Antología de Textos

VOCACION

1. Los relatos sobre la vocación son, en muchas ocasiones, las páginas más impresionantes de la Biblia. La vocación de Moisés en la zarza ardiente (Ex 3), la de Isaías en el templo (Is 6), el diálogo entre Yavé y el joven Jeremías (Jr 1), ponen frente a frente a Dios, en su majestad y en su misterio, y al hombre, en su generosidad y, a veces, con su resistencia.
La vocación es la llamada que Dios hace al hombre escogido y que destina a una obra particular de salvación. Es una elección personal dirigida a la conciencia más profunda del hombre y que modificará radicalmente su existencia, haciendo de él otro hombre. En el origen de toda vocación hay una elección personal por parte de Dios y una voluntad divina que realizar.

2. Jesús comenzó a llamar a los primeros Apóstoles para que estuvieran con Él y continuaran luego su misión en la tierra. ¿Por qué llegaron estos hombres a gozar de tal favor? ¿Por qué ellos precisamente y no otros? No cabe preguntarse por qué razón fueron elegidos. Simplemente, los llamó el Señor. Y en esa libérrima elección de Cristo -llamó a los que quiso (Mc 3, 13)- estaba todo su honor y la esencia de su vocación. "La vocación de cada uno se funde, hasta cierto punto, con su propio ser: se puede decir que vocación y persona se hacen una misma cosa. Esto significa que en la iniciativa creadora de Dios entra un particular acto de amor para con los llamados, no solo a la salvación, sino al ministerio de la salvación. Por eso, desde la eternidad, desde que comenzamos a existir en los designios del Creador y Él nos quiso criaturas, también nos quiso llamados, predisponiendo en nosotros los dones y las condiciones para la respuesta personal, consciente y oportuna a la llamada de Cristo o de la Iglesia. Dios que nos ama, que es Amor, es también Aquel que llama (cfr. Rm 9, 11)" (JUAN PABLO II, Aloe. Porto Alegre, 5-V11-1980).
No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os elegía vosotros (Jn 15, 16). La elección es siempre cosa de Dios. Por eso, cuando hubo que cubrir la vacante que dejó Judas, echan suertes remitiendo la decisión a Dios (cfr. Hch 1, 24-26). Pablo comienza así sus cartas: Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado al apostolado, elegido para predicar el evangelio de Dios (Rm 1, 1; 1Co 1, 1). Llamado y elegido no por los hombres ni por obra de los hombres, sino por Jesucristo y Dios Padre (Ga l, 1).
Jesús llama como llamó Yahvé a Moisés, a Samuel, a Isaías, sin que los llamados merecieran en modo alguno la vocación para la que fueron elegidos. San Pablo lo dice explícitamente: Nos llamó con vocación santa, no en virtud de nuestras obras, sino en virtud de su designio (2Tm 1, 9). Es más, Dios suele llamar a su servicio y para realizar sus obras a personas con pocas aptitudes en relación a la misión encomendada: Considerad vuestro llamamiento, pues no hay entre vosotros muchos sabios según la carne (1Co 1, 26). La vocación es, en primer lugar, un asunto divino. Por eso, una vez recibida, ya no debe ponerse en duda con razonamientos humanos. El Señor dará todas las gracias necesarias para perseverar en la vocación, pues a "aquellos a quienes Dios elige para una misión los prepara y dispone de suerte que sean idóneos para desempeñar la misión para la que fueron elegidos [...]" (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 3, q. 27, a. 4).

