Antología de Textos

DESCANSO

1. El cristiano considera la vida corporal como un bien inmenso. El tiempo de esta vida es el de la prueba, el de trabajar para la eternidad. Es preciso trabajar mientras es de día (Jn 9, 4). Cada uno recibirá lo que hubiere hecho por el cuerpo, bueno o malo (2Co 5, 10).
La vida larga es un don, bendición de Dios: Honra a tu padre y a tu madre para que vivas largos años (Ex 20-12; Ef 6, 2); Le saciaré de días (Sal 90, 16); El temor de Yahvé alarga la vida, mas los años del impío serán abreviados (Pr 10, 27). Aunque lo más importante no son los muchos años, sino el hacerlos fructíferos para la eternidad. Por eso la Sagrada Escritura alaba al que, a pesar de sus pocos años, llegó a la madurez (Sb 4, 13).
La vida es un predio que se nos ha confiado, no nos pertenece a nosotros, sino a quien nos la confió. Ninguno de nosotros para sí mismo vive [...], pues, si vivimos, para el Señor vivimos (Rm 14, 7 ss.).

2. Pero la vida corporal no es el bien supremo, y solo alcanza su verdadero valor cuando se emplea para Dios, cuando el hombre está dispuesto a sacrificarla en Su servicio, para alcanzar la vida eterna. Quien quiera salvar su vida la perderá (Mc 8, 35 ss). El que coloca su vida terrena sobre todo lo demás y solo se cuida de su conservación, no alcanzará a comprender su auténtico valor y perderá la verdadera existencia, que es la vida en Cristo.

3. El deber de amar, respetar y cuidar el propio cuerpo deriva, lógicamente, de su naturaleza y de su función. El cuidado de la salud, en sus justos límites, evitando una preocupación excesiva, está contenido dentro del quinto mandamiento de la ley de Dios. El descanso es necesario para restaurar las fuerzas y para que el trabajo sea más eficaz. Y, sobre todo, para poder servir mejor a Dios y a los demás.
El descanso, pues, no es un fin, sino un medio. Para que sea merecido presupone el trabajo, es decir, el empleo habitual y serio de la vida y, además, "que no se busque en acciones torpes o nocivas, que no se ahogue completamente la compostura del alma y la armonía de las ocupaciones propias y de las buenas obras y, por último, que sea tempore et homine dignus" (SAN AMBROSIO, De oficiis).

El descanso del cristiano

1544 El descanso significa dejar las ocupaciones cotidianas, despegarse de las normales fatigas del día, de la semana y del año. Dejar y despegarse de todo cuanto podría expresarse con el símbolo "Marta". Es importante que el descanso no sea andar en vacío, que no sea solamente un vacío. Es importante que el descanso se llene con el encuentro. Pienso –si, ciertamente– en el encuentro con la naturaleza, con las montañas, con el mar y con el arbolado. El hombre, en sabio contacto con la naturaleza, recobra la quietud y se calma interiormente. Pero eso no es aun todo lo que puede decirse del descanso. Hace falta que el descanso se llene de un contenido nuevo, con ese contenido que se expresa en el símbolo de "María". "María" significa el encuentro con Cristo, el encuentro con Dios. Significa abrir la vista interior del alma a su presencia en el mundo, abrir el oído interior a la Palabra de su verdad (JUAN PABLO II, Angelus 20-VII-1980).

1554b Así como Dios "cesó el día séptimo de toda la tarea que había hecho" (Gn 2, 2), así también la vida humana sigue un ritmo de trabajo y descanso. La institución del día del Señor contribuye a que todos disfruten del tiempo de descanso y de solaz suficiente que les permita cultivar su vida familiar, cultural, social y religiosa (cfr. GS 67) (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2184).

1554c Durante el domingo y las otras fiestas de precepto, los fieles se abstendrán de entregarse a trabajos o actividades que impidan el culto debido a Dios, la alegría propia del día del Señor, la práctica de las obras de misericordia, el descanso necesario del espíritu y del cuerpo (CIC can. 1247). Las necesidades familiares o una gran utilidad social constituyen excusas legítimas respecto al precepto del descanso dominical. Los fieles deben cuidar de que legítimas excusas no introduzcan hábitos perjudiciales a la religión, a la vida de familia y a la salud.
"El amor de la verdad busca el santo ocio, la necesidad del amor cultiva el justo trabajo" (S. Agustín, civ. 19, 19) (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2185).

1554d Los cristianos que disponen de tiempo de descanso deben acordarse de sus hermanos que tienen las mismas necesidades y los mismos derechos y no pueden descansar a causa de la pobreza y la miseria. El domingo está tradicionalmente consagrado por la piedad cristiana a obras buenas y a servicios humildes para con los enfermos, débiles y ancianos. Los cristianos deben santificar también el domingo dedicando a su familia el tiempo y los cuidados difíciles de prestar los otros días de la semana. El domingo es un tiempo de reflexión, de silencio, de cultura y de meditación, que favorecen el crecimiento de la vida interior y cristiana (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2186).

1554e Cuando el domingo pierde el significado originario y se reduce a un puro "fin de semana", puede suceder que el hombre quede encerrado en un horizonte tan restringido que no le permite ya ver el "cielo". Entonces, aunque vestido de fiesta, interiormente es incapaz de "hacer fiesta".
A los discípulos de Cristo se pide de todos modos que no confundan la celebración del domingo, que debe ser una verdadera santificación del día del Señor, con el "fin de semana", entendido fundamentalmente como tiempo de mero descanso o diversión. A este respecto, urge una auténtica madurez espiritual que ayude a los cristianos a "ser ellos mismos", en plena coherencia con el don de la fe, dispuestos siempre a dar razón de la esperanza que hay en ellos (cfr. 1P 3, 15). Esto ha de significar también una comprensión más profunda del domingo, para vivirlo, incluso en situaciones difíciles, con plena docilidad al Espíritu Santo (JUAN PABLO II, Carta Apost. Dies Domini, 31-V-1998, n. 4).

