Catena Áurea

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Y al pasar Jesús, vio un hombre ciego de nacimiento, y le preguntaron sus discípulos: "Maestro, ¿quién pecó, éste o sus padres, para haber nacido ciego?" Respondió Jesús: "Ni éste pecó ni sus padres: mas para que las obras de Dios se manifiesten en él. Es necesario que yo obre las obras de Aquél que me envió, mientras es de día. Vendrá la noche cuando nadie podrá obrar. Mientras que estoy en el mundo, luz soy del mundo". Cuando esto hubo dicho, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y ungió con el lodo sobre los ojos del ciego: Y le dijo: "Ve, lávate en la piscina de Siloé" (que quiere decir Enviado). Se fue, pues, y se lavó y volvió con vista. (vv. 1-7)


Crisóstomo, in Joan. Hom 55
Jesucristo curó al ciego al salir del Templo, porque los judíos no habían comprendido la sublimidad de sus palabras, queriendo con su retirada aplacar su furor y ablandar su dureza por medio de un milagro. Daba de esta manera testimonio de lo que se había dicho de El: "Y al pasar Jesús, vio un hombre ciego de nacimiento", etc. Debemos notar aquí, que lo primero que hace al salir del Templo es la obra que debía manifestarlo ante los hombres, porque El fue quien vio al ciego, no se acercó a El el ciego. Y con tanto cuidado lo miró, que al notarlo sus discípulos le preguntaron: "Maestro, ¿quién pecó?", etc.

San Agustín, in Joanem tract. 44
La palabra Rabbí quiere decir Maestro. Ellos le llaman Maestro, porque lo que querían era aprender, y por esto habían propuesto una cuestión al Señor, como a su Maestro.

Teofilato
Esta pregunta parece censurable, porque los discípulos no habían recibido las fábulas de los gentiles según las cuales, el alma, viviendo en otro mundo, pecó allí. Pero considerándola atentamente se ve que la pregunta no es sencilla.

Crisóstomo, ut supra
Ellos llegaron a hacer esta pregunta porque en otra ocasión, después de haber curado al paralítico, le había dicho ( Jn 5, 14): "Mira que ya estás sano, no quieras pecar más". Ellos, pues, pensando que aquel paralítico había perdido las fuerzas de sus miembros a causa de sus pecados, le preguntan ahora si éste había pecado, lo cual no era de creer, puesto que era ciego de nacimiento. O si habían pecado sus padres, pero ni aun esto, porque el hijo no sufre el castigo que sólo es debido al padre. "Respondió Jesús: Ni éste pecó, ni sus padres".

San Agustín, ut supra
¿Acaso había nacido él exento de la culpa original, o durante su vida no había cometido ninguna? Habían pecado él y sus padres, pero no había nacido ciego en castigo de su pecado. El mismo Salvador señala la causa por la que había nacido ciego: "A fin de que las obras de Dios se manifiesten en él".

Crisóstomo, ut supra
No quiere decir con esto que otros han nacido ciegos por los pecados de sus padres pues no sucede que un hombre sea castigado por el pecado que otro ha cometido. Las palabras "para que las obras de Dios se manifiesten" no se refieren a la gloria de su Padre, sino a la suya propia, pues la gloria del Padre ya se había manifestado. ¿Pero acaso éste padecía injustamente su ceguera? Yo entiendo que para él fue un beneficio, porque por ella vio él con los ojos del alma. Es evidente que Aquel que le había dado el ser, sacándolo de la nada, tenía también poder para dejarlo así sin ningún género de injusticia. Según algunos expositores, la partícula ut 1 no significa aquí la causa, sino el efecto, lo mismo que en aquel otro pasaje: Lex subintravit ut abundaret delictum, en el sentido de que el Señor, abriendo los ojos cerrados y curando otras enfermedades del cuerpo, hizo brillar su gloria por la manifestación de su poder.

San Gregorio, moralium praef. c. 5
Hay un castigo que hiere al pecador de tal suerte que no le queda retractación posible; hay otro que lo hiere para corregirlo. Otro hay que se aplica, no para castigo de las culpas pasadas, sino para prevenir las venideras; otro, que ni castiga las culpas pasadas ni previene las venideras, sino que se aplica para hacer amar más ardientemente el poder conocido del Salvador, cuando la salvación inesperada sigue al castigo.

Crisóstomo, ut supra
Y como El había dicho, hablando de sí mismo: "Para que las obras de Dios se manifiesten", añade: "Es necesario que yo obre las obras de Aquél que me envió"; es decir, es necesario que yo me manifieste a mí mismo y haga lo que me manifiesta, haciendo las mismas obras que mi Padre.

Beda
El Hijo, afirmando que hace las obras de su Padre, manifiesta así que sus obras son las mismas que las de su Padre, y son curar a los enfermos, fortalecer a los débiles e iluminar a los hombres.

San Agustín, ut supra
Por las palabras: "Aquél que me envió", da toda la gloria a Aquél de quien procede, porque el Padre tiene un Hijo que es suyo, mientras que El mismo no procede de alguien.

