9ª semana del Tiempo Ordinario, sábado

Años impares

Tb 12, 1.5-15.20: Vuelvo al que me envió. Vosotros bendecid al Señor. Antes de retornar a Dios, el ángel Rafael exhorta a toda la familia de Tobías a que sigan siendo fieles a la oración y perseveren en las buenas obras. Finalmente, les da a conocer su propia identidad. Alabemos también nosotros al Señor, démosle gracias por el ministerio de sus ángeles, y proclamemos sus inmensas maravillas para con nosotros. Dice San Juan Crisóstomo:" "Lo primero, doy gracias a mi Dios por medio de Jesucristo" (Rm 1, 8). Exordio propio de un alma dichosa, que puede ser útil a todos para ofrecer a Dios los comienzos de sus buenas obras y palabras; y no sólo las suyas, sino también las ajenas hechas rectamente. Acción de gracias que hace el alma limpia y libre de toda envidia. Y que atrae mayor benevolencia para los que muestran su gratitud..." Conviene que den gracias no sólo los ricos, sino también los pobres, no sólo los sanos, sino también los enfermos; no sólo los que tienen prosperidad, sino aquellos a quienes son adversas las cosas. Dar gracias a Dios cuando todo marcha bien no es de admirar, pero sí es admirable cuando peligra la nave y se levanta una tormenta. Por eso fue premiado Job y tapó la boca imprudente del diablo. Él mostró claramente que, cuando las cosas marchaban bien, no daba gracias a Dios por las riquezas, sino por el amor de Dios. Y mira tú por qué da gracias Pablo: no por el poder, ni por el imperio, ni por la gloria, pues todo esto no es digno de aprecio, sino por aquellas cosas que son realmente buenas: la fe, la libertad en el hablar " (Comentario a la Carta a los Romanos).-Alabamos al Señor por tantos beneficios recibidos con el mismo himno del anciano Tobías: " Bendito sea Dios, que vive eternamente. El azota y se compadece, hunde hasta el abismo y saca de él, y no hay quien escape de su mano. Veréis lo que hará con vosotros, le daréis gracias a boca llena, bendeciréis al Señor de la justicia, y ensalzaréis al Rey de los siglos. Yo le doy gracias en mi cautiverio, anuncio su grandeza y su poder a un pueblo pecador. Convertíos, pecadores, obrad rectamente en su presencia: quizá os mostrará benevolencia y tendrá compasión "

Años pares

2Tm 4, 1-8: Proclama la Palabra. Yo estoy a punto de ser sacrificado y el Señor me premiará con la corona merecida. El Apóstol, ya anciano, quiere que su colaborador sea fiel a su misión de evangelizador. Comenta San Agustín:El Señor, " siendo justo, le dará como retribución la corona merecida (2Tm 4, 8), cosa que no hizo antes. Pues, oh Pablo, antes Saulo, si, cuando perseguías a los santos de Cristo, cuando guardabas los vestidos de los que lapidaron a Esteban, hubiera el Señor ejercitado sobre ti el juicio, ¿dónde estarías? ¿Qué lugar podría encontrarse en lo más hondo del infierno, proporcionado a la magnitud de tu pecado? Pero entonces no te retribuyó como merecías, para hacerlo ahora. " En tu Carta hemos leído lo que dices acerca de tus primeras acciones. Gracias a ti las conocemos. Tú dijiste: "yo soy el último de los apóstoles, y no soy digno de llamarme apóstol". No eras digno, pero Él te hizo serlo. No te retribuyó como merecías, puesto que concedió un honor a quien era indigno de Él, merecedor más bien del suplicio. "No soy digno, dice, de ser llamado apóstol". ¿Por qué? "Porque perseguí a la Iglesia de Dios". Y si perseguiste a la Iglesia de Dios, ¿cómo es que eres apóstol? "Por la gracia de Dios soy o que soy" (1Co 15, 10). Yo no soy nada. Lo que soy, lo soy por la gracia de Dios " (Sermón 298, 4).-En la lectura anterior, Pablo suplica para el futuro, da gracias por el pasado y pone en el presente su confianza en Dios. La corona merecida es el futuro, el recuerdo del auxilio del Señor es su historia pasada, toda ella pura gracia. También nosotros, que tantos beneficios hemos recibido de Dios, le alabamos con el Salmo 70: " Llena estaba mi boca de tu alabanza y de tu gloria todo el día. No me rechaces ahora en la vejez; me van faltando las fuerzas, no me abandones. Yo seguiré esperando, redoblaré tus alabanzas, mi boca cantará tu auxilio y todo el día tu salvación. Cantaré tus proezas, Señor mío, narraré tu victoria toda entera. Dios mío, me instruiste desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas. Yo te daré gracias, Dios mío, con el arpa, por tu lealtad; tocaré para ti la cítara, Santo de Israel ".

Evangelio

Mc 12, 38-44: Esa pobre viuda ha echado más que nadie. De los mismos dones que el Señor nos ha dado, demos generosamente a Dios. Él es un buen pagador. Así nos lo asegura San Juan Crisóstomo:" "El oro que piensas prestar, dámelo a Mí, que te pagaré con mayor rédito y más seguro. El cuerpo que piensas alistar a la milicia de otro, alístalo a la mía, porque yo soy superior a todos en la retribución"..." Su amor es grande. Si deseas prestarle, Él está dispuesto. Si quieres sembrar, Él vende la semilla; si construir, Él está diciendo: "edifica en mis solares". ¿Por qué corres tras los hombres, que nada pueden? Corre en pos de Dios que, por cosas pequeñas, te da otras que son grandes " (Homilía 76 sobre San Mateo).