Antología de Textos

PERSEVERANCIA

1. La fidelidad, enseña Santo Tomás, consiste en "cumplir exactamente lo prometido, conformando de este modo las palabras con los hechos". Es fiel el que guarda la palabra dada. La perseverancia está íntimamente unida a la fidelidad y, frecuentemente, se confunde con ella. La perseverancia inclina al hombre a luchar hasta el fin, sin ceder al cansancio, al desánimo o a cualquier tentación que pueda presentarse.
La perseverancia se distingue de la longanimidad en que esta se refiere más bien al "comienzo", mientras que aquella se refiere a la "continuación" del camino ya emprendido, a pesar de los obstáculos que vayan surgiendo. Lanzarse a una empresa de larga y difícil realización e= propio de la longanimidad; permanecer en el camino ya emprendido, día tras día, sin desfallecer, es propio de la perseverancia y de la fidelidad.
El hombre debe ser fiel a si mismo, a lo mejor que Dios ha puesto en él (propiamente no se puede ser fiel a algo malo; la fidelidad es virtud, que dice relación al bien), a los demás, y a los compromisos adquiridos con Dios. Singular relieve adquieren estos compromisos, cuando la iniciativa no ha partido del hombre, sino de Dios mismos. Es el caso de la fidelidad a la vocación recibida de Dios, al camino que con grandeza de ánimo se emprendió un día, porque así lo pedía el Señor.

2. Siendo fieles y perseverantes nos asemejamos a Dios, que es Dios de lealtad (Dt 3, 4), rico en amor y fidelidad (Ex 34, 6-7), fiel en todas sus palabras (Sal 144, 13), y su fidelidad permanece para siempre (Sal 116, 1-2). Quienes son fieles le agradan (Pr 12, 22), y el varón fiel será muy alabado (Dt 3, 4), rico en amor y fidelidad (Ex 34, 6-7), fiel en todas sus palabras (Pr 28, 20). El que sea fiel hasta la muerte, recibirá la corona de la vida (Ap 2, 20). El Señor nos habla con frecuencia de la fidelidad a lo largo del Evangelio: nos pone como ejemplo al siervo fiel y prudente, al criado bueno y leal en lo pequeño, al administrador fiel, etc. La idea de la fidelidad penetró tan hondo en los primeros tiempos de la fe cristiana que el título de fieles bastará para designar a los discípulos de Cristo (Dt 3, 4), rico en amor y fidelidad (Ex 34, 6-7), fiel en todas sus palabras (Hch 10, 45; Dt 3, 4), rico en amor y fidelidad (Ex 34, 6-7), fiel en todas sus palabras (2Co 6, 15; Ef 1, 1).
A la perseverancia se opone la inconstancia, que inclina a desistir fácilmente de la práctica del bien o del camino emprendido, al surgir las dificultades y tentaciones. También se opone a esas virtudes la pertinacia o terquedad. Es el vicio del que se obstina en no ceder en la opinión cuando lo razonable (a los ojos de Dios) sería hacerlo, o continuar un camino cuando el conjunto de circunstancias y el consejo prudente muestran claramente que es equivocado o inconveniente.
La fidelidad a la propia vocación es una gracia especial de la misericordia divina, que no niega nunca, pero, como todas las gracias, exige también no desechar los medios que Dios ha puesto a nuestro alcance.
Entre los obstáculos más frecuentes que se oponen a la perseverancia fiel está, en primer lugar, la soberbia, que oscurece el fundamento mismo de la fidelidad y debilita la voluntad para luchar contra las dificultades y tentaciones. Sin humildad, la perseverancia se torna endeble y quebradiza.
Otras veces, será el propio ambiente lo que dificulte la lealtad a los compromisos contraídos, la conducta de personas que tendrían que ser ejemplares y no lo son y, por eso mismo, parecen querer dar a entender que el ser fiel no es un valor fundamental de la persona.
En otras ocasiones, los obstáculos pueden tener su origen en el descuido de la lucha en lo pequeño. El mismo Señor advirtió: Quien es fiel en lo poco, también lo es en lo mucho (Lc 16, 10).

