1a No es mi intención, hijos míos, dirigir hoy la meditación. Me limitaré a señalaros algunos puntos de la Misa de este domingo Lætare de Cuaresma, para que los meditéis.
1b «Abiit Iesus trans mare Galilaa... Pasó Jesús al otro lado del mar de Galilea, también llamado Tiberiades, y como le siguiese una gran muchedumbre de gentes, porque veían los milagros que hacía con los enfermos, subióse a un monte y se sentó allí con sus discípulos» 9. La primera consideración, hijos míos, es examinar por qué hemos seguido nosotros a Jesucristo, y por qué estamos con El, asentados con El, en íntima familiaridad, con el deber gustoso de buscar de continuo su trato.
2a Estas gentes, de que habla el Evangelio, le seguían porque habían visto milagros: las curaciones que hacía Jesús. Vosotros y yo, ¿por qué? Cada uno de nosotros ha de plantearse esta pregunta y ha de buscar una respuesta sincera. Y una vez que te hayas interrogado y respondido, en la presencia del Señor, llénate de hacimiento de gracias porque estar con Cristo es estar seguro. Poderse mirar en Cristo es poder ser cada día mejor. Tratar a Cristo es necesariamente amar a Cristo. Y amar a Cristo es asegurarse la felicidad: la felicidad eterna, el amor más pleno, con la visión beatífica de la Trinidad Santísima.
2b He dicho antes, hijos, que no os daría la meditación, sino puntos para vuestra oración personal. Medita por tu cuenta, hijo mío. ¿Por qué estás con Cristo en el Opus Dei? ¿Desde cuándo sentiste la atracción de Jesucristo? ¿Por qué? ¿Cómo has sabido corresponder desde el principio hasta ahora? ¿Cómo el Señor con su cariño te ha traído a la Obra, para que estés muy cerca de Él, para que tengas intimidad con Él?
2c Y tú ¿cómo has correspondido? ¿Qué pones de tu parte para que esa intimidad con Cristo no se pierda y para que no la pierdan tus hermanos? ¿En qué piensas desde que tienes todos esos compromisos? ¿En ti o en la gloria de Dios? ¿En ti o en los demás? ¿En ti, en tus cosas, en tus pequeñeces, en tus miserias, en tus detalles de soberbia, en tus cosas de sensualidad? ¿En qué piensas habitualmente? Medítalo, y luego deja que el corazón actúe en la voluntad y en el entendimiento.
2d A ver si lo que el Señor ha hecho contigo, hijo mío, no ha sido mucho más que curar enfermos. A ver si no ha dado vista a nuestros ojos, que estaban ciegos para contemplar sus maravillas; a ver si no ha dado vigor a nuestros miembros, que no eran capaces de moverse con sentido sobrenatural; a ver si quizá no nos ha resucitado como a Lázaro, porque estábamos muertos a la vida de Dios. ¿No es para gritar: «Laetare, Ierusalem?» 10. ¿No es para que yo os diga: «Gaudete cum laetitia, qui in tristitia fuistis» 11; alegraos los que habéis estado tristes?
2e Hemos de agradecer al Señor, en este primer punto, el premio inmerecido de la vocación. Y le prometemos que la vamos a estimar cada día más, custodiándola como la joya más preciosa que nos haya podido regalar nuestro Padre Dios. Al mismo tiempo, entendemos una vez más que, mientras estamos desempeñando este mandato de gobierno que la Obra nos ha confiado, nuestro afán ha de ser especialmente buscar la santidad para santificar a los demás: vosotros, a vuestros hermanos; yo, a mis hijos. Porque «no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santidad» 12.
3a Pero volvamos al Evangelio. Es interesante comprobar cómo se recoge repetidamente la distinción entre los Apóstoles, los discípulos y la muchedumbre; y aun dentro de los Apóstoles, entre un grupo de ellos –los tres predilectos del Señor– y los demás. También en esto me parece que nuestra Obra tiene una profunda entraña evangélica. Somos para la muchedumbre, pero cerca de nosotros hay tantos amigos y compañeros que reciben más inmediatamente el influjo del espíritu del Opus Dei. El Señor nos coloca en un monte alto, como a sus discípulos, pero a la vista de la muchedumbre. Lo mismo sucede con vosotros: entre vuestros hermanos –todos somos iguales en la Obra–, por el cargo que ahora ocupáis, vosotros estáis más a la vista. No lo olvidéis, y no me perdáis nunca de mira este sentido de responsabilidad.
