En diálogo con el Señor

Contexto e historia
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Texto: Que se vea que eres tú
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Contexto e historia

Meditación en el oratorio de Pentecostés, el 1 de abril de 1962, Domingo IV de Cuaresma (Laetare). Unos meses antes, concretamente el 7 de enero, el fundador había solicitado al Papa la revisión del estatuto jurídico del Opus Dei, para transformarlo en una prelatura nullius. Ahora sabía que iba a haber en los próximos días una reunión en la Santa Sede para examinar esa petición 1. «Nos ha recordado la intención especial –se lee en el diario del centro del Consejo del día anterior, sábado 31 de marzo–, y nos ha impulsado a pedir con fuerza estos días, especialmente el lunes, porque se hace una gestión importante. Prácticamente nos ha dado la fórmula de nuestra petición: ¡Señor, haz una de las tuyas! ¡Señor, que se note que eres Tú!» 2.
Al final, la solicitud sería desestimada, dejando la solución para después del Concilio Vaticano II. Veinte años después, el 28 de noviembre de 1982, el Opus Dei era por fin erigido como prelatura personal por san Juan Pablo II, coronando así tantos años de oración por ese propósito. En un volumen especial de Crónica y Noticias, en diciembre de 1982, dedicado monográficamente a ese importante hito, apareció un artículo titulado “Cincuenta años de oración”, que recogía textos de san Josemaría, entre los que se incluyó este, del 1 de abril de 1962, donde se mencionan las gestiones ante el papa san Juan XXIII, para obtener un nuevo estatuto jurídico 3.Como se explicaba en 1982, «gran parte de las notas tomadas en esa meditación se publicaron ya, aunque fragmentariamente, en nuestras revistas internas» 4. En efecto, más de la mitad del texto apareció en 1970, en un editorial de Crónica y Noticias titulado “Las intenciones del Padre” Cro1970, 8- 14; Not1970, 188-195). Otro fragmento salió en 1965, en un comentario a la multiplicación de los panes y de los peces Cro1965, 7,58-59).

