Bajo el nombre de Baruc se recogen dos escritos independientes que ya desde la Vulgata suelen aparecer juntos: el libro de Baruc y la Carta de Jeremías. Cuando en el siglo XIII los escritos sagrados se dividieron por capítulos, la Carta se numeró como capítulo sexto de Baruc. En cambio, en la mayoría de los manuscritos de la versión griega de los Setenta el texto de Baruc se sitúa inmediatamente después del libro de Jeremías, relegando la Carta de Jeremías a continuación de Lamentaciones. En las versiones latinas Baruc y la Carta siguen a Jeremías y Lamentaciones. Éste es el orden que adoptan la Neovulgata y las Biblias católicas modernas. De hecho, Baruc y la Carta hacen referencia a la situación de los deportados en Babilonia y por eso se sitúan después del libro de Jeremías, que trata de las causas del destierro, y antes de Ezequiel, profeta que desarrolla su actividad durante la cautividad babilónica.
El libro de Baruc se nos ha transmitido en lengua griega, aunque la mayoría de los estudiosos modernos piensa que se trata de la traducción de un original hebreo perdido. Tal vez por no conservarse el original hebreo, el libro de Baruc no fue recibido en el canon judío de Yamnia (hacia el 90-100 d.C.).
Entre los intérpretes cristianos antiguos el libro de Baruc se consideraba, junto con Lamentaciones, como un apéndice de Jeremías; por eso, en la lista de libros inspirados de algunos concilios no aparece mencionado expresamente, pero no porque se dudara de su canonicidad. A partir del siglo IV se fue abriendo paso el título de Baruc, como distinto del de Jeremías, sobre todo en los manuscritos y ediciones de la Vulgata latina. El Concilio de Trento incluye el libro de Baruc por su nombre entre los libros canónicos. Lutero y algunos protestantes lo engloban en los apócrifos del Antiguo Testamento, o simplemente lo omiten.
El libro de Baruc se puede dividir en cinco partes, de desigual extensión.
I. INTRODUCCIÓN (Ba 1, 1-14). Presenta al autor, los motivos del libro y sus circunstancias, con una breve descripción de la situación de los desterrados en Babilonia 1; y anuncia el envío de una carta a los que quedaron en Jerusalén, con el ruego de que ofrezcan sacrificios y oraciones 2.
II. CONFESIÓN DE LOS PECADOS Y PETICIÓN DE PERDÓN (Ba 1, 15-Ba 3, 8). Escrita en prosa, la sección comprende dos confesiones públicas, en que se reconocen ante Dios los pecados pasados y sus desgraciadas consecuencias 3, acompañadas respectivamente de dos oraciones de súplica de perdón 4. Los pecados que se confiesan han causado el justo castigo divino de la deportación y reclaman la necesidad de la conversión por parte del pueblo y de sus gobernantes.
III. ISRAEL Y LA SABIDURÍA (Ba 3, 9-Ba 4, 4). Escrita en verso, consiste fundamentalmente en un elogio de la Sabiduría, que hace de esta sección la más parecida a los libros sapienciales. Israel está en el destierro por haber abandonado el camino del Señor que es la Sabiduría 5. Las naciones paganas buscan una sabiduría meramente humana, que pretende poder, riquezas y dominio de los recursos naturales 6, pero no han buscado la verdadera Sabiduría, que sólo viene de Dios 7. El Señor expresó la Sabiduría en la Ley y se la otorgó a Jacob-Israel, que debe sentirse dichoso de ser depositario de los mandamientos de Dios 8.
IV. CONVERSIÓN Y GOZO DE JERUSALÉN (Ba 4, 5-Ba 5, 9). Escrita también en forma poética, incluye, con ciertas alternancias, pasajes de lamentación, esperanza y consuelo. Jerusalén llora a sus hijos dispersos, confiesa la propia incapacidad para prestarles ayuda y reconoce que el Señor es su única esperanza. Se pueden distinguir varias secciones. Primero, una exhortación de consuelo y aliento 9; a continuación, una lamentación de Jerusalén que se dirige a las ciudades vecinas10 y a sus propios hijos, en tonos de consolación y llamada a convertirse11; seguidamente, un cántico de alegría12; y, al final, una recapitulación y conclusión13.