3b «Se acercaba la Pascua, la gran fiesta de los judíos. Habiendo, pues, Jesús levantado los ojos y viendo venir a un grandísimo gentío» 13... Fijaos en esa muchedumbre, insisto. El Señor tiene puestos los ojos y el corazón en la gente, en todos los hombres, sin excluir a nadie.
No se nos escapa la lección de que no podemos ser intransigentes con las personas. Con la doctrina, sí. Con las personas, nunca, ¡nunca! Actuando de este modo, necesariamente seremos -ésa es nuestra vocación- sal y luz, pero entre la muchedumbre. De cuando en cuando nos retiraremos a la barca o nos apartaremos a un monte, como Jesús; pero lo ordinario será vivir y trabajar entre la gente, como uno más.
3c Entonces Jesús «dijo a Felipe: ¿dónde compraremos panes para dar de comer a toda esa gente? Mas esto lo decía para probarle, pues bien sabía El mismo lo que había de hacer» 14. Yo, muchas veces a lo largo de la historia de la Obra, he pensado que el Señor tiene las cosas previstas desde la eternidad, pero que por otra parte nos deja libérrimos. El Señor a veces parece que nos tienta, que quiere probar nuestra fe. Pero Jesucristo no nos deja: si nos mantenemos firmes, Él está dispuesto a hacer milagros, a multiplicar los panes, a cambiar las voluntades, a dar luz a las inteligencias más oscuras, a hacer –con una gracia extraordinaria– que sean capaces de rectitud los que quizá nunca lo han sido.
3d ¡Hijos míos, qué confianza! Esto es lo que yo querría que fuese el segundo punto. He querido que consideréis, en primer lugar, que estamos en la Obra, junto a Cristo, no para aislarnos, sino, por el contrario, para darnos a la muchedumbre; primero a vuestros hermanos, y luego, a los demás. Después, que no nos debe inquietar que nos asalte el pensamiento de las necesidades, porque el Señor acudirá en nuestra ayuda. Si alguna vez sentimos ese tentans eum –para probarle– de que habla el Santo Evangelio, no nos hemos de preocupar, porque es eso: que Dios nuestro Señor juega con nosotros. Estoy seguro de que pasa por encima de nuestras miserias: porque conoce nuestra flaqueza, porque conoce nuestro amor y nuestra fe y nuestra esperanza. Todo esto lo resumo en una palabra: confianza. Pero una confianza que, como está fundamentada en Cristo, tiene que ser delante de Dios una oración urgente, bien sentida, bien recibida: más, si llega a la Trinidad Beatísima por las manos de nuestra Madre, que es la Madre de Dios.
3e Sentido de responsabilidad: que estamos en la barca. Con Cristo, la barca no se hunde. ¡Con Cristo! Sentido de responsabilidad: de nosotros, de nuestra vida, de nuestra conducta, de nuestra manera de pedir tanta cosa divina. Y luego no nos faltarán los medios. Tendremos lo necesario para continuar con nuestro apostolado a través de los siglos, dando el alimento a todos, multiplicando el pan.
3f Esta es la segunda consideración: sentido de responsabilidad. Por eso, pedimos perdón a Nuestro Señor por tantas tonterías que cada uno habrá hecho. Pedimos perdón, con el deseo eficaz de rectificar. Y damos gracias, las damos con fe: seguros de que, pase lo que pase, al final madurará el fruto. Sentido de responsabilidad y una gran confianza en ese Señor que es Padre nuestro, que es Todopoderoso, que es la Sabiduría y el Amor... Yo ahora me callo; sigue tú por tu cuenta unos minutos.
4a Os he dicho tantas veces, hijos míos –y vosotros lo habéis repetido otras tantas–, que Dios nuestro Señor, en su providencia amorosísima, en el cariño que tiene a los hombres -«delicia mea esse cum filiis hominum» 15, son sus delicias estar con los hijos de los hombres-, ha querido, de algún modo, hacernos corredentores con El. Por eso, para ayudarnos a comprender esta maravilla, hace relatar al evangelista con todo detalle este prodigio grande. Él podía sacar el pan de donde quisiera, porque «mías son todas las bestias de los bosques y los miles de animales de los montes. Y en mi mano están todas las aves del cielo y todos los animales del campo..., mío es el mundo y cuanto lo llena» 16. Pues, no. Busca la cooperación humana.
