HEBREOS

Hb 1, 5-14 A base de siete citas de los LXX se aclara la diferente condición del Hijo y de los ángeles. Las diversas expresiones que la Sagrada Escritura utiliza para describir la naturaleza angélica se ponen en contraste con el nombre personal de Cristo como Hijo.

Hb 2, 5 En clara alusión al lugar de Adán en la creación, se identifica al Hijo con el Hombre descrito en el Salmo 8, a quien, en su condición de Hombre por antonomasia, le están sometidas todas las cosas, incluso los ángeles.

Hb 3, 7-4, 13 Digresión parenética inspirada en Sal 95, 7-11 y en la figura histórica de Moisés, que compara la vida cristiana con la peregrinación de Israel por el desierto durante cuarenta años. En función de esta cita, el uso litúrgico ha consagrado el Salmo 95 como el texto exhortatorio por excelencia.

Hb 4, 14-16 Estos versículos preparan la exposición doctrinal sobre el sacerdocio de Cristo. Este es el Hijo compasivo, que asume todas las limitaciones humanas, excepto el pecado.

Hb 5, 7-9 Evocación teológica de la oración de Getsemaní (véase Mc 14, 35ss). La sumisión de Cristo a la voluntad del Padre le mereció ser escuchado en la resurrección gloriosa, que lo constituyó en principio de salvación para todos sus seguidores.

Hb 5, 11-6, 12 El discurso sobre el sacerdocio de Cristo se interrumpe aquí para introducir diversos temas de exhortación.

Hb 6, 13-20 Entra en el discurso la doctrina sobre la fuerza y eficacia del juramento divino (Hb 6, 17), que es el que constituye a Cristo como verdadero sumo sacerdote. El v.13 alude al juramento de Gn 22, 16ss, cuyo objeto fue la promesa de la bendición universal hecha por Dios a Abrahán.

Hb 7, 1 Hebreos recurre a la figura de Melquisedec (Gn 14, 17-20) como ilustración bíblica sobre el sacerdocio nuevo de Cristo; el silencio acerca de los antepasados de aquel se interpreta como una velada alusión al origen eterno del sacerdocio de Cristo y a su permanencia para siempre.

Hb 8, 1 Aparece así la novedad más sorprendente del sacerdocio de Cristo: no lo ejerce en la tierra, sino en el cielo, donde ofrece un sacrificio que tampoco es del orden de las realidades terrenas.

Hb 9, 15 La alianza en Cristo es un verdadero testamento, pues cumple la condición esencial para la validez de un testamento, a saber, la muerte del testador. Por otra parte, la muerte es la que otorga al sacerdocio de Cristo su aspecto específicamente expiatorio. El sacrificio de Cristo trasciende el orden animal/vegetal de las víctimas del AT, pues la víctima que ofrece es el sacrificio de su propio ser humano, sometido a la muerte corporal.

Hb 10, 19-31 Una serie de consejos varios completa la exposición doctrinal precedente: la fe perfecta, la esperanza y la práctica caritativa, junto con la asiduidad en la asistencia a las asambleas litúrgicas. Estos avisos se cierran con motivos basados en el temor de Dios.

Hb 11, 1-31 Este conocido pasaje sobre la fe la define el v.1 desde sus dos aspectos principales: convicción segura de lo que se espera y posesión anticipada de los bienes invisibles; en 2-31 se resalta la importancia de la fe con una detallada referencia a los principales episodios y personajes bíblicos desde los orígenes hasta la entrada de Israel en la tierra prometida.

Hb 12, 18-24 Dos imágenes contrapuestas señalan las diferencias entre la antigua y la nueva alianza: en la primera sobresalen los elementos más visibles y materiales (18-21), mientras que la segunda (22-24) se caracteriza por su dimensión celestial y espiritual.

Hb 13, 1-5 La conclusión del escrito incluye una serie de consejos sobre el ejercicio de diversas virtudes cristianas: deberes de caridad y de hospitalidad, obligaciones de la vida matrimonial, y huida de la avaricia.

Hb 13, 13 Alusión al ritual del Día de la Expiación, cuando los cuerpos de las víctimas se quemaban fuera del campamento (véase Lv 16, 27), aplicado en clave tipológica a Cristo, crucificado fuera de las murallas de Jerusalén.