Antología de Textos

VANAGLORIA

1. No podemos engañarnos: el hombre tiende a buscar la recompensa y el aplauso aquí abajo; también en las obras de caridad. Por eso hemos de estar vigilantes para que, si alguna vez llega el aplauso, sepamos rectificar la intención. Esto lo conseguiremos si meditamos con frecuencia que Dios nuestro Padre es un testigo de excepción de todas nuestras acciones. Esto ya sería suficiente recompensa y un gran motivo para excedernos en las verdaderas obras en que se manifiesta la caridad y el servicio en nuestro prójimo.
2. La vanagloria es una forma superficial de soberbia que rebasa los justos límites en el deseo de preeminencias y honores externos y lleva a buscar parecer más de lo que en realidad se es (el soberbio pretende ser más de lo que es). San Gregorio (Moralia, 31) y santo Tomás (S.Th. II-II, q. 132, a. 4) consideran la vanagloria como uno de los pecados capitales, por considerar a la soberbia no como simple pecado capital, sino como raíz de todos.
3. En los Padres y escritores eclesiásticos se encuentran referencias a este tema cuando hablan de la humildad o de la soberbia. San Juan Crisóstomo muestra los aspectos dañosos de la vanagloria con respecto a la caridad y a la unidad (Sobre la vanagloria, 1). San Ambrosio comenta: "el que va por el camino de Dios, no se entretiene en mirar cosas vanas, porque Jesucristo es el camino perfecto" (Coment. sobre el Salmo 118). San Agustín considera este vicio como "el más terrible para los que son perfectos" (Coment. sobre el Salmo 7). Casiano afirma que este defecto presenta múltiples facetas debido a su sutileza (Instituciones, 11) y que la soledad no lo elimina y se exige una continua lucha para vencerlo (Ibídem, 11).
4. Aunque desearla manifestación de la propia excelencia no es en sí malo (cfr. Mt 5, 16), sí lo es el buscar la gloria vana, la vanagloria; concretamente cuando se busca la gloria en cosas que no son dignas de tal (en cosas malas, en bienes que no se poseen); cuando se busca ante personas poco estimables, con poco juicio, etc.; cuando se busca solo por satisfacción personal, con exclusión del fin recto (cfr. S.Th. II-II, q. 132, a. 1).
El Señor nos pide estar vigilantes porque, en cuanto nos descuidemos, estaremos pidiendo la recompensa de aquí abajo y perderemos la que realmente interesa. No nos vaya a suceder "como la nave, que ha realizado muchos viajes, y ha escapado de muchas tempestades, pero en el mismo puerto choca contra una roca y arroja por la borda todos los tesoros que guardaba; así, quien, después de muchos trabajos, no aplaca el deseo de alabanzas, naufraga en el mismo puerto" (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom de perfect. Evang.).

Citas de la Sagrada Escritura

Todo trabaja más de cuanto el hombre puede ponderar, y no se sacia el ojo de ver ni el oído de oír. Qo 1, 2-9
Una voz dice: Grita. Y yo respondo: ¿Qué he de gritar? Toda carne es hierba, y toda su gloria como flor del campo. Is 40, 6
El que de sí mismo habla, busca su propia gloria; pero el que busca la gloria del que le ha enviado, ése es veraz y no hay en él injusticia. Jn 7, 18
¿No sabes ya de siempre, desde que el hombre fue puesto sobre la tierra, que es breve la exaltación del malvado y dura un instante la alegría de los perversos? Jb 20, 4-5
Porque, ¿quién es el que a ti te hace preferible? ¿Qué tienes que no hayas recibido? Y silo recibiste, ¿de qué te glorias, como si no lo hubieras recibido? 1Co 4, 7
Estad atentos a no hacer vuestra justicia delante de los hombres, para que os vean; de otra manera no tendréis recompensa ante vuestro Padre, que está en los cielos. Mc 6, 1
No te vanaglories del día de mañana, pues no sabes lo que dará de si. Pr 27, 1
Quienes siembran vientos, recogerán tempestades. La espiga no dará fruto ni formará harina, y si algunas lo dieran; las devorará el extranjero. Os 8, 7

Peligros y consecuencias de la vanagloria

5256 Vanidad de vanidades; vanidad de vanidades, todo es vanidad. ¿Qué provecho saca el hombre de todo por cuanto se afana debajo del sol?
Algunos tienen gran vanidad en ir montados en un buen caballo, de llevar una pluma en el sombrero, de estar ricamente vestidos; mas, ¿quién no conoce que esto es locura? Porque si hay alguna gloria en ello, es del caballo, del ave y del sastre; y ¿puede haber mayor flaqueza que mendigar estimación de un caballo, de una pluma y de un vestido? Otros se engríen y se van mirando porque llevan los bigotes levantados, la barba bien peinada, los cabellos encrespados; porque tienen suaves las manos, porque saben bailar, jugar o cantar; y ¿no será también flaqueza querer con unas cosas tan frívolas y ligeras aumentar su valor y acrecentar su reputación?

