Antología de Textos

OBEDIENCIA

1. El Antiguo Testamento considera como virtud básica y fundamental la obediencia a Dios: Teme a Dios y guarda sus mandamientos porque eso es el todo del hombre (Si 12, 13). La obediencia vale más que el sacrificio (1S 15, 22). A los padres y a los superiores se les debe obediencia en atención a Dios (Si 3, 5 ss).
El Nuevo Testamento nos presenta el ejemplo de la perfectísima obediencia de Cristo a su Padre celestial (Jn 4, 34; Rm 5, 19; 2, 8), a sus padres terrenos y a las autoridades (Lc 2, 51; Mt 17, 26). Los Apóstoles establecieron el principio: Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres (Hch 5, 29). Por otra parte, recomiendan encarecidamente la obediencia a la autoridad humana (Rm 13, 1; Ef 6, 1; 1P 2, 13).
La misma Iglesia ha sido fundada sobre la obediencia: Quien os escucha a vosotros, me escucha a mí; y quien os rechaza a vosotros, a mi me rechaza (Lc 10, 16; cfr. Rm 15, 8; Hb 13, 17). Ella ha atestiguado desde siempre el valor moral y la eficacia salvadora de esta virtud.
Por otra parte, el Señor nos enseña que obedecer a sus palabras es manifestar que se le ama: el que me ama guardará mi palabra. El que no me ama no guardará mis palabras (cfr. Jn 14, 23-29) Es una advertencia clara que no admite acomodadas interpretaciones.

2. El cristiano ha de rechazar la tentación de interpretar la obediencia como algo propio de personas con escasa madurez. Quienes piensan así no han considerado que Cristo se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz (Flp 2, 8), y que "con su obediencia realizó la redención" (CoNC. VAT. II, Const. Lumen gentium, n. 3). El Señor obedece por amor; ese es el sentido de la obediencia cristiana: la que se debe a Dios y sus mandamientos, la que se debe a la Iglesia, a los padres, la que de un modo u otro rige en la vida profesional, social, etc. Dios no quiere servidores de mala gana, sino hijos que quieran cumplir su voluntad con alegría. Es necesario tener en cuenta que, cuando la voluntad se somete por la obediencia sacrifica la libre elección de los actos, pero no renuncia a su verdadera libertad. Esta se conserva en la determinación radical y firme de escoger lo bueno y lo verdadero. La cuerda que une al alpinista con sus compañeros de escalada no es atadura que perturbe, sino vínculo que evita la caída en el abismo. Los ligamentos que unen las partes del cuerpo no son ataduras que impiden los movimientos, sino garantía de que estos se realicen con soltura y firmeza.
La verdadera libertad se ve amenazada ordinariamente: por la sensualidad desordenada, la estrechez de pensamiento originada en el egoísmo y en la voluntad individual. Estos obstáculos son eliminados con la obediencia que eleva y ensancha la propia personalidad. La obediencia lleva también consigo la purificación del carácter y la paz del alma, frutos especiales del sacrificio de la propia voluntad. Sirviendo a Dios a través de la obediencia se adquiere la verdadera libertad: Deo servire, regnare est.

3. El espíritu de obediencia no cabe en quien está dominado por la soberbia. Solo el humilde se siente gustosamente sometido a otro criterio distinto del suyo -el de Dios- al que debe ajustar sus actos.
El que no es humilde rechazará abiertamente el mandato unas veces, y otras lo aceptará aparentemente, pero en realidad no le dará cabida en su corazón, porque lo someterá a discusión crítica y limitaciones, y perderá el sentido sobrenatural que tiene esta virtud.
La humildad permite realizar, hasta en los menores detalles, los mandatos. El humilde se siente gozosamente libre al obedecer.
La verdadera obediencia -dice Santo Tomás- ha de ser sobrenatural, interna, pronta, alegre, humilde y discreta (cfr. Suma Teológica, 2-2, qq. 104 y 105; q. 108, aa. 5 y 8).

