1MACABEOS

1M 1 El autor sitúa la rebelión macabea en el marco de la helenización del Oriente Próximo. Tanto a Alejandro Magno como a sus sucesores, los Diádocos, los descalifica con un conciso juicio moral: multiplicaron las desgracias del mundo. Nuestro autor se detiene en la actuación helenizadora del rey seléucida Antíoco IV Epífanes, quien, con la complicidad de los judíos «apóstatas», implanta las costumbres helénicas y saquea la ciudad y el templo de Jerusalén; en una posterior acción de castigo, heleniza la ciudad de David, sobre todo con la creación del enclave de la acrópolis o ciudadela, instaura los cultos gentiles y promulga el edicto de persecución a la religión tradicional.

1M 2 Paso de la resistencia pasiva a la activa frente a la persecución y a la helenización paganizante, incluyendo la transición a la «guerra santa» (1M 2, 44-48), que adquirirá una plena consolidación con Judas Macabeo. La prueba del sacrificio pagano es superada por la «ira santa» de Matatías, dando muerte al mismo tiempo al judío apóstata y al funcionario real; con ello se manifiestan desde el principio los dos frentes que abordará la rebelión macabea: el judaísmo apóstata y la persecución del rey. El autor justifica la acción de Matatías, aludiendo al «celo por la ley» de Pinjás (Nm 25, 6-15). La superación de una segunda prueba, mediante la interpretación humanizante de la ley del descanso sabático, facilitará el paso al despliegue de la «guerra santa».

1M 3, 1-9, 22 Esta parte ocupa la mitad del libro y está dedicada a la gesta de Judas Macabeo. A través de sucesivas batallas, va alcanzando las metas de la liberación deseada: primero la recuperación de Jerusalén con su templo, que permite la purificación y la nueva solemne dedicación del mismo (1M 3, 1-4, 61); en segundo lugar, después de la muerte de Antíoco IV, logra un compromiso de paz con su hijo Antíoco V, junto con una autonomía todavía imperfecta y tolerancia religiosa para la nación judía (1M 5, 1-6, 63); finalmente, la firma de un pacto con Roma, en tiempos de Demetrio I, ante quien Judas sucumbe en la batalla (1M 7, 1-9, 22).

1M 4, 36-61 La recuperación del templo era un objetivo deseado por Judas y los suyos; de ahí que su purificación y dedicación se refieran con detenimiento y razonable satisfacción (36-60, véase 2M 10, 1-8). Nuestro autor las sitúa antes de la muerte de Antíoco, mientras que 2M 10, 1ss lo hace inmediatamente después.

1M 5-6 Alcanzada la meta de la Purificación y Dedicación del templo, este nuevo bloque presenta a Judas en lucha contra las naciones vecinas para lograr otro objetivo pendiente: la liberación del pueblo. El relato de la muerte de Antíoco IV, desplazado literariamente a este lugar, da paso a la campaña de Lisias junto al sucesor, Antíoco V, y al logro de un tratado de paz que hace viable la libertad religiosa del pueblo judío.

1M 7, 1-9, 22 Esta última sección del caudillaje de Judas se presenta en un contexto nuevo: la subida de Demetrio I al trono seléucida, quien continúa con la política helenizante. Se manifiesta con claridad la escisión de grupos entre los judíos. 1Macabeos comienza ahora a ocuparse del sumo sacerdocio (2Macabeos lo hace con anterioridad). Judas y los suyos plantean su lucha y su presencia internacional en busca de mayor autonomía política. El autor separa las acciones y la muerte de Judas en 1M 7 y 9, incluyendo en 1M 8 el tratado con Roma.

1M 8, 1-16 Se interrumpe el relato de las batallas de Judas, para introducir el tratado con Roma; así luce un final glorioso de esta última sección sobre Judas (8, 1-22), antes de ofrecer el sombrío relato de su derrota y muerte. Roma apoyaba a los rebeldes en Oriente para debilitar a los gobernantes todavía no sometidos. Al tratado como tal (1M 8, 17-32), precede este elogio a los romanos. En él se exalta el poder militar de Roma (2-12), su fidelidad a los pueblos aliados (1. 12s) y sus formas de gobierno (14-16). El elogio, no exento de ingenuidad, manifiesta que los judíos todavía no han vivido la experiencia de la dominación romana y que, en su debilidad, necesitaban apoyo.

1M 9, 1-22 La historia enlaza con 1M 7, 50. Relato sombrío, que prepara al lector para la noticia de la derrota y muerte de Judas: el ejército de Báquides y Alcimo, por tanto siro-judío, es más poderoso que el de Judas (1M 7, 8ss); el ejército judío está acobardado (9, 6) y Judas queda afectado (7) e insinúa la posibilidad de la muerte (10); esta vez no hay una invocación al Señor antes de la batalla. Judas se mantiene, sin embargo, con valentía, y derrota el ala derecha del ejército de Báquides (10. 14ss). Pero Judas cae y muere. Su muerte es llorada (21) como la de Saúl y Jonatán (2S 1, 27).