3. La fidelidad hasta el final de la vida es la fidelidad en lo pequeño de cada jornada y del saber recomenzar de nuevo si por fragilidad hubo algún descamino. Perseverar en la propia vocación es responder a las llamadas que Dios hace a lo largo de una vida, aunque no falten obstáculos y dificultades y, a veces, incidentes aislados de cobardía o derrota. El llamamiento de Cristo exige una respuesta firme y continuada y, a la vez, penetrar más profundamente en la grandeza y en las exigencias del propio camino. Así la vocación conservará siempre la alegría y la belleza de los comienzos.
Esta virtud de la fidelidad debe informar todas las manifestaciones de la vida del cristiano: relaciones con Dios, con la Iglesia, con el prójimo, en el trabajo, con los deberes de estado y con uno mismo. Es más, el hombre vive la fidelidad en todas sus formas cuando es fiel a su vocación, y es de su fidelidad a Dios de donde se deduce, y a la que se reduce, la fidelidad a todos sus compromisos verdaderos. Fracasar, pues, en la vocación que Dios ha querido para cada uno es fracasar en todo. Al faltar la fidelidad a Dios, todo queda desunido y roto. Aunque luego Dios, en su misericordia, puede recomponer muchas cosas, si el hombre, humildemente, lo pide.
Dios mismo sostiene nuestra fidelidad, y cuenta con la flaqueza humana, los defectos y las equivocaciones. Está dispuesto a darnos las gracias necesarias para salir adelante siempre, si hay sinceridad de vida y deseos de lucha. Y, ante el aparente fracaso de muchas tentativas (si lo hubiera), debemos recordar que Dios no pide siempre el éxito, sino el esfuerzo continuado en la lucha, sin dejarse vencer por el desaliento o el pesimismo.
De este modo, perseverando con la ayuda de Dios en lo poco de cada día, lograremos oír al final de nuestra vida, con gozosísima dicha, aquellas palabras del Señor: Muy bien, siervo bueno y fiel, has sido fiel en lo poco, te constituiré sobre lo mucho; entra en el gozo de tu Señor (Mt 25, 21-23).

Citas de la Sagrada Escritura

Corríais bien, ¿quien os ha impedido obedecer a la verdad? Esa sugestión no procede de quien os llamó. Ga 5, 7
Y me saco de una horrible hoya, de fangosa charca. Y afirmó mis pies sobre roca, y afirmó mis pasos. Sal 40, 3
El que persevere hasta el fin, ése será salvo. Mt 10, 22
Nadie que, después de haber puesto la mano sobre el arado, mire atrás, es apto para el reino de Dios. Lc 9, 62
Busca a Yahvé y su poder, busca siempre su rostro. Sal 105, 4
Cada uno permanezca en el estado en que fue llamado. 1Co 7, 20
Yo estaré de pie en mi puesto de guardia, en pie permaneceré sobre la fortaleza, y me mantendré alerta [...]. Ha 2, 1
Así pues, hermanos míos amados, manteneos firmes, inconmovibles, abundando siempre en la obra del Señor, teniendo siempre presente que vuestro trabajo no es en vano en el Señor. 1Co 15, 58
No nos cansemos de hacer el bien, que a su tiempo cosecharemos, si no desfallecemos. Ga 6, 9
Porque hemos sido hechos participes de Jesucristo, en el supuesto de que hasta el fin conservemos la firme confianza del principio. Hb 3, 14
¿No sabíais que los que corren en el estadio todos corren, pero uno sólo alcanza el premio? Corred, pues, de modo que lo alcancéis. Y quien se prepara para la lucha, de todo se abstiene, y eso para alcanzar una corona corruptible; mas nosotros, para alcanzar una incorruptible. 1Co 9, 24-25
Mirad por vosotros, no vayáis a perder lo que habéis trabajado [...] 2Jn 8
He combatido el buen combate, he terminado mi carrera, he guardado la fe. Por lo demás, ya me está preparada la corona de la justicia que me otorgara aquel día el Señor, justo juez, y no sólo a mi, sino a todos los que esperan su manifestación. 2Tm 4, 7
Nada temas por lo que tienes que padecer. Mira que el diablo os va a arrojar a algunos en la cárcel para que seáis probados, y tendréis una tribulación de diez días. Sé fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida. Ap 2, 10
Guarda bien lo que tienes, no sea que otro se lleve tu corona. Al vencedor yo le haré columna en el templo de mi Dios, y no saldrá ya jamás fuera de él, y sobre él escribiré el nombre de Dios. Ap 3, 11
Al que venciere le haré sentarse conmigo en mi trono [...]. Ap 3, 21
Considera, pues, de dónde has caldo, y arrepiéntete, y practica las obras primeras [...]. Ap 2, 5

Las dificultades y el paso del tiempo, pruebas de la fidelidad y de la perseverancia

4200 Corresponde a la fidelidad del hombre cumplir aquello que prometió (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q l 10, a. 3).