4b «Dícele uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro: aquí está un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; mas ¿qué es eso para tanta gente?» 17. Necesita de un niño, de un muchacho, de unos trozos de pan y de unos peces. Le hacemos falta tú y yo, hijo mío: ¡y es Dios! Esto nos urge a ser generosos en nuestra correspondencia. No necesita para nada de ninguno de nosotros, y –al mismo tiempo– nos necesita a todos. ¡Qué maravilla! Lo poco que somos, lo poco que valemos, nuestros pocos talentos nos los pide, no se los podemos escatimar. Los dos peces, el pan: todo.
4c Cada uno deberá ahora preguntarse: ¿qué he hecho yo con mis sentidos hasta ahora? ¿Qué he hecho con mis potencias: con la memoria, con el entendimiento, con la voluntad? Sólo la meditación de esta frase nos llevaría horas. ¿Qué habremos de hacer con todo el ser nuestro, de aquí en adelante? Es natural que venga ahora a nuestra mente el pensamiento de tantas cosas que no iban, y que quizá todavía no van. Por eso te digo: hijo mío, ¿tienes deseos de rectificación, de purificación, de mortificación, de tratar más al Señor, de aumentar tu piedad, sin teatro ni cosas externas, con naturalidad? Porque todo eso es aumentar la eficacia de la Obra, en nuestra alma y en la de todos los hombres. Si te detienes en un examen de la vida tuya más reciente, te será más fácil seguir las consideraciones que yo comento en voz alta, en vuestro nombre y en el mío.
4d Dijo entonces Jesús: «Haced sentar a esas gentes»… 18. Los discípulos sabían que Jesús quería dar de comer a aquellas gentes, pero no tenían dinero: «Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno de ellos tome un bocado» 19. No tenían ni mucho ni poco dinero, y se necesitaba un capitalón para dar de comer a aquella muchedumbre. El Señor va a poner remedio: «Haced sentar a esas gentes. El sitio estaba cubierto de hierba. Sentáronse, pues, alrededor de cinco mil hombres» 20. ¡Cinco mil! Oyen la voz del Señor y obedecen todos, todos, ¡todos!, empezando por los discípulos. ¡Cómo anda a veces la obediencia por ahí...! ¡Qué pena! Todo se quiere poner en tela de juicio. Aun en la vida de entrega a Dios, hay algunas personas para quienes todo es ocasión de disquisiciones: si pueden mandar los superiores esto, si pueden mandar lo otro, si pueden mandar aquí, si pueden mandar allá... En el Opus Dei sabemos esto: se puede mandar todo –con el máximo respeto a la libertad personal, en materias políticas y profesionales–, mientras no sea ofensa de Dios.
5a Pero mirad el fruto de la obediencia de éstos: un milagro. Jesús hace un milagro pasmoso. Y en la Obra, ¡los hace tantas veces! Unos, por providencia ordinaria; otros, por providencia extraordinaria. Dios está dispuesto, lo que hace falta es que obedezcamos, que obliguemos al Señor procurando tener mucha fe en El. Y entonces es cuando se luce. Entonces es cuando hace cosas en las que se ve que está El por medio. Entonces es cuando hace una de las suyas: como ésta, como ésta.
5b «Jesús tomó entonces los panes; y después de haber dado gracias, los repartió entre los que estaban sentados; y lo mismo hizo con los peces, dando a todos cuanto querían» 21. Así, con generosidad. ¿Qué me pedís?: ¿dos, tres? El da cuatro, da seis, da cien. ¿Por qué? Porque Cristo ve las cosas con sabiduría divina, y con su omnipotencia puede y va más lejos que nosotros. Por eso, al considerar en estos días –meses, años– ese asunto del que no sabemos si se consigue ahora o más adelante –tengo fe en que pueda ser ahora–, al discurrir con mi cabeza humana y concluir que no saldrá, digo: ¡antes, más, mejor! ¡El Señor ve más allá que nuestra lógica! Hace las cosas antes, más generosamente, y las hace mejor.
