Catena Áurea
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← Jn 9, 24-34 →
Volvieron, pues, a llamar al hombre que había sido ciego, y le dijeron: "Da gloria a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es pecador". El les dijo: "Si es pecador no lo sé: una cosa sé: que habiendo yo sido ciego, ahora veo". Y ellos le dijeron: "¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?" Les respondió: "Ya os lo he dicho y lo habéis oído: ¿por qué lo queréis oír otra vez? ¿Por ventura queréis vosotros también haceros sus discípulos?" Y le maldijeron y dijeron: "Tú seas su discípulo, que nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que habló Dios a Moisés; mas éste no sabemos de dónde sea". Aquel hombre les respondió y dijo: "Cierto que es ésta cosa maravillosa, que vosotros no sabéis de dónde es, y abrió mis ojos. Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; mas si alguno es temeroso de Dios y hace su voluntad, a éste oye. Nunca fue oído que abriese alguno los ojos de uno que nació ciego. Si éste no fuese de Dios, no pudiera hacer cosa alguna". Respondieron y le dijeron: "¿En pecado eres nacido todo, y tú nos enseñas?" Y le echaron fuera. (vv. 24-34)
Crisóstomo, in Joanem hom 57
Como los padres habían vuelto a enviar a los fariseos a aquel que había sido curado, de aquí el preguntarle por segunda vez. "Volvieron, pues, a llamar al hombre que había sido ciego". Ellos no le dicen claramente: niega que Cristo te ha curado, sino que so pretexto de celo por la religión, tratan de inducirle a ello. "Da gloria a Dios", esto es, confiesa que Cristo nada te ha hecho.
San Agustín, in Joanem tract 44
Es decir, niega lo que has recibido, lo cual ciertamente no es dar gloria a Dios, sino blasfemarlo.
Alcuino
De esta manera querían dar gloria a Dios, haciendo que llamase pecador a Cristo, como ellos mismos hacían, y por eso añaden: "Nosotros sabemos que ese hombre es pecador".
Crisóstomo, in Joanem hom 58
Por qué no le replicasteis cuando os dijo ( Jn 8, 46): "¿Quién de vosotros me argüirá de pecado?".
Alcuino
Pero él, para no dar lugar a la calumnia ni tampoco ocultar la verdad, no dijo: sé que El es justo, sino que les contestó: "Si es pecador, no lo sé".
Crisóstomo, in Joanem hom 57
¿Cómo el mismo que había dicho "Que es profeta", ahora dice: "Si es pecador no lo sé"? ¿Es acaso que el ciego tiene ahora miedo? De ninguna manera. Pero él quiere que éste sea el testimonio de la realidad que haga desaparecer la acusación contra Cristo. Quiere también dar a su respuesta la fuerza de su reconocimiento: "Una cosa sé: que habiendo yo sido ciego, ahora veo". Como si dijera: nada digo ahora de si es pecador, pero lo que puedo asegurar es lo que claramente sé. Como ellos no podían destruir el hecho, vuelven a la primera cuestión, inquiriendo de nuevo la manera de la curación, como perros que van olfateando la caza aquí y allí. Y ellos dijeron: "¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?" Esto es, ¿por ventura, valiéndose de alguna ligereza de manos? No le preguntaron: ¿De qué manera has visto?, sino ¿cómo te abrió los ojos?, dando ocasión para desvirtuar el milagro del Salvador. En tanto que las preguntas que se le hacían necesitaban explicación, él contesta con mesura; pero cuando ya había triunfado de las argucias malévolas de los fariseos, contesta con firmeza a las demás preguntas: "Ya os lo he dicho y lo habéis oído. ¿Por qué lo queréis oír otra vez?". Como si les quisiera decir: Vosotros no queréis hacer caso de lo que ya os he dicho y no responderé más a las preguntas que vanamente me hacéis, no para informaros de la verdad, sino para discurrir razones falsas. "¿Por ventura queréis vosotros también haceros sus discípulos?"
San Agustín, in Joanem tract 44
¿Qué quiere decir: "Por ventura también vosotros"? sino, puesto que yo soy su discípulo, por ventura, ¿queréis vosotros también haceros sus discípulos? Ya veo, pero no tengo envidia. El hablaba estas cosas indignado contra la dureza de los judíos; de ciego que había sido, ahora veía y no podía soportar a los ciegos.
Crisóstomo, ut supra
Así como la verdad tiene un poder irresistible, de la misma manera la mentira es débil; porque la verdad, aun cuando sean débiles aquellos que se amparan con ella, ella los robustece y los hace ilustres, mientras que la mentira hace débiles a los mismos poderosos.
