Catena Áurea
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← Mt 2, 3-6 →
Y el Rey Herodes, cuando lo oyó, se turbó, y toda Jerusalén con él. Y convocando todos los príncipes de los sacerdotes y los escribas del pueblo, les preguntaba dónde había de nacer Cristo. Y ellos le dijeron: "En Belén de Judá: porque así está escrito por el Profeta. Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres la menor entre las principales de Judá; porque de ti saldrá el caudillo que gobernará a mi pueblo Israel". (vv. 3-6)
San Agustín, in sermonibus de Epiphania
Así como los magos desean un Redentor, Herodes teme un sucesor. Esto es lo que significan aquellas palabras: "Y el Rey Herodes, cuando lo oyó, se turbó".
La glosa
Se dice rey, para que de la comparación de aquel que se busca resulte que éste es extraño.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 2
Siendo él mismo idumeo, tiembla cuando oye hablar de un rey de los judíos. Teme que el cetro, volviendo a manos de los judíos, le sea arrancado, y que su raza caiga para siempre del trono. Cuanto más grande es el poder, mayores son los peligros y temores que lo cercan. Así como en los árboles las ramas más elevadas son agitadas por el viento más ligero, de la misma manera los hombres, cuanto más elevado es el puesto que ocupen, son más fácilmente agitados por el leve anuncio del más pequeño suceso; a diferencia de aquéllos de condición humilde, que viven casi siempre en paz, como en el fondo de un apacible valle.
San Agustín, sermones, 200, 2
¿Qué será el tribunal del juez cuando la cuna del Niño hace temblar a los reyes soberbios? Teman éstos, pues, al que está sentado a la diestra del Padre, a aquél que mientras era amamantado por los pechos de su Madre fue temido por un rey impío.
San León Magno, in sermone 4 de Epiphania
Sin embargo, son vanos tus temores, oh Herodes; tus reinos son pequeños para Cristo. El soberano del mundo no puede contentarse con los estrechos límites a donde alcanza tu dominio. Aquél que tú no quieres que reine en Judea, reina en todas partes.
La glosa
Pero Herodes no teme solamente por él, sino también por los romanos, que habían decretado que ninguno fuese proclamado rey o dios sin su consentimiento.
San Gregorio Magno, homiliae in evangelia, 10
Al acercarse el Rey del cielo se turba pues, el rey de la tierra; porque cuando las alturas del cielo se descubren queda confundida la grandeza de la tierra.
San León Magno, in sermone 6 de Epiphania
Herodes en esta circunstancia hace el papel del mismo Satanás, del cual había sido instigador antes y se muestra ahora imitador, el más resuelto y decidido, atormentado por la vocación de los gentiles y por la destrucción de su imperio.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 2
Cada uno es atormentado por un cuidado diferente, y ambos temen un sucesor; Herodes, un rey de la tierra; Satanás, al Rey del cielo. Y he aquí que el mismo pueblo judío se turba, aquel pueblo que debía más bien alegrarse al oír la nueva de que un rey judío acababa de nacer. Y se turba porque los impíos no pueden alegrarse con la venida del Justo; o quizá por temor de que el rey se enojase contra ellos. Esto significan aquellas palabras: "Y toda Jerusalén con él".
La glosa
El pueblo participaba, tal vez por miedo, de las angustias de Herodes. Y es que sucede con frecuencia que el pueblo favorece más de lo que debía a los tiranos cuya opresión sufre y tolera. "Y convocando todos los príncipes de los sacerdotes y los escribas del pueblo". Es de notar aquí la diligencia con que busca a Cristo, lo cual hace con el fin de, si lo encuentra, realizar los planes que más tarde pone en práctica, y si no, excusarse para con los romanos.
Remigio
Son llamados escribas, no solamente por el cargo u oficio de escribir los libros de la Ley, sino principalmente porque interpretan las Sagradas Escrituras. Eran los doctores de la Ley.
