Dt 1, 1-4, 43 El primer discurso de Moisés consta de dos secciones. La primera (Dt 1, 6-3, 39) es una narración de tipo histórico: una mirada al pasado, recordando y sintetizando las principales etapas del itinerario de Israel desde el Horeb hasta Moab. La segunda (Dt 4, 1-40) es una invitación a observar la ley como condición para poseer la tierra; a estas referencias generales a la ley, se añaden otras más concretas al decálogo, especialmente la prohibición de las imágenes (Dt 4, 9ss). En el Horeb, Israel oía palabras, pero no veía figura alguna (Dt 4, 12). Lo distintivo de la religión israelita es la palabra, no la imagen.
Dt 4, 44-28, 68 El segundo discurso se asemeja, por su estructura, a algunos códigos legales del antiguo Oriente Próximo. El Código de Hammurabi consta de un prólogo, una amplia colección de leyes y un epílogo (con bendiciones y maldiciones), equiparables en líneas generales a las tres secciones de este discurso.
Dt 5, 1-21 Hacer alianza con el Señor significa entrar en comunión con él y participar de su misma vida. El objetivo primario del decálogo consiste en salvaguardar la vida y mantener la libertad. Los mandamientos son cauces de vida y libertad. Detrás de cada uno de ellos se esconden valores fundamentales, como el amor y la fidelidad a Dios, la vida, la propiedad, el honor debido a los padres, el matrimonio, la verdad. El éxodo, como acto salvífico por excelencia, fundamenta e ilumina todo el decálogo (Dt 5, 6). Israel debe observar los mandamientos porque el Señor lo ha liberado de la tierra de Egipto.
Dt 7 Israel es un pueblo consagrado al Señor, por ello, no debe mezclarse con otras naciones. Su pequeñez no tiene importancia para el Señor. Lo que realmente cuenta es el amor de Dios, que elige y bendice a su pueblo, y la respuesta fiel de este al Señor.
Dt 9, 1-6 Israel se encuentra ante la tierra prometida. Va a comenzar una nueva etapa de su historia. El paso del Jordán representa la puerta de acceso a la tierra de Canaán. El Señor pasará al frente de su pueblo por fidelidad a su palabra, no por la justicia de este.
Dt 10, 12-11, 9 Se enumeran una serie de exigencias de parte del Señor, dueño soberano del cielo y de la tierra, de quien depende el curso de los acontecimientos y la fertilidad de la tierra. Se invita reiteradamente a amar al Señor y observar sus mandamientos.
Dt 12, 2-28 La centralización del culto en un solo santuario es el distintivo principal de la reforma deuteronómica. Así como el nombre representa a la persona, el santuario representa a la divinidad. La concepción del Dt es lógica: un solo Dios (Dt 6, 4), en consecuencia un solo santuario. Lo más probable es que se refiera al de Jerusalén (véase 1R 11, 36; 1R 14, 21). Este no se menciona explícitamente aquí para no incurrir en un anacronismo, ya que el Dt es presentado como un discurso de Moisés.
Dt 13, 2-19 Tres casos legales (2-6, 7-12 y 13-19), con un común denominador: la incitación a la apostasía. Cualquiera que sea el apóstata, es reo de muerte. La fidelidad exclusiva al Señor tiene que brillar por encima de cualquier caso o situación.
Dt 14, 22-29 Se distinguen dos clases de diezmos (pago de la décima parte de los productos del campo): los anuales (22-27) y los trienales (28ss). De los primeros se espera un uso religioso-cultual; de los otros, humano-social.
Dt 16, 1-17 En el antiguo Israel, las fiestas estaban profundamente enraizadas en la vida del pueblo. No era el culto el que sostenía la vida, sino la vida la que sostenía el culto. Todas estas celebraciones se hacían en honor del Señor, dueño de la naturaleza y motor de la historia. A él le debían tanto la salida de Egipto como el don de la tierra. Sobre las fiestas de Pascua y Ácimos véase la nota a Ex 12; la fiesta de las Semanas, de la Siega o de Pentecostés, festejaba la cosecha y los primeros frutos. Se caracteriza por la hospitalidad. La referencia a la esclavitud de Egipto (Dt 16, 12) es un modo de explicar por qué se ha de invitar a la fiesta a las clases más necesitadas.
Dt 16, 13-15 La fiesta de las Tiendas era la más popular de todas. Se celebraba en otoño, al final de la cosecha de la era y del lagar. Su nota dominante era la alegría.
Dt 18, 1-8 La tribu de Leví asumía las funciones sacerdotales. Los sacerdotes levitas oficiaban en los santuarios. Ahora bien, la centralización del culto trajo consigo una verdadera revolución, pues la supresión de los santuarios locales privaba a numerosos levitas de sus ingresos económicos. Ello explica que el motivo de los derechos sacerdotales pase a ocupar el centro de esta ley.
