Entrada: " El Señor es fuerza para su pueblo, apoyo y salvación para su Ungido. Salva a tu pueblo y bendice tu heredad, sé su Pastor y llévalos siempre " (Sal 27, 8-9).
Colecta (del Misal anterior, retocada con textos del Gelasiano): " Concédenos vivir siempre, Señor, en el amor y respeto a tu santo nombre, porque jamás dejas de dirigir a quienes estableces en el sólido fundamento de su amor ".
Ofrendas (del Misal anterior, retocada con textos del Veronense y del Gelasiano): " Acepta, Señor, este sacrificio de reconciliación y alabanza, para que, purificados por tu poder, te agrademos con la ofrenda de nuestros amor ".
Comunión: " Los ojos de todos te están aguardando, Señor, tú les das la comida a su tiempo " (Sal 144, 15); o bien: " Yo soy el Buen Pastor, yo doy mi vida por las ovejas, dice el Señor " (Jn 10, 11.15).
Postcomunión (del Misal anterior, retocada con textos del Veronense): " Renovados con el cuerpo y la sangre de tu Hijo, imploramos de tu bondad, Señor, que cuanto celebramos en cada eucaristía sea para nosotros prenda de salvación ".
Se nos presenta en este domingo el drama existencial del cristiano auténtico, en su condición de testigo de Cristo con todas sus consecuencias. No es el discípulo de mejor condición que su Maestro. Él fue vaticinado como " signo de contradicción " (Lc 2, 34). Por lo mismo el cristiano no puede quedar extrañado de que le surjan contradicciones y dificultades. Pero Cristo venció y el que le sigue también participa de su victoria.
– Jr 20, 10-13: Libró la vida del pobre de manos de los impíos. Jeremías, por su fidelidad a Dios y por su misión de testigo de sus designios ante el pueblo degenerado y frívolo, fue personalmente un signo de contradicción en medio de los suyos. Figura de Cristo y de los cristianos.
– Es bien expresivo el Salmo 68 sobre el tema de la contradicción: " Por Ti he aguantado afrentas, la vergüenza cubrió mi rostro ". Ante todo vemos en este Salmo la figura de Cristo, el Hijo de Dios, devorado por el celo de la Casa y de la causa de su Padre; muerto por nuestros pecados, insultado, abandonado de todos saciada su sed con vinagre...
" Soy un extraño para mis hermanos, un extranjero para los hijos de mi madre, porque me devora el celo de tu templo, y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí. Pero mi oración se dirige a Ti, Dios mío, el día de tu favor; que me escuche tu gran bondad, que tu fidelidad me ayude. Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia; por tu gran compasión vuélvete hacia mí. Miradlo los humildes y alegraos, buscad al Señor y vivirá vuestro corazón. Que el Señor escucha a los pobres, no desprecia a los cautivos. Alábenlo el cielo y la tierra, las aguas y cuanto bulle en ellas ".
Buena ocasión para agradecer al Señor los beneficios de su Pasión, para seguirle, para imitarle, para soportar las contradicciones de la vida presente.
¡Qué caminos tan distintos siguen Dios y el hombre! Dios hecho hombre tiene sed y el hombre le da vinagre. El hombre tiene sed y Dios hecho hombre le da su propia Sangre para la vida eterna! (Mt 26, 27). San Ignacio de Loyola decía:
" ¿Qué he hecho por Cristo? ¿Qué hago por Cristo? ¿Qué debo hacer por Cristo? "
– Rm 5, 12-15: El don no se puede comparar con la caída. San Pablo subraya nuestra solidaridad en la condenación a fin de exaltar nuestra solidaridad en la gracia que se nos da por Jesucristo. La vida de toda la humanidad es, por lo mismo, un signo de contradicción. El pecado de origen común y la gracia redentora de Cristo luchan en el interior de cada hombre. No es posible ser indiferente. Comenta San Agustín:
" Ved lo que nos dio a beber el hombre, ved lo que bebimos de aquel progenitor, que apenas pudimos digerir. Si esto nos vino por medio del hombre ¿qué nos llegó a través del Hijo del Hombre?... Por aquél el pecado, por Cristo la justicia. Por tanto todos los pecadores pertenecen al hombre, todos los justos al Hijo del Hombre " (Sermón 255, 4).
