Entrada: " Que se postre ante Ti, oh Dios, la tierra entera; que toquen en tu honor, que toquen para tu nombre " (Sal 65, 4).Colecta (Gregoriano): " Dios todopoderoso, que gobiernas a un tiempo cielo y tierra, escuche paternalmente la oración de tu pueblo, y haz que los días de nuestra vida se fundamenten en tu paz ".Ofertorio (Veronense): " Concédenos, Señor, participar dignamente de estos santos misterios, pues cada vez que celebramos este memorial del sacrificio de Cristo, se realiza la obra de nuestra redención ".Comunión: " Preparas una mesa ante mí y mi copa rebosa " (Sal 22, 5). " Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en Él " (1Jn 4, 16).Postcomunión (como las dos oraciones anteriores, se encontraba en el Misal anterior, y ésta ha sido retocada según el Veronense): " Derrama, Señor, sobre nosotros tu espíritu de caridad, para que, alimentados por el mismo pan del cielo, permanezcamos unidos en el mismo amor ".
La finalidad de la Encarnación del Verbo se manifiesta en el ansia profunda del Corazón de Cristo Redentor para llevar a los hombres, purificados de sus pecados, hasta la condición de hijos de Dios. Para conseguirlo, los ilumina primero con su palabra y su vida, y los santifica, al fin, con su propio sacrificio, como Cordero destinado a expiar los pecados de todos los hombres. Así lo vemos en las lecturas siguientes:
–Is 49, 3.5-6: Te hago Luz de las naciones, para que seas mi salvación. Todo hombre, de cualquier condición y origen, necesita de la salvación. Jesús es el Siervo de Dios, que tiene poder para iluminar y reconciliar a todos los hombres hasta el último confín de la tierra. El Siervo, en su condición difícil, pero preciosa, experimenta la dureza del corazón del Pueblo elegido. Pero sufre pacientemente, para que todos podamos ser como Él. Comenta San Gregorio Nacianceno:" Vengamos a ser como Cristo, ya que Cristo es como nosotros. Lleguemos a ser dioses por Él, ya que Él es hombre por nosotros. Él ha tomado lo que es inferior para darnos lo que es superior. Se ha hecho pobre para que su pobreza nos enriquezca (2Co 8, 9); ha tomado forma de esclavo (Flp 2, 7) para que nosotros recobremos la libertad (Rm 8, 1); se ha abajado para alzarnos a nosotros; aceptó la tentación para hacernos vencedores; ha sido deshonrado para glorificarnos; murió para salvarnos y subió al cielo para unirnos a su séquito, a nosotros que estábamos derribados a causa del pecado " (Sermón 1, 5).-Con el Salmo 39 unimos nuestra voz a la de Cristo y cantamos: " "Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad". Yo esperaba con ansia al Señor: Él se inclinó y escuchó mi grito; me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios... He proclamado su salvación ante la gran asamblea ".
–1Co 1, 1-3: Gracia y paz os dé nuestro Padre y Jesucristo, nuestro Señor. Es por Cristo, Salvador por quien el Padre nos ofrece la gracia que nos reconcilia y la paz que nos salva. En la Carta a Diogneto leemos:" Nadie jamás ha visto ni ha conocido a Dios, pero Él ha querido manifestarse a Sí mismo. Se manifestó a través de la fe, que es la única a la que se le concede ver a Dios. Porque Dios es Señor y Creador de todas las cosas, que todo lo hizo y todo lo dispuso con orden, no sólo amó a los hombres, sino que también fue paciente con ellos. Siempre lo fue, lo es y lo será: bueno, benigno, exento de toda ira, veraz; más aún Él, es el único bueno. Después de haber concebido un designio grande e inefable se lo comunicó a su único Hijo." Mientras mantenía oculto su sabio designio y lo reservaba para Sí, parecía abandonarnos y olvidarse de nosotros. Pero, cuando lo reveló por medio de su amado Hijo y manifestó lo que había establecido desde el principio, nos dio juntamente todas las cosas: participar de sus beneficios y ver y comprender sus designios. ¿Quién de nosotros hubiera esperado jamás tanta generosidad?" Dios, que todo lo había dispuesto junto con su Hijo, permitió que hasta el tiempo anterior a la venida del Salvador viviéramos desviados del camino recto, atraídos por los deleites y concupiscencias, y nos dejáramos arrastrar por nuestros impulsos desordenados... Nos dio a su propio Hijo como precio de nuestra redención: entregó al que es santo para redimir a los impíos, al inocente por los malos, al justo por los injustos, al incorruptible por los corruptibles, al inmortal por los mortales..." ¡Oh admirable intercambio, mediación incomprensible, beneficios inesperados: que la impiedad de muchos sea cubierta por un solo justo, y que la justicia de uno solo justifique a tantos impíos! " (Diogneto 8).