Otros, por un poco de ciencia, quieren ser honrados y respetados del mundo, como sí todos hubiesen de ir a su escuela y tenerlos por maestros, por lo cual se les da el nombre de pedantes. Otros se pavonean mirando su belleza, y creen que todo el mundo pone en ellos sus ojos; todo esto es sumamente vano, necio y descabellado, y la gloria que estriba en tan débiles fundamentos es vana, necia y frívola (SAN FRANCISCO DE SALES. Introd. a la vida devota, 3, 4).

5257 La vanagloria es una comida del alma que le brinda primero manjares deliciosos, pero después la deja vacía, despojada de virtudes, en una absoluta desnudez, estéril y pobre de frutos espirituales (CASIANO, Instituciones, 5).

5258 (El demonio procura) enredar nuestros pasos en las zarzas de la vanagloria (CASIANO, Instituciones, 11).

5259 Ten cautela, no te dejes prender por el ardor de la vanagloria. ¿Cómo podéis creer; cuando andáis mendigando la gloria de los hombres? (Jn 5, 44). ¿Lo ves? Es tan grande este mal, que quien lo tiene no puede creer. Nosotros, por el contrario, digamos: Tú eres mi gloria (Sal 3, 4), y el que se gloría, gloríese en el Señor (1Co 1, 31) [...]. Cuando des limosna, que sólo la vea Dios. Cuando ayunes, pon cara alegre 1...] Tampoco has de presentarte como demasiado piadoso ni aparecer más humilde de lo que eres, no sea que, huyendo de la gloria, vayas en su busca (SAN JERÓNIMO, Epístola 22).

5260 Los ancianos usan de una comparación felicísima para describir el carácter de esta enfermedad que es la vanagloria. La asemejan a la cebolla y a otras plantas bulbosas. Quitáis una capa y encontráis una segunda: y cuantas más suprimís más envolturas halláis en ellas (CASIANO, Instituciones, 11).

5261 Vanidad es buscar riquezas perecederas y esperar en ellas. También es vanidad desear honras y ensalzarse vanamente. Vanidad es seguir el apetito de la carne [...]. Vanidad es desear larga vida, y no curar que sea buena. Vanidad es pensar solamente en esta presente vida, y no proveer a lo venidero. Vanidad es amar lo que tan presto pasa, y no apresurarse adonde está el gozo perdurable (Imitación de Cristo, 1, 1, 4).

5262 Es necesario fijarse mucho en su entrada (de la vanagloria), como si se tratara de estar en guardia contra una fiera presta a arrebatar a aquel que no la vigila. Entra calladamente y destruye todas las cosas que encuentra en el interior (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. 1, p. 336).

5263 La vanidad siempre se contrapone a la verdad, que permanece siempre y nunca desfallece (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 143).

5264 Ninguna otra cosa hace desear tanto las riquezas como el deseo de gloria. Los hombres presentan gran número de criados, de caballos, cubiertos de oro y mesas adornadas con plata, no porque ello reporte alguna utilidad, sino por ostentación delante de los demás. Y dice el Señor: No queráis atesorar para vosotros tesoros en la tierra (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. 1, p. 383).

5265 Es una manifestación de soberbia que se dirige a buscar la excelencia en cosas de poco valor real. Son cosas vanas las cosas falsas, las que no tienen solidez y aquellas que no pueden atender a su fin propio. (cfr. De malo, q. 9, a. 2; y S.Th. II-II, q. 132, a. 1).

5266 Tu misma inexperiencia te lleva a esa presunción, a esa vanidad, a eso que tú crees que te da aire de importancia. -Corrígete, por favor. Necio y todo, puedes llegar a ocupar cargos de dirección (más de un caso se ha visto), y, si no te persuades de tu falta de dotes, te negarás a escuchar a quienes tengan don de consejo. -Y causa miedo pensar el daño que hará tu desgobierno (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 352).

5267 La honra terrena se compara a la espuma, al agua helada o al humo, o al sueño (SAN JERÓNIMO, en Catena Aurea, vol. IV, p. 27).

Se manifiesta de formas muy diversas

5268 Este vicio de la vanagloria, una vez abatido, se levanta y parece como que cobra mayores bríos para la lucha. Se le creía eliminado, y ahora renace más pujante y vigoroso de su muerte aparente (CASIANO, Instituciones, 11).

5269 Ella fue la que los apartó de Dios; ella les hizo buscar otro teatro para sus luchas y los perdió. Porque cuando se procura agradar a los espectadores que cada uno tiene, según son los espectadores, tales son los combates que se realizan (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre 5. Mateo, 72).