Fuentes y material previo

EdcS, 45-54; Cro1965, 7,58-59; Cro1970,8-14; Not1970,188-195; Cro1982,1379-1385; Not1982,1415-1421. En el expediente de AGP, serie A.4, m620401, se conservan varias versiones de las transcripciones: A, dos copias; B, cuatro copias; C; D y E; todas ellas son bastante completas y presentan pequeñas diferencias entre sí. La versión que se incorporó a EdcS es la de 1982.
En aquellas partes que no consta que fueran revisadas por san Josemaría, y que proceden, como ya hemos dicho, de transcripciones en bruto, hemos mantenido las correcciones que hizo el beato Álvaro. Se trata en general de pequeñas modificaciones, necesarias para adaptar al lenguaje escrito unas frases que provenían de las notas rápidas y de la memoria de algunos que habían estado presentes. Del Portillo asumió esta tarea, conociendo el estilo y la mente de san Josemaría, tras haber trabajado muchos años junto a él y haber observado cómo corregía sus propios escritos o los textos de su predicación oral. Además, el beato Álvaro había estado presente en esa meditación y podía precisar alguna expresión o colmar alguna pequeña laguna, con su gran memoria. Nos ha parecido que, por estas razones, valía la pena mantener esos párrafos tal como los corrigió, advirtiendo al lector de esta circunstancia.
Veamos, con dos ejemplos, qué tipo de adaptaciones realizó, partiendo del texto no revisado por san Josemaría, es decir, de las transcripciones en bruto. En la columna de la izquierda está la versión revisada y corregida por Álvaro del Portillo, tal como apareció en 1982 y después en EdcS. En la columna de la derecha, se encuentra el texto de una de las transcripciones:
Texto de 1982
La primera consideración, hijos míos, es examinar por qué hemos seguido nosotros a Jesucristo, y por qué estamos con El, asentados con El, en íntima familiaridad, con el deber gustoso de buscar de continuo su trato.
Texto en m620401-A
La primera consideración es pensar por qué hemos seguido nosotros a Jesucristo, y por qué estamos con El –asentados con El–, en su familia más íntima, con el deber gustoso de tener que tratarle de continuo.
Como se puede observar, las dos versiones dicen sustancialmente lo mismo. Se ha sustituido “en su familia más íntima” por “en íntima familiaridad”, que resulta una expresión más precisa. También se ha sustituido “deber gustoso de tener que tratarle de continuo” por “deber gustoso de buscar de continuo su trato”, que describe mejor la voluntariedad y libertad que presiden la vida contemplativa, al mismo tiempo que resulta más familiar con las enseñanzas de san Josemaría, que hablaba de “buscar a Cristo” como condición previa para tratarle y amarle 5. Por otro lado, “tener que” tiene en castellano un matiz algo peyorativo en bastantes contextos, pudiendo indicar un deber que no se cumple con gusto; de ahí que se haya querido evitar esa expresión. Veamos el segundo ejemplo:
Texto de 1982
Somos para la muchedumbre, pero cerca de nosotros hay tantos amigos y compañeros que reciben más inmediatamente el influjo del espíritu del Opus Dei. El Señor nos coloca en un monte alto, como a sus discípulos, pero a la vista de la muchedumbre. Lo mismo sucede con vosotros: entre vuestros hermanos –todos somos iguales en la Obra–, por el cargo que ahora ocupáis, vosotros estáis más a la vista. No lo olvidéis, y no me perdáis nunca de mira este sentido de responsabilidad
Texto en m620401-Ay B
“Subiit ergo in montem Iesus; et ibi sedebat cum discipulis suis” (Ioann VI, 2). Y ahora viene la muchedumbre. Pero era un monte alto, en sitio que se le viera, con sus discípulos. Como vosotros: veis, que, entre vuestros hermanos, sois los que estáis más a la vista. ¡Esto no se puede perder, eh! ¡Hay que tener consideración!
Nos encontramos aquí ante una corrección del texto más profunda que la anterior. El párrafo en cuestión se encuentra sólo en las versiones A y B de las transcripciones, pero falta en las demás. Es, como puede verse, lagunoso y algo oscuro. La versión revisada por Álvaro del Portillo ha completado y redondeado la idea que aparece apenas esbozada en las transcripciones A y B. Se extiende a todos los miembros del Opus Dei una consideración que al principio iba dirigida sólo al pequeño grupo de directores del Consejo General que le escuchaban en el oratorio de Pentecostés: todos, no sólo los directores, deben considerarse obligados a dar buen ejemplo entre quienes les rodean, entre la muchedumbre. Se ha conservado, en la versión de 1982, una referencia al “cargo que ahora ocupáis”, por fidelidad histórica al contexto, para que, aun teniendo validez general, quedara constancia de que en ese momento san Josemaría se estaba dirigiendo a personas con cargos de dirección o de formación en el Opus Dei. Se añade, además, la apostilla –muy de san Josemaría– de que “todos somos iguales en la Obra”, que no estaba en las transcripciones, pero que reiteró en muchas ocasiones. Se toma también prestada una idea que se desarrolla en otro lugar del mismo texto: que las personas del Opus Dei deben vivir de cara a la muchedumbre, a la que deben tratar de atraer hacia Cristo.
Es legítimo preguntarse si desde el punto de vista estrictamente filológico hubiera sido mejor incluir en esta edición el texto de las transcripciones, en lugar de los párrafos corregidos por el beato Álvaro del Portillo. Nos hemos inclinado por no hacerlo, manteniendo la versión de 1982. El carácter poco literal de las transcripciones –no provenían todavía de grabaciones magnetofónicas, sino de notas tomadas a toda prisa, en la penumbra del oratorio– romperían la unidad que alcanzó este texto, que es de san Josemaría, aunque con una intervención, en ocasiones profunda, de su sucesor.
Caso distinto es el de algunos párrafos que san Josemaría había revisado antes de 1975 para que los incluyeran en algún artículo de las revistas. Habían aparecido en forma de frases sueltas, casi siempre sin indicar su fuente, a lo largo de los años. No sabemos si al prepararlos en 1982, se señaló siempre cuáles eran los párrafos que ya había visto el fundador. En todo caso, aunque se hubiera indicado, podía ser necesario hacer alguna corrección, para devolverlos a su contexto original, porque san Josemaría los había revisado para una utilización fragmentaria y para ser incluidos, a modo de cita, dentro de un escrito preparado por los redactores de las revistas (comentario a la multiplicación de los panes y de los peces en Cro1965,7,58-59, o el editorial titulado “Las intenciones del Padre”, en Cro1970,8-14 y Not1970,188-195).
En estos casos, aunque se trate de pequeñas modificaciones, siendo un texto ya revisado por san Josemaría, nos ha parecido a los editores que convenía devolverlo –después de un atento análisis crítico– a la lección aprobada por el fundador.
Para ilustrar la labor crítica que hemos realizado y de la que queda constancia en el aparato a pie de página, veamos un ejemplo. En 5, 4d encontramos un texto que había aparecido ya en Cro1970, 12 con el siguiente tenor: «Pero no tenían dinero: doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno de ellos tome un bocado (Jn 6, 7). No tenían ni mucho ni poco dinero» (el subrayado es nuestro). En 1982 se cambió un pequeño detalle de estilo: se evitó la repetición del verbo “tenían”, sustituyéndolo por “contaban”, pues parecía que a san Josemaría no le gustaban esas repeticiones. La versión de 1982 quedó así: «Pero no contaban con dinero: doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno de ellos tome un bocado (Jn 6, 7). No tenían ni mucho ni poco dinero».
En este caso, hemos devuelto ese párrafo a la versión de 1970, que fue la revisada por san Josemaría, quien, en esta ocasión, no consideró necesario evitar la repetición de palabras, ni buscar un sinónimo del muy usado verbo “tener”. Leyendo sus escritos, se ve que no siempre evitaba esas repeticiones y hasta nos parece advertir aquí que la reiteración es buscada. Véase el evidente efecto retórico que produce: «No tenían dinero... No tenían ni mucho ni poco dinero».
El trabajo crítico ha llevado, sin embargo, a aplicar con flexibilidad este modo de proceder, si la comparación de las fuentes lo justificaba. Por ejemplo: en 5.4a-5-4c se encuentra un párrafo que el Autor eliminó en 1970: «Sólo la meditación de esta frase nos llevaría horas». Al preparar el texto de 1982 se recuperaron esas palabras, que ahora se señalan en el aparato crítico como una adición. Lo mismo ocurrió con otro párrafo, un poco más adelante: «Es natural que venga ahora a nuestra mente el pensamiento de tantas cosas que no iban, y que quizá todavía no van. Por eso te digo;». En 1970 se desecharon estas frases, tal vez porque no encajaban bien –por su tono de predicación– en el contexto del artículo “Las intenciones del Padre” (Cro1970, 8-14; Not1970, 188-195), que no se proponía reproducir una meditación, sino exponer un tema utilizando algunas citas del fundador. Se entiende que san Josemaría eliminara esos párrafos en su momento, pues no le servían, debido al contexto del artículo. Al publicar el texto completo, nos ha parecido que tenía sentido recuperarlos. Por eso hemos mantenido el añadido de 1982.
Señalemos por último que varios párrafos de esta meditación fueron revisados dos veces por san Josemaría: una en 1965 y otra en 1970, con diferencias entre una y otra versión. En estos casos, que son pocos, hemos procurado elegir la versión que nos parecía mejor para el contexto de la entera meditación y que más se acercaba al texto de las transcripciones. De todo esto informamos en el aparato crítico, donde pueden verse en detalle las diferencias entre las fuentes que poseemos.
En las referencias bíblicas, la versión de 1982 añadió el dato de su relación con las lecturas de la misa del día, que también hemos mantenido. También el título, que hemos puesto entre corchetes, es de 1982.

