Catena Áurea

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El estaba aún hablando, cuando vino una nube luminosa que los cubrió. Y he aquí una voz de la nube, diciendo: "Este es mi Hijo el amado, en quien Yo mucho me he complacido: a El escuchad". Y cuando lo oyeron los discípulos, cayeron sobre sus rostros y tuvieron gran miedo. Mas Jesús se acercó y los tocó, y les dijo: "Levantaos, y no temáis". Y alzando ellos los ojos, a nadie vieron, sino sólo a Jesús. Y al bajar ellos del monte, les mandó Jesús, diciendo: "No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos". (vv. 5-9)


San Jerónimo
Todos los que querían una tienda terrenal hecha de ramas o de tiendas de campaña, están envueltos por la sombra de una nube brillante. Por eso se dice: "El estaba aún hablando, cuando vino una nube luminosa", etc.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 56, 3
El Señor presenta una nube tenebrosa, como aconteció en Sinaí ( Ex 19), cuando amenaza, pero como no trataba aquí de aterrar sino de enseñar, hizo aparecer una nube luminosa.

Orígenes, homilia 3 in Matthaeum
La nube luminosa que rodea a los santos es la virtud del Padre, o quizás el Espíritu Santo, y diré también que nuestro Salvador es la nube luminosa que cubre al Evangelio, a la Ley y a los Profetas. Así lo comprenden los que pueden mirar a la luz en su origen.

San Jerónimo
Pedro hizo una pregunta inconveniente y por eso no mereció la contestación del Señor, pero contesta el Padre por el Hijo, para que tuviera cumplimiento la palabra del Señor ( Jn 8, 18): "El que me ha enviado da testimonio de Mí".

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 56, 3
Mas no hablan Moisés ni Elías, sino que el Padre, que está sobre ellos, hace salir su voz de entre la nube, a fin de que crean los discípulos que esa voz viene de Dios. Siempre suele Dios aparecer en una nube, según aquello ( Sal 96, 2): "La nube y la obscuridad están a su alrededor" y esto es lo que se dicen en las palabras: "Y he aquí una voz de la nube, diciendo".

San Jerónimo
El Padre hace que se oiga su voz desde el cielo, que da testimonio de su Hijo y enseña a Pedro, libre de error, la verdad. Y por medio de Pedro la enseña a los demás apóstoles. Por eso añade: "Este es mi Hijo el amado"; para éste debe hacerse una tienda, a éste debe obedecerse, éste es el Hijo, aquellos son los siervos. Ellos, lo mismo que vosotros, deben preparar al Señor una tienda en lo más profundos de su corazón.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 56, 3
No temas, pues, Pedro. Porque si Dios es poderoso, claro está que del mismo modo es poderoso el Hijo y si El te ama, no temas. Porque El no pierde al que ama, ni tú lo puedes amar tanto como El ama a su Padre, puesto que lo ama, no sólo porque lo ha engendrado, sino porque los dos no tienen más que una sola voluntad. Sigue: "En quien Yo mucho me he complacido", que vale tanto como decir, "en quien descanso", "a quien acepto", porque cumple con celo cuanto viene del Padre y no hay más que una sola voluntad entre El y el Padre y si éste quiere que sea crucificado, tú no te opongas.

San Hilario, in Matthaeum, 17
La voz del cielo atestigua que éste es el Hijo, el amado, aquel en quien se complace el Padre y a quien debemos obedecer, a quien debemos escuchar: "Escuchadle". El mismo, garante de tales maestros, había confirmado con su ejemplo que el que se niegue a sí mismo, cargue su cruz, muriendo el cuerpo, se haría merecedor a la gloria del Reino Celestial.

Remigio
Dice, pues: "Escuchadle", como si dijera en otros términos: desaparezcan las sombras legales, los símbolos de los profetas y seguid la luz brillante del Evangelio. O también, "Escuchadle", a fin de manifestar que El es a quien anunció Moisés ( Dt 18, 13), diciendo: "Dios os suscitará un Profeta de entre vuestros hermanos; escuchadle como a mí". El Señor tuvo, pues, muchos testigos por todas partes. En el cielo la voz del Padre, en el paraíso a Elías, en los infiernos a Moisés y entre los hombres a los apóstoles, a fin de que delante de su nombre se doblase toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los infiernos ( Flp 2).

