1726 No hay hombre en el mundo sin tribulación, aunque sea rey o papa. Y ¿quien es el que esta mejor? Ciertamente, el que padece algo por Dios (Imitación de Cristo, 1, 22, 1).
1727 El camino del cristiano, el de cualquier hombre, no es fácil. Ciertamente, en determinadas épocas, parece que todo se cumple según nuestras previsiones; pero esto habitualmente dura poco. Vivir es enfrentarse con dificultades, sentir en el corazón alegrías y sinsabores; y en esta fragua el hombre puede adquirir fortaleza, paciencia, magnanimidad, serenidad (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 77).
1728 Si Dios no perdono ni a su propio Hijo, que no había conocido el pecado, ¿piensas que va a dejar sin pruebas a los hijos adoptivos que conocieron el pecado? (SAN AGUSTÍN, Sermón sobre los pastores, 46).
1729 Dios libra de las tribulaciones no cuando las hace desaparecer, ya que dice el Apóstol en mil maneras somos atribulados, como si nunca nos hubiéramos de ver libres de ellas; sino cuando por la ayuda de Dios no nos abatimos al sufrir tribulación (ORIGENES, Trat. sobre la oración, 30, 1).
1730 Cruz, trabajos, tribulaciones: los tendrás mientras vivas.-Por ese camino fue Cristo, y no es el discípulo mas que el Maestro (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 699).
1731 Todos los tiempos son de martirio. No se diga que los cristianos no sufren persecución; no puede fallar la sentencia del Apóstol: Todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús, padecerán persecución (2Tm 3, 12). Todos, dice, a nadie excluye, a nadie exceptúa. Si quieres probar ser cierto ese dicho, empieza tu a vivir piadosamente y veras cuanta razón tuvo para decirlo (SAN AGUSTÍN, Sermón 6).
1732 Las ocasiones de contrariedad jamas nos faltaran mientras estemos en contacto con los hombres. Las hace inevitables el constante roce con ellos. Que no sean ocasión para evitar su compañía (CASIANO, Instituciones, 9).
1733 Los mismos sufrimientos que soportamos nosotros tuvieron que soportarlos también nuestros padres; en esto no hay diferencia. Y, con todo, la gente murmura de su tiempo, como si hubieran sido mejores los tiempos de nuestros padres. Y si pudieran retornar al tiempo de sus padres, murmurarían igualmente. El tiempo pasado lo juzgamos mejor, sencillamente porque no es el nuestro (SAN AGUSTÍN, Sermón 2).
1734 Y cuando oyereis hablar de guerras y de sediciones... Las guerras son propias de los enemigos, y las sediciones de los ciudadanos: para que sepamos, pues, que seremos turbados exterior e interiormente, dice que tendremos que sufrir de nuestros enemigos y de nuestros hermanos (SAN GREGORIO MAGNO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 398).
1735 No hay orden tan santo ni lugar tan secreto, donde no haya tentaciones y adversidades (Imitación de Cristo, 1, 13, 2).
1736 Nuestra vida en este viaje de aquí abajo no puede estar sin pruebas, nuestro progreso no se realiza mas que entre pruebas y nadie se conoce a si mismo si no ha sido tentado. Solo hay recompensa para el que ha vencido, solo hay victoria para el que ha combatido, solo hay combate frente al enemigo o la tentación (SAN AGUSTÍN Coment. sobre el Salmo 60).
1736b "Veo que todas las estaciones del año coinciden en vuestra alma: que tan pronto sentís el invierno de esterilidades, distracciones, disgustos y enojos, como los rocíos primaverales de mayo con el olor de las santas florecillas o los matices de deseos de agradar a nuestro Dios. No falta más que el otoño, en el cual, según me decís, no descubrís muchos frutos.
