Antología de Textos

SABIDURIA

1. En la Sagrada Escritura se habla frecuentemente de la sabiduría. En principio, es en Dios donde están la Sabiduría y el Poder; suyo es el Consejo, suya la Prudencia (Jb 12, 13). Las obras de Dios están sabiamente ordenadas (Sal 104, 24) y temer al Señor es el principio de la sabiduría: los que hacen esto demuestran tener buen entendimiento (Sal 111, 10). El que alcanza la sabiduría y adquiere la inteligencia debe llamarse bienaventurado, porque toda sabiduría viene del Señor, de Él nace y en Él está siempre. Ella fue creada antes que todas las cosas, y la luz de la inteligencia existe desde la eternidad. La fuente de la sabiduría es la palabra de Dios (Si 1, 1-5), y Ella otorga a los que le temen y aman. Ella es madre del amor, del temor, de la ciencia y de la santa esperanza (Si 24, 24).

2. La sabiduría se manifiesta en el cristiano en el conocimiento de la voluntad de Dios (Col, 9) y de los medios para cumplirla. Quienes la adquieren son principalmente los humildes (Mt 11, 25; Col 2, 3), y con frecuencia esta sabiduría parece locura a los ojos del mundo (1Co 1, 17-25), pues la sabiduría de Dios se consuma en el misterio de la cruz, que el cristiano debe reproducir en su propia vida (Col, 24).
"Cristo nos invita a frecuentar la cátedra de la cruz para colmarnos de una sabiduría nueva [...]. Una luz de extraordinaria claridad pasa de la cruz de Cristo a la inteligencia de los hombres: se nos da la sabiduría de Dios y se nos manifiesta el sentido más alto de nuestra existencia, puesto que Aquel que pende de este árbol es la luz verdadera que, viniendo a este mundo, ilumina a todo hombre (Jn 1, 9). Y nuestra voluntad recibe de la cruz nueva alegría y fuerza, que nos permite caminar viviendo según la verdad en la caridad" (Ef 4, 15) (JUAN PABLO II, Aloc. 1-IV-1980).
La sabiduría del cristiano no puede ser la del mundo, que tiene su origen en el demonio (1Co 2, 6) y en la carne (2Co 1, 12), y que en realidad es locura (1Co 3, 19). El Apóstol Santiago afirma de esta sabiduría según los hombres que no desciende de arriba, sino que es terrena, animal, demoniaca (St 3, 15).
A quien es verdaderamente humilde y piadoso, el Señor le da a conocer el verdadero sentido de la vida y de la muerte, le permite penetrar en lo que verdaderamente importa. Es una sabiduría que no conoció ninguno de los príncipes de este mundo (1Co 2, 8). Sabiduría a la que, ni de lejos, llega el más sabio de los teólogos con sus solas fuerzas. Un niño, una mujer sin letras, por su docilidad al Espíritu Santo, pueden llegar a penetrar en los misterios de Dios más que otras personas, que solo se guiarán por un estudio meramente humano sin conexión con la fe. Por eso, los teólogos han de saber "armonizar ciencia y piedad" y han de ser "modelos de una fe viva" (cfr. JUAN PABLO II, Disc. Altötting, 18-Xl-1980).

3. Solo Dios conoce la verdad profunda de las cosas, de los acontecimientos, y los misterios, sin que nada quede fuera de Su Sabiduría infinita. El hombre, con su inteligencia, imagen de la inteligencia divina, es capaz de conocer cosas y acontecimientos, pero no en su totalidad. Y si no se es humilde se quedará en las meras apariencias y, frecuentemente, caerá en el error.
Dios se da a conocer a quienes, por su humildad, se hacen como niños: Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a los sabios y discretos y las revelaste a los pequeños. Si, Padre, porque así te plugo (Mt 11, 5-6).
"Y mirad a María Santísima, de pie junto a la cruz de Jesús (cfr. Jn 19, 25), donde nos es dada como Madre: Ella es nuestra esperanza, el trono de la verdadera Sabiduría" (JUAN PABLO II, Aloc. 14V-1980).

