Catena Áurea
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← Jn 16, 29-33 →
Sus discípulos le dicen: "He aquí ahora hablas claramente y no dices ningún proverbio. Ahora conocemos que sabes todas las cosas, y no es menester que nadie te pregunte: en esto creemos que has salido de Dios". Jesús les respondió: "¿Ahora creéis? He aquí viene y ya es venida la hora en que seáis esparcidos cada uno por su parte, y me dejéis solo: mas yo no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Esto os he dicho, para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis apretura: mas tened confianza, que yo he vencido al mundo". (vv. 29-33)
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 78
Como los discípulos se habían reanimado al oír que eran amigos del Padre, dijeron que entonces conocían que Jesucristo lo sabía todo, y por esto sigue: "Dijeron sus discípulos: Ahora hablas claramente y no dices ninguna parábola".
San Agustín, in Ioannem, tract., 103
Siendo así que tan sólo les ha prometido que en aquella hora futura les hablará sin parábolas, ¿por qué dicen esto, sino porque sabiendo el Señor que para los ignorantes son parábolas aquellas cosas que El sabe, y que de tal modo no las entienden, que ni aun ellos mismos conocen que no las entienden?
Crisóstomo, ut supra
Como el Señor responde a lo que ellos pensaban, exclaman: "Ahora conocemos que tú sabes todas las cosas". Observad la imperfección en que se hallan, que aun después de haberles dicho tantas y tan grandes cosas, dicen: "Ahora conocemos (y esto lo dicen como si le dispensaran una gracia) y no hay necesidad de que nadie te pregunte"; esto es, antes que oigas, conociste las cosas que nos escandalizan, y nos tranquilizaste diciendo: "Porque el Padre os ama".
San Agustín, ut supra
¿Por qué los discípulos se creyeron en el deber de decir a Aquel que conoce todas las cosas: "No es menester que nadie te pregunte", cuando debieron decir: "No tienes necesidad de preguntar nada"? cuando ambas cosas sucedieron; que preguntara el Señor y que fuera preguntado. Pero esta dificultad se resuelve fácilmente, porque más convenía a ellos que al Señor el preguntar que el ser preguntados; porque el Señor no tenía necesidad de preguntarles para aprender nada de ellos, sino más bien para enseñarles, y a los que preguntaban les era ciertamente muy provechoso el aprender algunas cosas de Aquel que las conocía todas, pues el Señor no necesitaba ser preguntado por aquel que quisiera saber algo de El, por cuanto previamente sabía la voluntad de los que preguntaban. No es gran cosa para Dios el prever los pensamientos de los hombres, pero sí lo era para sus pequeñuelos súbditos que dijeron: "En esto creemos que saliste de Dios".
San Hilario, De Trin. 1, 6
Creen que ha salido de Dios, porque hace aquello que es sólo de Dios. El Señor les había dicho repetidas veces: "Yo de Dios salí y he venido al mundo desde el seno de mi Padre", y no se admiraron de lo que tantas veces habían oído; por lo que ahora no dicen: Viniste del Padre a este mundo, porque no sabían que había sido enviado por Dios, pues ignoraban que hubiese salido de Dios. Pero comprendiendo el inefable origen del Hijo por la virtud de su palabra, ellos empezaron a darse cuenta cuando El les confesó que les hablaba sin parábolas. Y ciertamente es muy distinto que nazca un hombre a que Dios sea engendrado, precisamente porque no se trata de un parto como el de los hombres, sino que hablamos de la generación de Dios. Es, pues, uno de uno; no es porción, no es apocamiento, no es disminución, no es derivación, no es extensión; ni sufrimiento, sino nacimiento de viviente de una naturaleza de viviente; no es una criatura elegida para recibir el nombre de Dios; no ha recibido su ser de la nada, sino que ha nacido de un ser permanente, porque la palabra salir significa un nacimiento, no un comienzo.
San Agustín, ut supra
Después, considerando la debilidad en que todavía se encontraban en cuanto al hombre interior, les da el siguiente aviso: "Jesús les respondió: Ahora creéis".
Beda
Lo cual puede entenderse de dos modos. Como ironía: tarde habéis creído: "He aquí que viene la hora"; y como afirmación tiene este sentido: Verdad es lo que creéis: "Pero he aquí la hora en que os disperséis, y huyendo cada uno, me dejéis solo".
San Agustín, ut supra
Porque cuando el Señor fue prendido, no sólo le abandonaron corporalmente, sino que también abandonaron la fe.
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 78
Cuando yo seré entregado y vosotros os disperséis, será tal el temor que os dominará, que ni podréis retiraros juntos, mas de esto ningún daño resultará para mí. Y añade: "Yo no estoy solo, porque el Padre está conmigo".
San Agustín, ut supra
Con esto quería levantar su inteligencia, que comprendieran que el Hijo al salir del Padre no le abandonaba; y concluye diciendo: "Esto os lo he dicho para que tengáis la paz en mí".
Crisóstomo, ut supra
Esto es, para que no me echéis de vuestro corazón, porque la adversidad no sólo os dispersará cuando yo seré aprehendido, sino que mientras estaréis en el mundo seréis atribulados y perseguidos, que esto significan las palabras "En el mundo seréis oprimidos".
San Gregorio, Moralium, 26, 11
Como si dijera: Llevad en vuestro interior un consuelo que os reanime, porque el mundo exterior se ensañará cruelmente con vosotros.
San Agustín, ut supra
El principio de esta persecución tomará su origen de las palabras "Viene la hora en que seáis dispersados cada uno por su lado". Pero esto no había de ser para siempre, porque añadió: "Y me dejaréis solo". Pero no quiere que continúen en las mismas tribulaciones que después de su ascensión habían de tener en este mundo, en términos que le abandonen, sino que encuentren en El la paz, y por esto dice: "Mas tened confianza".
Crisóstomo, ut supra
Esto es: levantad vuestro corazón, pues no es digno de que los discípulos desfallezcan, habiendo el maestro triunfado de sus enemigos. Y sigue: "Porque yo he vencido al mundo".
San Agustín, ut supra
Recibido el Espíritu Santo, adquirieron confianza, y vencieron, no sólo en El, pues no hubiera vencido Este al mundo si el mundo hubiera vencido a sus miembros. Cuando dice: "Os he dicho esto para que tengáis paz en mí", debemos entender que no sólo se refiere a lo que había dicho poco antes, sino a todo lo que dijo desde que empezó a tener discípulos. O bien a aquel largo y admirable sermón que les predicó después de la cena. Esta recomendación de que tuviesen paz en El, no tendrá fin, sino que será el fin de todas nuestras intenciones y obras.