Catena Áurea
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← Jn 6, 56-60 →
"Porque mi carne verdaderamente es comida: y mi sangre verdaderamente es bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí mora, y yo en él. Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, así también el que me come, él mismo vivirá en mí. Este es el pan que descendió del cielo. No como el maná que comieron vuestros padres, y murieron. Quien come este pan, vivirá eternamente". Esto dijo en la Sinagoga, enseñando en Cafarnaúm. (vv. 56-60)
Beda.
Había dicho ya: "El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna", y para manifestar cuánta diferencia hay entre la comida y bebida material y el sacramento espiritual de su cuerpo y su sangre, añadió: "Porque mi carne verdaderamente es comida", etc.
Crisóstomo in Ioannem hom., 46.
Y dice esto, o bien para que crean en lo que estaba diciendo y no que era enigma o parábola, sino para que comprendan que conviene en absoluto comer el cuerpo de Jesucristo; o bien quiere decir que es verdadera comida ésta que salva al alma.
San Agustín In Ioannem tract., 26.
Como los hombres desean conseguir mediante la comida y bebida saciar para siempre su hambre y su sed, esto en realidad no lo satisface nada sino esta comida y esta bebida, que hace inmortales e incorruptibles a aquéllos que la reciben; esto es, a la misma sociedad de los santos, en donde se encontrará la paz y unidad plena y perfecta. Por lo tanto, nuestro Señor recomendó su cuerpo y su sangre como cosas que se reducen y refieren a cierta unidad, porque de muchos granos se forma otro cuerpo (esto es, el pan), que es un solo todo y lo mismo sucede respecto del vino, que se forma por la reunión de muchos racimos. Después manifiesta en qué consiste comer su cuerpo y beber su sangre, diciendo: "El que come mi carne, etc., permanece en mí y yo en él". Esto es, pues, comer aquella comida y beber aquella bebida, a saber: permanecer en Cristo y tener a Cristo permaneciendo en sí. Y por esto el que no permanece en Cristo y aquél en quien Cristo no permanece, sin duda alguna ni come su carne ni bebe su sangre, sino que, por el contrario, come y bebe sacramento de tan gran valía para su condenación.
Crisóstomo, ut supra
De otra manera puede explicarse la continuación: como había ofrecido la vida eterna a los que lo comiesen, para confirmarlo, añadió: "El que come mi carne, etc., permanece en mí".
San Agustín De verb. Dom. serm. 11
Y en realidad, muchos que comen aquella carne y beben aquella sangre hipócritamente, se hacen apóstatas. ¿Acaso permanecen en Cristo y Cristo en ellos? Pero hay cierta manera de comer aquella carne y de beber aquella sangre, para que el que la coma y la beba permanezca en Cristo y Cristo en él.
San Agustín De civ. Dei. 21, 25
Esta es el haber recibido el Cuerpo de Cristo no sólo sacramentalmente, sino efectivamente, por estar incorporados en su cuerpo. 1.
Crisóstomo, ut supra
Y como yo vivo, es cosa clara que él también vivirá. Y para probar esto añade: "Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre".
San Agustín De verb. Dom serm. 11
Como diciendo: Yo vivo como el Padre. Y para que no se crea que es ingénito, añadió: "por el Padre", manifestando, aunque veladamente, que el Padre es su principio. Y cuando dice: "Así también el que come, él mismo vivirá por mí", no dice esto sencillamente de la vida, sino de la vida de santidad. Porque viven también los infieles, aunque no comen de aquella carne. Y tampoco dice esto en cuanto a la resurrección general, porque también resucitarán; sino que habla de la vida de la gloria y que tiene recompensa.
San Agustín In Ioannem tract., 26.
Mas no dice: del mismo modo que como al Padre y yo vivo por el Padre, el que me come también vive por mí. Porque el Hijo no se hace mejor porque participa del Padre, mientras que por la participación del Hijo, que es lo que significa aquel acto de comerlo nosotros, nos hacemos mejores, uniendo a nosotros su cuerpo y su sangre. Y si dijo: "Vivo por el Padre", es porque es de la misma esencia y esto se dice sin detrimento de la igualdad. Y sin embargo, diciendo: "El que me come vivirá por mí", no afirma nuestra igualdad respecto de El, sino que muestra la gracia del mediador. Mas, si según esto oímos: "Vivo por el Padre", como aquello que dice en otro lugar, "Y el Padre es mayor que yo" ( Jn 14, 28), dijo también: "Como me envió el Padre", lo cual equivale decir: para que yo viva por el Padre, esto es, para que mi vida se refiera a El como a lo más grande, fue hecha mi humillación, la causa que me enviara. Pues para que cada uno viva por mí, ha de participar de mí, comiéndome.