Contenido

En realidad, a pesar de la ocasión que propició su aparición en el volumen especial de Crónica y Noticias –la erección de la Obra en prelatura personal– san Josemaría habla poco de la figura jurídica del Opus Dei: la menciona solo veladamente.
El tema central es la correspondencia a la llamada de Cristo. Era el Domingo Lætare –cuarto de Cuaresma–, después de las jornadas de retiro espiritual que habían hecho buena parte de los que vivían en el centro del Consejo General del Opus Dei. Ese día, san Josemaría dirigió la oración 6, aunque quizá no estaba previsto: al comenzar, afirma que no era su intención predicar, sino simplemente proporcionar unos puntos de meditación a quienes se encontraban junto a él. En realidad, como veremos, su discurso se alargó y, aunque en algún momento guardó silencio para que cada uno se esforzara por su cuenta en dialogar con Dios, el resultado es un texto de extensión similar a otros de este volumen. Es también muy posible que hablara pausadamente, para que se sopesaran las preguntas que iba formulando.
Encontramos aquí un ejemplo más de cómo empleaba san Josemaría los textos bíblicos y litúrgicos en su predicación. Sus comentarios impulsan a la oración, llevan a lo esencial en el trato con Dios. No hay divagaciones teóricas o que distraigan la atención de lo importante, que es estimular el amor, renovar el esfuerzo en el camino de la santidad, dar gracias a Dios, confiar plenamente en El, llenarse de deseos de llevar la salvación de Cristo a la muchedumbre, siendo sal y luz en el mundo... Todo esto va saliendo de su corazón, a medida que relee los textos de la Misa de aquel Domingo Lætare.
Plantea aquí cuestiones fundamentales: «¿Por qué estás con Cristo en el Opus Dei? ¿Desde cuándo sentiste la atracción de Jesucristo? ¿Por qué? ¿Cómo has sabido corresponder desde el principio hasta ahora? (...) ¿En qué piensas desde que tienes todos esos compromisos? ¿En ti o en la gloria de Dios? ¿En ti o en los demás? ¿En ti, en tus cosas, en tus pequeñeces, en tus miserias, en tus detalles de soberbia, en tus cosas de sensualidad? ¿En qué piensas habitualmente? Medítalo, y luego deja que el corazón actúe en la voluntad y en el entendimiento» 7.
El tema de la confianza en Dios, de la fe total en su Providencia, está muy presente aquí, quizá por los interrogantes que en ese momento se abrían delante de la historia de la Iglesia y de la Obra: el comienzo del Concilio Vaticano II, de ahí a unos meses, y la búsqueda de una solución jurídica definitiva para el Opus Dei. Cuestiones por las que, como es fácil suponer, rezaba con intensidad en esos momentos. Estamos en la barca de Cristo, dice, y «con Cristo, la barca no se hunde» 8. Pero al mismo tiempo, espolea el sentido de responsabilidad de todos, explicando que Dios busca la cooperación humana, también para realizar milagros, como el de alimentar espiritualmente a las muchedumbres: esa es la misión apostólica del Opus Dei –asegura– y lo que justifica la búsqueda de un estatuto jurídico adecuado a esa misión.

Que se vea que eres tú

1a No es mi intención, hijos míos, dirigir hoy la meditación. Me limitaré a señalaros algunos puntos de la Misa de este domingo Lætare de Cuaresma, para que los meditéis.

