Catena Áurea

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"El pan nuestro que excede toda sustancia, dánosle hoy". (v. 11)


San Agustín, Enchiridion, 115
Estas tres cosas que se piden en las anteriores peticiones se empiezan aquí, y cuanto más adelantamos en la virtud, tanto más se aumentan en nosotros. Se poseerán perfectamente y para siempre lo que ha de esperarse en la otra vida. En las otras cuatro peticiones que siguen se piden cosas temporales, que son necesarias para conseguir la vida eterna. El pan que se pide a continuación es necesario aquí, por eso sigue: "El pan nuestro, que excede a toda sustancia, dánosle hoy".

San Jerónimo
Lo que nosotros llamamos aquí sobresustancial, en el texto griego dice epiousion, en lugar de lo cual dicen con frecuencia los Setenta intérpretes: periousion. Si consideramos el texto hebreo en todos los lugares en que aquéllos expresaron la palabra periousion, encontramos la palabra sogolla, que Simaco tradujo por exaireton, que quiere decir principal o egregio, aun cuando ha interpretado esto en cierta parte por peculiar. Cuando pedimos, pues, que Dios nos conceda el pan peculiar o principal, pedimos aquel de quien habla el Evangelio de San Juan, cuando dice ( Jn 6): "Yo soy el pan vivo que bajé del cielo".

Cipriano, de oratione Domini
Jesucristo es el pan de la vida, y este pan no es el pan de todos, sino el pan nuestro. Pedimos todos los días que se nos dé este pan, no sea que los que estamos con Jesucristo y recibimos la Eucaristía todos los días, cuando cometamos algún delito grave, se nos prohiba el pan celestial y se nos separe del Cuerpo de Cristo. Pedimos, pues, que los que permanecemos en Cristo no nos separemos de su santificación y de su Cuerpo.

San Agustín, de dono perseverantiae, 4
Los santos piden al Señor la perseverancia, cuando piden que no sean separados del Cuerpo de Cristo, sino que perseveren en aquella santidad y no cometan pecado alguno.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 14
O puso pan sobresustancial, que quiere decir cotidiano.

Casiano, Collationes, 9, 21
Cuando dice "hoy", manifiesta que todos los días debe comerse y en todo tiempo debe repetirse esta oración, porque no hay un día en el que no nos sea necesario recibir este pan, para confirmar el corazón del hombre interior.

San Agustín, de sermone Domini, 2, 7
Pero contra esta doctrina cuestionan todavía aquéllos que en las iglesias orientales no comulgan todos los días. Los que defienden su parecer acerca de esto, saben que lo hacen sin escándalo, apoyados en la autoridad eclesiástica, puesto que no se les prohíbe el que lo hagan por aquellos que gobiernan las iglesias. Pero aunque nada discutamos acerca de esto en particular, debe ciertamente ocurrírseles que nosotros hemos aprendido del Señor la manera de orar, la que no nos conviene traspasar. ¿Quién se atreverá a decir que nosotros sólo debemos rezar una sola vez la oración dominical, o si la habremos de decir dos o tres veces, hasta aquella hora solamente en que recibamos el cuerpo de Jesucristo? ¿No podremos decir después: "Danos hoy lo que ya hemos recibido", o podrá alguno obligarnos a que celebremos aquel sacramento en la última hora del día?

Casiano, Collationes, 9, 21
La palabra hoy puede comprenderse como dicha para la vida presente, esto es, mientras vivimos en esta vida pedimos, diciendo: "Concédenos este pan".

San Jerónimo
Podemos comprender de otro modo el pan sobresustancial, a saber: aquello que supera a todas las sustancias y a todas las criaturas, o sea el cuerpo de Cristo.

San Agustín, de sermone Domini, 2, 7
O que recibamos el pan cotidiano y espiritual, esto es, los preceptos divinos, que todos los días conviene meditar y ejecutar.

San Gregorio Magno, Moralia, 24, 7
A este pan lo llamamos "nuestro", y sin embargo, pedimos que se nos dé, porque es don de Dios y se hace nuestro por gracia cuando lo recibimos.

San Jerónimo
Otros creen sencillamente, según las palabras del Apóstol, que dice: "Cuando tengamos vestido y comida, estemos contentos con ello: los santos no cuidan más que de la comida de cada día" ( 1Tim 6, 8). Por esto más adelante se manda: "No queráis pensar en el día de mañana".