4201 La experiencia de nuestra debilidad y de nuestros fallos, la desedificación que puede producir el espectáculo doloroso de la pequeñez e incluso de la mezquindad de algunos que se llaman cristianos, el aparente fracaso o la desorientación de algunas empresas apostólicas, todo eso –el comprobar la realidad del pecado y de las limitaciones humanas– puede sin embargo constituir una prueba para nuestra fe, y hacer que se insinúen la tentación y la duda: ¿dónde están la fuerza y el poder de Dios? Es el momento de reaccionar, de practicar de manera más pura y más recia nuestra esperanza y, por tanto, de procurar que sea más firme nuestra fidelidad (J.ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 128).

4202 Y no os quedéis en el camino, sino pelead como fuertes hasta morir en la demanda, pues no estáis aquí para otra cosa sino para pelear (SANTA TERESA, C. de perfección, 20, 2).

4203 Toda fidelidad debe pasar por la prueba más exigente: la duración [...]. Es fácil ser coherente por un día o algunos días. Difícil e importante es ser coherente toda la vida. ES fácil ser coherente en la hora de la exaltación, difícil serlo en la hora de la tribulación. Y sólo puede llamarse fidelidad una coherencia que dura a lo largo de toda la vida (JUAN PABLO II, Hom México, 26-I-79).

4204 No deseéis las persecuciones para probar vuestra fidelidad; vale más esperar las que Dios permita que desear otras. Vuestra fidelidad tiene mil maneras de manifestarse en otra forma: en la humildad, en la dulzura, en la caridad (SAN FRANCISCO DE SALES, Epistolario, fragm. 100, 1. c., p. 734).

4205 Que nadie mire hacia atrás, como la esposa de Lot, máxime cuando el Señor ha dicho: Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios (Lc 9, 62). Mirar hacia atrás no es sino tener pesares y volver a tomarle gusto a las cosas del mundo (SAN ATANASIO, Vida de San Antonio).

Perseverar, recomenzando muchas veces

4206 Ahora, tornando a los que quieren ir por él (por el camino de la santidad) y no parar hasta el fin –que es llegar a beber de esta agua de vida–, cómo han de comenzar digo que importa mucho y el todo una grande y muy determinada determinación de no parar hasta llegar a ella, venga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabájese lo que se trabajare, murmure quien murmurare, siquiera llegue allá, siquiera se muera en el camino, siquiera no tenga devoción para los trabajos que hay en él, siquiera se hunda el mundo (SANTA TERESA, C. de perfección, 21, 2).

Fidelidad a Cristo por encima de todo

4207 También el agricultor, cuando camina surcando el campo con el arado o esparciendo la semilla, padece frío, soporta las molestias de la lluvia, mira al cielo y lo ve triste, y, sin embargo, continúa sembrando. Lo que teme es detenerse considerando las tristezas de la vida presente y que después pase el tiempo y no encuentre nada que segar. No lo dejéis para más tarde, sembrad ahora [...]. (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 125).

4208 Inconmovible: así has de ser.-Si hacen vacilar tu perseverancia las miserias ajenas o las propias, formo un triste concepto de tu ideal. Decídete de una vez para siempre (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 995).

4209 Tanto los predicadores del Señor como los fieles, deben estar en la Iglesia de tal manera que compadezcan al prójimo con caridad, pero no se separen de la vía del Señor por falsa compasión (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 37 sobre los Evangelios).

4210 ¿Por qué has de obedecer los reproches de la turba y no caminar sobre las huellas de Jesús que pasa? Os insultarán, os morderán, os echarán atrás, pero tú clama hasta que lleguen tus clamores a los oídos de Jesús; pues quien fuere constante en cumplir lo que Jesús mandó, sin atender los quereres de las turbas y sin hacer gran caso de los que siguen aparentemente a Cristo, sino que prefiere la vista que Cristo ha de darle al estrépito de los que vengan, no habrá poder que le aparte, y Jesús se detendrá y le sanará (SAN AGUSTÍN, Sermón 88).