1b «Abiit Iesus trans mare Galilaa... Pasó Jesús al otro lado del mar de Galilea, también llamado Tiberiades, y como le siguiese una gran muchedumbre de gentes, porque veían los milagros que hacía con los enfermos, subióse a un monte y se sentó allí con sus discípulos» 9. La primera consideración, hijos míos, es examinar por qué hemos seguido nosotros a Jesucristo, y por qué estamos con El, asentados con El, en íntima familiaridad, con el deber gustoso de buscar de continuo su trato.

2a Estas gentes, de que habla el Evangelio, le seguían porque habían visto milagros: las curaciones que hacía Jesús. Vosotros y yo, ¿por qué? Cada uno de nosotros ha de plantearse esta pregunta y ha de buscar una respuesta sincera. Y una vez que te hayas interrogado y respondido, en la presencia del Señor, llénate de hacimiento de gracias porque estar con Cristo es estar seguro. Poderse mirar en Cristo es poder ser cada día mejor. Tratar a Cristo es necesariamente amar a Cristo. Y amar a Cristo es asegurarse la felicidad: la felicidad eterna, el amor más pleno, con la visión beatífica de la Trinidad Santísima.

2b He dicho antes, hijos, que no os daría la meditación, sino puntos para vuestra oración personal. Medita por tu cuenta, hijo mío. ¿Por qué estás con Cristo en el Opus Dei? ¿Desde cuándo sentiste la atracción de Jesucristo? ¿Por qué? ¿Cómo has sabido corresponder desde el principio hasta ahora? ¿Cómo el Señor con su cariño te ha traído a la Obra, para que estés muy cerca de Él, para que tengas intimidad con Él?

2c Y tú ¿cómo has correspondido? ¿Qué pones de tu parte para que esa intimidad con Cristo no se pierda y para que no la pierdan tus hermanos? ¿En qué piensas desde que tienes todos esos compromisos? ¿En ti o en la gloria de Dios? ¿En ti o en los demás? ¿En ti, en tus cosas, en tus pequeñeces, en tus miserias, en tus detalles de soberbia, en tus cosas de sensualidad? ¿En qué piensas habitualmente? Medítalo, y luego deja que el corazón actúe en la voluntad y en el entendimiento.

2d A ver si lo que el Señor ha hecho contigo, hijo mío, no ha sido mucho más que curar enfermos. A ver si no ha dado vista a nuestros ojos, que estaban ciegos para contemplar sus maravillas; a ver si no ha dado vigor a nuestros miembros, que no eran capaces de moverse con sentido sobrenatural; a ver si quizá no nos ha resucitado como a Lázaro, porque estábamos muertos a la vida de Dios. ¿No es para gritar: «Laetare, Ierusalem?» 10. ¿No es para que yo os diga: «Gaudete cum laetitia, qui in tristitia fuistis» 11; alegraos los que habéis estado tristes?

2e Hemos de agradecer al Señor, en este primer punto, el premio inmerecido de la vocación. Y le prometemos que la vamos a estimar cada día más, custodiándola como la joya más preciosa que nos haya podido regalar nuestro Padre Dios. Al mismo tiempo, entendemos una vez más que, mientras estamos desempeñando este mandato de gobierno que la Obra nos ha confiado, nuestro afán ha de ser especialmente buscar la santidad para santificar a los demás: vosotros, a vuestros hermanos; yo, a mis hijos. Porque «no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santidad» 12.

3a Pero volvamos al Evangelio. Es interesante comprobar cómo se recoge repetidamente la distinción entre los Apóstoles, los discípulos y la muchedumbre; y aun dentro de los Apóstoles, entre un grupo de ellos –los tres predilectos del Señor– y los demás. También en esto me parece que nuestra Obra tiene una profunda entraña evangélica. Somos para la muchedumbre, pero cerca de nosotros hay tantos amigos y compañeros que reciben más inmediatamente el influjo del espíritu del Opus Dei. El Señor nos coloca en un monte alto, como a sus discípulos, pero a la vista de la muchedumbre. Lo mismo sucede con vosotros: entre vuestros hermanos –todos somos iguales en la Obra–, por el cargo que ahora ocupáis, vosotros estáis más a la vista. No lo olvidéis, y no me perdáis nunca de mira este sentido de responsabilidad.

3b «Se acercaba la Pascua, la gran fiesta de los judíos. Habiendo, pues, Jesús levantado los ojos y viendo venir a un grandísimo gentío» 13... Fijaos en esa muchedumbre, insisto. El Señor tiene puestos los ojos y el corazón en la gente, en todos los hombres, sin excluir a nadie.
No se nos escapa la lección de que no podemos ser intransigentes con las personas. Con la doctrina, sí. Con las personas, nunca, ¡nunca! Actuando de este modo, necesariamente seremos -ésa es nuestra vocación- sal y luz, pero entre la muchedumbre. De cuando en cuando nos retiraremos a la barca o nos apartaremos a un monte, como Jesús; pero lo ordinario será vivir y trabajar entre la gente, como uno más.

3c Entonces Jesús «dijo a Felipe: ¿dónde compraremos panes para dar de comer a toda esa gente? Mas esto lo decía para probarle, pues bien sabía El mismo lo que había de hacer» 14. Yo, muchas veces a lo largo de la historia de la Obra, he pensado que el Señor tiene las cosas previstas desde la eternidad, pero que por otra parte nos deja libérrimos. El Señor a veces parece que nos tienta, que quiere probar nuestra fe. Pero Jesucristo no nos deja: si nos mantenemos firmes, Él está dispuesto a hacer milagros, a multiplicar los panes, a cambiar las voluntades, a dar luz a las inteligencias más oscuras, a hacer –con una gracia extraordinaria– que sean capaces de rectitud los que quizá nunca lo han sido.