3. La llamada del Señor debe tener una correspondencia pronta, sin dilaciones. Así nos lo muestra el Evangelio de San Mateo (21, 22): Otro de sus discípulos le dijo: Señor, permíteme que antes vaya a dar sepultura a mi padre. Pero Jesús le respondió: Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos. Este discípulo está pronto para responder, quiere, pero no inmediatamente; piensa en un tiempo más oportuno, porque un asunto familiar le retiene.
Pero el Señor no acepta dilaciones, ni aun por motivos familiares. La disponibilidad ha de ser pronta y sin condiciones. Él tiene unos planes más altos: para el discípulo y para los que aparentemente saldrían perjudicados por su marcha. Él tiene dispuestas las cosas para que resulten para el bien de todos.
La llamada del Señor urge, porque la mies es mucha y los operarios pocos. Y hay mieses que se pierden cada día porque no hay quien las recoja. Cuando Dios llama, ese es el momento más oportuno, aunque aparentemente, miradas con ojos humanos las cosas, puedan aparecer razones que dilaten la entrega.
Un ejemplo de prontitud en la entrega nos lo da el propio Mateo (9, 9): Jesús salió de allí y vio a un hombre sentado al telonio, de nombre Mateo, y le dijo: Sígueme. Yél, levantándose, le siguió. Mateo, que ya debía de conocer al Señor de otras ocasiones, esperó este momento y, a la primera insinuación del Señor, no dudó en seguirle. "Y al mostrar una decisión pronta para todo y desprenderse así de golpe de todas las cosas de la vida, atestiguaba muy bien, por su perfecta obediencia, que le había llamado el Señor en el momento oportuno" (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 30). Los momentos y las circunstancias en las que el Señor se insinúa en el alma pidiendo una entrega sin reservas son las más oportunas. A veces lo hará a una temprana edad, otras veces el Señor llamará en una edad más madura y en las circunstancias familiares, de trabajo, etc., más diversas. Con la vocación, Dios acompaña la gracia necesaria para responder prontamente.
Suele suceder que, cuando se espera un tiempo más oportuno, ese tiempo no llegue, porque toda resistencia a la gracia endurece el corazón; en vez de ver más claro, se ve con menos claridad la llamada del Señor.
También es posible que el Señor no pase una segunda vez.

4. Al principio de la vocación Dios, ordinariamente, enciende una pequeña luz que ilumina solo los primeros pasos que hemos de dar. Más allá de estos pasos está la oscuridad. Pero en la medida en que correspondemos con obras, la luz y la seguridad se van haciendo más grandes. La tentación de pedir señales a Dios ha sido una tentación frecuente. Hay suficientes señales acerca de lo que Dios quiere de los hombres. Lo que necesita es correspondencia, y si fueran necesarias nuevas señales, Él se encargará de darlas, pero, de ordinario, serán tan discretas, tan íntimas, que casi ni se podrán buscar fuera de uno mismo. Por otra parte, de nada serviría el milagro más grande, la señal más evidente, si no hay buenas disposiciones de humildad, de querer hacer la voluntad de Dios.

5. Aunque el Señor hace llamamientos especiales, toda su predicación tiene algo que comporta una vocación; una invitación a seguirle en una vida nueva cuyo secreto Él posee: si alguno quiere venir en pos de mí [...] (Mt 16, 24).
La primitiva Iglesia consideró siempre la condición cristiana como una vocación. Los cristianos de Roma o Corinto serán los santos por vocación (cfr. Rm 1, 7; 2Co 1, 1).
A todos nos ha elegido el Señor -a algunos de una manera especialísima- para seguirle, imitarle y proseguir en el mundo la obra de su Redención.

Citas de la Sagrada Escritura

1. Elección divina:
Yo te he llamado por tu nombre. Is 43, 1
Llamó a los que quiso. Mc 3, 13
No me habéis elegido vosotros a mi, sino que yo os elegí a vosotros. Jn 15, 16
(Pablo, llamado y elegido) no por los hombres ni por obra de hombres, sino por Jesucristo y Dios Padre. Ga 1, 1
Nos eligió antes de la creación del mundo. Ef 1, 4
Nos llamó con vocación santa, no en virtud de nuestras obras, sino en virtud de su designio. 2Tm 1, 9