5270 Los otros vicios se manifiestan uniformes y simples. La vanagloria es distinta, compleja y varia. Arremete por todos los flancos, y su vencedor la encuentra en todo cuanto le circunda, enfrentándose con él. El porte y la actitud, el modo de andar, la voz, el trabajo, las vigilias, los ayunos, la plegaria, la soledad, la lectura, la ciencia, el silencio, la obediencia, la humildad, la longanimidad, son para este vicio otras tantas armas de que se sirve el enemigo para herir al soldado de Cristo. Es como un arrecife que ocultan las olas agitadas. Emboscado en el agua y la espuma, pasa inadvertido a los navegantes (CASIANO, Instituciones, 11).

Destruye la bondad de muchas obras. Rectitud de intención

5271 Muchas veces nuestra débil alma, cuando recibe por sus buenas acciones el halago de los aplausos humanos, se desvía [...], encontrando así mayor placer en ser llamada dichosa que en serlo realmente [...]. Y aquello que había de serle un motivo de alabanza en Dios se le convierte en causa de separación de él (SAN GREGORIO MAGNO, Moralia, 10).

5272 Bueno es que padezcamos a veces contradicciones y que sientan de nos malamente, aunque hagamos buenas obras y tengamos buena intención. Esto ayuda a la humildad y nos defiende de la vanagloria. Mejor buscamos a Dios por testigo interior cuando Somos de fuera despreciados y no nos dan crédito (Imitación de Cristo, 1, 12, 1).

5273 Examina bien los motivos que te impulsan a obrar para descubrir las emboscadas de la vanidad y del amor propio; sólo a Dios debes referir todo el bien que hagas, porque has de saber que es una gran ganancia mantener oculta y secreta una obra buena de modo que sólo Dios la conozca; si por descuido tuyo viene a ser conocida de los hombres, pierde casi todo su valor, como un hermoso fruto que los pájaros han empezado a picotear (J. PECCI –León XIII–, Práctica de la humildad, 48).

5274 Sí haces alguna mortificación extraordinaria, procura preservarte del veneno de la vanagloria, que destruye a menudo todo su mérito (J. PECCI –León XIII–, Práctica de la humildad, 34).

5275 Es treta sutil del enemigo hacer sucumbir al soldado de Cristo con sus propias armas, cuando no ha podido vencerle con las suyas (CASIANO, Instituciones, 11).

Toda gloria es para Dios

5276 Nada más ridículo, nada más tonto que estar siempre dispuesto a hablar de 10 que se ha hecho, de lo que se ha dicho (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el orgullo).

5277 Cuánto poder tenga para hacer daño el deseo de la vanagloria, nadie lo conoce mejor que aquel que le declara la guerra; porque es fácil no buscar la propia alabanza cuando ésta es negada, pero es difícil no complacerse en ella cuando se ofrece (SAN AGUSTÍN en Catena Aurea, vol. 1, p. 336).

5278 Cuando des limosna, no vayas tocando la trompeta [...]. Quizá procuraban reunir al pueblo cuando hacían algo bueno, para que todos fueran a ese espectáculo (SANTO TOMÁS, Catena Aurea, vol. 1, p. 340).

5279 No te engrías sí has servido bien, porque has cumplido lo que tenias que hacer. El sol efectúa su tarea, la luna obedece; los ángeles desempeñan su cometido. El instrumento escogido por el Señor para los gentiles dice: yo no merezco el nombre de Apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios (1Co 15, 9) [...]. Tampoco nosotros pretendamos ser alabados por nosotros mismos (SAN AMBROSIO, Hom. sobre 5. Lucas, 8).

5280 Todos los males mortifican a los hijos del diablo, pero el deseo de la vanagloria mortifica más bien a los hijos de Dios que a los hijos del diablo (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. 1, p. 336).

5281 Debes hacerte más pequeño que un niño; no andes tras las alabanzas de los hombres, ni ambiciones los honores; antes bien rechaza aquéllas y éstos (J. PECCI –León XIII–, Práctica de la humildad, 30).

El premio para quienes rechazan la gloria

5282 Me veo precisado a decíros que temáis con mucho cuidado por las buenas obras que hacéis, no sea que por ellas busquéis algún favor o alguna gracia humana, no sea que se despierte en vosotros el deseo de alabanzas, y lo que manifestáis al exterior se quede interiormente vacío de retribución (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 12 sobre los Evang.).

5283 Debemos gozarnos y alegrarnos porque se nos prepara un premio en el reino de los cielos que no conseguirán los que van detrás de la vanagloria (SAN JERÓNIMO, en Catena Aurea, vol. 1, p. 258).

5284 El que dispensa la misericordia, la pierde si no se compadece con un corazón puro; si busca quedar bien, pierde todo el fruto [...] (SAN AMBROSIO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 259).

5285 Tanto se es favorecido, cuanto menor se presume de las propias facultades. (SAN AGUSTÍN, en Catena Aurea, vol. VI, p. 259).