"Sucede a menudo que, al trillar el trigo y exprimir la uva, se halla mayor bien de lo que la siega y la vendimia prometían. Quisierais que todo fuese primavera y verano; pero es necesario pasar vicisitudes en lo interior lo mismo que en lo exterior. En el cielo todo será primavera cuanto a la hermosura, todo otoño cuanto al placer, todo verano cuanto al amor. Allí no habrá invierno alguno; aquí es necesario el invierno para ejercitar la abnegación y mil pequeñas hermosas virtudes que nacen durante el tiempo de la esterilidad. Marchemos siempre a nuestro pasito; con tal que tengamos la inclinación buena y bien resuelta, no dejaremos de ir bien" (SAN FRANCISCO DE SALES, Epistolario, fragm. 17, l. c., p. 651).
1737 Bueno es que padezcamos a veces contradicciones, y que sientan de nosotros malamente, aunque hagamos buenas obras y tengamos buena intención. Esto ayuda a la humildad y nos defiende de la vanagloria. Mejor buscamos a Dios como testigo interior cuando somos de fuera despreciados y no nos dan crédito (Imitación de Cristo, 1, 12, 1).
1738 Dios quiere probaros como se prueba el oro en el crisol. El fuego limpia el oro de su escoria, haciéndolo mas autentico y mas preciado. Lo mismo hace Dios con el siervo bueno que espera y se mantiene constante en medio de la tribulación (SAN JERÓNIMO EMILIANO, Homilía a sus hermanos de religión, 21-VI-1535).
1739 Son dignos, ciertamente, de alabanza los designios de Dios, que inflige a los suyos castigos temporales para preservarlos de los eternos, que hunde para elevar, que corta para curar, que humilla para ensalzar (SAN PEDRO DAMIAN, Cartas, 8, 6).
1740 En el mar de la vida ocurre una cosa semejante a los que por primera vez navegan. Aunque sean de suyo valerosos, a causa de su inexperiencia se turban, se alborotan, se marean: en cambio, los que han recorrido muchos mares y pasado muchas borrascas, arrecifes, bajíos, escollos, acometidas de monstruos marinos, ataques de salteadores y piratas y continuas tempestades, van en su barco mas tranquilos y confiados que los que andan por la tierra, se sientan lo mismo en los costados del barco que en el interior de sus camarotes y pasean y saltan tan tranquilos de la proa a la popa, y los que antes yacían acobardados a la vista de todos, ahora escalan el palo mayor con suma ligereza, tiran de las maromas, izan las velas, manejan los remos y en un momento recorren de parte a parte la embarcación con la mayor facilidad (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Carta a Santa Olimpiades desde el destierro).
1741 De la misma manera que la victoria atestigua el valor del soldado en la batalla, de la misma manera se pone de manifiesto la santidad de quien sufre los trabajos y las tentaciones con paciencia inquebrantable (SAN CIRILO, en Catena Aurea, vol. II, p. 148).
1742 Las tentaciones muchas veces son utilísimas al hombre, aunque sean graves y enojosas; porque en ellas es humillado, purgado y enseñado. Todos los santos por muchas tribulaciones y tentaciones pasaron, y aprovecharon (Imitación de Cristo, 1, 13, 2).
1743 Si te sobreviene alguna contradicción, bendice al Señor, que dispone las cosas del mejor de los modos; piensa que la has merecido, que merecerlas mas todavía, y que eres indigno de todo consuelo; podrás pedir con toda sencillez al Señor que te libre de ella, si así le place; pídele que te de fuerzas para sacar méritos de esa contrariedad (J. PECCI –León XIII–, Practica de la humildad, 23).
1744 Vuestra pureza y piedad exigen, precisamente porque sois aceptos y agradables a Dios, que esta pureza sea expurgada mediante repetidos golpes, hasta que llegue a su máxima perfección. Por esto, si a veces se duplica o triplica la espada sobre vosotros, tenedlo por sumo gozo y como prueba de amor (SAN RAIMUNDO. Cartas, 6, 2).