3d ¡Hijos míos, qué confianza! Esto es lo que yo querría que fuese el segundo punto. He querido que consideréis, en primer lugar, que estamos en la Obra, junto a Cristo, no para aislarnos, sino, por el contrario, para darnos a la muchedumbre; primero a vuestros hermanos, y luego, a los demás. Después, que no nos debe inquietar que nos asalte el pensamiento de las necesidades, porque el Señor acudirá en nuestra ayuda. Si alguna vez sentimos ese tentans eum –para probarle– de que habla el Santo Evangelio, no nos hemos de preocupar, porque es eso: que Dios nuestro Señor juega con nosotros. Estoy seguro de que pasa por encima de nuestras miserias: porque conoce nuestra flaqueza, porque conoce nuestro amor y nuestra fe y nuestra esperanza. Todo esto lo resumo en una palabra: confianza. Pero una confianza que, como está fundamentada en Cristo, tiene que ser delante de Dios una oración urgente, bien sentida, bien recibida: más, si llega a la Trinidad Beatísima por las manos de nuestra Madre, que es la Madre de Dios.

3e Sentido de responsabilidad: que estamos en la barca. Con Cristo, la barca no se hunde. ¡Con Cristo! Sentido de responsabilidad: de nosotros, de nuestra vida, de nuestra conducta, de nuestra manera de pedir tanta cosa divina. Y luego no nos faltarán los medios. Tendremos lo necesario para continuar con nuestro apostolado a través de los siglos, dando el alimento a todos, multiplicando el pan.

3f Esta es la segunda consideración: sentido de responsabilidad. Por eso, pedimos perdón a Nuestro Señor por tantas tonterías que cada uno habrá hecho. Pedimos perdón, con el deseo eficaz de rectificar. Y damos gracias, las damos con fe: seguros de que, pase lo que pase, al final madurará el fruto. Sentido de responsabilidad y una gran confianza en ese Señor que es Padre nuestro, que es Todopoderoso, que es la Sabiduría y el Amor... Yo ahora me callo; sigue tú por tu cuenta unos minutos.

4a Os he dicho tantas veces, hijos míos –y vosotros lo habéis repetido otras tantas–, que Dios nuestro Señor, en su providencia amorosísima, en el cariño que tiene a los hombres -«delicia mea esse cum filiis hominum» 15, son sus delicias estar con los hijos de los hombres-, ha querido, de algún modo, hacernos corredentores con El. Por eso, para ayudarnos a comprender esta maravilla, hace relatar al evangelista con todo detalle este prodigio grande. Él podía sacar el pan de donde quisiera, porque «mías son todas las bestias de los bosques y los miles de animales de los montes. Y en mi mano están todas las aves del cielo y todos los animales del campo..., mío es el mundo y cuanto lo llena» 16. Pues, no. Busca la cooperación humana.

4b «Dícele uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro: aquí está un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; mas ¿qué es eso para tanta gente?» 17. Necesita de un niño, de un muchacho, de unos trozos de pan y de unos peces. Le hacemos falta tú y yo, hijo mío: ¡y es Dios! Esto nos urge a ser generosos en nuestra correspondencia. No necesita para nada de ninguno de nosotros, y –al mismo tiempo– nos necesita a todos. ¡Qué maravilla! Lo poco que somos, lo poco que valemos, nuestros pocos talentos nos los pide, no se los podemos escatimar. Los dos peces, el pan: todo.

4c Cada uno deberá ahora preguntarse: ¿qué he hecho yo con mis sentidos hasta ahora? ¿Qué he hecho con mis potencias: con la memoria, con el entendimiento, con la voluntad? Sólo la meditación de esta frase nos llevaría horas. ¿Qué habremos de hacer con todo el ser nuestro, de aquí en adelante? Es natural que venga ahora a nuestra mente el pensamiento de tantas cosas que no iban, y que quizá todavía no van. Por eso te digo: hijo mío, ¿tienes deseos de rectificación, de purificación, de mortificación, de tratar más al Señor, de aumentar tu piedad, sin teatro ni cosas externas, con naturalidad? Porque todo eso es aumentar la eficacia de la Obra, en nuestra alma y en la de todos los hombres. Si te detienes en un examen de la vida tuya más reciente, te será más fácil seguir las consideraciones que yo comento en voz alta, en vuestro nombre y en el mío.