Crisóstomo, ut supra
Prosigue el texto sagrado: "mientras es de día", es decir, mientras es permitido a los hombres creer en mí, o mientras dure esta vida, "conviene que yo obre". Y esto mismo da a entender en las palabras siguientes: "Vendrá la noche cuando nadie podrá obrar". Se dice noche, según aquellas palabras de San Mateo (22, 13): "Arrojadle en las tinieblas exteriores". Allí será noche en la que nadie podrá obrar, sino recibir el merecido de sus obras. Si has de hacer alguna cosa, hazla mientras te dura la vida, pues concluida ésta no habrá ya ni fe, ni trabajos, ni arrepentimiento.

San Agustín, ut supra
Si nosotros trabajamos durante esta vida, éste es el día, éste es Cristo. Por eso añade: "Mientras que estoy en el mundo". He aquí que El es el día mismo. Este día, que acaba con una vuelta del sol, tiene pocas horas. El día de la presencia de Cristo dura hasta la consumación de los siglos; porque El mismo dijo ( Mt 28, 20): "He aquí que yo estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos".

Crisóstomo, in Joanem, hom 55 et 56
Como por sus obras había hecho brillar la verdad de lo que acababa de decir, por eso el Evangelista añade: "Cuando esto hubo dicho, escupió en tierra e hizo lodo con la saliva y ungió con el lodo sobre los ojos del ciego". El que hizo de la nada sustancias mayores, pudo con más razón hacer ojos sin materia alguna, pero quiso enseñarnos que El era el mismo Creador, que al principio se sirviera de lodo para formar al hombre. Por eso no se sirve de agua para hacer el lodo, sino de saliva, para que no atribuyéramos nada a la virtud de la fuente y entendiésemos que por la virtud de su boca hizo y abrió los ojos. Por último, a fin de que la curación no se atribuyese a virtud de la tierra de que se había servido, le mandó que fuese a lavarse. "Y le dijo: ve, lávate en la piscina de Siloé (que quiere decir Enviado)", para que sepas que yo no necesito de lodo para dar vista. Y como Cristo era el que comunicaba a la piscina de Siloé toda su virtud, el Evangelista nos da en seguida la interpretación de este nombre cuando añade "que significa Enviado", para enseñarnos que el que sana en ella es Cristo; porque así como el Apóstol nos dice que la piedra era Cristo ( 1Cor 10, 4), así Siloé era una corriente de agua súbita espiritual, significando a Cristo, que se manifiesta contra toda esperanza. Pero, ¿por qué no lo hace lavarse al punto, sino que lo envía a Siloé? Para cerrar la boca a las imprudentes agresiones de los judíos. Convenía que todos lo vieran ir con el lodo sobre los ojos. Era conveniente también para manifestar que El no desconocía la Ley y el Antiguo Testamento. No era de temer que se atribuyese a Siloé la gloria de esta curación, porque muchos se habían lavado allí los ojos sin haber alcanzado tan gran beneficio. También para que aprendas a tener la fe del ciego, que no contradice lo más mínimo el mandato del Salvador, ni dijo en su interior: el lodo más bien produce la ceguera. Muchas veces me lavé en Siloé y jamás he sido curado; si alguna virtud tuviese, ya estaría yo sano; sino que obedeció al punto: "Se fue, pues, y se lavó y volvió con vista". De este modo manifestó su gloria, porque no es pequeña gloria el ser tenido por el autor de la creación, porque la fe que se tiene de las obras mayores sirve para tenerla de las menores. Entre todas las obras de la creación, la más noble es el hombre. Y entre todos los miembros que tenemos, el más noble es el ojo, porque es el que rige al cuerpo y adorna el rostro, y lo que es el sol en la tierra es el ojo en el cuerpo; por eso su lugar es el más elevado, colocado como en sitio real.

Teófilacto
Algunos opinan que este lodo no se cayó, sino que se convirtió en ojos.

Beda
En sentido místico significa el Señor, que expulsado del corazón de los judíos, pasó al punto al de los gentiles. Este paso o camino que ha recorrido es su descendimiento del cielo a la tierra. El vio al ciego en el momento en que lleno de compasión fijó su mirada sobre el género humano.

San Agustín, ut supra
El género humano está representado en este ciego, y esta ceguedad viene por el pecado al primer hombre, de quien todos descendemos. Es, pues, un ciego de nacimiento. El Señor escupió en la tierra y con la saliva hizo lodo, "porque el Verbo se hizo carne" ( Jn 1, 14). Untó los ojos del ciego de nacimiento. Tenía puesto el lodo y aun no veía, porque cuando lo untó, quizá le hizo catecúmeno. Le envió a la Piscina que se llama Siloé, porque fue bautizado en Cristo, y fue entonces cuando lo iluminó. Tocaba al Evangelista el darnos a conocer el nombre de esta Piscina, y por eso dice: "Que quiere decir Enviado", porque si Aquél no hubiera sido enviado, ninguno de nosotros habría sido absuelto del pecado.

San Gregorio, Moralium 8, 21
La saliva significa el sabor de la contemplación íntima, la cual baja desde la cabeza a la boca, porque desde la altura de la gloria es de donde viene Dios a nosotros por las dulzuras de la revelación, mientras estamos en esta vida. El Señor mezcló su saliva con la tierra y devolvió así la vista al ciego de nacimiento; porque mezclando la contemplación de su verdad con nuestro pensamiento es como la gracia sobrenatural irradia en nosotros. Y sanando al hombre de su natural ceguera, ilumina su inteligencia.

Notas

1. En griego, ina , conjunción subordinativa que indica finalidad, propósito: en orden a que, para que.

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