2. Correspondencia pronta, sin dilaciones:
Otro de sus discípulos le dijo: Señor, permíteme que antes vaya a dar sepultura a mi padre. Pero Jesús le respondió: Sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos. Mt 21, 22
Al pasar vio a Leví el de Alfeo sentado al telonio, y le dijo: Sígueme. El, levantándose, le siguió. Mc 2, 14

3. Llamada a través de otros
(Andrés) encontró a su hermano Simón y le dijo: Hemos hallado al Mesías, que quiere decir el Cristo. Le condujo a Jesús, que, fijando en él la vista, dijo: Tú eres Simón, el hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas, que quiere decir Pedro. Jn 1, 41-42
Fijó la vista (el Bautista) en Jesús que pasaba y dijo: He aquí el Cordero de Dios. Los dos discípulos, que le oyeron, siguieron a Jesús. Jn 1, 36-37

4. A veces no coincide con nuestros planes
(Jonás, el profeta) levantóse para huir lejos de Yahvé, a Tarsis; bajó a Jope y halló un barco que estaba para ir a Tarsis. Pagó el pasaje y entró en el barco para irse con ellos a Tarsis, lejos de Yahvé. Jon 1, 3
El joven rico y su negación a seguir a Cristo: Mt 19, 16-26

5. Las excusas
Un hombre daba una gran cena, e invitó a muchos. Y envió a su criado a la hora de la cena para decir a los invitados: Venid, pues ya está todo preparado. Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero le dijo: he comprado un campo y tengo necesidad de ir a verlo; te ruego que me des por excusado. Y otro dijo: compré cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlas; te ruego que me des por excusado. Lc 14, 16-20

6. El premio
Al que venciere le daré el maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en ella escrito un nombre nuevo, que nadie conoce sino el que lo recibe. Ap 2, 17
En verdad os digo que no hay nadie que, habiendo dejado casa, hermanos o hermanas, padre o madre, hijos o campos por mi y por el Evangelio, no reciba en esta vida cien veces más en casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y campos, con persecuciones; y en el siglo venidero, la vida eterna. Mc 10, 29-31

La vocación cristiana comporta una llamada a la santificación personal y al apostolado

5566 Todos los fieles, desde el Papa al último bautizado, participan de la misma vocación, de la misma fe, del mismo Espíritu, de la misma gracia [...]. Todos participan activa y corresponsablemente –dentro de la necesaria pluralidad de ministerios– en la única misión de Cristo y de la Iglesia (A. DEL PORTILLO, Fieles y laicos en la Iglesia, p. 38).

5567 Para decirlo brevemente, lo que el alma es en el cuerpo, eso son los cristianos en el mundo (Discurso a Diogneto, 5).

5568 Vuestra vocación humana es parte, y parte importante, de vuestra vocación divina. Esta es la razón por la cual os tenéis que santificar, contribuyendo al mismo tiempo a la santificación de los demás, de vuestros iguales, precisamente santificando vuestro trabajo y vuestro ambiente: esa profesión u oficio que llena vuestros días, que da fisonomía peculiar a vuestra personalidad humana, que es vuestra manera de estar en el mundo; ese hogar, esa familia vuestra; y esa nación, en la que habéis nacido y a la que amáis (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 46).

Especiales llamamientos de Dios

5569 La vocación no es debida a nuestros méritos, sino a la benevolencia y misericordia de Dios (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 5).

5570 [...] Dios no hace acepción de personas (cfr. 2Cro 19, 7; Rm 2, 11; Ef 6, 9; Col 3, 25, etc.), como nos repite insistentemente la Escritura. No se fija, para invitar a un alma a una vida de plena coherencia con la fe, en méritos de fortuna, en nobleza de familia, en altos grados de ciencia. La vocación precede a todos los méritos [...] (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 33).