4d Dijo entonces Jesús: «Haced sentar a esas gentes»… 18. Los discípulos sabían que Jesús quería dar de comer a aquellas gentes, pero no tenían dinero: «Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno de ellos tome un bocado» 19. No tenían ni mucho ni poco dinero, y se necesitaba un capitalón para dar de comer a aquella muchedumbre. El Señor va a poner remedio: «Haced sentar a esas gentes. El sitio estaba cubierto de hierba. Sentáronse, pues, alrededor de cinco mil hombres» 20. ¡Cinco mil! Oyen la voz del Señor y obedecen todos, todos, ¡todos!, empezando por los discípulos. ¡Cómo anda a veces la obediencia por ahí...! ¡Qué pena! Todo se quiere poner en tela de juicio. Aun en la vida de entrega a Dios, hay algunas personas para quienes todo es ocasión de disquisiciones: si pueden mandar los superiores esto, si pueden mandar lo otro, si pueden mandar aquí, si pueden mandar allá... En el Opus Dei sabemos esto: se puede mandar todo –con el máximo respeto a la libertad personal, en materias políticas y profesionales–, mientras no sea ofensa de Dios.

5a Pero mirad el fruto de la obediencia de éstos: un milagro. Jesús hace un milagro pasmoso. Y en la Obra, ¡los hace tantas veces! Unos, por providencia ordinaria; otros, por providencia extraordinaria. Dios está dispuesto, lo que hace falta es que obedezcamos, que obliguemos al Señor procurando tener mucha fe en El. Y entonces es cuando se luce. Entonces es cuando hace cosas en las que se ve que está El por medio. Entonces es cuando hace una de las suyas: como ésta, como ésta.

5b «Jesús tomó entonces los panes; y después de haber dado gracias, los repartió entre los que estaban sentados; y lo mismo hizo con los peces, dando a todos cuanto querían» 21. Así, con generosidad. ¿Qué me pedís?: ¿dos, tres? El da cuatro, da seis, da cien. ¿Por qué? Porque Cristo ve las cosas con sabiduría divina, y con su omnipotencia puede y va más lejos que nosotros. Por eso, al considerar en estos días –meses, años– ese asunto del que no sabemos si se consigue ahora o más adelante –tengo fe en que pueda ser ahora–, al discurrir con mi cabeza humana y concluir que no saldrá, digo: ¡antes, más, mejor! ¡El Señor ve más allá que nuestra lógica! Hace las cosas antes, más generosamente, y las hace mejor.

5c «Después que quedaron saciados, dijo a sus discípulos: recoged los pedazos que han sobrado, para que no se pierdan. Hicieronlo así y llenaron doce cestos de los pedazos que habían sobrado de los cinco panes de cebada, después que todos hubieron comido» 22. Ya sabéis, es conocidísima, la manera de comentar esta parte del Evangelio un buen predicador. ¿Y para qué recoger los restos? ¿Para qué? Para que, con esos doce grandes cestos de pan que han sobrado, comamos nosotros ahora y nos alimentemos de la fe. De la fe en El, que es capaz de hacer todo eso superabundantemente, por el amor que tiene a los hombres, por el amor que tiene a la Iglesia, por el deseo que tiene de redimir, de salvar a las gentes. ¡Señor, que sobren cestos ahora mismo! ¡Hazlo generosamente! ¡Que se vea que eres Tú!

5d «Habiendo visto el milagro que Jesús había hecho, decían aquellos hombres: Este es, sin duda, el Profeta que ha de venir al mundo» 23. Querían raptarlo, ¿recordáis?, para hacerle rey. Nosotros le hemos hecho ya Rey nuestro, desde que pusieron la semilla de la fe en nuestros corazones. Después, cuando nos llamó, le hemos vuelto a entronizar.

5e ¡Perfecto Dios! Si estos hombres, por un pedazo de pan –aun cuando el milagro sea grande–, se entusiasman y te aclaman hasta el punto de tener que esconderte, ¿qué haremos nosotros, por tantas cosas como nos has dado, a lo largo de todos estos años de la Obra?

5f Yo he formulado una colección de propósitos para cuando se resuelva la situación jurídica definitiva de la Obra. Además de mandar que se celebren tantas Misas, y de mover a rezar a todos, y de pedir mortificaciones, y de importunar continuamente –día y noche– a Dios Nuestro Señor; además de todo esto, entre mis propósitos figuraba éste: Señor, en cuanto esté hecho, pondremos dos lámparas delante del Sagrario, en los Centros del Consejo General y de la Asesoría Central, en las Comisiones y Asesorías Regionales, y en los Centros de Estudios. Y me dio una vergüenza tremenda: ¿cómo iba a portarme así, con tanta roñosería, con un Rey tan generoso? E inmediatamente dispuse que se enviara un aviso a todo el mundo, mandando que en esos Centros se colocaran enseguida dos lamparillas delante del Santísimo. Son pocas, pero como si fueran trescientas mil: ¡es el amor con que lo hacemos!

5g Señor, te pedimos que no te escondas, que vivas siempre con nosotros, que te veamos, que te toquemos, que te sintamos: que queramos estar siempre junto a Ti, en la barca y en lo alto del monte, llenos de fe, confiadamente y con sentido de responsabilidad, de cara a la muchedumbre: «Ut salvifiant» 24, para que todos se salven.