Citas de la Sagrada Escritura

Jesús, durante su estancia en Nazaret, obedecía a José y a María: Lc 2, 51
Obediencia de María al serle comunicado el misterio de la Encarnación: Lc 1, 35-38
Fruto de la obediencia de María: su maternidad divina: Lc 1, 35, 38
Nuestro Señor ve en los que cumplen la voluntad de Dios a su madre y a sus hermanos: Mt 12, 48-50; Mc 3, 33-35; Lc 8, 21
Obediencia de José al ángel: Mt 1, 18-25; Mt 2, 13-14
Obediencia de José y María al decreto de César Augusto: Lc 2, 2-5
Obediencia de José y María a la Ley judaica: Lc 2, 21-24
Obediencia de los Magos a la inspiración de Dios: Mt 2, 1-12
La obediencia debe ser norma de todos nuestros actos: Mt 3, 13-16; Jn 13, 3-9
Obediencia a la vocación: Mt 4, 18-22; Mt 9, 9; Mc 1, 16-20; Mc 2, 13-14; Lc 5, 27-28
Obediencia del diácono Felipe: Hch 8, 26-27
Obediencia de Saulo: Hch 9, 5-9
Obediencia de Ananías: Hch 9, 11-17
Obediencia del Centurión Cornelio: Hch 10, 7-9
Obediencia de Pablo a una orden recibida en sueños en Tróade: Hch 16, 9-10
Cómo Pablo obedece primeramente a Dios: Hch 18, 19, 11-13
Cómo Pablo es obedecido por sus compañeros: Hch 21, 14-15
Obediencia de Nuestro Señor a su Padre Dios: Rm 5, 19
Por la obediencia ha rescatado Nuestro Señor a los hombres: Rm 5, 19
Todos los que obedecen al Espíritu Santo son hijos de Dios: Rm 8, 14
La obediencia de los primeros cristianos se hizo notoria en todo el mundo, por la cual los alaba San Pablo: Rm 16, 19
La obediencia debe ser efectiva. Parábola de los dos hijos enviados a la viña: Mt 21, 28-31
Dios Padre otorga al Espíritu Santo a los que obedecen: Hch 5, 32
Hemos de obedecer a Dios antes que a los hombres: Hch 5, 29
Hijos, obedeced a los padres en todo. Col 3, 20
Obedeced a vuestros superiores y estadles sujetos, que ellos velan sobre vuestras almas como quien ha de dar cuenta de ellas, para que lo hagan con alegría y sin queja, que esto seria para vosotros sin utilidad. Hb 13, 17
Aquel, pues, que escucha mis palabras y las pone por obra, será el varón prudente, que edifica su casa sobre roca. Mt 7, 24
Se humilló haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Flp 2, 8
"Mejor es la obediencia que las víctimas". Saúl rechazado por Dios: 1S 15, 10-23
Si hubieses atendido a mis mandamientos, tu paz seria como un río, y tu justicia como las olas del mar. Is 48, 18

Facilidad y dificultades de la obediencia

3673 ...Decir que dejaremos nuestra voluntad en otra parece muy fácil, hasta que probándose se entiende que es la cosa más recia que se puede hacer, si se cumple como se ha de cumplir (SANTA TERESA, C. de perfección, 32, 5).

3674 Te mandan una cosa que crees estéril y difícil. -Hazla. -Y verás que es fácil y fecunda. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 623).

3675 Fueron, pues, los que habían sido enviados, y hallaron al pollino... Así también debemos hacer nosotros, que debemos acometer con mucho afecto y gran solicitud cuanto se nos mande, por bajo que sea, sabiendo que todo lo que se hace por Dios no es pequeño, sino digno del reino de los cielos (TITO BOSTRENSE en Catena Aurea, vol. VI, p. 349).

3676 Díjome una vez (el Señor), que no era obedecer si no estaba determinada a padecer; que pusiese los ojos en lo que El había padecido y todo se me haría fácil (SANTA TERESA, Vida, 26).

3677 A veces el Señor sugiere su querer como en voz baja, allá en el fondo de la conciencia: y es necesario escuchar atentos, para distinguir esa voz y serle fieles. En muchas ocasiones, nos habla a través de otros hombres, y puede ocurrir que la vista de los defectos de esas personas, o el pensamiento de si están bien informados, de si han entendido todos los datos del problema, se nos presente como una invitación a no obedecer (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 17).

Frutos, eficacia y poder de la obediencia

3678 ¡Oh poder de la obediencia! -El lago de Genesaret negaba sus peces a las redes de Pedro. Toda una noche en vano. -Ahora, obediente, volvió la red al agua y pescaron "piscium multitudinem copiosa". -una gran cantidad de peces. -Créeme: el milagro se repite cada día (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 629).