V. CARTA DE JEREMÍAS (Ba 6, 1-72). Es la carta del profeta dirigida a los deportados de Babilonia. Se trata de una extensa exhortación a no caer en el culto a los ídolos de las naciones entre las que han sido dispersados los israelitas a causa de sus pecados. Casi toda la carta adquiere tono de sátira del culto pagano a los ídolos. Se ridiculiza la idolatría por contraste con el poder del Señor, Dios de Israel, que ha obrado y obra maravillas y prodigios en los cielos y en la tierra, con los que manifiesta ser el Dios Único.
El libro de Baruc, a pesar de la sencillez del esquema general, incluye varios géneros literarios: cartas14; oraciones de súplica15; manifestaciones de contrición16; cantos de alabanza, de consolación y de lamentación17, unidos por un motivo común: pecado–exilio–retorno. Destaca en la parte central del libro la reflexión sobre la Sabiduría, con un canto de exhortación, una amonestación sapiencial y un canto a la Sabiduría divina18.
La principal fuente de información acerca de Baruc es el libro de Jeremías, en el que aparece un Baruc, escribiente, colaborador y hombre de confianza del profeta19. De éste recibió Baruc el encargo de poner por escrito sus vaticinios, para leerlos en el Templo, delante del pueblo, y ante el rey Yoyaquim de Judá. El monarca destruyó el rollo quemándolo20, si bien Baruc volvió a escribir las profecías de Jeremías al dictado de éste21. En Jr 51, 59 se habla de un tal Seraías, con la misma genealogía que Baruc y jefe de la intendencia del rey Sedecías de Judá, que recibió el encargo de llevar a Babilonia un escrito de Jeremías en el que se vaticinaban las desgracias que iban a caer sobre Babilonia. Muchos intérpretes piensan que Seraías y Baruc eran hermanos. Si esto es así, tendríamos una confirmación de la elevada posición de Baruc. Después de la caída de Jerusalén, acompañó a su maestro a Egipto22.
Poco sabemos de él después de esos acontecimientos, salvo, según Ba 1, 1-3, que se encontraba en Babilonia el año quinto después de la toma de Jerusalén (587 a.C.). El historiador judío Flavio Josefo dice que Nabucodonosor, después de la conquista de la ciudad santa, invadió Egipto y deportó a Babilonia a judíos que se habían refugiado allí23; pero, según otra tradición rabínica atestiguada por San Jerónimo24, Baruc y Jeremías habrían muerto antes de la invasión de Nabucodonosor. Las historias transmitidas por rabinos que también hacen de Baruc el maestro de Esdras, no tienen fundamentos serios. Por esto, casi todo lo relativo al libro es objeto de discusión entre los estudiosos: autenticidad, unidad, proceso de composición, fecha de redacción y lengua original. Se puede afirmar que, de manera general, las características de lenguaje y estilo, los semitismos, las afinidades con Jeremías y Lamentaciones, y la unidad del libro apoyan su atribución a Baruc, secretario de Jeremías, pero no la garantizan. Podría fácilmente tratarse de un caso muy antiguo de pseudoepigrafía, pues su atribución a Baruc consta ya en el encabezamiento del libro. Las distintas partes, exceptuado el cap. 6, la Carta de Jeremías, no son tan distintas que hagan imposible la atribución a un solo autor; podrían tener explicación como partes redactadas en circunstancias históricas algo distintas, a saber, cuando era todavía vivo el dolor por la toma y destrucción de Jerusalén, y en momentos en que había peligro de influjo de las religiones paganas o se valoraba el influjo de la sabiduría de pueblos extranjeros. Estos rasgos hacen mirar hacia la época que siguió al destierro de Babilonia, pero en un sentido muy amplio, pues parecidas circunstancias pudieron darse en la época persa (entre el 500 y el 300 a.C.), o en la época helenística (entre el 300 y el 50 a.C.), es decir, entre los siglos V y I a.C. Una datación más precisa de Baruc es cuestión hoy abierta.