–Jn 1, 29-34: Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Tras proclamar la necesidad de la penitencia y de la conversión, el Bautista coronó su misión de Precursor, señalando en Jesús la presencia santificadora del Cordero de Dios. Unas ocho veces ha comentado San Agustín este pasaje evangélico :" Demuestra que tienes amor al Pastor amando a las ovejas, pues también las ovejas son miembros del Pastor. Para que las ovejas se conviertan en miembros suyos, fue conducido al sacrificio como una oveja (Is 53, 7); para que las ovejas se hicieran miembros suyos, se dijo de Él: He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Jn 1, 29). Pero, grande es la fortaleza de este Cordero. ¿Quieres conocer cuánta fortaleza mostró tener? Fue crucificado el Cordero y resultó vencido el león. Ved y considerad con cuánto poder rige el mundo Cristo, el Señor, si con su muerte venció al diablo. Amémosle, pues; nada tengamos en mayor aprecio " (Sermón 225, 1-2).Jesús es el único justo en medio de aquella muchedumbre que confesaba sus pecados. Él es " el Cordero de Dios ". ¿A quién se refiere esta imagen?: ¿Al cordero sacrificado en el templo?, ¿al cordero pascual?, ¿al Siervo de Yahvé? A los tres al mismo tiempo. Y esa imagen significa que Él es inocente, lleno de mansedumbre, de perfección ritual y de santidad, y que será sacrificado en la Cruz para salvar a todos los hombres de sus pecados, para irradiar en todas partes la Luz sin ocaso con su palabra y con su vida.
Dios nos ha hablado con impresionante realismo en la Encarnación de su Verbo eterno, hecho hombre como nosotros, igual a nosotros en todo, menos en el pecado. Por eso todo diálogo auténtico entre el hombre y Dios se ha de hacer a través de Jesucristo. Quien rechaza a Cristo, rechaza a Dios y se coloca fuera de la salvación redentora.
–1S 3, 3-10.19: Habla, Señor, que tu siervo escucha. El episodio de la vocación del profeta Samuel es un claro exponente del derecho de Dios a condicionar decisivamente la vida del hombre con su libre llamamiento. Y es también un ejemplo de la auténtica respuesta humana ante la vocación divina. Oigamos a Casiano:" Hay tres géneros de llamamiento. Uno cuando nos llama Dios directamente; otro, cuando nos llama por medio de los hombres; y el tercero, cuando lo hace por medio de la necesidad " (Colaciones 3)." Muchos son los caminos que conducen a Dios. Por eso, cada cual debe seguir con decisión irrevocable el modo de vida que primero abrazó, manteniéndose fiel en su dirección primera. Cualquiera que sea la vocación escogida, podrá llegar a ser perfecto en ella " (ib. 14)." Aquí estoy, dice Samuel, porque me has llamado ". San Jerónimo escribe al monje Heliodoro:" Recuerda el día en que entraste en filas, cuando sepultado con Cristo en el bautismo, juraste las palabras del sacramento: que por el nombre del mismo Cristo, no tendrías cuenta con padre ni madre. Mira que el enemigo tiene empeño en matar a Cristo en tu pecho. Mira que el donativo o soldada que, al entrar en la milicia, recibiste es codiciado por los campamentos contrarios... Secos los ojos, vuela al estandarte de la cruz. En este caso, es verdadera piedad ser cruel " (Carta 14).-Con el Salmo 39 le decimos al Señor una vez más: " "Aquí estoy, para hacer tu voluntad". Yo esperaba con ansia al Señor; Él se inclinó y escuchó mi grito; me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios... Dios mío, lo quiero, llevo tu ley en mis entrañas ".