1545 Cuéntase que el evangelista S. Juan acariciaba apaciblemente una perdiz. De pronto ve venir hacia el a cierto filosofo con el aparejo de cazador. Este se maravilla de que un varón que gozaba de tanta reputación se entretuviera en cosas insignificantes y de tan poco relieve
¿Eres tu –le dice– ese Juan cuya insigne fama y celebridad había suscitado en mi tan gran deseo de conocerte? ¿Por que, pues, te entretienes en tan fútiles diversiones? Por toda respuesta le dijo S. Juan: ¿Que es esto que llevas en la mano? Un arco –respondió el otro–. Y ¿por que no lo llevas siempre tenso? No conviene –replicó el filósofo–, porque a fuerza de estar curvado la tensión le enervaría y se echaría a perder. Así, cuando fuera necesario lanzar un disparo mas potente contra alguna fiera, por haber perdido su fuerza debido a la continua rigidez, el tiro no partiría ya con la violencia necesaria
Pues bien –concluyó el Apóstol–, no te admire tampoco, joven, que yo conceda a mi espíritu este inocente y breve esparcimiento. Si de vez en cuando no le permitiese descansar de su tensión concediéndole algún solaz, la misma continuidad del esfuerzo le ablandaría, y no podría obedecer cuando fuera necesario a las solicitudes del espíritu (CASIANO, Colaciones, 24).

1546 El tiempo libre se debe emplear rectamente para descanso del espíritu y para cuidar la salud de la mente y del cuerpo, por medio de ocupaciones y estudios libres, por medio de viajes a otras regiones, que enriquecen el espíritu y que, además, enriquecen a los hombres con un conocimiento mutuo; por medio también de ejercicios y manifestaciones deportivas, que son una ayuda para conservar el equilibrio psíquico, incluso colectivamente, así como para establecer relaciones fraternas entre los hombres de toda condición, de todas las naciones o de razas diferentes (CONC. VAT. II, Const. Gaudium et spes, 61).

Necesidad del descanso

1547 Pensad que Dios ama apasionadamente a sus criaturas, y ¿como trabajara el burro si no se le da de comer, ni dispone de un tiempo para restaurar las fuerzas, o si se quebranta su vigor con excesivos palos? Tu cuerpo es como un borrico –un borrico fue el trono de Dios en Jerusalén– que te lleva a lomos por las veredas divinas de la tierra: hay que dominarlo para que no se aparte de las sendas de Dios, y animarle para que su trote sea todo lo alegre y brioso que cabe esperar de un jumento (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 137).

1548 Vienenme algunos días –aunque no son muchas veces, y dura como tres o cuatro o cinco días–, que me parece que todas las cosas buenas y hervores y visiones se me quitan, y aun de la memoria, que aunque quiera no se que cosa buena haya habido en mi; todo me parece sueño, o a lo menos no me puedo acordar de nada. Aprietanme los males corporales en junto; túrbaseme el entendimiento que ninguna cosa de Dios puedo pensar, ni se en que ley vivo. Si leo no lo entiendo; paréceme estoy llena de faltas, sin ningún animo para la virtud, y el grande animo que suelo tener queda en esto, que me parece a la menor tentación y murmuración del mundo no podría resistir. Ofréceseme entonces que no soy para nada, que quien me mete en mas de lo común. Tengo tristeza, paréceme tengo engañados a todos los que tienen algún crédito de mi; querriame esconder donde nadie me viese; no deseo entonces soledad para virtud, sino de pusilanimidad; paréceme querría reñir con todos los que me contradijesen (SANTA TERESA, Primera cuenta de conciencia (1560), 21).

1549 El Señor hace descansar a sus discípulos para enseñar a los que gobiernan que quienes trabajan de obra o de palabra no pueden trabajar sin interrupción (SAN BEDA, Coment. Evang. S. Marcos).

1550 Vienen días que sola la palabra me aflige y querría irme del mundo, porque me parece me cansa en todo. Y en esto no soy sola yo, que lo he mirado en muchas personas mejores que yo y se que pasa ansi (SANTA TERESA, C. de perfección, 38, 6).

1551 ¡Oh desventurada miseria humana, que quedaste tal por el pecado, que aun en lo bueno hemos menester tasa y medida, para no dar con nuestra salud en el suelo, de manera que no lo podamos gozar! Y verdaderamente conviene a muchas personas (en especial a las de flaca cabeza o imaginación) y es servir mas a Nuestro Señor y muy necesario entenderse (SANTA TERESA, Fundaciones, 6, 7).

1552 Caminaba solo al atardecer, me paseaba a la orilla del mar, porque así es como ordinariamente busco un solaz después de mis trabajos. La cuerda, en efecto, no puede soportar una tensión ininterrumpida, y las extremidades del arco necesitan un poco de relajación, si se quiere poder tensar el arco de nuevo sin que se haya hecho inútil para el arquero y que este fuera de uso en el momento en que se le necesita (SAN GREGORIO NACIANCENO, Discurso 26, sobre si mismo).

1553 El cuerpo suele ser tan inexorable en sus exigencias que es preciso, después, dárselo todo si se le ha negado lo poco a que tenía derecho (CASIANO, Colaciones, 23).

1554 Los cristianos deben colaborar para que las manifestaciones culturales y las actividades colectivas, que son características de nuestro tiempo, se impregnen de espíritu humano y cristiano (CONC. VAT. II, Const. Caudium et spes, 61).