3679 Para adquirir este tesoro, no hay mejor camino que cavar y trabajar para sacarle de esta mina de la obediencia; que mientras más caváremos, hallaremos más, y mientras más nos sujetáremos a los hombres, no teniendo otra voluntad sino la de nuestros mayores, más estaremos señores de ella para conformarla con la de Dios (SANTA TERESA, Fundaciones, 5, 13).

3680 Dios no necesita de nuestros trabajos, sino de nuestra obediencia (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 56).

3681 Tiene por compañeras la honra y la dignidad, porque no es esclavitud o servidumbre de hombre a hombre, sino sumisión a la voluntad de Dios, que reina por medio de los hombres (LEÓN XIII, Enc. Immortale Dei).

3682 Yo creo que, como el demonio ve que no hay camino que más presto lleve a la suma perfección que el de la obediencia, pone tantos disgustos y dificultades debajo de color de bien (SANTA TERESA, Fundaciones, 5, 10).

3683 Haz que tu padre espiritual te señale las obras de piedad que has de practicar, y con eso tendrán duplicada gracia y bondad, una por si misma, puesto que son piadosas, y otra por la obediencia, que las ordena y en cuya virtud se ejecutan. Bienaventurados los que obedecen, porque Dios no permitirá jamás que se extravíen (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, 3, 11).

3684 Mientras nos sometemos humildemente a la voz ajena nos superamos a nosotros mismos en el corazón (SAN GREGORIO MAGNO, Moralia, 35).

3685 Muchas veces me parecía no se poder sufrir el trabajo conforme a mi bajo natural, me dijo el Señor: Hija, la obediencia da fuerzas (SANTA TERESA, Fundaciones, pról. 2).

3686 Si no entristeces a esta gracia, conocerás los secretos que el Verbo comunica por medio de quien quiere y cuando quiere [...]. Si te acercas atentamente, sabrás todo lo que Dios concede a los que verdaderamente aman (cfr. 1Co 2, 9).
Se convierten en un jardín de delicias; en ellos va a crecer un árbol fecundo y vigoroso que los colmará de ricos frutos. Ellos son el terreno en que fueron plantados el árbol del conocimiento y el árbol de la vida. Porque lo que mata no es el árbol del conocimiento, sino la desobediencia (Epístola a Diogneto 11, 3 y 12, 2-3).

3686b La libertad del hombre, modelada sobre la de Dios, no solo no es negada por su obediencia a la ley divina, sino que solamente mediante esta obediencia permanece en la verdad y es conforme a la dignidad del hombre (JUAN PABLO II, Enc. Veritatis splendor, n. 42).

3386c La dignidad del hombre requiere, en efecto, que actúe según una elección consciente y libre, es decir, movido e inducido personalmente desde dentro y no bajo la presión de un ciego impulso interior o de la mera coacción externa. El hombre logra esta dignidad cuando, liberándose de toda esclavitud de las pasiones, persigue su fin en la libre elección del bien y se procura con eficacia y habilidad los medios adecuados para ello (CONC. VAT. II, Const. Gaudium et spes, 17) (JUAN PABLO II, Enc. Veritatis splendor, n. 42).

3687b Yo recuerdo como uno de los momentos solemnes de mi existencia aquel en que, puestas mis manos en las del obispo, dije "Prometo". Desde entonces me he sentido comprometido para toda la vida y jamás he pensado que se tratara de una ceremonia sin importancia.
Espero que los sacerdotes de Roma piensen lo mismo. A ellos y a los religiosos, San Francisco de Sales les recordaría el ejemplo de San Juan Bautista, que vivió en la soledad, lejos del Señor, aun con su gran deseo de estar cercano a Él. ¿Por qué? Por obediencia. "Sabía -escribe el Santo- que encontrar al Señor fuera de la obediencia es perderlo" (F. DE SALES, Oeuvres, Annecy, 1896, p. 321) (JUAN PABLO I, Aloc. 23-IX-1978).

Seguridad de la obediencia

3687 Obedecer..., camino seguro.-Obedecer ciegamente al superior..., camino de santidad.-Obedecer en tu apostolado..., el único camino: porque, en una obra de Dios, el espíritu ha de ser obedecer o marcharse (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 941).

3688 ¡Oh, Señor, cuán diferentes son vuestros caminos de nuestras torpes imaginaciones, y cómo de un alma que está ya determinada a amaros y dejada en vuestras manos no queréis otra cosa, sino que obedezca y se informe bien de lo que es más servicio vuestro y eso desee! (SANTA TERESA, Fundaciones, 5, 6).