5c «Después que quedaron saciados, dijo a sus discípulos: recoged los pedazos que han sobrado, para que no se pierdan. Hicieronlo así y llenaron doce cestos de los pedazos que habían sobrado de los cinco panes de cebada, después que todos hubieron comido» 22. Ya sabéis, es conocidísima, la manera de comentar esta parte del Evangelio un buen predicador. ¿Y para qué recoger los restos? ¿Para qué? Para que, con esos doce grandes cestos de pan que han sobrado, comamos nosotros ahora y nos alimentemos de la fe. De la fe en El, que es capaz de hacer todo eso superabundantemente, por el amor que tiene a los hombres, por el amor que tiene a la Iglesia, por el deseo que tiene de redimir, de salvar a las gentes. ¡Señor, que sobren cestos ahora mismo! ¡Hazlo generosamente! ¡Que se vea que eres Tú!
5d «Habiendo visto el milagro que Jesús había hecho, decían aquellos hombres: Este es, sin duda, el Profeta que ha de venir al mundo» 23. Querían raptarlo, ¿recordáis?, para hacerle rey. Nosotros le hemos hecho ya Rey nuestro, desde que pusieron la semilla de la fe en nuestros corazones. Después, cuando nos llamó, le hemos vuelto a entronizar.
5e ¡Perfecto Dios! Si estos hombres, por un pedazo de pan –aun cuando el milagro sea grande–, se entusiasman y te aclaman hasta el punto de tener que esconderte, ¿qué haremos nosotros, por tantas cosas como nos has dado, a lo largo de todos estos años de la Obra?
5f Yo he formulado una colección de propósitos para cuando se resuelva la situación jurídica definitiva de la Obra. Además de mandar que se celebren tantas Misas, y de mover a rezar a todos, y de pedir mortificaciones, y de importunar continuamente –día y noche– a Dios Nuestro Señor; además de todo esto, entre mis propósitos figuraba éste: Señor, en cuanto esté hecho, pondremos dos lámparas delante del Sagrario, en los Centros del Consejo General y de la Asesoría Central, en las Comisiones y Asesorías Regionales, y en los Centros de Estudios. Y me dio una vergüenza tremenda: ¿cómo iba a portarme así, con tanta roñosería, con un Rey tan generoso? E inmediatamente dispuse que se enviara un aviso a todo el mundo, mandando que en esos Centros se colocaran enseguida dos lamparillas delante del Santísimo. Son pocas, pero como si fueran trescientas mil: ¡es el amor con que lo hacemos!
5g Señor, te pedimos que no te escondas, que vivas siempre con nosotros, que te veamos, que te toquemos, que te sintamos: que queramos estar siempre junto a Ti, en la barca y en lo alto del monte, llenos de fe, confiadamente y con sentido de responsabilidad, de cara a la muchedumbre: «Ut salvifiant» 24, para que todos se salven.
2e «la joya más preciosa»: se sobreentiende que el don más valioso es la fe y la redención, de la que la vocación personal forma parte y es una expresión concreta. Quiere destacar que esa vocación determina la igualdad de todos en la Obra, de modo que ningún cargo de gobierno conlleva una posición más brillante: el único brillo es el que se desprende de la joya de la llamada divina, que es la misma para todos. Ser llamados a desempeñar un cargo de gobierno en el Opus Dei implica sólo un mayor deber de ser humildes, de vivir sacrificadamente para que los demás sean santos. Esto comporta un mayor sentido de responsabilidad y el deber de ser ejemplares, porque, por su cargo, los que gobiernan están puestos por Dios «en un monte alto», a la vista de los demás.
3b Pascua EdcS, 48] pascua Cro1982, 1380 || este modo, Cro1982, 1380] este modo EdcSM.
«no podemos ser intransigentes con las personas»-, el apostolado y la labor pastoral del Opus Dei siguen ese principio, inculcado desde los inicios por el fundador, que requiere una gran comprensión con todos, especialmente si están en el error. Pero al mismo tiempo es necesario mantenerse firmes para no ceder en cuestiones de fe o de moral, lo que san Josemaría llama «la doctrina». Es un tema ya tratado por el Autor en otros lugares (cfr. Camino, 397-398 y 192; Surco, 192). Sobre el binomio transigencia-intransigencia, antiguo en san Josemaría, ver Camino, ed. crít.-hist., coment. a los 393-398.
3c Yo, muchas veces a lo largo de la historia de la Obra ... los que quizá nunca lo han sido. Cro1970, 8 ||| a veces Cro1970, 8] en ocasiones Cro1982, 1381 EdcSAi.