1745 Día vendrá en que veremos como hubiéramos podido satisfacer a la justicia de Dios, solo con las pequeñas molestias de la vida que necesariamente hemos de sufrir en el estado en que Dios se ha servido colocarnos, si hubiéramos acertado a unir a ellas algunas lagrimas y un sincero dolor de nuestros pecados (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la penitencia).
1746 ¿Que importa que los hombres nos deshonren si nuestra conciencia sola nos defiende? Sin embargo, de la misma manera que no debemos excitar intencionadamente las lenguas de los que injurian para que no perezcan, debemos sufrir con animo tranquilo las movidas por su propia malicia, para que crezca nuestro mérito. Por eso se dice: gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es muy grande en los cielos (SAN GREGORIO MAGNO, en Catena Aurea, vol. 1, p. 258).
1747 Es preciso pasar por muchas tribulaciones para entrar en el reino de Dios. Muchas son las persecuciones, muchas las pruebas; por tanto, muchas serán las coronas, ya que muchos son los combates. Te es beneficioso el que haya muchos perseguidores, ya que entre esta gran variedad de persecuciones hallaras mas fácilmente el modo de ser coronado (SAN AMBROSIO, Coment. sobre el Salmo 118).
1748 Esta es la diferencia entre nosotros y los que no conocen a Dios: estos en la adversidad se quejan y murmuran; a nosotros las cosas adversas no nos apartan de la virtud, sino que nos afianzan en ella (SAN CIPRIANO, De mortalitate, 13).
1749 Señor, para mi es bueno encontrarme en la desgracia con tal de que tu te encuentres durante ella conmigo; esto es preferible a reinar sin ti, a alegrarme sin ti, a estar sin ti en la gloria, tenerte conmigo en el crisol que estar sin ti aunque sea en el cielo (SAN BERNARDO, Coment. sobre el Salmo 90).
1750 Si eres miembro de Cristo, tu, quienquiera que seas [...], debes saber que todo lo que sufres por parte de aquellos que no son miembros de Cristo es lo que faltaba a la pasión de Cristo. Por esto la completas, porque faltaba; vas llenando la medida, no la derramas; sufres en la medida en que tus tribulaciones han de añadir en parte a la totalidad de la pasión de Cristo, ya que el, que sufrió como cabeza nuestra, continua ahora sufriendo en sus miembros, es decir, en nosotros (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 61).
1751 Al leer la vida de ciertos mártires, afirmamos que seriamos capaces de sufrir todo aquello por Dios. Aquellas horas pronto pasaron, decimos, y viene después una eternidad de dicha. Mas, ¿que hace el Señor para enseñarnos un poco a conocernos, o mejor, para mostrar que nada somos? Pues lo veréis: permite al demonio llegarse un poco mas cercano a nosotros. Oid a aquel cristiano que no ha mucho envidiaba a los solitarios que se alimentaban de hierbas y raíces, y formaba el gran propósito de tratar duramente su cuerpo: ¡ay! un ligero dolor de cabeza, la picadura de un alfiler le hacen quejarse a grito batiente; se pone frenético, exhala clamores; no ha mucho estaba presto a padecer todas las penitencias de los anacoretas, y una pequeñez le desespera. Mirad a aquel otro que parece esta presto a dar la vida por su Dios, y que ningún tormento es capaz de detenerle: la mas leve murmuración, una calumnia, hasta un gesto algo frío, una pequeña desconsideración por parte de los demás, un favor pagado con ingratitud, provocan en seguida en su animo sentimientos de odio, de venganza, de aversión, hasta el punto de llegar a veces a no querer ver jamas a su prójimo o a lo menos a tratarle con frialdad, con un aire que revela indudablemente lo que pasa en su corazón (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre las tentaciones).
1752 Las aflicciones y tribulaciones que a veces sufrimos nos sirven de advertencia y corrección (SAN AGUSTÍN, Sermón 2).
1753 Si tuviésemos la debida fe, la santa Misa seria para nosotros un remedio para cuantos males nos pudiesen agobiar durante nuestra vida (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la Santa Misa).