5571 También se dice que es semejante el reino de los cielos a un comerciante que anda en busca de perlas finas, y hallando una muy preciosa, vende cuanto tiene y la compra [...]. En comparación con aquélla, nada tiene valor, y el alma abandona todo cuanto había adquirido, derrama todo cuanto había congregado, se enardece con el amor de las cosas celestiales, no siente placer en las cosas terrenas y considera como deforme todo lo que le parecía bello en la tierra, porque sólo brilla en el alma el resplandor de aquella perla preciosa (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 11 sobre los Evang.).

5572 El descubrimiento de la vocación personal es el momento más importante de toda existencia. Hace que todo cambie sin cambiar nada, de modo semejante a como un paisaje, siendo el mismo, es distinto después de salir el sol que antes, cuando lo bañaba la luna con su luz o le envolvían las tinieblas de la noche. Todo descubrimiento comunica una nueva belleza a las cosas y, como al arrojar nueva luz provoca nuevas sombras, es preludio de otros descubrimientos y de luces nuevas, de más belleza (F. SUÁREZ, La Virgen Nuestra Señora, p. 80).

5573 Comencé a rezar muchas oraciones vocales y a procurar que todas me encomendasen a Dios que me diese el estado en que le había de servir; mas todavía deseaba no fuese monja, que éste no fuese Dios servido de dármele, aunque también temía el casarme (SANTA TERESA, Vida, 3, 2).

5574 ¡Oh, válgame Dios, por qué términos me andaba Su Majestad disponiendo para el estado en que se quiso servir de mi, que, sin quererlo yo, me forzó a que me hiciese fuerza!... Aunque fueron los días que estuve pocos, con la fuerza que hacían en mi corazón las palabras de Dios, así leídas como oídas, y la buena compañía, vine a ir entendiendo la verdad de cuando niña, de que no era todo nada, y la vanidad del mundo, y cómo acababa en breve, y a temer, si me hubiera muerto, cómo me iba al infierno [...]. Poníame el demonio que no podría sufrir los trabajos de la religión, por ser tan regalada. A esto me defendía con los trabajos que pasó Cristo, porque no era mucho yo pasase algunos por El; que El me ayudaría a llevarlos –debía pensar–, que esto postrero no me acuerdo. Pasé hartas tentaciones estos días (SANTA TERESA, Vida, 3, 4-6).

5575 Y subiendo a un monte llamó a los que El quiso [...]. Pues no por propia iniciativa y preparación, sino por la gracia divina, serian llamados al apostolado (SAN BEDA, Trat. Evang. S. Marcos).

5576 No se ha de mirar tanto a la edad como a las prendas del alma [...]. ¿Y qué más razonamientos, sino decir que en cualquier edad puede servir a Dios y ser perfecta para consagrarse a Cristo? (SAN AMBROSIO, Sobre la virginidad, 40).

5577 Calla: No olvides que tu ideal es como una lucecica recién encendida. -Puede bastar un soplo para apagarla en tu corazón (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 644).

5578 Los demás soldados van se como pueden, y a las veces se apartan de donde ven el mayor peligro, y no los echa nadie de ver ni pierden honra; mas estos otros, como llevan todos los ojos en ellos, no se pueden bullir. Bueno es el oficio, y honra grande y merced hace el Rey a quien le da; mas no se obliga a poco quien le recibe (SANTA TERESA, C. de perfección, 18, 6).

Respuesta personal a la llamada de Dios. Dios llama en el momento oportuno

5579 Pero, ¿por qué no llamó a Mateo al mismo tiempo que a Pedro y a Juan? Porque aún no estaba bien dispuesto. Aquel que conoce bien el fondo de los corazones sólo llama a quien está dispuesto a obedecer (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. II, p. 11).

5580 Si ves claramente tu camino, síguelo.-¿Cómo no desechas la cobardía que te detiene? (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 903).