3d-e no nos debe inquietar ... multiplicando el pan. Cro1970, 9-10.
3f sentido de responsabilidad. Por eso ... que es la Sabiduría y el Amor. Cro1970, 10.
«Yo ahora me callo»: no son raras estas pausas, con las que el Autor subraya que el protagonista de la oración es Dios y cada persona en particular, y estimula a convertir en verdadero diálogo esos momentos. En esto se diferencian las meditaciones de las pláticas o charlas, destinadas a exponer o glosar un tema.
4a-c Os he dicho tantas veces ... en nuestra alma y en la de todos los hombres. Cro1970, 10-11.
«hacemos corredentores con El»: la teología distingue entre redención en sentido objetivo (la obra salvadora de Jesucristo) y en sentido subjetivo (la aplicación de los frutos de la salvación a cada hombre). Cuando habla de ser corredentores, se entiende en el segundo sentido, en conformidad con el dicho de san Pablo en Col 1, 24.
4c Sólo la meditación de esta frase nos llevaría horas. Cro1982, 1382 EdcS, 50 add. || Es natural que venga ahora a nuestra mente el pensamiento de tantas cosas que no iban, y que quizá todavía no van. Por eso te digo: Cro1982, 1382 EdcS, 51 add.
4d Los discípulos sabían ... Todo se quiere poner en tela de juicio. Cro1970,\ 1-12 || ¡Cinco mil! ... tela de juicio. Cro1965, 7,58 ||| Dijo entonces Jesús: «haced sentar a esas gentes» Cro1982, 1382 add. || quería Cro1970,\ 1] deseaba Cro1982,\382 EdcS, 51 || no tenían Cro1970, 12] no contaban con Crol982, 1382 EdcS, 51 || ¡Qué pena! Cro1982, 1384 EdcS, 51 add. || Todo se quiere Cro1970, 12] Todo lo quieren Cro1982, 1384 EdcS, 51.
«En el Opus Dei... mientras no sea ofensa de Dios»: los fieles del Opus Dei son cristianos que aspiran a buscar la santidad y a ejercer el apostolado en medio del mundo. La incorporación a la Obra hace concreto ese afán, con la responsabilidad de continuar la misión recibida por san Josemaría el 2 de octubre de 1928. En el Opus Dei encuentran una asistencia espiritual que les ayuda a perseverar en ese objetivo y a realizar una fecunda labor apostólica. La dirección espiritual y el impulso al apostolado presuponen, respetan y potencian la libertad de cada uno. En las cuestiones profesionales, sociales, políticas, etc., los fieles de la Obra tienen plena libertad, dentro de los límites de la fe católica, como los demás fieles, y las autoridades de la prelatura deben abstenerse de entrar en esas materias (cfr. Codesc iuris particularis Operis, 88, §§2 y 3, en Itinerario, p. 641). San Josemaría reivindica una plenitud de vida cristiana en el mundo, unida a un sentido profundamente laical de la existencia. En lo que atañe a la vida espiritual y al apostolado, la obediencia no puede admitir componendas: «Se puede mandar todo (...) mientras no sea ofensa a Dios». En cambio, en todo lo opinable y en lo que atañe a la acción profesional, social, política, cultura, etc., no se puede mandar nada.
5a Pero mirad el fruto de la obediencia ... una de las suyas, como ésta. Cro1965,7 Crol970,12 ||| Señor Cro1965,758 Cro1970,12 ] Señor, Cro1982,1384 EdcS,52 || pasmoso Cro1970,12Cro1982,1384 EdcS,52 add. || hace falta Cro1965,7,58 Cro1970,12 ] se necesita Cro1982, 1384 EdcS,52 || Y entonces Cro1965,758 m620401-A,B,C,E ] Entonces Cro1970,12Cro1982,1384 EdcS,52 || hace cosas Cro1965,7,58 Cro1970,12 ] realiza cosas Crol982,1384 EdcS,52 || como ésta, como ésta. m620401-A,B,C,E Cro1982,1384 EdcS,52 ] como ésta Cro1965,7,58 Cro1970,12
5b Jesús tomó entonces los panes ... y va más lejos que nosotros. Cro1970, 12 || Así, con generosidad ... y va más lejos que nosotros. Crol965, 7,58 ||| Por eso, al considerar en estos días ... ¡antes, más, mejor! m620401-A,B,C,E (con pequeñas variantes) Crol982, 1384 EdcS, 52 add. || ve las cosas Crol965,7,58 Crol970,12 ] ve los sucesos Crol982,138 || con sabiduría divina Crol965,7,58 ] con sabiduría Crol970,12Crol982,1384 || ¡El Señor ve más allá que nuestra lógica! Hace las cosas antes, más generosamente, y las hace mejor. Cro1970, 12Crol982, 1384 EdcS, 52] ¡El Señor ve más allá que nuestra lógica! Y hace las cosas antes, y más generosamente, y las hace mejor Cro1965, 758.