–1Co 6, 13-15.17-20: Vuestros miembros son miembros de Cristo. La vocación cristiana es integral. Afecta también a nuestro cuerpo para la santidad. No se es cristiano con sólo el pensamiento y el alma. Dios llama al hombre entero, le reclama hasta lo más íntimo de su corazón. Así lo explica San Gregorio de Nisa " Considerando que Cristo es "la luz verdadera" (Jn 1, 9), sin mezcla posible de error alguno, nos damos cuenta de que también nuestra vida ha de estar iluminada con los rayos de la luz verdadera. Los rayos del sol de justicia son las virtudes que de Él emanan para iluminarnos; para que "dejemos las actividades de las tinieblas y nos conduzcamos, como en pleno día, con dignidad" (Rm 13, 1) y, apartando de nosotros las ignominias que se cometen a escondidas, obrando en todo a plena luz, nos convirtamos también nosotros en luz y, como es propio de la luz, iluminemos a los demás con nuestras obras." Y si tenemos en cuenta que "Cristo es nuestra santificación" (1Co 1, 10), nos abstendremos de toda obra y pensamiento malo e impuro, con lo cual demostraremos que llevamos con sinceridad su mismo nombre, mostrando la eficacia de esta santificación, no con palabras, sino con los actos de nuestra vida." Además, cuando decimos que Cristo es nuestra redención, lo consideramos como el precio que nos gana la inmortalidad y nos hace posesión suya, comprados a la muerte por su vida (1Tm 2, 6). Y si somos de Aquel que nos redimió, sigamos en todo al Señor, de manera que ya no seamos dueños de nosotros mismos, sino que el Señor es Aquel que nos compró (1Co 6, 20) y nosotros somos sus siervos. Su voluntad es, pues, para nosotros ley de vida " (Tratado sobre el perfecto modelo de cristiano 4.6).
–Jn 1, 35-42: Vieron donde vivía y se quedaron con El. En toda vocación cristiana Cristo es el centro, y es quien pone al hombre en sintonía garantizada con la voluntad de Dios, que así le elige y le llama. Jesús quiere que los dos discípulos vean y contemplen personalmente. Lo que ellos " vieron " debió de ser algo impresionante, según deducimos de lo que después " hicieron ". Estos apóstoles comunican a otros su inmenso gozo, para ganarlos también para Jesucristo. Comenta San Agustín:" Los dos discípulos, al oírle hablar así, van en pos de Jesús. Se vuelve Jesús, ve que le siguen y les dice: "¿qué buscáis?" Responden ellos: "Maestro, ¿dónde moras?" Ellos todavía no le siguen, como para quedarse a vivir con Él... Pero Él les muestra dónde vive, y ellos están con El. ¡Qué día tan feliz pasan y qué noche tan deliciosa! ¿Hay quien sea capaz de decirnos lo que oyeron de la boca del Señor?" Edifiquemos también nosotros mismos y hagamos una casa en nuestro corazón, adonde venga El a enseñarnos y hablar con nosotros " (Sermón 203, 2).
La Iglesia nos invita en estos domingos que hoy comienza a seguir al Corazón de Cristo en los primeros pasos de su vida pública, y nos enseña a escuchar su palabra, asimilarla y seguirla; y también a recibir sus hechos, es decir, a aprender lecciones de vida y de santidad evangélica. Ser cristiano no consiste solamente en recordar unos hechos y conocer unas doctrinas, sino en aprender a vivir una vida nueva, la misma vida de Jesús, según el Evangelio, identificándonos con Él.
