Catena Áurea
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← Jn 5, 25-26 →
"En verdad, en verdad os digo: que viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oyeren, vivirán. Porque así como el Padre tiene vida en sí mismo, así también dio al Hijo el tener vida en sí mismo". (vv. 25-26)
San Agustín In Ioannem tract., 23.
Podría decir alguno: si el Padre da vida al que cree en El, ¿de qué sirves tú? ¿No das vida? Pero sépase que el Hijo da vida a los que quiere. Por esto dice: "En verdad, en verdad os digo que viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios y los que la oyeren, vivirán".
Crisóstomo in Ioannem hom. 38.
Como dice: "Que viene la hora", para que no se crea que pasará mucho tiempo, añadió: "Y ahora es". Y así como en la futura resurrección resucitaremos en cuanto oigamos la voz del que lo manda, así sucedió entonces.
Teofilacto.
Mas dijo esto refiriéndose a aquéllos que había de resucitar de entre los muertos, esto es, la hija del jefe de la sinagoga, al hijo de la viuda, y a Lázaro.
San Agustín In Ioannem tract., 22.
Y para que no se crea que al decir "pasó de la muerte a la vida" entendamos esto respecto de la resurrección final, y queriendo manifestar cómo pasa el que cree, añadió: "En verdad, en verdad os digo: que viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán". No dijo que viven y oyen, sino que resucitarán cuando oigan. ¿Y qué quiere decir que oirán, sino que obedecerán? Porque los que creen y obran según la verdadera fe viven y no están muertos, mas los que o no creen, o creen viviendo mal, no teniendo caridad, más bien deben considerarse como muertos. Y sin embargo, aun se trata ahora de esta época, que es la misma que habrá de durar hasta el fin del mundo, como dice San Juan: "Esta es la hora novísima" ( Jn 1, 2-18).
San Agustín De verb. Dom. serm., 64.
Cuando los muertos (esto es, los infieles) oigan la voz del Hijo de Dios (esto es, el Evangelio), los que la oigan (esto es, los que la obedecieron) vivirán (esto es, se justificarán y ya no serán infieles).
San Agustín In Ioannem tract., 22.
Mas preguntará alguno: ¿tiene el Hijo vida, de la que vivan los que creen? La tiene. Oye lo que dice El mismo: "Porque así como el Padre tiene vida en sí mismo, así también dio al Hijo tener vida en sí mismo". Por lo que su vivir es suyo propio, no lo toma de otro. No es ajeno, no es prestado, como el que participa de la vida, que no es otra cosa más que El mismo; sino que tiene vida en sí, y El es esa misma vida. Mucho más adelante: ¿qué es tu alma, no la tenías muerta? Oye al Padre por medio del Hijo: levántate para que recibas vida en El, la cual no tienes en ti. El Padre es por lo tanto quien te vivifica. El Hijo también te vivifica porque tiene vida en sí mismo, y ésta es la primera resurrección. Y otra vez más adelante: "Mas esta vida que tienen el Padre y el Hijo, pertenece a tu alma; porque el cuerpo no conoce aquella vida de sabiduría, sino el alma racional".
San Hilario De synodis defin. 6.
Encerrados los herejes en los testimonios de las Sagradas Escrituras, conceden tan sólo que el Hijo sea igual al Padre únicamente en el poder, pero no en la naturaleza; no comprendiendo que la semejanza en el poder procede de la semejanza de la naturaleza. Y nunca sucede que la naturaleza inferior se una con otra naturaleza superior más poderosa que ella. Mas no puede negarse que el Hijo de Dios pueda hacer lo mismo que hace el Padre, porque El mismo ha dicho que lo mismo que hace el Padre esto hace el Hijo. Y a la igualdad del poder sucede la igualdad de la naturaleza, cuando dijo: "Porque así como el Padre tiene vida en sí mismo, así también dio al Hijo tener vida en sí mismo". El significado de la naturaleza y la esencia está en la vida, que así como se tiene, así se enseña que es dada para tenerla. Y que hay vida en uno y otro, lo demuestra la esencia de uno y de otro. Y la vida que se engendra como vida -esto es, la esencia que nace de la esencia-, mientras no nace de un modo diferente -esto es, cuando nace una vida de lo que es vida-, tiene en sí la naturaleza identidad de origen.
San Agustín De Trin., 15, 27
Se entiende, pues, que el Padre dio la vida al Hijo cuando ya existía, no sin vida. Porque como lo engendró en la eternidad, la vida que el Padre dio al Hijo engendrándole, es coeterna con la vida de Aquél que la dio.
San Hilario De Trin., 1, 7
Porque ha nacido del viviente como viviente es que se produce el efecto del nacimiento sin novedad en la naturaleza. Pues no es algo nuevo lo que se engendra del que vive como vivo, porque la vida no se suscita de la nada para que se dé el nacimiento, y la vida que recibe de la vida su nacimiento ha de vivir necesariamente en el viviente y ha de tener en sí como vivo al viviente, a causa de la unidad de naturaleza y del misterio de su nacimiento inefable y perfecto. Y ciertamente la fragilidad de la naturaleza humana se forma con elementos distintos y se mantiene unida para vivir con elementos inanimados. Por otro lado, lo que en ella es concebido no vive inmediatamente, ni vive por entero siendo partícipe de la vida, pues hay muchas cosas que se separan por entero antes de haber crecido sin darse cuenta. Pero todo cuanto hay en Dios vive, pues Dios es la vida, y de la vida no puede salir nada más que lo vivo.
San Agustín in Ioannem tract. 22
Luego, cuando se dice: "Dio al Hijo", es lo mismo que si se dijese engendró al Hijo, porque dio engendrando. Y así como le concedió el que existiese, así le concedió que fuese vida en sí mismo, para que no la necesitase de ninguna otra parte, sino que El mismo fuese la plenitud de la vida de donde pudiesen vivir los que creyesen mientras vivieren. ¿Qué diferencia hay entre Aquél que la dio y Aquél que la recibió?
Crisóstomo in Ioannem hom. 38
Véase aquí la semejanza, manifestando la diferencia en uno solo. Porque cuando existe éste, existen el Padre y el Hijo.
San Hilario De synodis defin. 6
Hay diferencia entre la persona que recibe y la que da, porque no puede entenderse que sea uno mismo el que diera y el que recibiera. Porque uno vive para sí y otro confiesa que vive por el que le ha dado vida.