18ª semana del Tiempo Ordinario, martes

Años impares

Nm 12, 1-13: Se atrevieron a hablar contra Moisés. En vista de las quejas de la profetiza María y de Aarón contra Moisés, el Señor hace resaltar la superioridad de éste, a quien habla como confidente, que tiene, además, el privilegio de contemplar su gloria. Dice San Jerónimo:

" Aquel caudillo del ejército israelita que había herido a Egipto con diez plagas, y a cuyo mando obedecían cielo, tierra y mares, es proclamado como "el hombre más bondadoso de cuantos entonces había engendrado la tierra" (Nm 12, 3). Y por eso conservó el poder durante cuarenta años, pues con la bondad y la mansedumbre atenuaba la arrogancia del mando. El pueblo intenta apedrearlo, y él ruega por los que le quieren apedrear. Es más: prefiere se le borre del libro de Dios (Ex,32, 32) a que el pueblo que se le ha confiado perezca. Quería de este modo imitar a aquel pastor de quien sabía que iba a llevar sobre sus hombros las ovejas descarriadas... También el discípulo del Buen Pastor desea ser anatema por sus hermanos y allegados según la carne, que son los israelitas (cf. Rm 9, 3). Y si éste desea perecer para que los perdidos no perezcan, ¿cuánto más los padres buenos deberán estar atentos para no provocar a sus hijos a ira y no forzar por una dureza excesiva a que aun los más dóciles se hagan violentos? " (Carta 82, 3, a Teófilo).

– Los judíos, arrepentidos de haber criticado a Moisés, obtienen el perdón. También nosotros lo obtendremos rezando el Salmo 50: " Misericordia, Señor, misericordia, hemos pecado ". También nosotros pecamos y tenemos necesidad del perdón de Dios. El venerable Padre Charles de Foucauld escribe:

" Gracias, Dios mío, por habernos dado esta divina oración del Miserere... Este Miserere que es nuestra oración cotidiana... Digamos este Salmo con frecuencia, hagamos a base de él nuestra oración. Él contiene el resumen de todas nuestras oraciones: adoración, amor, ofrenda, acción de gracias, arrepentimiento, súplica. Parte de la consideración de nosotros mismos y sobre nuestros pecados, y se eleva hasta la contemplación de Dios, pasando por el prójimo y orando por la conversión de todos los hombres ".

La humanidad pecadora, guiada por Cristo, encuentra el camino para pasar de la esclavitud del mal a una vida renovada, obteniendo la efusión del Espíritu Santo y un corazón puro santificado por la gracia divina, para ofrecerse a sí misma, " como sacrificio viviente, santo y agradable a Dios " (Rm 12, 1), juntamente con Cristo el cual " se ha dado como sacrificio de suave olor " (Ef 5, 2).

Años pares

Jr 30, 1-2.12-15.18-22: Se cambiarán la suerte de las tiendas de Jacob. No obstante la desgracia vaticinada, Dios pronuncia palabras de consuelo, por boca del mismo profeta. La derrota exterior es consecuencia del pecado, pero vendrá la reconstrucción y la alegría. Sigue la Alianza porque Dios es siempre fiel a sus promesas. El mesianismo no ha muerto. No puede morir. Espera la venida del Mesías: Cristo. San Jerónimo distingue entre la aflicción del pecador y la del inocente:

" Existen diferentes tipos de aflicciones. Una es la aflicción que padece el pecador como castigo sin remisión; otra es la que padece para que se arrepienta; otra distinta es la que uno puede sufrir, no para que se arrepienta de alguna falta pasada, sino para que no la cometa en el futuro; otra, en fin, es la que padecen muchos, no para que se arrepientan de un pecado pasado ni para impedir que lo cometan en el futuro, sino para que cuando uno es salvado inesperadamente de la aflicción, ame con mayor ardor la esperada potencia del que le salva. De esta forma cuando el sufrimiento alcanza al inocente, permite que por su paciencia obtenga un cúmulo de méritos. Como hemos dicho, a veces el pecado es afligido para recibir un castigo sin remisión, tal como se dice a Judea al ser condenada: "te golpeé con la desgracia del enemigo, con un castigo cruel" (Jr 30, 14). Y añade: "¿por qué me invocas en la aflicción? Tu dolor es incurable" (Jr 30, 15) " (Libros morales sobre Job prefacio, 12).

– Las ideas de la lectura anterior siguen en estos versos del Salmo 101, escogidos como responsorial: " El Señor reconstruyó Sión y apareció en su gloria. Los gentiles temerán su nombre, los reyes del mundo su gloria, cuando el Señor reconstruya Sión y aparezca su gloria, y se vuelva a la súplica de los indefensos y no desprecie sus peticiones, cuando se reúnan unánimes los pueblos y los reyes para dar culto al Señor ".

Dios es eterno y por eso los hijos de sus siervos subsistirán y encontrarán una habitación estable en el país que Él les ha asignado. Su posteridad vivirá eternamente en su presencia. La eternidad de Dios aparece para el salmista como el gran motivo de esperanza para él y para la ciudad santa. La tradición cristiana ha meditado este Salmo como plegaria de Cristo en su Pasión. Él resucitó y esta Resurrección es nuestra liberación. " El salario del pecado es la muerte, pero el don de Dios es la vida eterna en Cristo Señor nuestro " (Rm 6, 23).

Evangelio

Mt 14, 22-36. Cristo andando sobre las olas. Es un signo más del misterio de su persona que se presenta como Hijo de Dios ante sus discípulos. Comenta este evangelio San Jerónimo:

" "Tened confianza. Soy yo. No temáis". Pone remedio a lo que interesaba en primer lugar; a los que tienen miedo les manda: tened confianza, no temáis. En cuanto a lo que sigue: Yo soy, sin especificar quién es, podían conocer por la voz que les era conocida a quien les hablaba en las oscuras tinieblas de la noche, o bien se acordaban de Aquel que sabían había hablado a Moisés: Así dirás a los israelitas: Yo soy me ha enviado a vosotros.

" Pero le respondió: "Señor, si eres Tú, mándame ir a ti sobre las aguas". En todas partes encontramos la ardentísima fe de Pedro... También ahora, con la misma ardiente fe de siempre, mientras los otros callan él cree poder hacer por la voluntad del Maestro, lo que éste podía por naturaleza. Mándalo y al punto las aguas se volverán sólidas y mi cuerpo, pesado por sí mismo, se volverá liviano... Era ardiente la fe de su alma pero la fragilidad humana lo arrastraba hacia las profundidades. Es abandonado por un momento a la tentación para que aumente su fe y para que comprenda que ha sido salvado no por una oración fácil, sino por el poder del Señor...

" Si al Apóstol Pedro cuya fe y corazón ardiente evocamos antes, si a él que había pedido con gran confianza al Señor mándame ir a ti sobre las aguas, por haber tenido miedo un momento se le dice: "hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?", ¿qué se nos dirá a nosotros que no tenemos ni siquiera una parte de esa poca fe? " (Comentario al Evangelio de Mateo 14, 27-31).