Catena Áurea
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← Jn 9, 18-23 →
Mas los judíos no creyeron de él que hubiese sido ciego y que hubiese recibido la vista, hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista y les preguntaron y dijeron: "¿Es éste vuestro hijo, el que decís que nació ciego? ¿Pues cómo ve ahora?" Sus padres les respondieron y dijeron: "Sabemos que éste es nuestro hijo, y que nació ciego: mas no sabemos cómo ahora tenga vista, o quien le haya abierto los ojos: nosotros no lo sabemos: preguntadlo a él: edad tiene: que hable él por sí mismo". Esto dijeron los padres del ciego, porque temían a los judíos: porque ya habían acordado los judíos que si alguno confesase a Jesús por Cristo, fuese echado de la sinagoga. Por eso dijeron sus padres: "Edad tiene, preguntadlo a él". (vv. 18-23)
Crisóstomo, in Joanem hom 57
No habiendo podido los fariseos acobardar al ciego, antes por el contrario, viéndolo proclamar a Jesús como a su bienhechor, pensaban que podrían deshacer el milagro por el testimonio de los padres. "Mas los judíos no creyeron hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista".
San Agustín, in Joanem tract 44
Esto es, del que había sido ciego y ahora veía.
Crisóstomo, ut supra
Sin embargo, tal es la fuerza de la verdad, que mientras más se la combate con falsos argumentos, más brilla y mayor fuerza tiene. La mentira se resiste a sí misma y no consigue otra cosa que esclarecer más y más la verdad por aquellos mismos medios con que intentaba oscurecerla, y esto es lo que aquí sucede. Para que nadie dijera que el testimonio del pueblo no tenía ningún valor, porque podía muy bien haberse dejado engañar por falsas apariencias, hacen que se presenten los padres, que mejor que nadie conocían a su propio hijo. Los colocan en medio de la asamblea y les preguntan con gran furor: "¿Es éste vuestro hijo, el que vosotros decís que nació ciego?". Y no dicen que un tiempo ha estado ciego, sino que vosotros decís que nació ciego. ¡Oh hombres perversos! ¿Qué padre sería capaz de inventar semejantes mentiras contra su hijo? Lo único que no dicen es que vosotros lo hicisteis ciego. De dos maneras tratan ellos de inducirlos a que nieguen el milagro: o con las palabras "que decís ha nacido ciego" o con las que después añaden: "¿Cómo, pues, ve ahora?"
Teófilacto
Como si dijeran: o es falso que ahora vea, o bien es falso que haya nacido ciego. Pero es innegable que ve ahora; luego es falso que haya nacido ciego, como decís vosotros.
Crisóstomo, ut supra
De las tres preguntas que les hacen, a saber, si es hijo de ellos, si fue ciego y cómo es que ahora ve, satisfacen a dos. Respondieron sus padres "Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego". Eluden la tercera, y por eso añaden: "Mas no sabemos cómo ahora tenga vista". Y esto lo confiesan, porque convenía para esclarecer la verdad, que exigía que nadie contestara más que aquel que había sido curado y que, por lo tanto, era digno de ser creído. "Preguntadlo a él. Edad tiene; que hable él por sí mismo".
San Agustín, ut supra
Nosotros estaríamos obligados a hablar por un niño que no pudiese hablar por sí mismo. Le hemos conocido ciego de nacimiento, pero no mudo.
Crisóstomo, ut supra
Cuán poco agradecidos se mostraron los padres, que callaron por temor a los judíos parte de lo que sabían. "Esto dijeron los padres del ciego por temor a los judíos". Otra vez el Evangelista manifiesta aquí el pensamiento y la intención de los judíos: "Porque ya habían acordado los judíos, que si alguno confesase a Jesús por Cristo, fuese echado de la sinagoga".
San Agustín, ut supra
Ya no era un mal el ser arrojado de la sinagoga. Los judíos arrojaban; Jesús recibía. Por eso dijeron sus padres: "Edad tiene, preguntadlo a él".
Alcuino
En lo cual el Evangelista muestra que ellos respondieron así, no por ignorancia, sino por miedo.
Teófilacto
Más débiles se mostraron que su hijo, el cual se presentó como intrépido testigo de la verdad, teniendo ya los ojos del alma iluminados por Dios.