Catena Áurea
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← Mt 27, 11-14 →
Y Jesús fue presentado ante el presidente, y le preguntó el presidente y dijo: "¿Eres tú el rey de los judíos?" Jesús le dice: "Tú lo dices". Y como le acusasen los príncipes de los sacerdotes y los ancianos, nada respondió. Entonces le dice Pilato: "¿No oyes cuántos testimonios dicen contra ti?" Y no le respondió a palabra alguna, de modo que se maravilló el presidente en gran manera. (vv. 11-14)
San Agustín, de consensu evangelistarum, 3, 7
Una vez terminado lo que dice San Mateo respecto de Judas el traidor, vuelve al orden de su narración, diciendo: "Y Jesús fue llevado ante el presidente".
Orígenes, in Matthaeum, 35
Considera al que fue constituido por el eterno Padre Juez de toda criatura, cuánto se humilló hasta querer estar delante de este juez de Judea. Y es interrogado sobre un asunto del que acaso el mismo Pilato pregunta con ironía o duda. Por esto sigue: "Y le preguntó el presidente: ¿Eres tú el rey de los judíos?"
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 86, 1
Pilato pregunta esto, porque los enemigos de Jesús todo lo interpretaban mal en contra de El, y como sabían que Pilato no entendía de los asuntos legales, levantan contra El públicas acusaciones.
Orígenes, in Matthaeum, 35
Y Pilato dijo esto de una manera terminante, por cuya razón más adelante escribió el título de Rey de los judíos. Cuando respondió al príncipe de los sacerdotes: "Tú lo has dicho", reprendió su duda de una manera indirecta; pero confirma las palabras afimrativas de Pilato, por lo que sigue: "Jesús le dice: Tú lo has dicho".
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 86, 1
Confesó que era rey, pero del cielo, como se lee terminantemente en otro Evangelio, en que dijo Jesús: "Mi reino no es de este mundo" ( Jn 18, 36); de modo que ni los judíos, ni Pilato, podían alegar excusa alguna al insistir en esta acusación.
San Hilario, in Matthaeum, 32
Ni el pontífice a quien contestando Jesús había dicho: "Tú lo dijiste"; porque bien sabido tenía por la ley que habría de nacer el Cristo. Pero como este que preguntaba si Jesús era el rey de los judíos, desconocía la ley, sólo le contestó: "Tú lo dices"; porque por medio de la fe de esta confesión, había de venir la salvación de los gentiles.
San Jerónimo
Observa además que respondió la sentencia a Pilato, de algún modo forzado a hacerlo. Pues no quiso contestar a los sacerdotes y a los príncipes, creyéndolos indignos de su contestación. Por esta razón, cuando era acusado por los príncipes de los sacerdotes y por los ancianos, nada respondió.
San Agustín, de consensu evangelistarum, 3, 8
San Lucas también manifiesta las mismas culpas de que le acusaban sus enemigos. Dice: "Empezaron a acusarle, diciendo: hemos encontrado a éste sublevando a nuestro pueblo, y prohibiendo pagar sus tributos al César, diciendo además que El es el Cristo Rey" ( Lc 23, 2). No afecta a la esencia el orden con que se refieren estas cosas, como tampoco interesa el que un evangelista calle lo que otro dice.
Orígenes, in Matthaeum, 35
Así como antes Jesús nada respondió, cuando lo acusaban, así tampoco ahora, porque no se dirigía entonces a ellos la palabra de Dios, como en otro tiempo se había dirigido a los profetas. Pero tampoco era digno que respondiese a Pilato, quien no tenía jurisdicción propia para juzgar a Cristo. Sino que por el contrario era traído y llevado, combatido por dos opiniones diferentes. Por esto sigue: "Entonces le dice Pilato: ¿no oyes cuántos testimonios dicen contra ti?"
San Jerónimo
En verdad que es un gentil quien desprecia a Jesucristo, pero echando la culpa al pueblo judío.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 86, 1
Decía también esto, porque quería librarle si respondía disculpándose. Sigue. "Y no le respondió a palabra alguna, de modo que se maravilló el presidente en gran manera". Y aun cuando tenían muchas pruebas de su virtud y de su mansedumbre y humildad, sin embargo, le calumniaban y activaban contra El su juicio perverso. Por esta razón no responde y si alguna vez lo hace, habla con brevedad, no fuera que, por su prolongado silencio se formase de El la idea de pertinacia.
San Jerónimo
Jesús no quiso responder cosa alguna para evitar que, descubriendo el presidente su inocencia, se dilatase el inmenso beneficio de su pasión.
Orígenes, in Matthaeum, 35
El presidente se admiró de su constancia, creyendo acaso que tenía jurisdicción para declararle culpable. Y sin embargo, le veía firme en su tranquila y pacífica sabiduría e imperturbable gravedad, además se admiraba extraordinariamente, porque le parecía un milagro que presentado Jesús ante un juez, como culpable permaneciera impertérrito a vista de la muerte, que tan terrible es a los hombres.