El Evangelio prosigue: "Les preguntaba dónde había de nacer el Cristo". Debemos aquí notar que no dice: "dónde ha nacido el Cristo", sino "dónde había de nacer". El les pregunta con astucia para poder conocer si ellos se alegraban del nacimiento del nuevo rey. Lo llama Cristo porque sabía que el rey de los judíos debía ser ungido.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 2
¿Por qué preguntaba Herodes si no creía en las Escrituras? Y si creía en ellas, ¿cómo podía jactarse de hacer desaparecer a Aquél que decían había de ser rey? Estaba instigado por el diablo que creía que las Escrituras no mienten, así son todos los pecadores: ellos no creen totalmente incluso aquello que creen, y si creen es por el brillo invencible de la verdad que no puede estar oculto, y si no creen es porque les ciega el enemigo. Si su fe fuese perfecta, ellos vivirían no como si hubieran de permanecer en este mundo, sino como viajeros y peregrinos que muy pronto lo han de abandonar.
"Y ellos dijeron: En Belén de Judá".
San León Magno, in sermone 1 de Epiphania
Los magos, que habían tenido una señal humana del nacimiento del rey, creyeron que debían buscarle en la ciudad; pero aquél que había tomado la forma de siervo y había venido para ser juzgado y no para juzgar, escogió a Belén para su nacimiento, a Jerusalén para su pasión.
Teodoreto, homilia 1 in concilio Ephesino
Si hubiera elegido la gran ciudad de Roma, se habría creído que el cambio verificado en el mundo era resultado del poder de sus habitantes; si hubiera nacido hijo de un emperador, se hubiera atribuido este resultado a su poder. ¿Qué hizo, pues? Elegir todo lo humilde, todo lo pobre y vil para que no hubiera la menor duda de que era el poder divino el que hacía la transformación del universo. He ahí por qué eligió una Madre pobre y una patria más pobre aún; y he ahí también por qué carece de lo más necesario para vivir. Esto es lo que nos enseña el pesebre.
San Gregorio Magno, homiliae in evangelia, 8
Con razón nace en Belén, pues Belén significa Casa de pan: porque El mismo es quien dijo: "Yo soy el pan vivo que descendí del cielo".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 2
Como ellos debieran ocultar el misterio del rey designado por Dios, sobre todo delante de un rey extranjero, se hacen no ya predicadores de las obras de Dios, sino divulgadores de su misterio. No solamente hacen patente el misterio, sino que alegan el testimonio profético. Por eso añaden: "Porque así está escrito por el profeta", es decir Miqueas, "Y tú, Belén, tierra de Judá" (Mi 5, 2).
La glosa
Esta profecía la pone así, tal como fue dicha, por aquellos escribas que si bien no citaron literalmente, al menos expresaron el auténtico sentido.
San Jerónimo, epistulae, 57
En este lugar se puede acusar a los judíos de ignorantes, porque la profecía dice: "Y tú, Belén Efratá", y no como ellos dijeron: "Y tú, Belén tierra de Judá".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 2
Y más aun, truncando ellos la profecía, llegaron a ser la causa del martirio de los inocentes; porque las palabras del profeta son éstas: "De ti me saldrá aquel que ha de reinar en Israel: su salida desde el principio, desde los días de la eternidad" (Mi 5, 2). Y si ellos hubiesen expuesto la profecía íntegra, considerando Herodes que un rey que existía "desde los días de la eternidad" no podía ser un rey terreno, no hubiera caído en semejante extremo de furor.
San Jerónimo, in Michaeam, 5, 2
El sentido de la profecía es el siguiente: tú, Belén, tierra de Judá o Efratá -y se designa así, porque hay otro Belén en Galilea-, aunque seas una pequeña aldea entre las mil ciudades de Judá, sin embargo, de ti nacerá el Cristo que reinará sobre Israel y que será de la familia de David. El ha nacido de mí antes que fueran los siglos. Por eso el profeta añade: "su salida desde el principio, desde los días de la eternidad"; porque "en el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios" ( Jn 1, 1).
