Antología de Textos

ANGELES CUSTODIOS

1. La devoción a los Ángeles Custodios tiene profundas raíces en el pueblo cristiano. La Iglesia estableció desde muy antiguo una fiesta en su honor y consagró así esta doctrina tradicional de los Santos Padres, fundada por otra parte en abundantes textos de la Sagrada Escritura. Es doctrina común que todos y cada uno de los hombres, bautizados o no, tienen su Ángel Custodio. Su misión comienza en el momento de la concepción de cada hombre y se prolonga hasta el momento de su muerte.
Dice Santo Tomás que el hombre se encuentra en la vida como en un sendero por el que ha de conducir hacia su patria definitiva. Durante este trayecto le amenazan muchos peligros, interiores y exteriores, y de la misma manera que a quienes van por caminos inseguros se les da escolta, así también a cada hombre, mientras camina por este mundo, se le da un Ángel que le guarde. Cuando haya llegado al término ya no necesitará Ángel Custodio (cfr. S.Th. I-II, q. 113), porque este habrá cumplido su misión.
2. En la Sagrada Escritura se les atribuye un papel excepcional en la realización de los designios de Dios. Son innumerables los pasajes en los que se hace mención de los ángeles en esta misión específica de custodios del hombre: He aquí que enviaré mi ángel que vaya delante de ti y te guarde (Ex 23, 20). Te encomendaré a sus ángeles para que te guarden en todos tus caminos y ellos te llevarán en sus manos para que no tropieces en piedra alguna (Sal 90, 11-12). Mirad que no despreciéis a uno de estos pequeños, porque en verdad os digo que sus ángeles ven de continuo en el cielo la faz de mi Padre celestial (Mt 18, 10). ¿No son todos ellos espíritus administradores enviados para servicio en favor de los que han de heredar la salad? (Hb 1, 14).
Toda la vida y enseñanza de Jesús está poblada de esa presencia ministerial de los ángeles. El ángel del Señor, Gabriel, comunica a María que va a ser Madre del Salvador (cfr. Lc 1, 26-38). Un ángel revela a José que María ha concebido por obra del Espíritu Santo (cfr. Mt 1, 20-25). También hay ángeles que anuncian la Buena Nueva a los pastores en los campos de Belén (cfr. Lc 2, 9-15).
La huida a Egipto (cfr. Mt 2, 13), las tentaciones de Jesús en el desierto (cfr. Mt 4, 11), los temores de Getsemaní (cfr. Lc 22, 43) la Resurrección (cfr. Jn 20, 12) y la Ascensión (cfr. Hch 1, 10), son presenciadas igualmente por ángeles que, a su vez, velan constantemente por la Iglesia y por cada uno de nosotros, sus miembros, como atestiguan los Hechos de los Apóstoles y la Tradición posterior.
Los primeros cristianos vivieron muy especialmente esta devoción al Ángel Custodio. El episodio de San Pedro, preso por Herodes Agripa, vigilado por cuatro escuadras de soldados, y liberado prodigiosamente por un ángel, mientras la Iglesia oraba incesantemente por él (Hch 12, 4 ss), es una muestra de la ayuda que experimentaron por parte de estos mensajeros de Dios y amigos del hombre.
Los Ángeles Custodios tienen la misión de ayudar a cada hombre a alcanzar el fin sobrenatural a que ha sido llamado por Dios: Yo mandaré un ángel delante de ti para que te defienda en el camino y te haga llegar al lugar que te he dispuesto (Ex 23, 20; cfr. Sal 110, 11). Misión, por tanto, de los Ángeles Custodios es auxiliar al hombre contra las tentaciones y peligros, y traer a su corazón buenas inspiraciones; además, cuando es necesario o conveniente para el alma, prestan también ayudas materiales.
En concreto, la Sagrada Escritura atribuye a los ángeles la misión de transmitir a los hombres las inspiraciones de Dios y de protegerlos (cfr. Gn 24, 7), y hacer llegar hasta Dios las oraciones de los fieles (cfr. Tb 12, 12; Ap 8, 2-4).
3. Al Ángel Custodio se debe nuestra veneración, como a quien está siempre en la presencia de Dios, contemplándole cara a cara, y, a la vez, junto a nosotros. También se le debe nuestra confianza, por el poder que tiene para protegernos y custodiarnos. Debemos invocarle en cualquier necesidad, especialmente en las tentaciones (conoce bien al enemigo). También podemos dirigirnos al Ángel Custodio de los demás. Debemos darle también nuestra amistad; es nuestro amigo, que nos ha prestado, nos presta y nos prestará inestimables ayudas. Nunca estamos solos en la tentación o en la necesidad, nuestro Ángel nos acompaña; estará a nuestro lado hasta el mismo momento en que abandonemos este mundo.
A pesar de la gran perfección de su naturaleza, los ángeles no tienen el poder de Dios ni su sabiduría infinita, de modo que no pueden leer en el interior de las conciencias. Por tanto, debemos darles a conocer nuestras necesidades de alguna manera. Basta con que les hablemos mentalmente para que nos entiendan, e incluso para que lleguen a deducir de-nuestro interior más de lo que nosotros mismos somos capaces. Por eso es tan importante tener un trato de amistad con el Ángel de la Guarda.
Muy especialmente debemos acudir a ellos en las tentaciones, y "hemos de llenarnos de aliento ya que la gracia del Señor no nos faltará, porque Dios estará a nuestro lado y enviará a sus Ángeles, para que sean nuestros compañeros de viaje, nuestros prudentes consejeros a lo largo del camino, nuestros colaboradores en todas nuestras empresas. In manibus portabunt te, ne forte offendas ad lapidem pedem tuum (Sal 90, 12)...: los Ángeles te llevarán con sus manos, para que tu pie no tropiece en piedra alguna (SAN JOSEMARIA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 63).