Dt 19, 1-14 La razón de las ciudades de refugio (véase Dt 4, 41-43) era evitar el derramamiento de sangre inocente en Israel. Además del valor sagrado de la vida, estaba en juego el valor sagrado de la tierra. La sangre inocente, derramada en tierra, manchaba el país (esta idea seguramente atrajo aquí Dt 19, 14: el desplazamiento de los linderos atenta contra el valor sagrado de la tierra, cuya distribución entre las tribus se remonta al mismo Dios).
Dt 21, 1-9 En caso de homicidio a manos de un desconocido, se realiza un rito especial para recobrar la pureza de la tierra en la que se encontró el cadáver y de la comunidad más cercana al delito. Lavarse las manos sobre la becerra significa que la posible culpa de la comunidad se traspasa a la becerra. Es un modo de expresar la expiación de la falta. La tierra y el pueblo pertenecen al Señor y, en consecuencia, no deben mancharse con un homicidio.
Dt 22, 13-23, 1 Cinco casos diferentes sobre las relaciones sexuales reprobables: 1º virginidad física de la casada a quien el marido acusa de haber tenido relaciones sexuales previas al matrimonio (13-21); 2º adulterio (22); 3º violación de una joven prometida (23-27); 4º violación de una soltera sin compromiso formal (28s); 5º incesto (Dt 23, 1). El adulterio consistía en tener relaciones sexuales con una mujer casada o prometida. Su prohibición (véase Dt 5, 18) trata de proteger la propiedad del marido (la mujer se consideraba como un bien del marido) y de asegurar al marido la paternidad de sus hijos. A juzgar por Os 2, 2 y Jr 3, 8, el adulterio se castigaba con el divorcio, no con la pena de muerte.
Dt 23, 18 La prostitución sagrada o cultual era una práctica corriente en las religiones limítrofes a Israel. Este la consideraba reprobable y perseguible (véase 1R 15, 12; 1R 22, 47; 2R 23, 7), aunque no siempre escapó a ella (véase 1R 14, 24; Am 2, 7; Os 4, 14).
Dt 25, 5-10 La ley del levirato (del latín levir, «cuñado») prescribe que el hermano del marido fallecido sin hijos se case con su cuñada, para perpetuar el nombre del difunto y no dividir la herencia. En la misma formulación de la ley se trasluce la dificultad de llevarla a cabo y se da por supuesto que en más de una ocasión no se cumplirá. Aun así, debió de tener vigencia durante bastante tiempo (véase Gn 38, 6-26; Rt 4, 1-7 y Mc 12, 19-22).
Dt 28, 1-68 Lista de bendiciones y maldiciones condicionadas al cumplimiento o no de la voluntad divina, expresada en los preceptos y mandatos transmitidos por Moisés al pueblo de Israel. Los tratados internacionales de alianza solían incluir también listas semejantes.
Dt 28, 69-32, 52 El tercer discurso de Moisés se presenta como una nueva alianza en Moab, distinta de la concertada en el Horeb. En este sentido, Dt 28, 69 ha de ser interpretado como el encabezamiento de una nueva sección y no como conclusión de la anterior.
Dt 30, 1-14 La conversión (1-10) y la observancia de la ley (11-14) aparecen como dos temas complementarios: el arrepentimiento lleva consigo la renovación interior, que se ha de traducir en la obediencia a la ley. El autor sagrado alberga la esperanza de que Israel vuelva de sus pecados (se convierta) y de que Dios se compadezca de él y lo haga volver del destierro (que es la perspectiva desde la que está escrito este texto).
Dt 32, 1-43 Este Cántico reviste la forma de un proceso, con estas partes: introducción (1-4); exposición del caso e interrogatorio (5ss); requisitoria, en términos históricos, recordando los beneficios de la parte ofendida, el Señor (7-14), y las infidelidades de la parte acusada, Israel (15-18); finalmente, la declaración oficial de culpabilidad del acusado y la amenaza de castigo por parte del ofendido (19-25). A partir de aquí, se produce un cambio profundo: el Señor entra en consejo consigo mismo y decide no destruir a su pueblo; al contrario, le ofrecerá una nueva vida en el ámbito de la alianza (26-43).
Dt 33 El cuarto discurso se inserta entre dos himnos (2-5 y 26-29), en los que se celebra al Señor como rey victorioso. Más que de bendiciones, se trata de oráculos sobre las tribus de Israel. Falta la de Simeón, que fue absorbida por la de Judá, pero se mantiene el número de doce mediante la división de José en dos: Efraín y Manasés (17).
Dt 34 Desde el monte Nebo, Moisés contempla la tierra prometida: de norte a sur y de este a oeste, lo cual implica (como Abrahán en Gn 13, 14ss) una toma de posesión jurídica de la tierra. La muerte de Moisés, al igual que su vida, depende de la palabra de Dios. Siervo fiel del Señor, realizó signos y prodigios que lo acreditaron como el más grande jefe y profeta de Israel (10-12). Su espíritu pervivió en Josué, su sucesor. Las palabras y las obras de Moisés perduran como testimonio perenne para el pueblo de Dios.