Perseverancia en la vocación recibida de Dios

4211 Estando uno acongojado y turbado, y entre la esperanza y el temor dudando muchas veces, una vez cargado de angustia arrojóse ante un altar y, revolviendo en su pensamiento, dijo: ¡Oh, si supiese que había de perseverar! Y luego oyó de dentro la divina respuesta, que dijo: ¿Qué harías si eso supieses? Haz ahora lo que entonces harías, y estarás bien seguro (Imitación de Cristo, 1, 25, 2).

4212 No hallé hombres mejores que quienes se adelantan en la santidad, pero tampoco los he encontrado peores que los que abandonaron, hasta el punto de que pienso que a éstos se refiere lo que está escrito en el Apocalipsis: El justo justifíquese más y el corrompido corrómpase más aún (SAN AGUSTÍN, Epístola 78).

4213 Muchos son los caminos que conducen a Dios. Por eso, cada cual debe seguir con decisión irrevocable el modo de vida que primero abrazó, manteniéndose fiel en su dirección primera. Cualquiera que sea la vocación escogida, podrá llegar a ser perfecto en ella (CASIANO, Colaciones, 14).

4214 Cuando se desea sinceramente vivir de fe, de amor y de esperanza, la renovación de la entrega no es volver a tomar algo que estaba en desuso. Cuando hay fe, amor y esperanza, renovarse es –a pesar de los errores personales, de las caídas, de las debilidades– mantenerse en las manos de Dios: confirmar un camino de fidelidad (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 43).

4215 Es mejor andar por el camino, aunque sea cojeando, que correr fuera de él. Porque el que va cojeando por el camino, aunque adelante poco, se va acercando al término; pero el que anda fuera del camino, cuanto más corre tanto más se va alejando del camino (SANTO TOMÁS, Coment. Evang. S. Juan, 14, 2).

4216 Es útil y conveniente a cada cual, según el estado de vida que ha escogido o la gracia que ha recibido, lanzarse con ardor y diligencia a la realización de la obra comenzada. Está, desde luego, muy bien que alabe y admire las virtudes de los demás; pero no por eso debe abandonar en lo más mínimo la vocación que él mismo abrazó una vez (CASIANO, Colaciones, 14).

4217 Ni le ablandaba favor alguno, ni le hacia daño cualquier detracción; ni lo próspero envanecerle, ni abatirle la adversidad; no era, pues, Juan una caña movida por el viento; nada le desviaba de la rectitud de su vocación (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. 1 sobre los Evang.).

4218 Y no se nos ocurra desandar después el camino, ambicionando de nuevo lo que hemos dejado, como hicieron otrora los hebreos. Moisés les habla sacado de Egipto. Y ellos retrocedieron, no materialmente, es cierto, pero si con el corazón. Dios les habla librado de la esclavitud, prodigando para ello sus signos y prodigios, y le abandonaron para adorar otra vez los ídolos egipcios que hablan despreciado. Así se expresa la Escritura: Y con sus corazones se volvieron a Egipto, diciendo a Aarón: haznos dioses que vayan delante de nosotros (Hch 7, 39-40). También nosotros nos hartamos reos de la misma condenación que Dios fulminó contra ellos cuando, después de haber gustado el maná, deploraron la falta de aquellos viles manjares, cayendo en los vicios a que allí se hablan abandonado (CASIANO, Colaciones, 3).

4219 La idea de la salida tiene todas las señales de una verdadera tentación. Pero alabado sea Dios, pues el torreón no se ha rendido a este asalto, ni me parece que esté dispuesto a capitular. Guardados de querer salir. No habría término medio entre vuestra salida y vuestra perdición. ¿No veis que ello sólo sería para vivir a vos, de vos, por vos y en vos misma? Y lo más peligroso es que saldríais bajo pretexto de buscar más estrecha unión con Dios, siendo así que nunca estará El unido a los que dejaron la vocación, los votos y la comunidad por amargura de corazón, por malestar, por despecho, por desagrado de vivir obedeciendo a las Reglas y en santa obediencia (SAN FRANCISCO DE SALES, Epistolario, fragm. 89, 1. c., p. 723).

Para ser fieles, perseverar en la oración

4220 El que no deja de andar e ir adelante, aunque tarde, llega. No me parece es otra cosa perder el camino sino dejar la oración (SANTA TERESA, Vida, 19? 5).