La glosa
Pero los judíos omitieron -como se ha dicho- estas palabras, y cambiaron otras; ya por ignorancia, ya para hacer más claro el sentido de la profecía a Herodes que era un extranjero. Así, en lugar de la palabra Efratá, que era palabra anticuada y tal vez desconocida de Herodes, pusieron Tierra de Judá; y en vez de aquello que había dicho el profeta: "eres la menor entre las mil ciudades de Judá" -queriendo dar a entender su pequeñez o poca importancia en cuanto al número de sus habitantes- dijeron: "No eres la menor entre las principales de Judá" para hacer resaltar más la dignidad que había de tener con el nacimiento de tal príncipe. Es decir, tú eres la más grande entre las ciudades que han producido reyes.
Remigio
O bien: Aunque parezcas la más pequeña de entre las ciudades principales de la tierra, no lo eres en realidad porque de tu seno nacerá un soberano que regirá a mi pueblo Israel. Este soberano es Cristo que rige y gobierna al pueblo fiel.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 7
Notad la exactitud de la profecía que no dice: "en Belén estará" sino "de Belén saldrá", manifestando así que allí solamente nacería. ¿Cómo han de referirse estas palabras a Zorobabel 1 según algunos creen? Su nacimiento no fue desde el principio de los siglos: no nació en Belén, sino en Babilonia, y no en la Judea. Otro nuevo testimonio nos dan las palabras: "No eres la menor, porque de ti saldrá", porque entre los judíos ninguno ha dado tanta celebridad a la aldea en que naciera, como Cristo, cuyo pesebre y cuya choza son continuamente visitados por peregrinos de todas partes del mundo después de su nacimiento. Y si el profeta no dijo: "De ti saldrá el hijo de Dios", sino: "De ti saldrá un soberano que regirá mi pueblo de Israel", fue porque convenía condescender al principio con los judíos a fin de que no se escandalizasen y predicar lo que era concerniente a la salvación del linaje humano para conducirlos mejor a este fin. Las palabras: "Que rija mi pueblo de Israel" tienen aquí un sentido figurado, porque Israel quiere decir todos aquellos judíos que creyeron. Si a todos no rigió Cristo, fue culpa de ellos. Si no dijo nada de los gentiles, fue para no escandalizar a los judíos. ¡Ved cuán admirable providencia! Los judíos y los magos se instruyen los unos a los otros. Los judíos oyen decir a los magos que una estrella ha anunciado a Cristo en oriente, y los magos oyen decir a los judíos que las antiguas profecías lo habían anunciado para que, apoyados en este doble testimonio, buscasen con fe más ardiente a aquél que habían anunciado la aparición de una nueva estrella y la autoridad de los profetas.
San Agustín, sermones, 374, 2 y 373, 4
La estrella que condujo a los magos al lugar en que se encontraban el Salvador y su Madre Virgen hubiera podido conducirlos a Jerusalén. Sin embargo, se ocultó a su vista y no volvió a aparecer sino después que preguntaron a los judíos, y éstos les contestaron: "En Belén de Judá". En esto, los judíos fueron semejantes a los artífices que construyeron el arca de Noé y que perecieron en el diluvio, después de haber preparado a otros los medios de salvarse. O a aquellas piedras que en los caminos marcan las millas, pues mientras sirven de guía a los caminantes, ellas se quedan quietas. Oyeron y partieron al punto los que preguntaban, mientras que los doctores hablaron y se quedaron en Jerusalén. En nuestros días los judíos nos ofrecen un ejemplo semejante, pues hay muchos paganos que cuando les presentamos testimonios irrecusables para probarles que Jesucristo fue anunciado antes de su nacimiento, prefieren acudir a los códices de los judíos, teniendo los nuestros por sospechosos y como invenciones de los cristianos, y a la manera que los magos en otro tiempo dejan a los judíos en sus vanas lecturas y ellos caminan por adorar en la fe.
Notas
1. Zorobabel fue gobernador de Judá bajo la soberanía persa hacia el año 520 a.c. Probablemente nacido en Babilonia durante la cautividad.