5581 Mas ya que habéis visto el poder del que llama, considerad también la obediencia del llamado. Porque Mateo no opuso ni un momento de resistencia, ni dijo, dudando: ¿Qué es esto? ¿No será una ilusión que me llame a mi, que Soy hombre tal? Humildad, por cierto, que hubiera estado totalmente fuera de lugar. (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. Sobre S. Mateo, 30).

5582 Y al mostrar (Mateo) una decisión pronta para todo y desprenderse así de golpe de todas las cosas de la vida, atestiguaba muy bien, por su perfecta obediencia, que le había llamado el Señor en el momento oportuno (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 30).

5583 El Señor, cuando prepara a los hombres para el Evangelio, no quiere que interpongan ninguna excusa de piedad temporal o terrena, y por eso dice: Sígueme y deja a los muertos que entierren a sus muertos (SAN AGUSTÍN, en Catena Aurea vol. 1, p. 493).

5584 Si Dios nos ha elegido entre una infinidad de criaturas posibles para desempeñar un papel en la creación, esto es un hecho que nosotros no podemos cambiar y ante el cual la única actitud digna de un hombre es la de aceptarlo tal cual es, porque ni depende de nosotros ni dejará de ser así porque pretendamos ignorarlo. (F. SUÁREZ, La Virgen Nuestra Señora, p. 81).

5584b La intervención libre y gratuita de Dios que llama es absolutamente prioritaria, anterior y decisiva. Es suya la iniciativa de llamar. Por ejemplo, esta es la experiencia del profeta Jeremías: "El Señor me habló así: "Antes de formarte en el vientre te conocí; antes que salieras del seno te consagré, te constituí profeta de las naciones"" (Jr 1, 4-5). Y es la misma verdad presentada por el apóstol Pablo, que fundamenta toda vocación en la elección eterna en Cristo, hecha "antes de la creación del mundo" y "conforme al beneplácito de su voluntad" (Ef 1, 4. 5). La primacía absoluta de la gracia en la vocación encuentra su proclamación perfecta en la palabra de Jesús: "No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros y os he destinado para que vayáis y deis fruto y que vuestro fruto permanezca" (Jn 15, 16) (JUAN PABLO II, Exhort. Apost. Pastores dabo vobis, n. 36).

5584c Por tanto, la libertad es esencial para la vocación, una libertad que en la respuesta positiva se califica como adhesión personal profunda, como donación de amor -o mejor como re-donación al Donante: Dios que llama-, esto es, como oblación. "A la llamada -decía Pablo VI- corresponde la respuesta. No puede haber vocaciones si no son libres, es decir, si no son ofrendas espontáneas de sí mismo, conscientes, generosas, totales... Oblaciones; este es prácticamente el verdadero problema... Es la voz humilde y penetrante de Cristo, que dice, hoy como ayer y más que ayer: ven. La libertad se sitúa en su raíz más profunda: la oblación, la generosidad y el sacrificio".
La oblación libre, que constituye el núcleo íntimo y más precioso de la respuesta del hombre a Dios, que llama, encuentra su modelo incomparable, más aún, su raíz viva, en la oblación libérrima de Jesucristo -primero de los llamados- a la voluntad del Padre: "Por eso, al entrar en este mundo, dice Cristo: "No has querido sacrificio ni oblación, pero me has formado un cuerpo... Entonces yo dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad" (Hb 10, 5.7).
En íntima unión con Cristo, María, la Virgen Madre, ha sido la criatura que más ha vivido la plena verdad de la vocación, porque nadie como Ella ha respondido con un amor tan grande al amor inmenso de Dios (JUAN PABLO II, Exhort. Apost. Pastores dabo vobis, n. 36).

Dios da las gracias necesarias para perseverar

5585 A los que Dios elige para una misión los dispone y prepara de suerte que resulten idóneos para desempeñar la misión para la que fueron elegidos (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 3, q. 27, a. 4 c).