Y en otro lugar:
" Gracias a la acción mediadora de Cristo, adquiere la reconciliación con Dios la masa entera del género humano, alejada de Él por el pecado de Adán (Rm 5, 12). ¿Quién podrá verse libre de esto? ¿Quién se distinguiría pasando de esta masa de ira a la misericordia? ¿Quién, pues, te distingue? ¿Qué tienes que no hayas recibido? No nos distingue los méritos, sino la gracia... Gracias a una sola persona, nos salvamos los mayores, los menores, los ancianos, los hombres maduros, los niños, los recién nacidos; todos nos salvamos gracias a uno solo: Cristo " (Sermón 293, 8).
– Mt 10, 26-33: No tengáis miedo a los que matan el cuerpo. Los auténticos discípulos de Cristo habrán de afrontar siempre la contradicción de cuantos no conocen a Cristo o positivamente lo rechazan. " No puede ser el discípulo de mejor condición que el Maestro ". San Juan Crisóstomo comenta:
" Ya, pues, que ha animado el Señor y levantado a sus apóstoles, nuevamente les profetiza los peligros que habrían de pasar, y nuevamente también presta alas a sus almas y los levanta por encima de todas las cosas. Pues, ¿qué les dice? No temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. ¡Mirad cómo los pone por encima de todo! Porque no les persuade a despreciar sólo toda solicitud y la maledicencia, y los peligros, y las insidias, sino a la muerte misma, que parece ser lo más espantoso de todo. Y no sólo la muerte en general, sino hasta la muerte violenta...
" ¿Teméis la muerte, y por eso vaciláis en predicar? Justamente porque teméis la muerte, tenéis que predicar, pues la predicación os librará de la verdadera muerte. Porque, aun cuando os hayan de quitar la vida, contra lo que es principal en vosotros, nada han de poder, por más que se empeñen y porfíen... De suerte que, si temes el suplicio, teme a lo que es mucho más grave que la muerte del cuerpo.
" Mirad cómo tampoco aquí les promete el Señor librarlos de la muerte. No, permite que mueran; pero les hace merced mayor que si no lo hubiera permitido. Porque mucho más que librarlos de la muerte es persuadirlos de que desprecien la muerte. Así pues, no los arroja temerariamente a los peligros, pero los hace superiores a todo peligro. Y notad cómo con una breve palabra fija el Señor en sus almas el dogma de la inmortalidad del alma y cómo, plantadas en ella esa saludable doctrina, pasa a animarlos por otros razonamientos " (Homilía 34, 2, sobre San Mateo).
Dios es el único Dueño de la creación. Con ocasión de apaciguar la tempestad, Jesús hace que sus discípulos se pongan en interrogante acerca de su origen divino. San Pablo revela hoy el secreto de su vida: el amor de Cristo le ha conquistado. Ese amor que ha hecho de él una criatura nueva, le confiere una visión renovada del mundo: " Lo viejo ha pasado, ha llegado lo nuevo ".
– Jb 38, 1.8-11: Aquí se romperá la arrogancia de tus olas. Como Creador, cuyas huellas se nos evidencian en todas las obras de la creación, " Dios no se encuentra lejos de cada uno de nosotros. En Él vivimos, nos movemos y existimos " (Hch 17, 27-28).
– Esta lectura sirve de introducción a la del Evangelio y lo mismo también el Salmo 106: " Los hijos de Israel entraron en nave por el mar comerciando por las aguas inmensa... Él habló y levantó un viento tormentoso, que alzaba las olas a lo alto; subían al cielo y bajaban al abismo... Pero gritaron a Dios en su angustia y los arrancó de la tribulación ". Sea una interpretación simbólica de cuatro grupos de personas liberadas de peligros diversos, o sea una interpretación realista de cuatro grupos de personas que suben a Jerusalén para ofrecer sacrificios de acción de gracias, en el fondo es lo mismo: se dan gracias a Dios por los peligros de que los ha liberado, ya sea para significar la liberación de la cautividad de Babilonia u otros peligros.
Esto nos lleva a la acción de gracias por antonomasia: la Eucaristía que celebramos y que es el centro de la vida cristiana. Por ella damos también gracias a Dios por los beneficios que constantemente recibimos de él.
– 2Co 5, 14-17: Lo viejo ha pasado, ha llegado lo nuevo. La suprema cercanía personal y amorosa de Dios a nosotros se ha consumado en el Corazón de Cristo. Su presencia viviente de Verbo encarnado, con el sello de su divinidad tras su Resurrección, le hace convivir misteriosamente con sus elegidos en la Iglesia. San Agustín dice:
" En efecto, ya ve a Cristo detenido el que dice: Y "si habíamos conocido a Cristo, según la carne, ahora no lo conocemos así" (2Co 5, 16). En la medida en que es posible en esta vida, veía la divinidad de Cristo. Existe la divinidad de Cristo, existe la humanidad. La divinidad se detiene, la humanidad pasa. ¿Qué significa que la divinidad se detiene? No cambia, no se destruye, no retrocede. Su venida a nosotros no significó separarse del Padre; ni su Ascensión el moverse localmente " (Sermón 188, 14).