Citas de la Sagrada Escritura

Dios la otorga a Salomón: 2R 3, 4-14
Falsos sabios: Jr 8, 7-12
El temor de Dios, principio de la sabiduría: Si 1, 11-40; Si 8, 1-11
Elogio de la sabiduría: Si 1, 1-10; Si 24, 1-13
El sabio y el necio: Si 14, 22-27 ; Si 15, 1-10
Exhortación de la sabiduría: Pr 1, 20-33
Excelencias de la sabiduría: Pr 2, 1-93, 13-20; Pr 8, 12-21
La sabiduría aparta de las malas compañías: Pr 2, 10-22
Invitación a la sabiduría: Prov
La sabiduría en la creación: Pr 8, 22-36
El banquete de la sabiduría: Pr 9, 1-6
La necedad: Pr 9, 13-18
La sabiduría, propia del corazón prudente: Pr 18, 16
Origen y naturaleza de la divina sabiduría: 1Co 2, 7-9
Medios por los cuales Dios comunica la divina sabiduría a los predicadores del Evangelio: 1Co 2, 10-12
Qué debe hacer el que quiere poseer la sabiduría divina: 1Co 3, 18-21
La sabiduría divina debe predicarse con lenguaje espiritual: 1Co 2, 13-16

Directiva de la vida humana

4647 Entre los dones del Espíritu Santo, dina que hay uno del que tenemos especial necesidad todos los cristianos: ~ don de sabiduría que, al hacernos conocer a Dios y gustar de Dios, nos coloca en condiciones de poder juzgar con verdad sobre las situaciones y las cosas de esta vida. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 133).

4648 La sabiduría, para nosotros, no sólo se considera como conocimiento de Dios, como hacen los filósofos, sino también en cuanto es directiva de la vida humana, la cual no sólo se dirige por razones humanas sino también por razones divinas. (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 9, a. 2).

4649 La penitencia borra el pecado y la sabiduría lo evita. (S. AMBROSIO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 40).

4650 El que tiene la palabra de sabiduría pero no quiere emplearla en provecho del prójimo, es semejante al que pone dinero en una bolsa y la tiene siempre atada. De ahí que esté escrito: sabiduría y tesoro ocultos, ¿para qué sirven? (Si 20, 32). (S. GREGORIO MAGNO, Hom. 17 sobre los Evang.).

Es un tesoro que es necesario guardar

4651 En el bienaventurado Job, el vaso de barro experimenta exteriormente las desgarraduras de sus úlceras, pero el tesoro interior permanece intacto. En lo exterior crujen Sus heridas, pero del tesoro de sabiduría que nace sin cesar en su interior emanan estas palabras llenas de santas enseñanzas: Si aceptamos de Dios los bienes, ¿ no vamos a aceptar los males? (S. GREGORIO MAGNO, Moralia, 3).

4652 He aquí dos grandes regalos: la sabiduría y la continencia. Por Ja sabiduría nos formamos en el conocimiento de Dios; por la continencia no nos conformamos con este siglo. (S. AGUSTÍN, Sobre el bien de la viudez, 17).

Sabiduría de Dios, sabiduría de los hombres

4653 Verdaderamente es prudente el que todo lo terreno tiene por estiércol por ganar a Cristo; y verdaderamente es sabio aquel que hace la voluntad de Dios y deja la suya. (Imitación de Cristo, 1, 4, 2).

4654 Lo propio de la sabiduría de este mundo es ocultar con artificios lo que siente el corazón, velar con las palabras lo que uno piensa, presentar lo falso como verdadero y lo verdadero como falso
La sabiduría de los hombres honrados, por el contrario, consiste en evitar la ostentación y el fingimiento, en manifestar con las palabras su interior, en amar lo verdadero tal cual es, en evitar lo falso, en hacer el bien gratuitamente, en tolerar el mal de buena gana, antes que hacerlo; en no quererse vengar de las injurias, en tener como ganancia los ultrajes sufridos por causa de la justicia. Pero esta honradez es el hazmerreír, porque los sabios de este mundo consideran una tontería la virtud de la integridad. Ellos tienen por una necedad el obrar con rectitud, y la sabiduría según la carne juzga una insensatez toda obra conforme a la verdad. (S. GREGORIO MAGNO, Moralia, 10).