Orígenes, homilia 3 in Matthaeum
La voz de la nube se dirige a Moisés y a Elías, que deseaban ver y oír al Hijo de Dios, o a los discípulos para instruirlos.

Glosa
Es de notar que el misterio de la segunda regeneración, que se verificará cuando resucitare la carne, se armoniza perfectamente con el misterio de la primera regeneración, que tiene lugar en el bautismo, donde resucita el alma. En el bautismo de Cristo se manifestó toda la Trinidad. Porque allí estuvo el Hijo encarnado, se apareció el Espíritu Santo en forma de paloma y el Padre se declaró en la voz. De la misma manera en la transfiguración, que es una figura misteriosa de la regeneración, se apareció toda la Trinidad: el Padre en la voz, el Hijo en el hombre y el Espíritu Santo en la nube. Se pregunta ahora: ¿por qué el Espíritu Santo se apareció en el bautismo en forma de paloma y en la transfiguración en una nube? Porque suele manifestar ordinariamente sus dones invisibles por las formas que revisten exteriormente. Da en el bautismo la inocencia, significada por la sencillez de la paloma y en la resurrección dará resplandor y descanso. Este está figurado por la nube, y el resplandor de los cuerpos resucitados por el brillo de la nube luminosa.

Sigue: "Y cuando lo oyeron los discípulos, cayeron sobre sus rostros y tuvieron gran miedo".

San Jerónimo
Por tres causas cayeron aterrados de miedo. Porque comprendieron su error, porque quedaron envueltos en la nube luminosa y porque oyeron la voz de Dios cuando les hablaba. Y no pudiendo soportar la fragilidad humana tan grande gloria, se estremece con todo su cuerpo y toda su alma y cae en tierra. Porque el hombre que no conoce su medida, cuanto más quisiere elevarse hacia las cosas sublimes, más se desliza hacia las bajas.

Remigio
El acto de caer los discípulos sobre sus rostros es indicio de santidad. Porque de los santos se dice que caen sobre sus rostros y los impíos de espaldas.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 56, 4
¿Pero cómo es que cayeron sobre sus rostros los discípulos en el monte, cuando antes en el bautismo de Cristo se oyó la misma voz, y, sin embargo, ninguno de los asistentes experimentó semejante cosa? Porque era grande la soledad, la altura y el silencio, la transfiguración imponente, la luz brillante y la nube extendida, todo lo cual no podía menos de causar espanto en el corazón de los discípulos.

San Jerónimo
El Señor misericordioso, viendo a sus discípulos arrojados por el suelo e incapaces de levantarse, se acerca a ellos y los toca. Con su contacto se desvanece el miedo y los debilitados miembros adquieren robustez. Esto es lo que significa: "Y se acercó el Señor y los tocó". Y sanó con su voz a los que había sanado con su mano. Por eso sigue: "Y les dijo: levantaos y no temáis". Primeramente les quita el miedo, para enseñarles después la doctrina. Sigue: "Y alzando ellos los ojos, a nadie vieron sino sólo a Jesús". No sin motivo obró de este modo. Porque si hubieran continuado allí Moisés y Elías con el Señor, no hubieran tenido seguridad los discípulos de a quien daba testimonio la voz del Padre. Ven que el Señor estaba allí y que se desvanecieron Moisés y Elías. Porque después que desapareció la sombra de la ley y de los profetas, se vuelven a encontrar las dos cosas en el Evangelio. Sigue: "No digáis a nadie la visión", etc. No quiere que se publique lo que habían visto entre los pueblos, para que al oír la magnitud del prodigio no lo creyesen imposible y para que no sirviese a los hombres rudos de escándalo, el que a tan grande gloria siguiese después la cruz.

Remigio
O también, porque si se divulgaba en el pueblo la majestad del Señor, este mismo pueblo se opondría a los príncipes de los sacerdotes, e impediría la pasión y de este modo sufriría retraso la redención del género humano.

San Hilario, in Matthaeum, 17
Les manda que guarden silencio sobre las cosas que habían visto, a fin de que, cuando estuvieren llenos del Espíritu Santo, fuesen testigos de los hechos espirituales que acontecieran entonces.


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