Catequesis sobre el Credo
Juan Pablo II

CREADOR DEL CIELO Y DE LA TIERRA
(15.I.86)

1. La verdad acerca de la creación es objeto y contenido de la fe cristiana: únicamente está presente de modo explícito en la Revelación. Efectivamente, no se la encuentra sino muy vagamente en las cosmologías mitológicas fuera de la Biblia, y está ausente de las especulaciones de antiguos filósofos, incluso de los máximos, como Platón y Aristóteles. La inteligencia humana puede por sí sola llegar a formular la verdad de que el mundo y los seres contingentes (no necesarios) dependen del Absoluto. Pero la formulación de esta dependencia como "creación" por lo tanto, basándose en la verdad acerca de la creación pertenece originariamente a la Revelación divina y en este sentido es una verdad de fe.

2. Se proclama esta formulación al comienzo de las profesiones de fe, comenzando por las más antiguas, como el Símbolo Apostólico: "Creo en Dios Creador del cielo y de la tierra"; y el Símbolo Niceno-constatinopolitano: "Creo en Dios Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible"; hasta el pronunciado por el Papa Pablo VI y que lleva el título de Credo del Pueblo de Dios; "Creemos en un solo Dios. Creador de las cosas visibles, como el mundo en que transcurre nuestra vida pasajera, de las cosas invisibles como los espíritus puros que reciben el nombre de ángeles y Creador en cada hombre de su alma espiritual e inmortal" (...).

3. En el "Credo" cristiano la verdad acerca de la creación del mundo y del hombre por obra de Dios ocupa un puesto fundamental por la riqueza especial de su contenido. Efectivamente no se refiere sólo al origen del mundo como resultado del acto creador de Dios, sino que revela también a Dios como Creador. Dios, que habló por medio de los profetas y últimamente por medio de su Hijo (Hb 1, 1), ha hecho conocer a todos los que acogen su Revelación no sólo que precisamente El ha creado el mundo, sino sobre todo qué significa ser Creador.

4. La Sagrada Escritura (Antiguo y Nuevo Testamento) está impregnada, en efecto, por la verdad acerca de la creación y acerca de Dios Creador. El primer libro de la Biblia, el libro del Génesis, comienza con la afirmación de esta verdad; "Al principio creó Dios los cielos y la tierra" (Gn 1, 1). Sobre esta verdad retornan numerosos pasajes bíblicos, mostrando cuán profundamente ha penetrado la fe de Israel. Recordemos al menos algunos de ellos. Se dice en los Salmos: "Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes; El la fundó sobre los mares" (Sal 23, 1-2). "Tuyo es el cielo, tuya es la tierra, Tú cimentaste el orbe y cuanto contiene" (Sal 88, 12). "Suyo es el mar, porque El lo hizo; la tierra firme que modelaron sus manos" (Sal 95, 5). "Su misericordia llena la tierra. La palabra del Señor hizo el cielo porque El lo dijo y existió, El lo mando y surgió" (Sal 32, 5-6. 9). "Benditos seáis del Señor, que hizo el cielo y la tierra" (Sal 115, 15). La misma verdad profesa el autor del libro de la Sabiduría: "Dios de los padres y Señor de la misericordia, que con tu palabra hiciste todas las cosas." (Sb 9, 1). Y el Profeta Isaías dice en primera persona la palabra de Dios Creador: "Yo soy el Señor, el que lo ha hecho todo" (Is 44, 24). No menos claros son los testimonios que hay en el Nuevo Testamento. Así, p.e., en el Prólogo del Evangelio de Juan se dice: "Al principio era el Verbo. Todas las cosas fueron hechas por El, y sin El nada se hizo de cuanto ha sido hecho" (Jn 1, 1.3). La Carta a los Hebreos, por su parte, afirma: "Por la fe conocemos que los mundos han sido dispuestos por la palabra de Dios, de suerte que de lo invisible ha tenido origen lo visible (Hb 11, 3).

5. En la verdad de la creación se expresa el pensamiento de que todo lo que existe fuera de Dios ha sido llamado a la existencia por El. En la Sagrada Escritura hallamos textos que hablan de ello claramente. En el caso de la madre de los siete hijos, de quienes habla el libro de los Macabeos, la cual ante la amenaza de muerte, anima al más joven de ellos a profesar la fe de Israel, diciéndole: "Mira el cielo y la tierra. de la nada lo hizo todo Dios y todo el linaje humano ha venido de igual modo" (2M 7, 28). En la Carta a los Romanos leemos: "Abrahán creyó en Dios, que da la vida a los muertos y llama a lo que es lo mismo que a lo que no es" (Rm 4, 17). "Crear" quiere decir, pues: hacer de la nada, llamar a la existencia, es decir, formar un ser de la nada. El lenguaje bíblico deja entrever este significado en la primera palabra del libro del Génesis: "Al principio creó Dios los cielos y la tierra". El término "creó" traduce el hebreo "bara" br, que expresa una acción de extraordinaria potencia, cuyo único sujeto es Dios. Con la reflexión post-exílica se comprende cada vez mejor el alcance de la intervención divina inicial, que en el segundo libro de los Macabeos se presenta finalmente como un producir "de la nada" (2M 7, 28). Los Padres de la Iglesia y los teólogos esclarecerán ulteriormente el significado de la acción divina, hablando de la creación "de la nada" (creatio ex nihilo; más precisamente: ex nihilo sui et subiecti). En el acto de la creación Dios es principio exclusivo y directo del nuevo ser, con exclusión de cualquier materia preexistente.

6. Como Creador, Dios está en cierto modo "fuera" de la creación y la creación esta "fuera" de Dios. Al mismo tiempo, la creación es completa y plenamente deudora de Dios en su propia existencia (de ser lo que es), porque tiene su origen completa y plenamente en el poder de Dios. También puede decirse que mediante el poder creador (la omnipotencia) Dios está en la creación y la creación está en El. Sin embargo, esta inmanencia de Dios no menoscaba para nada la transcendencia que le es propia con relación a todo a lo que El da la existencia.

7. Cuando el Apóstol Pablo llegó al Aerópago de Atenas habló así a los oyentes que se habían reunido allí: "Al pasar y contemplar los objetos de vuestro culto, he hallado un altar en el cual está escrito: Al Dios desconocido. Pues ése que sin conocerle veneráis es el que yo os anuncio. El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que hay en El, es Señor del cielo y de la tierra." (Hch 17, 23-24). Es significativo que los atenienses, los cuales reconocían muchos dioses (politeísmo pagano), escucharan estas palabras sobre el único Dios Creador sin plantear objeciones. Este detalle parece confirmar que la verdad sobre la creación constituye un punto de encuentro entre los hombres que profesan religiones diversas. Quizá la verdad de la creación está arraigada de modo originario y elemental en las diversas religiones, aun cuando en ellas no se encuentren conceptos suficientemente claros, como los que se contienen en las Sagradas Escrituras.