Comentarios

2e «la joya más preciosa»: se sobreentiende que el don más valioso es la fe y la redención, de la que la vocación personal forma parte y es una expresión concreta. Quiere destacar que esa vocación determina la igualdad de todos en la Obra, de modo que ningún cargo de gobierno conlleva una posición más brillante: el único brillo es el que se desprende de la joya de la llamada divina, que es la misma para todos. Ser llamados a desempeñar un cargo de gobierno en el Opus Dei implica sólo un mayor deber de ser humildes, de vivir sacrificadamente para que los demás sean santos. Esto comporta un mayor sentido de responsabilidad y el deber de ser ejemplares, porque, por su cargo, los que gobiernan están puestos por Dios «en un monte alto», a la vista de los demás.

3b Pascua EdcS, 48] pascua Cro1982, 1380 || este modo, Cro1982, 1380] este modo EdcSM.
«no podemos ser intransigentes con las personas»-, el apostolado y la labor pastoral del Opus Dei siguen ese principio, inculcado desde los inicios por el fundador, que requiere una gran comprensión con todos, especialmente si están en el error. Pero al mismo tiempo es necesario mantenerse firmes para no ceder en cuestiones de fe o de moral, lo que san Josemaría llama «la doctrina». Es un tema ya tratado por el Autor en otros lugares (cfr. Camino, 397-398 y 192; Surco, 192). Sobre el binomio transigencia-intransigencia, antiguo en san Josemaría, ver Camino, ed. crít.-hist., coment. a los 393-398.

3c Yo, muchas veces a lo largo de la historia de la Obra ... los que quizá nunca lo han sido. Cro1970, 8 ||| a veces Cro1970, 8] en ocasiones Cro1982, 1381 EdcSAi.

3d-e no nos debe inquietar ... multiplicando el pan. Cro1970, 9-10.

3f sentido de responsabilidad. Por eso ... que es la Sabiduría y el Amor. Cro1970, 10.
«Yo ahora me callo»: no son raras estas pausas, con las que el Autor subraya que el protagonista de la oración es Dios y cada persona en particular, y estimula a convertir en verdadero diálogo esos momentos. En esto se diferencian las meditaciones de las pláticas o charlas, destinadas a exponer o glosar un tema.

4a-c Os he dicho tantas veces ... en nuestra alma y en la de todos los hombres. Cro1970, 10-11.
«hacemos corredentores con El»: la teología distingue entre redención en sentido objetivo (la obra salvadora de Jesucristo) y en sentido subjetivo (la aplicación de los frutos de la salvación a cada hombre). Cuando habla de ser corredentores, se entiende en el segundo sentido, en conformidad con el dicho de san Pablo en Col 1, 24.

4c Sólo la meditación de esta frase nos llevaría horas. Cro1982, 1382 EdcS, 50 add. || Es natural que venga ahora a nuestra mente el pensamiento de tantas cosas que no iban, y que quizá todavía no van. Por eso te digo: Cro1982, 1382 EdcS, 51 add.

4d Los discípulos sabían ... Todo se quiere poner en tela de juicio. Cro1970,\ 1-12 || ¡Cinco mil! ... tela de juicio. Cro1965, 7,58 ||| Dijo entonces Jesús: «haced sentar a esas gentes» Cro1982, 1382 add. || quería Cro1970,\ 1] deseaba Cro1982,\382 EdcS, 51 || no tenían Cro1970, 12] no contaban con Crol982, 1382 EdcS, 51 || ¡Qué pena! Cro1982, 1384 EdcS, 51 add. || Todo se quiere Cro1970, 12] Todo lo quieren Cro1982, 1384 EdcS, 51.
«En el Opus Dei... mientras no sea ofensa de Dios»: los fieles del Opus Dei son cristianos que aspiran a buscar la santidad y a ejercer el apostolado en medio del mundo. La incorporación a la Obra hace concreto ese afán, con la responsabilidad de continuar la misión recibida por san Josemaría el 2 de octubre de 1928. En el Opus Dei encuentran una asistencia espiritual que les ayuda a perseverar en ese objetivo y a realizar una fecunda labor apostólica. La dirección espiritual y el impulso al apostolado presuponen, respetan y potencian la libertad de cada uno. En las cuestiones profesionales, sociales, políticas, etc., los fieles de la Obra tienen plena libertad, dentro de los límites de la fe católica, como los demás fieles, y las autoridades de la prelatura deben abstenerse de entrar en esas materias (cfr. Codesc iuris particularis Operis, 88, §§2 y 3, en Itinerario, p. 641). San Josemaría reivindica una plenitud de vida cristiana en el mundo, unida a un sentido profundamente laical de la existencia. En lo que atañe a la vida espiritual y al apostolado, la obediencia no puede admitir componendas: «Se puede mandar todo (...) mientras no sea ofensa a Dios». En cambio, en todo lo opinable y en lo que atañe a la acción profesional, social, política, cultura, etc., no se puede mandar nada.