–Is 62, 1-5: El marido se alegrará con su esposa. Este texto ha sido escogido en razón de la lectura evangélica: las bodas de Caná. La obra de la salvación es fruto de una elección de Dios absolutamente libre y gratuita. El Señor se eligió un pueblo, como el esposo elige a su esposa en una alianza perpetua. Escribe Casiano:" "La alegría que encuentra el marido con su esposa, la encontrará Dios contigo". Éste y otros textos bíblicos, como los de Oseas y Jeremías, han sugerido a los místicos el matrimonio espiritual del alma con Dios. Es una doctrina elevada a la que todos estamos llamados. Es una intimidad perfecta con Dios." Éste ha de ser nuestro principal objetivo y el designio constante de nuestro corazón: que nuestra alma esté continuamente unida a Dios y a las cosas divinas. Todo lo que le aparte de esto, por grande que pueda parecernos, ha de tener en nosotros un lugar puramente secundario o, por mejor decir, el último de todos. Inclusive debemos considerarlo como un daño positivo " (Colaciones 1).-Con el Salmo 95 proclamamos: " Contad a todos los pueblos las maravillas del Señor. Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre. Proclamad día tras día su victoria, contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor. Postraos ante el Señor en el atrio sagrado, tiemble en su presencia la tierra toda. Decid a los pueblos: "el Señor es Rey, Él gobierna a los pueblos rectamente" ".
–1Co 12, 4-11: El mismo y único Espíritu reparte a cada uno como a Él le parece. Dios mismo es quien, con la riqueza de su Espíritu y con la variedad de sus dones, trata de hacer de la Iglesia su Esposa santa, la madre única de todos los redimidos por Cristo. El Espíritu Santo ha obrado siempre en la Iglesia de un modo nuevo, intenso y creativo. Así lo muestra la historia de la Iglesia. Ministerios y carismas han sido siempre para ella un don continuo, en medio de gozos y penalidades. Oigamos a San Juan Crisóstomo:" El tiempo que ha precedido al bautismo era un campo de entrenamiento y de ejercicios, donde la caídas encontraban su perdón. A partir de hoy, la arena está abierta para vosotros, el combate tiene lugar, estáis bajo la mirada pública, y no sólo los hombres, también innumerables ángeles contemplan vuestros combates. Pablo confiesa en su Carta a los Corintios: "nosotros hemos sido presentados como espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres" (1Co 4, 9). En efecto, los ángeles nos contemplan y el Señor de los ángeles es el que preside el combate. Para nosotros no sólo es un honor, sino también una seguridad. Cuando el juez de estos asaltos es precisamente Aquel que ha entregado su vida por nosotros ¿qué honor y qué seguridad no habremos de tener? " (Ocho catequesis bautismales 3, 8).
–Jn 2, 1-12: En Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos por intercesión de la Virgen María. Jesús eligió, como marco de su primera manifestación redentora, la ceremonia de unas bodas. Más tarde elevaría el matrimonio cristiano a signo sacramental de la unión de Él mismo con su Iglesia. Éste es el primer milagro público de Jesús. Oigamos el comentario de Fausto de Riez:" Por obra de Cristo se produce en Galilea un vino nuevo, esto es, cesa la ley y sucede la gracia; es retirada la sombra y se hace presente la realidad; lo carnal viene a hacerse espiritual; la antigua observancia se transforma en el Nuevo Testamento. Como dice el Apóstol: "lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado" (2Co 5, 17). Y del mismo modo que el agua contenida en las tinajas, sin mermar en su propio ser, adquiere una nueva entidad, así también la ley no queda destruida con la venida de Cristo, al contrario, queda clarificada y ennoblecida." Como faltase el vino, Cristo suministra un vino nuevo. Bueno es el vino del Antiguo Testamento, pero el del Nuevo es mejor. El Antiguo Testamento que observan los judíos se diluye en la materialidad de la letra; mientras que el Nuevo, al que pertenecemos nosotros, nos comunica el buen sabor de la vida y de la gracia " (Sermón 5 sobre la Epifanía).