2 SAMUEL

2S 1, 1 La Biblia griega hizo del episodio de la muerte de Saúl el punto de separación entre los dos libros, de modo que la fórmula «Después de la muerte…» encabeza un nuevo libro, como ocurre también al comienzo de Josué o Jueces. La narración de la muerte de Saúl difiere en bastantes detalles respecto a lo dicho en 1S 31.

2S 5-8 Cuatro capítulos dan razón del modo como se forjó el reino de David. Primero fue ganar Jerusalén (2S 5). Luego centralizar el culto, mediante el traslado del Arca a la nueva capital (2S 6). Más adelante fundar la dinastía mediante un oráculo (2S 7). Y, finalmente, trazar las dimensiones del reino (2S 8).

2S 7 La intención de David en 2S 7, 1-3, la manifestación profética del Señor en 2S 7, 4-17 y la oración de 2S 7, 18-27 coincidieron en la preocupación por la «casa». Para el rey, se trataba de levantar una casa o templo al Señor. Dios, en cambio, quiso fundarle una casa o línea sucesoria sin límite temporal. Y David se sometió agradecido a la voluntad de Dios. En el oráculo transmitido por el profeta Natán se fundaron tanto el porvenir de la dinastía davídica, como las esperanzas mesiánicas y la construcción del templo de Jerusalén. La promesa pervivió desde Salomón hasta los últimos momentos de la monarquía y ganó en horizonte durante el exilio, quedando definitivamente abierta a la espera del Mesías. Sal 89 ofrece otra versión de esta profecía.

2S 9-20 El grueso del libro tiene como objeto principal la sucesión de David, complicada por los levantamientos de Absalón (13-19) y de Sibá (20), sin olvidar, por ello, los éxitos del rey en el frente arameo (10) o amonita (11-12) y el episodio particular de su adulterio, donde comenzó a gestarse el hijo que le habría de suceder.

2S 12, 1 El adulterio de David con Betsabé y la muerte de Urías no quedan impunes. Dios emite su veredicto de condena por medio del profeta Natán. La parábola del pobre y la oveja le hace llegar a David la voz del Señor y provoca su conversión.

2S 13, 1-22 El episodio del incesto de Amnón con Tamar introdujo la figura principal de Absalón y puso en marcha sus actuaciones, hasta llegar al capítulo 18. La narración sigue muy atenta a los sentimientos humanos.

2S 21-24 La hambruna y la peste de algún momento del reinado de David, así como su oración y últimas palabras constituyen los apéndices, separadores de la narración cronológica que da un salto desde la revuelta de Sibá a los últimos años de David, en 1R 1.

2S 23 Las últimas palabras de David hicieron de testamento, al modo de las pronunciadas por Jacob en Gn 49 o de la bendición de Moisés en Dt 33. En ellas quedó el recuerdo del rey como ungido, sol de justicia y agraciado por la alianza con Dios.

2S 24 Tres cuestiones profundamente religiosas afloran en el relato del censo de David. La más oscura de ellas es que Dios pudiera incitar al mal, aunque fuese para un bien mayor. La segunda pone de manifiesto el temor religioso que provocaban los censos en el Oriente bíblico y que recogía una prescripción de Ex 30, 12s. La última se refiere al sacrificio expiatorio que aplacaba los pecados y alejaba el castigo de la peste.