«ese asunto»: se refiere a la solución jurídica para el Opus Dei, que se acababa de plantear de nuevo a la Santa Sede. Ver Itinerario, pp. 332 y ss.
5c Después que quedaron saciados ... ¡Que se vea que eres tú! Crol970, 13 || ¿Y para qué recoger los restos?... ¡Que se vea que eres tú! Crol965,7,58 || Ya sabéis Crol970,13 ] Ya recordáis Crol982,1384 EdcS, 52 || hacer todo Crol970,13 Cro1965,7,58 ] obrar todo Cro1982,1385 EdcS,52.
5d-e Habiendo visto el milagro ... estos años de la Obra? Cro1970, 13-14 || Este es sin duda ... años de la Obra? Cro1965,7,58-59 ||| Habiendo visto Crol970,13-14] Habiendo contemplado Cro1982,1385 EdcS,53 || había hecho Cro1970,13 ] había realizado Cro1982,1385 EdcS,53 || el Profeta Cro1970,13 ] el gran profeta Cro1965,7,58 || hacerle rey Crol970,14 Cro1965,7,59] proclamarlo rey Cro1982,1385 EdcS,53 || le hemos hecho ya Rey nuestro Cro1970,14 Crol965,7,59 ] le hemos reconocido ya como Rey nuestro Cro1982,1385 EdcS,53 || todos estos años Cro1970,14 EdcS,53 ] estos treinta y siete años Cro1965,7,59.
«Nosotros le hemos hecho ya Rey nuestro»: la realeza de Cristo está presente en la vida espiritual del Opus Dei desde muy antiguo y con un carácter propio, que se basa en la luz sobrenatural que el fundador recibió el 7 de agosto de 1931. Ese día, comprendió que el reinado de Cristo había de afirmarse sobre todas las realidades humanas honestas si en cada encrucijada del mundo había un cristiano que fuera alter Christus, otro Cristo; ver AVP I, p. 380. En san Josemaría la consideración de la realeza de Cristo se sitúa en un contexto decididamente espiritual, distinto de las interpretaciones de cuño tradicionalista, que eran frecuentes en la España de entreguerras (ver Luis CANO, Reinaré en España: la mentalidad católica a la llegada de la Segunda República, Madrid, Encuentro, 2009). Ver también 21.2e.
5f «dispuse que se enviara un aviso»: la indicación a que se refiere san Josemaría está contenida en un escrito del 3 de marzo de 1962, dirigido a todas las regiones, en el que se alude también a los oratorios de las casas de retiro, además de los que aquí menciona. Si bien esa disposición está motivada por la intención especial, su alcance va más allá. En ese texto, en efecto, se lee que «en todos esos oratorios continuará haciéndose siempre así, como muestra de devoción al Santísimo Sacramento». En 1967 indicó que en todos los centros de la Obra hubiera dos lámparas, aunque sólo ardiera una (la segunda debía encenderse antes de que la otra terminara de consumirse, de modo que nunca se apagara esa llama ante el Santísimo), en AGP, serie E.1.3, leg. 4532.
5g Señor, te pedimos ... «ut salvi fiant». Cro1965,7,59 Cro1970,14 ||| junto a Ti Cro1970,14 ] junto a ti Cro1965,7,59 EdcS,54 || y en lo alto del monte, m620401- A, B, C Cro1965,7,59 \ Cro1970,14 EdcS, 54 del. || llenos de fe, confiadamente y con sentido de responsabilidad, Cro1970, 14 EdcS, 54 add. || muchedumbre: Cro1965, 7,59] muchedumbre, EdcS, 54 || para que todos se salven Cro1970, 14 EdcS, 54 add.