" Ha llegado lo nuevo ". San Juan Crisóstomo señala el cambio radical que ha supuesto la Encarnación de nuestro Señor Jesucristo, y la diferencia consecuente entre judaísmo y cristianismo:
" En lugar de una Jerusalén terrestre, hay una Jerusalén descendida del cielo; en lugar de un templo material y sensible, un templo espiritual que no aparece a nuestras miradas; en lugar de unas tablas de piedra, depositarias de la ley divina, son nuestros propios cuerpos los que han venido a ser el santuario del Espíritu Santo; en lugar de la circuncisión, el Bautismo; en lugar del maná, el Cuerpo del Señor; en lugar del agua que brotó de la roca, la sangre que salió del costado de Jesucristo; la cruz del Salvador reemplaza la vara de Aarón y Moisés, y el Reino de los Cielos a la tierra prometida " (Homilía 11 sobre 2 Cor).
– Mc 4, 35-40: ¿Quién es éste a quien el viento y las olas obedecen?. Jesucristo es mucho más que una " revelación de Dios " en medio de los hombres o que un signo humano de la divinidad. Es la presencia personal del Verbo consustancial al Padre, viviente en condición e intimidad humanas entre los hombres. Comenta San Agustín:
" Oíste una afrenta, he ahí el viento. Te airaste, he ahí el oleaje. Soplando el viento y encrespándose el oleaje, se halla en peligro la nave, peligra tu corazón. Oída la afrenta deseas vengarte. Te vengaste y, cediendo a la injuria ajena, naufragaste. ¿Cuál es la causa? Porque duerme en ti Cristo. ¿Qué significa: duerme en ti Cristo? Te olvidaste de Cristo. Despierta, pues, a Cristo; acuérdate de Él, está despierto en ti; piensa en Él. ¿Qué querías? Vengarte. ¿Se te ha pasado de la memoria que El, cuando fue crucificado dijo: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen"? (Lc 23, 34). Quien dormía en tu corazón no quiso vengarse. Despiértale, acuérdate de Él. Recordarle es recordar su palabra. Recordarle es recordar su precepto. Si Cristo está despierto en ti, ¿qué dices en tu interior? ¿Quién soy yo para querer vengarme? ¿Quién soy yo para proferir amenazas contra un hombre?... Por tanto calmaré mi ira y volveré a la quietud de mi corazón. Dio órdenes Cristo y se produjo la bonanza " (Sermón 63, 2).
En el Evangelio, después de la confesión de fe de San Pedro, Jesús anuncia su Pasión e invita a sus discípulos a tomar cada uno su cruz para seguirlo. Esto ha sugerido colocar como primera lectura la profecía de Zacarías sobre el Siervo doliente, que prefiguraba a Cristo.
San Pablo nos recuerda que, por hallarnos unidos a Cristo a causa del Bautismo, no formamos ya más que un sólo Cuerpo con Él. Nada debe separar a quienes se reconocen en la fe hijos de Dios. ¿Seremos capaces de reconocer esta revelación fundamental por encima de nuestras divisiones?
– Za 12, 10-11: Mirarán al que traspasaron. Ya antes del acontecimiento redentor del Calvario, Dios había anunciado por sus profetas la condición victima solidaria del Mesías Redentor: El Gran Traspasado por nuestros pecados. Dice San Agustín:
" Oíd y entended; ya un profeta había dicho esto: Alzarán los ojos a Aquél a quien traspasaron. Verán, pues, la forma misma que traspasaron con una lanza; se sentará como juez; condenará a los verdaderos culpables quien fue culpado injustamente. Él mismo será quien venga en aquella forma. También tienes esto en el Evangelio " (Sermón 127, 10).
El primogénito traspasado por nuestros pecados, que con su sacrificio en la cruz, está recabando nuestras miradas de amor penitente y agradecido. En la cruz se nos evidenció todo el amor de Dios a los hombres en la inmolación redentora del Corazón que tanto ha amado a los hombres.
Pero el sacrificio del Calvario es preciso hacerlo, de alguna manera, nuestro. Por la penitencia sincera, evidenciamos tener conciencia de la profunda necesidad que todos tenemos de Cristo.