1754 ¿Estas sufriendo una gran tribulación? -¿Tienes contradicciones? Di, muy despacio, como paladeándola, esta oración recia y viril: "Hágase, cúmplase, sea alabada y eternamente ensalzada la justísima y amabilísima Voluntad de Dios, sobre todas las cosas. -Amén. -Amén". Yo te aseguro que alcanzaras la paz (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 691).
1755 ¡Oh, válgame Dios! Cuando Vos, Señor, queréis dar animo, ¡que poco hacen todas las contradicciones! (SANTA TERESA, Fundaciones, 3, 4).
1756 Bajo del cielo para estar cerca de los atribulados, para estar con nosotros en la tribulación (SAN BERNARDO, Sermón 17).
1757 Cuando el alma no tiene otra satisfacción y consuelo, ni los pretende, fuera de El, Dios es rápido en consolar el alma y en socorrer sus necesidades y penas (SAN JUAN DE LA CRUZ. Cántico espiritual, 10, 6).
1758 Cristiano, en tu nave duerme Cristo; despiértale, que El increpara a la tempestad y se hará la calma (SAN AGUSTÍN, Sermón 361).
1759 Con tan buen amigo presente –nuestro Señor Jesucristo–, con tan buen capitán, que se puso el primero en el padecer, todo se puede sufrir. El ayuda y da esfuerzo, nunca falta, es amigo verdadero (SANTA TERESA, Vida, 22).
1760 Pero los Apóstoles, en medio de las persecuciones, mantuvieron en Cristo la paz, sin abandonarle; por el contrario, buscaron refugio en El [...]. En ellos se cumplió lo que les habla dicho: tened confianza, yo he vencido al mundo. Confiaron y vencieron (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S.-Juan, 103).
1761 Permitió el Señor que peligrasen sus discípulos para que se hicieran sufridos, y no los asistió en seguida, sino que los dejo en peligro toda la noche (hace referencia a la tempestad en el lago de Genezaret), a fin de enseñarles a esperar con paciencia y que no se acostumbrasen a recibir inmediatamente el socorro en las tribulaciones (TEOFILACTO, Coment. Evang. S. Marcos).
1762 El vendaval que sopla es el demonio, quien se opone con todos sus recursos a que nos refugiemos en el puerto. Pero es mas poderoso el que intercede por nosotros, el que nos conforta para que no temamos y nos arrojemos fuera del navío. Por muy sacudido que parezca, sin embargo, en el navegan no solo los discípulos, sino el mismo Cristo. Por eso, no te apartes de la nave y ruega a Dios. Cuando fallen todos los medios, cuando el timón no funcione y las velas rotas se conviertan en mayor peligro, cuando se haya perdido la esperanza en la ayuda humana, piensa que solo te resta rezar a Dios (SAN AGUSTÍN. Sermón 63).
1763 No desmayéis, pues, aunque se haya dicho que os rodearan grandes peligros, porque no se extinguirá vuestro fervor, antes al contrario, venceréis todas las dificultades (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 46).
1764 ¡Cuantas contrariedades desaparecen, cuando interiormente nos colocamos bien próximos a ese Dios nuestro, que nunca abandona! Se renueva, con distintos matices, ese amor de Jesús por los suyos, por los enfermos, por los tullidos, que pregunta: ¿que te pasa? Me pasa... Y, enseguida, luz o, al menos, aceptación y paz (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 249).
1765 A los que aman a Dios, todo contribuye para su mayor bien: Dios endereza absolutamente todas las cosas para su provecho, de suerte que aun a quienes se desvían y extralimitan, les hace progresar en la virtud, porque se vuelven mas humildes y experimentados (SAN AGUSTÍN, Trat. sobre la conversión y la gracia, 9, 24).
1766 Los grandes incendios se avivan con el viento, al paso que los pequeños se apagan si se exponen a el (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, 3, 34).