Fe constante de la Iglesia en la existencia y misión de los Angeles Custodios

278 Siempre creyó la Iglesia que los apóstoles y mártires de Cristo, por haber dado el supremo testimonio de fe y de caridad con el derramamiento de su sangre, nos están más íntimamente unidos en Cristo; les profesó especial veneración junto con la Bienaventurada Virgen y los santos ángeles, e imploró piadosamente el auxilio de su intercesión (CONC. VAT. II, Const. Lumen gentium, 50).

279 Conocemos por la fe que existen los ángeles y leemos que se aparecieron a muchos, de forma que no es licito dudarlo (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 103).

280 Casi todas las páginas de los libros sagrados testifican que existen ángeles y arcángeles (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 34 sobre los Evang.).

281 Todos los hombres tienen junto a si dos ángeles: uno bueno y otro malo. Así nos lo atestigua la Escritura. Respecto a los ángeles buenos, el Salvador nos dice: No despreciéis a ninguno de estos pequeñuelos: yo os digo que sus ángeles ven constantemente la faz de mi Padre que está en los cielos (Mt 18, 10). A ellos se refiere asimismo esta palabra: Enviará al ángel del Señor junto a los que le temen y les salvará (Sal 34, 8). Y en los Actos de los Apóstoles, a propósito de Pedro: Porque es su ángel (Hch 12, 15) (CASIANO, Colaciones, 8, 17).

282 Es probable que congregados legítimamente muchos para dar gloria a Dios, esté el Angel de cada cual en derredor de quienes sirven al Señor, junto con aquella persona cuya guarda y custodia se le ha confiado; de suerte que se puede hablar de una doble asamblea de santos: una de hombres y otra de ángeles (ORIGENES, Trat. sobre la oración, 30, 5).

283 La Providencia de Dios ha dado a los Angeles la misión de guardar al linaje humano y de socorrer a cada hombre [...]. Han sido designados desde nuestro nacimiento para nuestro cuidado, y constituidos para defensa de la salvación de cada uno de los hombres (CATECISMO ROMANO, parte IV, cap. IX, n. 4 y 6).

283b En tanto que criaturas puramente espirituales, tienen inteligencia y voluntad: son criaturas personales (cfr. DS 3891) e inmortales (cfr. Lc 20, 36). Superan en perfección a todas las criaturas visibles. El resplandor de su gloria da testimonio de ello (cfr. Dn 10, 10, 9-12) (Catecismo de la Iglesia católica n.. 330).

Los "grandes amigos" del hombre

284 La tradición cristiana describe a los Angeles Custodios como a unos grandes amigos, puestos por Dios al lado de cada hombre, para que le acompañen en sus caminos. Y por eso nos invita a tratarlos, a acudir a ellos (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 63).

285 Envía a sus ángeles cerca de ti, dice el Salmo, para que te guarden en todos tus caminos. Por eso mismo hemos de velar con más cuidado, ya que no habría tanta solicitud por nosotros en el cielo si no nos viesen tan necesitados. No pondrían tantos guardianes si no fuera tanta la asechanza (SAN BERNARDO, Serm. 11, sobre el Salmo 90).

Misión de los Angeles Custodios

286 Los ángeles, además de llevar a Dios nuestras noticias, traen los auxilios de Dios a nuestras almas y las apacientan como buenos pastores, con comunicaciones dulces e inspiraciones divinas. Dios se vale de ellos para comunicarse con nosotros. Los ángeles nos defienden de los lobos, que son los demonios, y nos amparan (SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual, 2, 3).