Baruc se presenta como un puente entre los libros proféticos y los sapienciales. Subraya los temas preferidos por los profetas: omnipotencia, unicidad y eternidad de Dios y falsedad de los ídolos; reconocimiento de los pecados cometidos por el pueblo elegido; espera de la redención, representada como restauración de Jerusalén y vuelta de los dispersos por las naciones. De especial importancia es lo que se refiere a la Sabiduría. De ella se afirma su naturaleza divina y se presenta ya personificada, aunque no de modo tan claro a como aparece en el libro de la Sabiduría.
La lectura continuada del libro conduce desde la contemplación dolorida de las desgracias del pueblo a causa de sus pecados hasta el gozo por la perspectiva de salvación futura. En líneas generales, sigue, pues, la pauta de los libros proféticos.
El libro de Baruc no es citado explícitamente en el Nuevo Testamento, si bien es posible encontrar algunos pasajes que evocan algunas palabras del escrito profético25. En la Tradición de la Iglesia ha sido poco comentado. Normalmente es considerado por los Padres de la Iglesia más bien como un anexo al libro de Jeremías que como un libro aparte. Así Arístides (hacia el 130), Tertuliano y, sobre todo, San Ireneo. Quizá por este motivo sea poco citado, a excepción de Ba 3, 36-38, interpretado frecuentemente por los Padres de la Iglesia en sentido mesiánico, como anuncio de la Encarnación. Sólo a partir del siglo IV Baruc es mencionado por su nombre por algunos Padres, como San Atanasio, San Cirilo de Jerusalén, Epifanio, etc. Con todo, cabe recordar que Ba 4, 36-37 y Ba 5, 1-9 fueron utilizados como apoyo en cuestiones de escatología, Ba 3, 12 en argumentaciones trinitarias y Ba 4, 20.22 y Ba 3, 35-37 en discusiones cristológicas.
En la época moderna, el Libro de Baruc con la Carta de Jeremías apenas son citados, probablemente debido a que gran parte de su contenido se encuentra, de una u otra forma, en los grandes profetas –especialmente Jeremías, Daniel, Isaías y Ezequiel–, en los Salmos y otros libros sapienciales.
El lector cristiano ve en el libro de Baruc la providencia de Dios en medio de los avatares y tribulaciones del pueblo elegido, al que prepara hacia la futura salvación que Dios envía en Jesucristo.
1 Ba 1, 1-9.
2 Ba 1, 10-14.
3 Ba 1, 15-2, 10 y 2, 19-35.
4 Ba 2, 11-18 y 3, 1-8.
5 Ba 3, 9-14.
6 Ba 3, 15-31.
7 Ba 3, 32-36.
8 Ba 3, 37-4, 4.
9 Ba 4, 5-8.
10 Ba 4, 9-16.
11 Ba 4, 17-29.
12 Ba 4, 30-37.
13 Ba 5, 1-9.
14 Ba 1, 10-14; 6, 1-72.
15 Ba 1, 15-22; 2, 11-18; 3, 1-8.
16 Ba 2, 1-10.19-26.
17 Ba 4, 8-5, 9.
18 Ba 3, 9-4, 8.
19 cfr Jr 32, 12.16.
20 cfr Jr 36, 1-26.
21 cfr Jr 36, 27-32.
22 cfr Jr 43, 2-7.
23 cfr Antiquitates Iudaicae 10, 181s.
24 Commentarii in Isaiam 30, 6s.
25 Ba 1, 1 y 1Ts 2, 2; Ba 3, 29 y Jn 3, 13; Rm 10, 6; Ba 4, 1 y Mt 5, 18; Ba 4, 7 y 1Co 10, 20; Ba 4, 35 y Ap 18, 2; Ba 4, 37 y Mt 8, 11 y Lc 13, 29; Ba 6, 72 y 1Jn 5, 21.