1767 Algunas veces llama por los milagros, otras por los castigos, algunas por las prosperidades de ese mundo, y, por ultimo, en otras ocasiones llama por las adversidades (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 36 sobre los Evang.).
1768 La piedad inmensa de Dios hace que los consuelos y regalos que da al alma sean proporcionados a las tinieblas y vacíos que soporta (SAN JUAN DE LA CRUZ. Cántico espiritual, 13, 1).
1769 Donde mayor es el trabajo, allí hay mas rica ganancia (SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA, Carta a S. Policarpo de Esmirna, 1).
1770 Si el orfebre martillea repetidamente el oro, es para quitar de el la escoria; si el metal es frotado una y otra vez con la lima, es para aumentar su brillo. El horno prueba la vasija del alfarero, el hombre se prueba en la tribulación (SAN PEDRO DAMIAN, Cartas, 8, 6).
1771 También se da el caso de que algunos, deseando llegar a la cumbre de la gloria temporal, o son víctimas de una larga enfermedad o caen agobiados por las injurias, o son afligidos por graves males, y llegan a comprender por esto que nunca debieron confiar en sus delicias y, reprimiendo sus propios deseos, convierten a Dios su corazón (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 36 sobre los Evang.).
1772 Nos hacemos mas numerosos cada vez que nos cosecháis: es semilla la sangre de los cristianos (TERTULIANO, Apolopético, 50).
1773 Vale mucho a los ojos del Señor la vida de sus fieles, y ningún genero de crueldad puede destruir la religión fundada en el misterio de la cruz de Cristo. Las persecuciones no son en detrimento, sino en provecho de la Iglesia, y el campo del Señor se viste siempre con una cosecha mas rica al nacer multiplicados los granos que caen uno a uno (SAN LEON MAGNO, Sermón 82, en el natalicio de los Apóstoles Pedro y Pablo).
1774 Desear trabajos almas que tienen oración es muy ordinario, estando sin ellos; mas, estando en los mismos trabajos, alegrarse de padecerlos no es de muchas (SANTA TERESA, Fundaciones, 12, 5).
1775 Que la cruz sea tu gozo no solo en tiempo de paz; también en tiempo de persecución has de tener la misma confianza; de lo contrario, serias amigo de Jesús en tiempo de paz y enemigo suyo en tiempo de guerra (SAN CIRILO DE JERUSALEN, Catequesis, 13).
1776 Es mejor para mi, Señor, sufrir la tribulación, con tal de que tu estés conmigo, que reinar sin ti, disfrutar sin ti, gloriarme sin ti. Es mejor para mi, Señor, abrazarme a ti en la tribulación, tenerte conmigo en el horno de fuego, que estar sin ti, aunque fuese en el mismo cielo. ¿Que me importa el cielo sin ti?; y contigo, ¿que me importa la tierra? (SAN BERNARDO, Sermón 17).
1777 Es un gran consuelo en medio de la tribulación acordarnos, cuando llega la adversidad, de los dones recibidos de nuestro Creador (SAN GREGORIO MAGNO, Moralia, 3, 15-16).
1778 Si recibes la tribulación con animo encogido pierdes la alegría y la paz, y te expones a no sacar provecho espiritual de aquel trance (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 696).
1779 Hay siervos que tienen la absurda costumbre de criticar ocultamente las ordenes de sus señores. Parecido es el caso de los que no se atrever con sus palabras y con toda su alma a maldecir a la providencia por los acontecimientos, pero dan la impresión de querer ocultar al mismo Señor universal lo que soportan de mala gana y con impaciencia (ORIGENES, Trat. sobre la oración, 10, 1).
1780 Desde el primer Adán hasta el de hoy, fatiga y sudor, cardos y espinas. ¿Acaso ha caído sobre nosotros el diluvio? ¿0 aquellos tiempos difíciles de hambre y de guerras, de los cuales se escribió precisamente para que no murmuremos del tiempo presente contra Dios? ¿Cuales fueron aquellos tiempos? ¿No es verdad que todos, al leer sobre ellos, nos horrorizamos? Por esto, mas que murmurar de nuestro tiempo, lo que debemos hacer es dar gracias por el (SAN AGUSTÍN, Sermón 2).
