Exequias de un niño aún no bautizado
Si algún niño, a quien los padres querían bautizar, muere antes del bautismo, el obispo diocesano, considerando las circunstancias pastorales, puede permitir que se celebren las exequias en la misma casa del difunto, o también según el tipo de exequias que se emplea para los demás en la región.
En esta clase de exequias se hará normalmente una celebración de la liturgia de la Palabra, como se especifica en el Ritual. Si alguna vez se considera conveniente la celebración de la Misa, utilícense los textos que siguen.
En la catequesis se ha de tener muy en cuenta no oscurecer ante los fieles la doctrina de la necesidad del bautismo.
Antífona de entrada por un difunto
Cf. 4 Esd 2, 34-35: Señor, dales el descanso eterno y brille sobre ellos la luz eterna.
El Señor le abra las puertas del paraíso para que pueda volver a aquella patria donde ya no hay muerte, sino paz y alegría sin fin.
1Ts 4, 14, 1Co 15, 22: Del mismo modo que Jesús ha muerto y resucitado, a los que han muerto en Jesús Dios los llevará con él. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida. Aleluya.
Ap 21, 4: Dios enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor. Porque el primer mundo ha pasado.
Señor Jesús, concede el descanso eterno a quienes has salvado con tu sangre preciosa.
Cf. Rm 8, 11: Dios, que resucitó de entre los muertos a Jesús, vivificará también nuestros cuerpos mortales, por su Espíritu que habita en nosotros. Aleluya.
El Señor le abra las puertas del paraíso para que pueda volver a aquella patria donde ya no hay muerte, sino paz y alegría sin fin.
Jb 19, 25-26: Sé que mi Redentor vive y que al final de los tiempos he de resucitar del polvo y en esta carne mía contemplaré a mi Dios.
Antífona de comunión por un difunto
Cf. 4 Esd 2, 35.34: Brille, Señor, sobre ellos la luz eterna; vivan con tus santos por siempre, porque tú eres compasivo. Señor, dales el descanso eterno y brille sobre ellos la luz eterna; vivan con tus santos por siempre, porque tú eres compasivo.
Flp 3, 20-21: Aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo. Él transformará nuestra condición humilde, según el modelo de su condición gloriosa.
Jn 11, 25 26: Yo soy la resurrección y la vida –dice el Señor–: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. Aleluya.
Jn 11, 25; Jn 3, 36; Jn 5, 24: Yo soy la resurrección y la vida dice el Señor : el que cree en mí posee la vida eterna y no será condenado, porque ha pasado ya de la muerte a la vida.
Tú, Señor, que eres el descanso después del trabajo, tú que eres la vida después de la muerte, concédeles el descanso eterno.
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo –dice el Señor–; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo. Aleluya.
Jn 6, 37: Todo lo que me da el Padre vendrá a mí –dice el Señor–, y al que venga a mí, no lo echaré afuera.
Cf. Jn 6, 50 Éste es el pan que baja del cielo –dice el Señor–, para que el hombre coma de Él y no muera para siempre.
Antífona de entrada por varios difuntos
Señor, dales el descanso eterno y alegra su alma con el esplendor de la gloria.
Jn 3, 16 Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.
Ap 14, 13 Dichosos ya los muertos que mueren en el Señor. Que descansen de sus fatigas, porque sus obras los acompañan.
Antífona de comunión por varios difuntos
1Jn 4, 9 Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él.
Flp 3, 20 21 Aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo. Él transformará nuestra condición humilde, según el modelo de su condición gloriosa.
Concede, Señor, el descanso eterno a nuestros hermanos, en cuya memoria nos reunimos, para participar de tu Cuerpo y de tu Sangre.
Otras oraciones por un difunto
Imploramos humildemente tu misericordia, Señor,
por tu siervo N.,
que trabajó fielmente en la propagación del Evangelio,
para que alcance seguro el premio de tu reino.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Oh, Dios,
que riges la vida y el tiempo de los hombres,
te encomendamos humildemente a tu siervo N.,
cuya breve existencia lloramos,
para que le concedas vivir la perenne juventud
en la felicidad de tu morada.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Oh, Dios,
que concediste a tu siervo N.
servirte en los padecimientos y en la enfermedad,
te pedimos
que, quien siguió el ejemplo de paciencia de tu Hijo,
alcance el premio de su misma gloria.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Muéstranos, Señor, el poder de tu infinita bondad,
pues lloramos a nuestro hermano N.,
que nos ha sido arrebatado por una muerte repentina,
para que confiemos en que ha pasado
a vivir en tu compañía.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Te pedimos, Dios todopoderoso,
Por el alma de tu siervo N.,
Que por amor a Cristo
siguió el camino de la caridad perfecta;
haz que se alegre en la venida de tu gloria
y goce con sus hermanos
de la felicidad eterna de tu reino.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Por un solo cónyuge difunto: Señor, absuelve misericordiosamente de sus culpas a N., y toma bajo la protección de tu amor a su esposa (esposo) N.; que los que vivieron unidos en esta vida por el amor conyugal lleguen a reunirse eternamente en la plenitud de tu amor en la gloria. Por nuestro Señor Jesucristo.
Absuelve, Señor, con misericordia
a tu siervo N. (a tu sierva N.)
y toma bajo la constante protección de tu bondad
a su esposa N. (a su esposo N.),
a quienes el amor conyugal unió fielmente en esta vida,
para que la plenitud de tu caridad los mantenga unidos en la eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Esta misa se puede celebrar en el día del primer aniversario, incluso en los días de la octava de la Natividad del Señor, en los que concurre una memoria obligatoria, o en las ferias que no sean el Miércoles de Ceniza o la Semana Santa.
En otros aniversarios, se puede celebrar en las ferias del tiempo ordinario aunque concurra una memoria libre.
Esta misa se puede celebrar tras el anuncio de la muerte, o en la última sepultura del difunto, incluso en los días de la octava de la Natividad del Señor, en los que coincide una
memoria obligatoria, o en las ferias que no sean el Miércoles de Ceniza o la Semana Santa.
Las misas «cotidianas» de difuntos pueden celebrarse en las ferias del tiempo ordinario aunque coincida una memoria libre, mientras se apliquen realmente por difuntos.