San Hilario De Trin., 1, 8
No queda lugar a duda acerca de la verdad de la carne y la sangre de Jesucristo. Mas ahora, según dice el mismo Dios y nuestra fe nos enseña, es verdadera carne y verdadera sangre. Y ésta es la causa de nuestra vida, porque tenemos a Jesucristo viviendo en nosotros, que somos carnales, por medio de la carne, debiendo vivir también nosotros por medio de El, del mismo modo que El vive por el Padre. Y si nosotros vivimos por El de una manera física, según la carne, esto es, habiendo recibido la naturaleza de la carne, ¿cómo dejará de tener en sí al Padre, en cuanto al espíritu, siendo así que El vive por el Padre? Pero vive por el Padre porque su generación no añadió nada ajeno a su naturaleza.
San Agustín In Ioannem tract., 26.
Y bajó del cielo para que vivamos comiendo aquel pan los que no podemos obtener la vida eterna por nosotros mismos. Por esto sigue: "Este es el pan que descendió del cielo".
San Hilario De Trin., 1, 10
Aquí El se denomina pan. Y para que no se crea que sufrió menoscabo el poder y la naturaleza del Verbo al asociarse con la carne, dijo que el pan era su carne, para que por medio de esto, bajando este pan del cielo, no se creyese que el origen de su cuerpo procedía de la concepción natural, manifestando que su cuerpo era del cielo. Mas como el pan es suyo, manifiesta que ha tomado aquel cuerpo por medio del Verbo.
Teofilacto
Por lo tanto, no comemos a Dios en su pura esencia, porque es impalpable e incorpóreo, como tampoco comemos la carne de un puro hombre, que de nada nos podría aprovechar. Mas como Dios unió a sí la carne humana, su carne tiene propiedades que dan vida, no porque se haya convertido en naturaleza divina, sino como sucede al hierro candente, que permanece hierro y tiene las propiedades del fuego. Pues así la carne del Señor es dadora de vida como carne del Verbo.
Beda
Y para manifestar la diferencia de la sombra y de la luz, de la figura y la realidad, añadió: "No como el maná que comieron vuestros padres, y murieron".
San Agustín, ut supra
Aquello de que murieron, quiere que se entienda en el sentido de que no viven eternamente, porque ciertamente en lo temporal también morirán los que comen a Jesucristo, pero vivirán eternamente, porque Jesucristo es la vida eterna.
Crisóstomo, ut supra
Y si fue posible que sin siega y sin grano y otras cosas por el estilo, conservasen la vida aquéllos por espacio de cuarenta años, con mucha más razón puede hacer esto ahora por medio de la comida espiritual, de la cual eran figuras aquellos sucesos. Con frecuencia, pues, ofrece la vida, porque no hay cosa más apreciable para los hombres. Por esto en el Antiguo Testamento se ofrecía la vida larga y ahora se ofrece una vida que no tiene fin. Además quiere demostrar por medio de esto que rompía ahora el decreto de muerte que había dado por el pecado primero, ofreciendo por el contrario la vida eterna. Prosigue: "Esto dijo en la Sinagoga cuando enseñaba en Cafarnaúm", en donde había hecho muchos milagros. Mas enseñaba en la Sinagoga y en el templo, queriendo atraer la multitud y manifestando que no es contrario al Padre.
Beda
En sentido místico, Cafarnaúm -que quiere decir villa hermosísima 2- representa al mundo, mas la Sinagoga representa al pueblo judío. Y por esto se explica que al aparecer el Señor en el mundo por el misterio de su encarnación, enseñó al pueblo judío muchas cosas que comprendió.
Notas
1. "La razón es el haber recibido el Cuerpo de Cristo no sólo sacramentalmente, sino efectivamente, por estar incorporados en su cuerpo. Es el mismo cuerpo del que dijo el Apóstol: Como hay un solo pan, aun siendo muchos no formamos mas que un solo cuerpo. Entonces el que forma parte de la unidad de ese Cuerpo de Cristo, es decir, el que es miembro de ese comunidad formada por los cristianos, que comulgan asiduamente en el sacramento de su Cuerpo en el altar, ése es de quien puede decirse que come el Cuerpo de Cristo y bebe su Sangre" (San Agustín, De civitate dei, 21, 25, 2).
2. Del hebreo kefar nahum, aldea de Nahún (=compasivo o Yahveh consuela), ciudad de Galilea, junto al lago de Tiberíades.