Por la fe amorosa, podemos retornar a la condición bautismal de hijos de Dios marcados para la santidad.
– Con el Salmo 62 decimos: " Mi alma está sedienta de Ti, Señor, Dios mío ". Del que traspasaron brotó sangre y agua: sangre del sacrificio y agua de vida y gracia. Al caer sobre nosotros esa agua fecunda, sentimos primero nuestra aridez, se exacerba nuestra sed de Dios, pues sentimos una corriente de vida, mejor que lo que comúnmente llamamos vida: es la gracia de estar unidos a Dios y recibir su espíritu "
– Ga 3, 26-29: Los que habéis sido bautizados os habéis revestido de Cristo. Por el bautismo el misterio de la cruz se hace una realidad misteriosamente eficaz en nosotros. Nos incorpora a Cristo, haciéndonos participar de su condición de Hijo del Padre. San Juan Crisóstomo comenta este pasaje de San Pablo:
" Si la ley es un pedagogo y, encerrados, ella nos custodiaba, no es contraria a la gracia, sino que colabora con ella. Por el contrario, se le opondría si, venida la gracia, ella persistiera en mantener su dominio. Corrompería nuestra salvación si impidiera acudir a la gracia. Sería como la lámpara que iluminando de noche, impidiera, llegado el día, la vista del sol, por lo que no sería agradable, sino desagradable. Así sucedería también con la ley, que sería un obstáculo en la consecución de lo que es mejor. Los que ahora la observan, son los que sobre todo la desacreditan, de la misma manera que el pedagogo ridiculiza al joven cuando, llegado el momento de apartarse de él se aferra junto a él...
" ¿Por qué no dijo: cuantos habéis sido bautizados en Cristo, habéis nacido de Dios? -era, sin duda, la consecuencia lógica de ser hijos de Dios-. Porque recalca la misma idea de una forma más efectiva. Si Cristo es Hijo de Dios y tú te has revestido de Él, teniendo al Hijo en ti mismo y haciéndote semejante a Él, alcanzaste una total conexión con Él " (Comentario a la Carta a los Gálatas III,5).
– Lc 9, 18-24: Tú eres el Mesías de Dios. El Hijo del hombre tiene que padecer mucho. Todo el amor redentor del Corazón de Cristo Jesús hacia nosotros se convirtió en una constante obsesión por el misterio de la Cruz. Su pasión fue el sello misterioso de su condición de verdadero Mesías y el aval del amor infinito que nos tiene. San Ambrosio explica:
" Pedro no ha seguido el juicio del pueblo, sino que ha expresado el suyo propio al decir: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo. El que es, es siempre, no ha comenzado a ser, ni dejará de ser. La bondad de Cristo es grande porque casi todos sus nombres los ha dado a sus discípulos... Cristo es piedra -pues bebían de la roca que los seguía, y "la roca era Cristo" (1 Cor 10, 4)-, y Él tampoco ha rehusado la gracia de este nombre a su discípulo, de tal forma que él es también Pedro, para que tenga de la piedra la solidez constante, la firmeza de la fe.
" Esfuérzate también tú en ser piedra. Y así, no busques la piedra fuera de ti, sino dentro de ti. Tu piedra es tu acción; tu piedra es tu espíritu. Sobre esta piedra se edifique tu casa, para que ninguna borrasca de los malos espíritus pueda tirarla. Tu piedra es la fe; la fe es el fundamento de la Iglesia. Si eres piedra estarás en la Iglesia, porque la Iglesia está fundada sobre piedra. Si estás en la Iglesia, las puertas del infierno no prevalecerán sobre ti: las puertas del infierno son las puertas de la muerte y las puertas de la muerte no pueden ser las puertas de la Iglesia... El Hijo del Hombre ha de padecer mucho... Tal vez el Señor ha añadido esto porque sabía que sus discípulos difícilmente habían de creer en su pasión y en su resurrección. Por eso ha preferido afirmar Él mismo su pasión y su resurrección, para que naciese la fe del hecho y no la discordia del anuncio. Luego Cristo no ha querido glorificarse, sino que ha querido aparecer sin gloria para padecer el sufrimiento; y tú, que has nacido sin gloria, ¿quieres glorificarte? Por el camino que ha recorrido Cristo es por donde tú has de caminar. Esto es reconocerle, esto es imitarle en la ignominia y en la buena fama (2 Cor 6, 8), para que te gloríes en la cruz como Él mismo se ha gloriado " (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib.VI, 97-98 y 100).