, se significa a Jesucristo, que trajo la gracia al mundo; por su vestido se designa a la Iglesia de los gentiles.
San Hilario, in Matthaeum, 2
Con los despojos de los rebaños inmundos, en que los gentiles se consideran iguales, se viste el predicador de Cristo, y con el hábito del profeta se santifica todo lo que antes había subsistido en ellos inútil o manchado. Y el ceñirse con una correa es un medio propicio para estar dispuestos a cuanto exija el servicio de Cristo. En la comida también se eligen las langostas, que se espantan ante los hombres y vuelan por todos lados cuando alguien se aproxima. Pero nosotros, que por cualquier palabra y convenio éramos llevados a dar los mismos saltos, con una voluntad voluble, haciendo obras inútiles, profiriendo palabras de queja, sin un lugar estable, ahora somos el alimento de los santos, la sociedad de los profetas, los escogidos. Por lo tanto debemos dar con la miel silvestre una comida dulcísima que salga de nosotros y no de las colmenas de la ley, sino de los troncos de los árboles silvestres.