5586 Es norma general de todas las gracias especiales comunicadas a cualquier criatura racional que, cuando la gracia divina elige a alguien para algún oficio especial o algún estado muy elevado, otorga todos los carismas que son necesarios a aquella persona así elegida y que la adornan con profusión (SAN BERNARDINO DE SIENA, Sermón 2).

5587 En una ocasión vi un águila encerrada en una jaula de hierro. Estaba sucia, medio desplumada; tenía entre sus garras un trozo de carroña. Entonces pensé en lo que sería de mi, si abandonara la vocación recibida de Dios. Me dio pena aquel animal solitario, aherrojado, que había nacido para subir muy alto y mirar de frente al sol (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 11).

El Señor llama de muchas y diferentes maneras

5588 Cuando Jesús dice: Sígueme, lo hace a través de la predicación, o por la voz de la Escritura, o por una inspiración interior (RABANO MAURO, en Catena Aurea, vol. II, p. 17).

5589 Hay tres géneros de llamamiento. Uno, cuando nos llama Dios directamente; otro, cuando nos llama por medio de los hombres; y el tercero, cuando lo hace por medio de la necesidad (CASIANO, Colaciones, 3).

5590 En esta especie de Iglesia doméstica los padres deben ser para sus hijos los primeros predicadores de la fe, mediante la palabra y el ejemplo, y deben fomentar la vocación propia de cada uno, pero con un cuidado especial la vocación sagrada (CONC. VAT. II, Const. Lumen gentium, 11).

5591 Muchos son los caminos que conducen a Dios. Por eso, cada cual debe seguir con decisión irrevocable el modo de vida que primero abrazó, manteniéndose fiel en su dirección primera. Cualquiera que sea la vocación escogida, podrá llegar a ser perfecto en ella (CASIANO Colaciones, 14).

5591b La maravilla de la Pentecostés es la consagración de todos los caminos: nunca puede entenderse como monopolio ni como estimación de uno solo en detrimento de otros.
Pentecostés es indefinida variedad de lenguas, de métodos, de formas de encuentro con Dios: no uniformidad violenta (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Surco, n. 226).

5592 Muchos piden consejos a Dios sobre diversas cosas. El da a todos una sola e inmediata respuesta, con palabra abierta y clara; pero no siempre la entienden todos, aunque les haya hablado claro, pues se dirigen a El para pedirle consejo de lo que desean, y no siempre obtienen lo que piden. Bueno y fiel servidor será, por cierto, quien no aspire a obtener respuesta con arreglo a su voluntad y quiera solamente lo que estime agradable a Dios, según la respuesta que le plazca darle, conformando su voluntad a la de la Majestad Divina (SAN FRANCISCO DE SALES, Epistolario, fragm. 46, 1. c., p. 680).

La Iglesia tiene necesidad de vocaciones

5593 Son pocos los operarios que hay para recoger tan abundante mies, lo cual no podemos decir sin que nos cause profunda pena, porque aun cuando hay quienes oigan cosas buenas, escasean los que las dicen (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 17 sobre los Evang.).

5594 Si existen buenas ovejas habrá también buenos pastores, pues de entre las buenas ovejas salen los buenos pastores (SAN AGUSTÍN, Sermón 46, sobre los pastores).

5595 Escuchemos lo que dice el Señor a los predicadores que envía a sus campos: La mies es mucha, pero los operarios son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que envíe trabajadores a su mies. Por tanto, para una mies abundante son pocos los trabajadores; al escuchar esto, no podemos dejar de sentir una gran tristeza, porque hay que reconocer que, si bien hay personas que desean escuchar cosas buenas, faltan, en cambio, quienes se dediquen a anunciarlas (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 17 sobre los Evang.).