4655 Debes considerar como realmente bueno lo que te lleva a tu fin, y como realmente malo, lo que te aparta del mismo. Para el auténtico sabio, lo próspero y lo adverso, la riqueza y la pobreza, la salud y la enfermedad, los honores y los desprecios, la vida y la muerte son cosas que, de por sí, no son ni deseables ni aborrecibles. Si contribuyen a la gloría de Dios y a tu felicidad eterna, son cosas buenas y deseables; de lo contrario, son malas y aborrecibles. (S. ROBERTO BELLARMINO, Trat. de la ascensión de la mente a Dios, grado 1).

4656 Porque una cosa es tener soltura y facilidad de palabra y aun cierta elocuencia en el decir, y otra penetrar hasta el corazón de las palabras divinas y contemplar con la mirada pura del alma los misterios más profundos y escondidos. Esto no lo da la ciencia humana ni la cultura de los hombres, sino la sola pureza del alma, ilustrada por la luz del Espíritu Santo. (CASIANO, Colaciones, 14).

Sabiduría y recogimiento interior

4657 Ellos (los Apóstoles) eran dignos de oír aparte los misterios por el profundo respeto que les inspiraba la sabiduría, estando como estaban en el recogimiento de la virtud, lejos del tumulto de los malos pensamientos: que es en este recogimiento donde se percibe la sabiduría. (S. JERÓNIMO, en Catena Aurea, vol. IV, p. 110).

Jesucristo, plenitud de la Sabiduría

4658 Porque Dios no quiso ya ser conocido, como en tiempos 4658 anteriores, a través de la imagen y sombra de la sabiduría existente en las cosas creadas, sino que quiso que la auténtica Sabiduría tomara carne, se hiciera hombre y padeciese la muerte de Cruz, para que, en adelante, todos los creyentes pudieran salvarse por la fe en ella. (S. ATANASIO, Disert. contra los arrianos, 2).

4659 Esta belleza eterna y soberanamente amable tiene tanto deseo de la amistad de los hombres que ha hecho un libro expresamente para conseguirla, descubriéndole sus excelencias y los deseos que tiene de ella. Este libro es como una carta de una enamorada a su amado para ganar su afecto. Son tan vivos los deseos que presenta del corazón del hombre, tan tiernas las solicitaciones que hace de su amistad, tan amorosos sus llamadas y deseos, que al escucharla diríais que no es la Soberana del cielo y de la tierra y que tiene necesidad del hombre para ser feliz [...].
La Sabiduría eterna, para acercarse más a los hombres y manifestarles más sensiblemente su amor, ha llegado a hacerse hombre, a convertirse en un niño, a ser pobre y a morir por ellos en la cruz. (S. Luis M. GRIGNION DE MONFORT, L 'Amour de la Sagesse éternelle, 65).

4660 Hablemos siempre de El. Sí hablamos de sabiduría, El es la Sabiduría; si de virtud, El es la Virtud; sí de justicia, El es la Justicia; si de paz, El es la Paz; si de la verdad, de la vida, de la redención, El es todo esto. (S. AMBROSIO, Coment. sobre el Salmo 36).

Manifestaciones

4661 La sabiduría cristiana no consiste en la abundancia de las palabras, ni en la sutileza de los razonamientos, ni en el deseo de alabanza y gloría, sino en la verdadera y voluntaria humildad que, desde el seno de su Madre hasta el suplicio de la cruz, nuestro Señor Jesucristo eligió y enseñó como plenitud de la fuerza. (S. LEÓN MAGNO, Sermón 7, para la Epifanía).

4662 La mayor sabiduría es no apoyarse en el propio sentir. (SANTO TOMÁS, Sobre el Padrenuestro, l.c., p. 141).

4663 En estas tres cosas se conocerá que tu boca está llena en abundancia de sabiduría: si confiesas de palabra tu propia iniquidad, si de tu boca sale la acción de gracias y la alabanza, y si de ella salen también palabras de edificación. (S. BERNARDO, Sermón 15).