1781 Porque es propio de un alma cobarde y que no tiene la virtud vigorosa de confiar en las promesas del Señor, el abatirse demasiado y sucumbir ante las adversidades (SAN BASILIO, Hom. sobre la alegría).
1782 Pues me parece que el atleta valiente, una vez desnudo para luchar en el estadio de la piedad, debe sufrir con valor los golpes que le den los contrarios, con la esperanza de la gloria del premio. Pues que todos aquellos que en los juegos gimnásticos se han acostumbrado a las fatigas de la lucha, jamas desmayan por el dolor de los golpes; antes bien, despreciando los males presentes por el deseo del triunfo, atacan de cerca a sus adversarios. De la misma manera, aunque al varón virtuoso le acontezca alguna cosa desagradable, no por eso pedrera su gozo (SAN BASILIO, Hom. sobre la alegría).
1783 Quien sufre contrariedades de los herejes por no abandonar la verdad, es también bienaventurado puesto que padece por la justicia (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. 1, p. 253).
1784 Dios quiera abrir vuestros ojos para considerar cuantas mercedes nos hace en lo que el mundo piensa que son disfavores, y cuan honrados somos en ser deshonrados por buscar la honra de Dios, y cuan alta honra nos esta guardada por el abatimiento presente, y cuan blandos, amorosos y dulces brazos nos tiene Dios abiertos para recibir a los heridos en la guerra por el (SAN JUAN DE AVILA, Carta 58).
1785 La sal [. . .]para nada sirve ya, sino para ser arrojada fuera y pisada por los hombres. No es pisado por los hombres quien sufre persecuciones, sino aquel que se acobarda temiendo la persecución; no puede ser pisado sino el que esta debajo, y no puede decirse que esta debajo aquel que, aun cuando sufra muchas cosas en su cuerpo mientras dura esta vida, su corazón lo tiene fijo en el cielo (SAN AGUSTÍN, Sobre el Sermón de la Montaña, 16).
1786 Si, pues, es verdad que quien ofrece un vaso de agua no pierde su premio, también lo es que quien sufre la injuria de una palabra leve no quedara privado del premio. Y para que un maldecido (o injuriado) sea bienaventurado deben ocurrir dos cosas: que sea injuriado injustamente y por causa de Dios (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. 1, p. 257).
1787 El mayor de los honores esta reservado para aquellos que sufren injurias en defensa de la verdad y por confesar a Jesucristo. Esto es lo que vemos confirmado en el ciego (cfr. Jn 9, 1 ss.). Los judíos le arrojan del Templo y el Señor del Templo, encontrándole, le recibe, de la misma manera que el que preside los juegos recibe al atleta que ha peleado legítimamente y ha merecido la corona (SAN JUAN CRISÓSTOMO. en Catena Aurea, vol. V, p. 252).
1788 Cuando haya comenzado a ejecutar estas cosas, mis parientes, vecinos y amigos comenzaran a bullir. Los que aman el siglo se me ponen enfrente. ¿Te has vuelto loco? ¡Que extremoso eres! ¿Por ventura los demás no son cristianos? Esto es una tontería, esto es una locura. Y cosas tales clama la turba para que no clamemos los ciegos (SAN AGUSTÍN, Sermón 88).
1789 ¿Que no hace el amor [...]? Ved como trabajan los que aman: no sienten lo que padecen, redoblan sus esfuerzos a tenor de las dificultades (SAN AGUSTÍN, Sermón 96).
1790 Yo te bendigo (Señor), porque te dignaste hacerme llegar a este día y a esta hora para que yo tenga parte, contado en el numero de tus testigos, en el cariz de tu Ungido (San Policarpo en el momento del martirio), Martirio de S. Policarpo, 14, 2).