5596 (Todo sacerdote tiene necesidad)-signo inequívoco de amor a su misión-de promover vocaciones al sacerdocio. Esta exigencia, que afecta a todo el Pueblo de Dios, recae especialmente sobre el sacerdote, que ha de sentir el anhelo de dar un testimonio constante de servicio y de la alegría de su vida de entrega, y de emplear todos los medios, en primer lugar los sobrenaturales, para que sean muchos quienes, sintiendo las necesidades de la Iglesia y la grandeza de la vocación sacerdotal, sepan hacer de su vida un servicio ministerial a Dios y a los hombres. El sacerdote ha de tener el corazón puesto en el seminario, sabiendo que los nuevos presbíteros serán continuadores de su misión y corona de su vida de entrega (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, p. 49).

Los padres y la vocación de los hijos

5597 Y porque sé de no pocas jóvenes que, deseosas de consagrar a Dios su virginidad, no lo consiguieron por estorbárselo sus madres [...], a tales madres dirijo ahora mi discurso y pregunto: ¿no son libres vuestras hijas para amar a los hombres y elegir marido entre ellos, amparándolas la ley en su derecho aun contra vuestra voluntad? Y las que pueden libremente desposarse con un hombre, ¿no han de ser libres para desposarse con Dios? (SAN AMBROSIO, Trat. sobre las vírgenes, 1).

5598 Dijo esto (Deja a los muertos que entierren a sus muertos) no mandando despreciar el honor que se debe a los padres, sino mostrando que ninguna cosa es tan necesaria para nosotros como ocuparnos de los negocios del cielo. Con este fin nos debemos entregar con todo nuestro ardor, y no tardar ni un momento, por inevitables o importantes que sean las cosas que quieran detenernos (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. 1, p. 494).

5599 " Nesciebatis quia in his quae Patris mei sunt oportet me esse? "-¿No sabíais que yo debo emplearme en las cosas que miran al servicio de mi Padre? Respuesta de Jesús adolescente. Y respuesta a una madre como su Madre, que hace tres días que va en su busca, creyéndole perdido.-Respuesta que tiene por complemento aquellas palabras de Cristo, que transcribe San Mateo: " El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí " (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 907).

5600 Cuando en el seno del hogar te presente el demonio la batalla, mostrándote a los padres suplicantes, con lágrimas en los ojos, anunciadoras del dolor que tu partida deja en sus corazones, no te rindas, sino puesta la mirada en Dios, resiste valerosamente, porque si alcanzas victoria en el ataque del amor paterno, no habrá ya amor del mundo capaz de volverte atrás (SAN AMBROSIO, Trat. sobre las vírgenes,

5601 Ni siquiera pidió (Mateo) al Señor que le permitiera ir a su casa y dar la noticia a los suyos; por lo demás, tampoco lo hicieron los pescadores. Estos dejaron redes, barca y padre, y Mateo su oficio de alcabalero y su negocio, para seguir al Señor (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 30).

5602 Déjenlas, pues, ir a ella si Dios las llama, que El sabe cuidar a sus escogidos (SAN AMBROSIO, Sobre la virginidad, 38).

5603 Santiago y Juan son alabados porque siguieron al Señor, abandonando a su padre, y no porque su padre los incitase al mal, sino porque estimaron que su padre podría pasar la vida de otro modo, siguiendo ellos a Cristo (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 101, a. 4 ad 1).

5604 Cosa es de gran lástima, que está el mundo ya con tanta desventura y ceguedad, que les parece a los padres que está su honra en que no se acabe la memoria de este estiércol de los bienes de este mundo, y no la haya en que tarde o temprano se ha de acabar; y todo lo que tiene fin, aunque dure, se acaba, y hay que hacer poco caso de ello, y que a costa de los pobres hijos quieran sustentar sus vanidades, y quitar a Dios con mucho atrevimiento las almas que quiere para sí, y a ellas un tan gran bien [...]. Abridles, Dios mío, los ojos; dadles a entender qué es el amor que están obligados a tener a sus hijos, para que no los hagan tanto mal, y no se quejen delante de Dios en aquel juicio final de ellos, adonde, aunque no quieran, entenderán el valor de cada cosa (SANTA TERESA, Fundaciones, 10, 9).