4221 Todos los santos comenzaron su conversión por la oración y por ella perseveraron; y todos los condenados se perdieron por su negligencia en la oración. Digo, pues, que la oración nos es absolutamente necesaria para perseverar [...] (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la perseverancia).

4222 Sabe el traidor que alma que tenga con perseverancia oración la tiene perdida, y que todas las caldas que la hace dar la ayudan, por la bondad de Dios, a dar después mayor salto en lo que es su servicio: algo le va en ello (SANTA TERESA, Vida, 19, 2).

Fidelidad en la transmisión de la fe

4223 Dios dispuso, con su gran bondad, que todo lo que había revelado para la salvación de todas las gentes se conservara íntegro para siempre y se fuera transmitiendo a todas las generaciones (CONC. VAT. II, Const. Dei verbum, 7).

4224 La misma naturaleza de la religión exige que todo sea transmitido a los hijos con la misma fidelidad con la cual ha sido recibido de los padres, y que, además, no nos es lícito llevar y traer la religión por donde nos parezca, sino que más bien somos nosotros los que tenemos que seguirla por donde ella nos conduzca (SAN VICENTE DE LERINS, Conmonitorio, 6).

4225 Amenazas, lisonjas, esperanzas de vida, temor a la muerte, guardias, corte, emperador, autoridades, no sirvieron de nada: hombres y demonios fueron impotentes ante ellos
Su tenaz apagamiento a la fe recibida los hizo dignos, a los ojos del Señor, de una gran recompensa. Por medio de ellos, él quiso levantar las Iglesias postradas, volver a infundir nueva vida a las comunidades cristianas agotadas, restituir a los sacerdotes las coronas caldas (SAN VICENTE DE LERINS, Conmonitorio, 5).

Dificultades y medios para perseverar

4226 Ausencia, aislamiento: pruebas para la perseverancia.-Santa Misa: oración, sacramentos, sacrificios: ¡Comunión de los santos!: armas para vencer la prueba (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 997).

4227 Ninguno es bastante fuerte por sus solas fuerzas, sino que está seguro por la misericordia de Dios (SAN CIPRIANO, en Catena Aurea, vol. 1, p. 360).

4228 El desaliento es enemigo de tu perseverancia. Si no luchas contra el desaliento, llegarás al pesimismo, primero, y a la tibieza, después. Sé optimista. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 988).

4229 El temor es mal custodio de la perseverancia (SAN AMBROSIO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 267).

4230 (S. Juan Bautista) perseveró en la santidad, porque se mantuvo humilde en su corazón (SAN GREGORIO MAGNO, Trat. Evang. S. Lucas, 20).

4231 La infidelidad nace de la soberbia, por la cual el hombre no somete su entendimiento a las reglas de la fe y a las enseñanzas de los Padres (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 10, a. 1).

4232 ¿Que cuál es el secreto de la perseverancia? El Amor. -Enamórate, y no "le" dejarás (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 999).

El premio de la perseverancia

4233 Fuiste fiel en lo poco, porque todo lo que ahora tenemos, aunque parezca grande, es poca cosa en comparación de los bienes futuros (SAN JERÓNIMO en Catena Aurea, vol. III, p. 230).

4234 Tengo por cierto que a todos los que no se quedaren en el camino no les faltará este agua viva (SANTA TERESA, C. de perfección, 20, 1).

4235 Buscaba (María Magdalena) al que no había hallado, lo buscaba llorando y, encendida en el fuego de su amor, ardía en deseos de aquel a quien pensaba que se lo habían llevado. Por esto ella fue la única en verlo entonces, porque se había quedado buscándolo, pues lo que da fuerza a las buenas obras es la perseverancia en ellas, tal como afirma la voz de aquel que es la Verdad en persona: El que persevera hasta el fin se salvará (SAN GREGORIO MAGNO), Hom. 25 sobre los Evang.).

4236 A los hombres y a los animales, Señor –dice el salmista–, aseguráis la salud en proporción a la extensión inmensa de vuestra compasiva bondad (Sal 36, 7). Si Dios concede a todos, a los buenos y a los malos, a los hombres y a los animales, un don tan precioso, hermanos míos, ¿qué no reservará a aquellos que le son fieles? (SAN AGUSTÍN, Sermón 255, sobre el " alleluia ").

Acudir a la Virgen para perseverar

4237 Confía. Vuelve. Invoca a la Señora y serás fiel. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 514).