1791 Y como les habla hecho encargos de gran importancia, queriendo animarles les dice: Y mirad que yo estoy con vosotros todos los días, hasta la consumación de los siglos (Mt 28, 20). Como diciendo: no digáis que es difícil cumplir lo que se os manda, porque estoy con vosotros, que todo lo hago fácil. Y no dijo que estarla solo con ellos, sino con todos los que creyeron después de ellos [...], ya que los Apóstoles no iban a vivir hasta el final de los tiempos (SAN JUAN CRISÓSTOMO Catena Aurea, vol. III, p. 432).
1792 ¿Que puede perturbar al santo? ¿La muerte? No, porque la desea como premio. ¿Las injurias? No, porque Cristo enseño a sufrirlas: Dichosos seréis cuando, por mi causa, os maldigan, y os persigan y digan toda clase de calumnias contra vosotros (Mt 5, 11). ¿La enfermedad? Tampoco. ¿Que queda entonces capaz de turbar al santo? Nada. En la tierra hasta la alegría suele parar en tristeza; pero, para el que vive según Jesucristo, incluso las penas se convierten en gozos (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 18).
1793 No hay necesidad, ni trabajo, ni persecución que no sea fácil, si comenzamos a gustar de los suyos (de los de Cristo) (SANTA TERESA, C. de perfección, 34, 2).
1794 Si las tempestades son llevaderas para los navegantes y las heridas son dulces para los militares, por la esperanza de premios transitorios, cuando se sufre por una recompensa eterna no habrá quien sienta la angustia de los peligros (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. 1, p. 438).
1795 Cese de ensalzar tu misericordia, oh bienaventurada Virgen María, quienquiera que habiéndote invocado en sus necesidades se acuerde de que no le hayas socorrido (SAN BERNARDO, Sermón en la Asunción de la Virgen, 4, 8).
1796 En todo momento, la Virgen consuela nuestro temor, excita nuestra fe, fortalece nuestra esperanza, disipa nuestra desconfianza y anima nuestra pusilanimidad (SAN BERNARDO, Hom. en la Natividad de la B. Virgen María, 7).
1797 Oirá, sin duda el Hijo a la Madre, y oirá el Padre al Hijo. Hijos amados, esta es la escala de los pecadores, esta es mi mayor confianza, esta es toda la razón de mi esperanza [...]. ¿Podrá el Hijo no ser atendido por su Padre o rechazar los ruegos de su Madre? (SAN BERNARDO, Hom. en la Natividad de la B. Virgen María, 7).
1798 Entendí que tenía mucha obligación de servir a nuestra Señora y a san José; porque muchas veces, yendo perdida del todo, por sus ruegos me tornaba Dios a dar salud. (SANTA TERESA. Cuentas de conciencia, 63).
1799 Pero no olvides [...], que necesitas de armas para vencer en esta batalla espiritual. Y que tus armas han de ser estas: oración continua; sinceridad y franqueza con tu director espiritual; la Santísima Eucaristía y el Sacramento de la Penitencia; un generoso espíritu de cristiana mortificación que te llevara a huir de las ocasiones y a evitar el ocio; la humildad del corazón, y una tierna y filial devoción a la Santísima Virgen: Consolatrix afflictorum et Refugium peccatorum, consuelo de los afligidos y refugio de los pecadores. Vuélvete siempre a Ella confiadamente y dile: Mater mea, fiducia mea; Madre mía, confianza mía! (S. CANALS, Ascética meditada, p. 128).
1800 No estas solo.-Lleva con alegría la tribulación. -No sientes en tu mano, pobre niño, la mano de tu Madre: es verdad. -Pero... ¿has visto a las madres de la tierra, con los brazos extendidos, seguir a sus pequeños, cuando se aventuran, temblorosos, a dar sin ayuda de nadie los primeros pasos? -No estas solo: María esta junto a ti (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 900).