Y prosigue: "Y le maldijeron diciendo: Seas tú discípulo de El".
San Agustín, ut supra
¡Aquí hay maldición si atiendes al corazón, no si examinas las palabras! Caiga tal maldición sobre nosotros y sobre nuestros hijos. Y añadieron: "Nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que habló Dios a Moisés". ¡Ojalá supierais que habló Dios a Moisés! Entonces sabríais que Dios ha sido anunciado por Moisés. Porque el Señor os dice ( Jn 5, 46): "Si creyereis en Moisés, creeríais en mí, porque de mí es de quien ha escrito". ¿Así seguís al siervo, volviendo la espalda al Señor? Pues añadís: "Mas éste no sabemos de dónde sea".
Crisóstomo, ut supra
Preferís y dais más crédito a lo que oís que a lo que veis con vuestros mismos ojos, porque todas las cosas que decís que sabéis, las habéis recibido de vuestros padres. ¿Pero acaso no es más digno de fe Aquel que probó que venía de Dios por medio de milagros, de los que no sólo habéis oído hablar, sino que vosotros mismos habéis visto? Por eso: "Aquel hombre les respondió y dijo: 'Cierto que es ésta cosa maravillosa, que vosotros no sabéis de dónde es y abrió mis ojos'". En todas partes presenta el milagro, porque éste no podrían alterarlo y ya habrían sido convencidos por él. Y como habían dicho que un hombre pecador no puede hacer estos milagros, él se refiere al juicio de ellos, trayéndoles a la memoria sus propias palabras. Por eso añade: "Sabemos que Dios no oye a los pecadores", como si dijera: mi opinión y la vuestra son iguales.
San Agustín, ut supra
Es aún el ungido el que habla, porque Dios oye también a los pecadores; pues si no los oyera, en vano diría el publicano: "Dios, muéstrate propicio a mí pecador" ( Lc 18, 13 ). Por aquella confesión mereció su justificación, de la misma manera que el ciego mereció ser iluminado.
Teófilacto
O bien hay que decir, que por estas palabras "que Dios no oye a los pecadores", se quiere significar que Dios no concede a los pecadores el poder de hacer milagros. Cuando los pecadores imploran el perdón de sus pecados, han sido trasladados del estado de pecadores al de penitentes.
Crisóstomo, ut supra
Y observad que lo que él dijo más arriba: "Si El es pecador, no lo sé", no lo dijo manifestando una duda. Pues aquí no sólo le excusa de pecados, sino que aún lo confiesa muy agradable a Dios. Y así dice: "Si alguno es temeroso de Dios y hace su voluntad, a éste oye". No basta, pues, conocer a Dios, sino que es preciso hacer su voluntad. En seguida publica y ensalza lo que se había hecho, diciendo: "Nunca fue oído que abriese alguno los ojos de uno que nació ciego". Si vosotros confesáis que Dios no oye a los pecadores, observad que este hombre ha hecho un milagro, y tal, que ningún hombre lo hizo jamás; es evidente que el poder en virtud del cual El ha hecho este milagro, es más grande que todo poder humano; y por esto añade: "Si Este no fuese de Dios, no pudiera hacer cosa alguna".
San Agustín, ut supra
Libremente, constantemente, verazmente. Estas cosas que han sido hechas por el Señor, ¿por quién habían sido hechas sino por Dios? ¿O cuándo las habrían hecho los discípulos si el Señor no habitara en ellos?
Crisóstomo, ut supra
Como que había dicho la verdad, en ninguna cosa le habían confundido. Sin embargo, cuando convenía principalmente que lo admiraran, entonces lo condenan: "Ellos le respondieron y dijeron: ¿en pecado eres nacido todo, y tú nos enseñas?"
San Agustín, ut supra
¿Qué quiere decir la palabra todo, sino aludiendo a la ceguera? Pero el que le ha curado la vista le ha curado de todo.
Crisóstomo, ut supra
O bien dicen todo, como si dijeran: Estás en pecado desde tus primeros años. Aquí, pues, le echan en cara su ceguera, manifestando que había estado ciego por sus pecados, lo cual no era cierto. Mientras ellos esperaban de él una negación. Lo creen digno de ser creído; pero ahora lo arrojan fuera.
San Agustín, ut supra
Ellos le habían hecho maestro, le habían preguntado muchas veces para aprender de él; pero ahora, ingratos, arrojan al que les enseña.
Beda
Esta es la costumbre de los mayores, que desdeñan aprender algo de los inferiores.