1M 9, 23-12, 53 Jonatán, que había acompañado a Judas en otras batallas, es elegido por los amigos de Judas como jefe y caudillo (9, 29-31). Su ciclo se divide en tres tiempos: a) se comprueba su liderazgo al vencer a Báquides (1M 9, 23-73); b) en el período contemporáneo a Alejandro Balas (1M 10, 1-11, 19) ejerce, con autoridad reconocida, un arbitraje práctico entre Alejandro y Demetrio I, y c) mientras prosigue el conflicto dinástico entre Antíoco VII y Demetrio II, Jonatán manifiesta también sus dotes políticas ante Roma y Esparta, hasta ser capturado por Trifón (1M 11, 20-12, 53) –más tarde será ejecutado (1M 13, 19-23)–. Con Jonatán, sumo sacerdote y etnarca (jefe de la nación judía), se ponen las bases de la dinastía asmonea.

1M 10, 1-11, 19 En este segundo tiempo, Jonatán se encuentra en medio de las rivalidades de Demetrio I, ya reinante, y Alejandro Balas, que se denominaba Epífanes y se hacía pasar por hijo de Antíoco IV; había conquistado la amistad de Roma. Demetrio (1M 10, 3. 6. 25-45) y Alejandro (1M 10, 18) ofrecían a Jonatán sus favores. Jonatán optó por Alejandro. Muerto Demetrio I (1M 10, 50), su hijo Demetrio II, hizo valer sus derechos al trono. Envió a su general Apolonio, que se enfrentó a Jonatán (1M 10, 67-75). La victoria de Jonatán (1M 10, 74-89) le permitió aumentar su prestigio ante Alejandro (10. 88ss) y ampliar sus dominios. Antes de que Demetrio II comenzara a reinar en el 145 a.C. (11, 19), Tolomeo, enfrentado con Alejandro, se apoderó de las ciudades de la costa (1M 11, 1-8). Jonatán salió a Jafa para ofrecer los honores a Tolomeo (1M 11, 6s). Tolomeo ganó la amistad de Demetrio II y acabó por ceñirse también la corona de Asia (1M 11, 9-13). Tolomeo venció a Alejandro y, poco después, ambos murieron (1M 11, 15-18).

1M 11, 20-12, 53 En este tercer tiempo de Jonatán hay varias fases. En la primera, buscan su amistad y apoyo los dos contendientes al poder seléucida: Demetrio II (1M 11, 20-52) y Antíoco VI (1M 11, 39ss. 54-59); singular paradoja: los Macabeos son buscados como salvadores del reino seléucida. En la segunda fase, Jonatán y su hermano Simón, ganados por los favores de Antíoco VI, se enfrentan a los ejércitos de Demetrio II y acaban venciéndolos (1M 11, 63-74). En un tercer tiempo, se refiere la captura de Jonatán por parte de Trifón (1M 12, 39-53). Trifón, intrigante y ambicioso, quiere arrebatar el reino a su anterior protegido, Antíoco VI; viendo en Jonatán un adversario para sus pretensiones, lo captura con engaño en Tolemaida (1M 12, 39-50). Final triste: duelo en Israel y propuesta de exterminio (1M 12, 52ss.).

1M 13-16 Comienza la quinta parte del libro que, teniendo a Simón como figura central, enlaza con el pasado inmediato y pone las bases para la continuidad macabea en la dinastía asmonea. Se distinguen tres unidades: 1M 13, 14 y 15-16.

1M 14, 4-15 Elogio rítmico de Simón (véase 1M 3, 3-9), tejido de rasgos históricos y alusiones bíblicas. Resalta sus acciones de guerra y de gobierno. Combina las bendiciones del Dt (Dt 28, 1-14), las glorias de la dinastía davídica (Sal 72, 7; Is 54, 1-3) y las esperanzas proféticas (Is 40-55; Jr 31, 12; Ez 34, 27; Za 8, 4-6, 12; Mi 4, 4; Sal 72).

1M 15, 1-14 Antíoco VII Sidetes, hijo de Demetrio I y hermano de Demetrio II, se enteró en Rodas de la prisión de su hermano. Aunque en la carta que dirige a Simón confirma las concesiones y privilegios otorgados anteriormente al Macabeo, añadiendo incluso la autorización de acuñar moneda propia, en realidad constituye un ejercicio de soberanía real sobre Simón.

1M 16, 11-24 Simón y los suyos mueren en el fortín de Dok, en la cima del actual monte de la Cuarentena, sobre Jericó. En realidad, los dos hijos fueron retenidos como rehenes y asesinados más tarde, cuando Tolomeo huye a Filadelfia (Ammán).