3689 Obediencia que con toda verdad puedo decir que es la virtud propia de la criatura racional que actúa bajo la potestad de Dios; y también que el primero y mayor de todos los vicios es el orgullo, que lleva al hombre a querer usar de su potestad para la ruina, y tiene el nombre de desobediencia (SAN AGUSTÍN, Sobre el Génesis, 8).

3690 Gran cosa es estar en obediencia, y vivir debajo de prelado, y no ser suyo propio: mucho más seguro es estar en sujeción que en mando (Imitación de Cristo, 1, 9, 1).

3691 La obediencia es virtud que inclina la voluntad a cumplir el mandato legitimo del superior, en cuanto es manifestación de la Voluntad de Dios (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 104).

3692 La humildad, como virtud especial, considera principalmente la sujeción del hombre a Dios, en cuyo honor se humilla sometiéndose incluso a otros (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 161, a. 1).

3693 ¿Qué importa que Dios nos manifieste su voluntad por si mismo o por sus ministros, ya sean ángeles, ya sean hombres? (SAN BERNARDO, De praeceptis et dispositionibus 9).

3694 Pierde ella (el alma) su regalo, y lo tiene por bien perdido porque no se acuerda de su contento, sino en cómo hacer más la voluntad del Señor, y así es en la obediencia. Seria recia cosa que nos estuviese claramente diciendo Dios que fuésemos a alguna cosa que le importa, y no quisiéramos porque estamos más a nuestro placer (SANTA TERESA, Fundaciones, 5, 5).

3695 Es conveniente obedecer sin ningún género de fingimiento, porque no es a éste o a aquel obispo que vemos a quien se trataría de engañar, sino que el engaño iría dirigido contra el obispo invisible; es decir, en este caso ya no es contra un hombre mortal, sino contra Dios, a quien aun lo escondido está patente (SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA, Carta a los Magnesios, 1).

3696 Cada uno entienda que el fin de todos estos ejercicios y de toda la vida espiritual es la obediencia de los mandamientos de Dios y el cumplimiento de la divina voluntad, para lo cual es necesario que muera la voluntad propia, para que así viva y reine la divina, pues es tan contraria a ella (SAN PEDRO DE ALCÁNTARA, Trat. de la oración y meditación, 11, 5).

Obedecer los consejos del confesor

3697 Yendo con limpia conciencia y con obediencia, nunca el Señor permite que el demonio tenga tanta mano que nos engañe de manera que pueda dañar el alma; antes viene él a quedar engañado (SANTA TERESA, Fundaciones, 4, 2).

3698 Muchas veces me ha dicho el Señor que no deje de comunicar toda mi alma y las mercedes que el Señor me hace con el confesor, y que sea letrado, y que le obedezca. Esto muchas veces (SANTA TERESA, Vida, 26, 3).

3699 Siempre que el Señor me mandaba una cosa en la oración, si el confesor me decía otra me tornaba el mismo Señor a decirme que le obedeciese; después su Majestad le volvía para que me lo tornase a mandar (SANTA TERESA, Vida, 26, 5).

Cualidades de quien ejerce la autoridad

3700 Ninguno manda con seguridad sino el que aprendió a obedecer de buena gana (Imitación de Cristo, 1, 20, 3).

3701 (El ejercicio de la autoridad no es más que) un oficio de amor (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 123).

3702 (Recomienda la santa a la madre priora): Procure que sea amada para que sea obedecida (SANTA TERESA, Constituciones, 9, 1).

Cualidades de la obediencia

3703 El enemigo: ¿obedecerás... hasta en ese detalle "ridículo"? Tú, con la gracia de Dios: obedeceré... hasta en ese detalle "heroico" (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 618).

3704 Has de obedecer cuando te manden cosas agradables, como es el comer y divertirse, pues aunque entonces no parece gran virtud el hacerlo, el no hacerlo seria gran defecto; has de obedecer en las cosas indiferentes, como ponerte tal o tal vestido, ir por tal o por cual camino, cantar o callar, y ésta será una obediencia muy loable; has de obedecer también en las cosas difíciles, ásperas y duras, y ésta será obediencia perfecta; has de obedecer, finalmente, con dulzura, sin enfado y, sobre todo, por amor (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, 3, 11).