San Agustín, Ad Propam, epístola 130, 11
Así ahora pedimos aquí lo necesario por la parte que en ello sobresale, esto es, significando todo lo que pedimos con el nombre de pan.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 14
No rogamos, pues, diciendo solamente: "Danos hoy el pan nuestro", para que tengamos qué comer (lo cual es común entre los justos y pecadores), sino que pedimos comer aquello que recibamos de la mano del Señor, lo cual sólo es propio de los santos, porque Dios da solamente el pan a aquellos a quienes prepara con la virtud. Pero el diablo distribuye el pan al que prepara con el pecado. Y así en el mero hecho de ser Dios quien da este pan, se recibe ya santificado. Por esto en la oración se añade "nuestro", esto es, el que nosotros tenemos preparado, dánoslo para que sea santificado por Ti. Así como el sacerdote, recibiendo el pan de un seglar, lo santifica y se lo ofrece, el pan en realidad es del que lo ofrece, pero su santificación corresponde al sacerdote. Dice "nuestro" por dos razones: primera, porque todo lo que el Señor nos da, lo da a otros por nosotros, para que hagamos partícipes del pan que recibimos a los que no pueden recibirlo. Los que no lo hacen, no sólo comen su pan, sino que también el ajeno. En segundo lugar, el que come el pan adquirido con justicia come su propio pan, pero el que lo come con pecado, se come el pan ajeno.

San Agustín, de sermone Domini, 2, 7
Puede que alguno se admire porque rogamos para alcanzar las cosas que son necesarias para la vida, como son la comida y el vestido, siendo así que dice al Señor: "No queráis andar solícitos acerca de lo que hayáis de comer o de vestir" ( Mt 6, 25), cuando no puede menos de andar solícito el que desea alcanzar aquella cosa por cuya adquisición ruega.

San Agustín, Ad Probam, epístola 130, 6
El que no quiere más que las cosas necesarias para la vida, no quiere sino lo conveniente. Estas cosas necesarias no se apetecen por sí mismas, sino por la salud del cuerpo y decente sostenimiento de la persona, para que viva con decoro entre aquellos con quienes debe vivir. Cuando se tienen estas cosas, se debe rogar para conservarlas, y cuando no se tienen, para conseguirlas.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 19, 5
Debe considerarse, pues, que, después de decir: "Hágase Tu voluntad, así en la tierra como en el cielo" (como hablaba a hombres que vivían en la tierra, vestidos de carne y como no pudiesen tener la misma impasibilidad que los ángeles) condesciende con nuestra debilidad, que indispensablemente necesita de alimento, y nos mandó hacer oración para obtener el pan, no para obtener dinero ni las cosas propias de la malicia, sino solamente el pan cotidiano y ni aun esto es suficiente, sino que añadió: "Dánosle hoy", con el objeto de que no nos mortifiquemos a nosotros mismos con la solicitud del día que ha de venir.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 14
A primera vista parece que el verdadero sentido de estas palabras consiste en que los que dicen esto no preparen cosa alguna para el día siguiente, lo cual, si así fuere, esta oración convendría a pocos: a los Apóstoles, que recorrían el mundo con el objeto de enseñar, o casi a ninguno. Pero debemos interpretar de tal modo la doctrina de Jesucristo, que todos puedan adelantar en ella.

San Cipriano, de oratione Domini
El discípulo de Jesucristo debe pedir esta comida divina con el objeto de no hacer largo el deseo de su petición, el cual resultaría contrario y desagradable, como cuando deseamos vivir mucho tiempo en esta vida los que pedimos que el Reino de los Cielos venga prontamente. También puede decirse que añade: "Cotidiano", para que cada uno coma cuanto exige la razón natural y no cuanto pide el apetito carnal. Si en un convite gastas tanto cuanto puedes necesitar para cien días, ya no comes el alimento cotidiano, sino el de muchos días.

San Jerónimo
En el Evangelio que se intitula Según los Hebreos 1 se encuentra para significar el pan sobresustancial la palabra mohar, la cual quiere decir de mañana, para que así resulte, diciendo: Danos, hoy el pan de mañana, esto es el del porvenir.

Notas

1. Evangelio apócrifo.

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