287 Son los embajadores de Dios con los hombres, y los embajadores de los hombres con Dios. No solamente son los ángeles de Dios, sino también los ángeles de los hombres. Angeles, es decir enviados: son, pues, los ángeles de Dios porque El nos los envía para asistirnos; son los ángeles de los hombres, porque nosotros los volvemos a enviar para obtener su misericordia. Vienen a nosotros cargados con sus dones, vuelven cargados con nuestros votos; descienden para conducirnos, suben para llevar a Dios nuestros deseos y nuestras buenas obras (BOSUET, Sermón para la fiesta de los santos Angeles Custodios, Lebarq, Oeuvres oratoires de Bossuet, tomo lll, Desclée de Brouwer, 1927, pp. 95-97).

288 (El ángel custodio) vela sobre nosotros, incansable y cuidadoso (SAN BERNARDO, Serm. 11, sobre el Salmo 90).

289 Te pasmas porque tu Angel Custodio te ha hecho servicios patentes.-Y no debías pasmarte: para eso le colocó el Señor junto a ti (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 565).

290 Los hombres pueden desoir las inspiraciones que les dan invisiblemente los ángeles buenos, iluminándolos para obrar el bien; pero queda intacto el libre albedrío: de ahí que el perderse los hombres no se ha de atribuir a la negligencia de los ángeles, sino a la malicia de los hombres (SANTO TOMÁS, Suma Teológica 1, q. 113, a. 1 ad 2).

291 ¿Cuántos ángeles se podrá creer estarán encargados de ir agrupando a todos los hijos de Israel en torno a quien los ama individualmente, y de congregar a los dispersos junto al Salvador de los que temen e invocan, prestando un servicio mayor incluso que el de los apóstoles en orden al crecimiento y expansión de la Iglesia, hasta el punto de que el mismo San Juan en el Apocalipsis llegue a decir que algunos ángeles están al frente de las Iglesias? (ORIGENES, Trat. de la oración, 10, 3).

292 (Los ángeles) cuando vienen a desempeñar algún encargo entre nosotros, toman nombre del cargo mismo que desempeñan. Así pues, Miguel significa "quién como Dios", Gabriel "fortaleza de Dios" y, por último, Rafael "medicina de Dios" (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 34 sobre los Evang.).

Veneración, devoción y confianza con el Angel Custodio

293 A sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos. Estas palabras deben inspirarte una gran reverencia, deben infundirte una gran devoción y conferirte una gran confianza. Reverencia por la presencia de los ángeles, devoción por su benevolencia, confianza por su custodia. Porque ellos están presentes junto a ti, y lo están por tu bien. Están presentes para protegerte, lo están en beneficio tuyo Y, aunque lo están porque Dios les ha dado esta orden, no por ello debemos dejar de estarles agradecidos, pues cumplen con tanto amor esta orden y nos ayudan en nuestras necesidades, que son tan grandes (SAN BERNARDO. Sermón 12, sobre el Salmo "Qui habitat").

294 Aunque somos menores de edad y aunque nos queda por recorrer un camino tan largo y tan peligroso, nada debemos temer bajo la custodia de unos guardianes tan eximios. Ellos, los que nos guardan en nuestros caminos, no pueden ser vencidos ni engañados, y menos aún pueden engañarnos. Son fieles, son prudentes, son poderosos: ¿por qué espantarnos? Basta con que los sigamos, con que estemos unidos a ellos, y viviremos así a la sombra del Omnipotente (SAN BERNARDO, Sermón 12, sobre el Salmo "Qui habitat").

295 Esta protección es, en la práctica de la vida cristiana, una devoción que ocupa en el ánimo de quien sabe profundizar en ella un puesto de especial honor y es motivo de dulzura y de ternura (JUAN XXIII, Aloc. 9-8-1961).

296 Ten confianza con tu Angel Custodio.-Trátalo como un entrañable amigo –lo es– y él sabrá hacerte mil servicios en los asuntos ordinarios de cada día (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 562).

Muestra de la dignidad del hombre y del amor misericordioso del Señor

297 El Angel Custodio de cada uno, una muestra de la dignidad del hombre y del amor misericordioso del Señor
Grande es la dignidad de las almas cuando cada una de ellas, desde el momento de nacer, tiene un ángel destinado para su custodia (SAN JERÓNIMO, Coment. sobre S. Mateo, 18, 20).