3705 Hay tres modos diferentes de obedecer: separándonos del mal por temor al castigo, y entonces nos colocamos en una actitud servil; o por alcanzar el premio ofrecido, y en este caso nos asemejamos a los mercenarios; o por amor al bien y por afecto a aquel que nos manda, y entonces imitamos la conducta de los buenos hijos (SAN BASILIO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 207).

3706 Purificad vuestras almas en la obediencia, la cual no debe proceder sólo de la necesidad, sino de una franca voluntad y deseo de agradar a Dios. La voluntad del superior, sea como sea conocida por nosotros, ha de servirnos de precepto. Las consideraciones que deseo en vuestra obediencia se encierran todas en una; pues no deseo más que la sencillez, que rinde dulcemente el corazón a las órdenes y se siente feliz obedeciendo hasta en las cosas que repugnan, y más en éstas que en ninguna otra.
No deseéis, pues, nada más que lo que Dios quiere y haced lo que os diga el que os mande, con tal que no haya pecado en ello. Quered lo que quieren los superiores y querréis lo que Dios quiere: con ello seréis de veras obedientes y dichosos (SAN FRANCISCO DE SALES, Epistolario, fragm. 46, 1.c., p.680).

3707 La obediencia hace meritorios nuestros actos y sufrimientos, de tal modo que, de inútiles que estos últimos pudieran parecer, pueden llegar a ser muy fecundos. Una de las maravillas realizadas por nuestro Señor es haber hecho que fuera provechosa la cosa más inútil, como es el dolor. El lo ha glorificado mediante la obediencia y el amor. La obediencia es grande y heroica cuando por cumplirla está uno dispuesto a la muerte e ignominia (R. GARRIGOU LAGRANGE, Las tres edades de la vida interior, vol. II, p. 683).

El ejemplo de Jesucristo

3708 Jesucristo, en cumplimiento de la voluntad del Padre, inauguró en la tierra el reino de los cielos, nos reveló su misterio y realizó la redención con su obediencia (CONC. VAT.II, Const. Lumen gentium, 3).

3709 Cristo, a quien el universo está sujeto, estaba sujeto a los suyos(SAN AGUSTÍN, Sermón 51).

3709b Con la sumisión a su madre, y a su padre legal, Jesús cumple con perfección el cuarto mandamiento. Es la imagen temporal de su obediencia filial a su Padre celestial. La sumisión cotidiana de Jesús a José y a María anunciaba y anticipaba la sumisión del Jueves Santo: "No se haga mi voluntad..." (Lc 22, 42). La obediencia de Cristo en lo cotidiano de la vida oculta inauguraba ya la obra de restauración de lo que la desobediencia de Adán había destruido (cfr. Rm 5, 19) (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 532).

3710 La señal de la humildad es la obediencia, mientras que la soberbia nos inclina a hacer la propia voluntad y a buscar aquello que nos ensalza, y a no querer dejarnos dirigir por los demás, sino a dirigirlos a ellos. La obediencia es lo contrario de la soberbia. Mas el Unigénito del Padre, venido del cielo para salvarnos y sanarnos de la soberbia, hizose obediente hasta la muerte en la cruz (R. GARRIGOU LAGRANGE, Las tres edades de la vida interior, vol. II, p. 683).

3711 Baja del cielo por obedecer a un hombre y se deja poner sobre los altares en cuanto los hombres quieren. Así está sin moverse por si mismo, déjase estar donde lo ponen, o expuesto en la custodia, o cerrado en el sagrario; déjase conducir por donde lo llevan, así por las calles como por las casas; permite que cualquiera le reciba en la comunión, sea justo o pecador. Mientras vivió en este mundo, dice San Lucas, obedecía a María Santísima y a San José, mas en este Sacramento obedece a tantas criaturas como son en el mundo los sacerdotes (SAN ALFONSO M. a DE LIGORIO, Visitas al Stmo. Sacramento, 25).

Obediencia de la Virgen

3712 Tratemos de aprender, siguiendo su ejemplo en la obediencia a Dios, en esa delicada combinación de esclavitud y de señorío. En María no hay nada de aquella actitud de las vírgenes necias, que obedecen, pero alocadamente. Nuestra Señora oye con atención lo que Dios quiere, pondera lo que no entiende, pregunta lo que no sabe. Luego, se entrega toda al cumplimiento de la voluntad divina: he aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra (Lc 1, 38) (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 173).