298 A sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos. Den gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres. Den gracias y digan entre los gentiles: "El Señor ha estado grande con ellos". Señor, ¿qué es el hombre para que le des importancia, para que te ocupes de él? Porque te ocupas ciertamente de él, demuestras tu solicitud y tu interés para con él. Llegas hasta enviarle tu Hijo único, le infundes tu Espíritu Incluso le prometes la visión de tu rostro. Y para que ninguno de los seres celestiales deje de tomar parte en esta solicitud por nosotros, envías a los espíritus bienaventurados para que nos sirvan y nos ayuden, los constituyes nuestros guardianes, mandas que sean nuestros ayos (SAN BERNARDO, Sermón 12, sobre el Salmo "Qui habitat").

Los Angeles Custodios estarán presentes en el juicio universal

299 Concurrirán también (al juicio universal) todos los ángeles, para dar testimonio ellos mismos del ministerio que ejercieron por orden de Dios para la salvación de cada hombre (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. III, p. 238).

299b El Ángel Custodio nos acompaña siempre como testigo de mayor excepción. Él será quien, en tu juicio particular, recordará las delicadezas que hayas tenido con Nuestro Señor, a lo largo de tu vida. Más: cuando te sientas perdido por las terribles acusaciones del enemigo, tu Ángel presentará aquellas corazonadas íntimas -quizá olvidadas por ti mismo-, aquellas muestras de amor que hayas dedicado a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo.
Por eso, no olvides nunca a tu Custodio, y ese Príncipe del Cielo no te abandonará ahora, ni en el momento decisivo (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Surco, n. 693).

Ayuda de los Angeles Custodios en el apostolado

300 Gánate al Angel Custodio de aquel a quien quieras traer a tu apostolado.-Es siempre un gran "cómplice" (J.ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 563).

301 Nuestro deseo es que aumente la devoción al Angel Custodio. Cada uno tiene el suyo y cada uno puede conversar con los ángeles de sus semejantes (JUAN X XIII, Aloc. 9-8-1961).

302 Entre el ángel y nosotros hay algo permanente. Hay una mano que, incluso cuando dormimos, no suelta la nuestra... Sobre la tierra en que nos encontramos, compartimos el pulso y el latido del corazón de este hermano del cielo que habla con nuestro Padre (PAUL CLAUDEL, Presencia y profecía, en "Lecturas cristianas para nuestro tiempo", Ed. Apostolado de la Prensa 1972).

Ayudas que nos presta el Angel Custodio en la oración

303 Aprovecha también considerar que ni el demonio, ni otra cosa, es poderosa para nos dañar, sin licencia de Nuestro Señor. También aprovecha considerar que tenemos al Angel de nuestra Guarda a nuestro lado, y en la oración mejor que en otra parte, porque allí existe él para nos ayudar y llevar nuestras oraciones al cielo y defendernos del enemigo, que no nos puede hacer mal (SAN PEDRO DE ALCÁNTARA, Tratad. de la oración y meditación, 2, 4, av. 5º).

304 La evocación de los selectísimos espíritus que el cuidado solicito del Padre celestial colocó y pone junto a cada uno de sus hijos, infunde alegría y ánimo. Pues los ángeles del Señor escudriñan nuestro interior y ¡ quisieran hacerlo digno de sus divinas complacencias! (JUAN XXIII, Aloc 9-81961).

305 Los elegidos interceden por los hombres, mientras los Angeles Custodios no sólo ruegan por los hombres, sino que actúan alrededor de ellos. Si por parte de los bienaventurados se da una intercesión, por parte de los ángeles hay una intercesión y una intervención directa: son al mismo tiempo abogados de los hombres cerca de Dios y ministros de Dios cerca de los hombres (G. HUBER, Mi ángel marchará delante de ti, Ed. Palabra, Madrid 1980, 6.a ed., p. 43).

306 Suelen los ángeles estar presentes a los que oran y deleitarse en los que ven levantar sus manos puras en la oración, se alegran de ofrecer a Dios el holocausto de la devoción santa como incienso agradable al cielo (SAN BERNARDO, Hom. sobre la Virgen Madre).

307 Los ángeles custodios, clamando, despiertan a quienes no velan (ORIGENES, en Catena Aurea, vol. III, p. 218).

308 Angeles que custodian la Sagrada Eucaristía. De la misma manera que vemos cómo los ángeles se encuentran rodeando el Cuerpo del Señor en el sepulcro, así debemos creer también que se encuentran haciendo la corte en la Consagración (SAN BEDA, en Catena Aurea, vol. VI, p. 529).

309 Gustosamente harían su oficio los Santos Angeles Custodios con aquella alma que les decía: "Angeles Santos, yo os invoco, como la Esposa del Cantar de los Cantares, "ut nuntietis ei quia amore langueo"-para que le digáis que muero de Amor" (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 568).

Gratitud al Angel Custodio

310 Somos también deudores de nuestro ángel custodio, quien contempla siempre el rostro del Padre que está en los cielos (ORIGENES, Trat. sobre la oración, 28, 3).