5a Pero mirad el fruto de la obediencia ... una de las suyas, como ésta. Cro1965,7 Crol970,12 ||| Señor Cro1965,758 Cro1970,12 ] Señor, Cro1982,1384 EdcS,52 || pasmoso Cro1970,12Cro1982,1384 EdcS,52 add. || hace falta Cro1965,7,58 Cro1970,12 ] se necesita Cro1982, 1384 EdcS,52 || Y entonces Cro1965,758 m620401-A,B,C,E ] Entonces Cro1970,12Cro1982,1384 EdcS,52 || hace cosas Cro1965,7,58 Cro1970,12 ] realiza cosas Crol982,1384 EdcS,52 || como ésta, como ésta. m620401-A,B,C,E Cro1982,1384 EdcS,52 ] como ésta Cro1965,7,58 Cro1970,12

5b Jesús tomó entonces los panes ... y va más lejos que nosotros. Cro1970, 12 || Así, con generosidad ... y va más lejos que nosotros. Crol965, 7,58 ||| Por eso, al considerar en estos días ... ¡antes, más, mejor! m620401-A,B,C,E (con pequeñas variantes) Crol982, 1384 EdcS, 52 add. || ve las cosas Crol965,7,58 Crol970,12 ] ve los sucesos Crol982,138 || con sabiduría divina Crol965,7,58 ] con sabiduría Crol970,12Crol982,1384 || ¡El Señor ve más allá que nuestra lógica! Hace las cosas antes, más generosamente, y las hace mejor. Cro1970, 12Crol982, 1384 EdcS, 52] ¡El Señor ve más allá que nuestra lógica! Y hace las cosas antes, y más generosamente, y las hace mejor Cro1965, 758.
«ese asunto»: se refiere a la solución jurídica para el Opus Dei, que se acababa de plantear de nuevo a la Santa Sede. Ver Itinerario, pp. 332 y ss.

5c Después que quedaron saciados ... ¡Que se vea que eres tú! Crol970, 13 || ¿Y para qué recoger los restos?... ¡Que se vea que eres tú! Crol965,7,58 || Ya sabéis Crol970,13 ] Ya recordáis Crol982,1384 EdcS, 52 || hacer todo Crol970,13 Cro1965,7,58 ] obrar todo Cro1982,1385 EdcS,52.

5d-e Habiendo visto el milagro ... estos años de la Obra? Cro1970, 13-14 || Este es sin duda ... años de la Obra? Cro1965,7,58-59 ||| Habiendo visto Crol970,13-14] Habiendo contemplado Cro1982,1385 EdcS,53 || había hecho Cro1970,13 ] había realizado Cro1982,1385 EdcS,53 || el Profeta Cro1970,13 ] el gran profeta Cro1965,7,58 || hacerle rey Crol970,14 Cro1965,7,59] proclamarlo rey Cro1982,1385 EdcS,53 || le hemos hecho ya Rey nuestro Cro1970,14 Crol965,7,59 ] le hemos reconocido ya como Rey nuestro Cro1982,1385 EdcS,53 || todos estos años Cro1970,14 EdcS,53 ] estos treinta y siete años Cro1965,7,59.
«Nosotros le hemos hecho ya Rey nuestro»: la realeza de Cristo está presente en la vida espiritual del Opus Dei desde muy antiguo y con un carácter propio, que se basa en la luz sobrenatural que el fundador recibió el 7 de agosto de 1931. Ese día, comprendió que el reinado de Cristo había de afirmarse sobre todas las realidades humanas honestas si en cada encrucijada del mundo había un cristiano que fuera alter Christus, otro Cristo; ver AVP I, p. 380. En san Josemaría la consideración de la realeza de Cristo se sitúa en un contexto decididamente espiritual, distinto de las interpretaciones de cuño tradicionalista, que eran frecuentes en la España de entreguerras (ver Luis CANO, Reinaré en España: la mentalidad católica a la llegada de la Segunda República, Madrid, Encuentro, 2009). Ver también 21.2e.

5f «dispuse que se enviara un aviso»: la indicación a que se refiere san Josemaría está contenida en un escrito del 3 de marzo de 1962, dirigido a todas las regiones, en el que se alude también a los oratorios de las casas de retiro, además de los que aquí menciona. Si bien esa disposición está motivada por la intención especial, su alcance va más allá. En ese texto, en efecto, se lee que «en todos esos oratorios continuará haciéndose siempre así, como muestra de devoción al Santísimo Sacramento». En 1967 indicó que en todos los centros de la Obra hubiera dos lámparas, aunque sólo ardiera una (la segunda debía encenderse antes de que la otra terminara de consumirse, de modo que nunca se apagara esa llama ante el Santísimo), en AGP, serie E.1.3, leg. 4532.

5g Señor, te pedimos ... «ut salvi fiant». Cro1965,7,59 Cro1970,14 ||| junto a Ti Cro1970,14 ] junto a ti Cro1965,7,59 EdcS,54 || y en lo alto del monte, m620401- A, B, C Cro1965,7,59 \ Cro1970,14 EdcS, 54 del. || llenos de fe, confiadamente y con sentido de responsabilidad, Cro1970, 14 EdcS, 54 add. || muchedumbre: Cro1965, 7,59] muchedumbre, EdcS, 54 || para que todos se salven Cro1970, 14 EdcS, 54 add.

Notas

A la introducción
1 El 4 de abril se reunía el Cardenal Ciriaci con el Secretario de Estado Cicognani acerca de esa revisión institucional. Todo está contado con detalle en Itinerario, pp. 332-338.
2 Diario del centro del Consejo, 31-III-1962 (AGP, serie M.2.2, 430-9).
3 También apareció en el volumen Rendere amabile la verita: raccolta di scritti di Mons. Álvaro del Portillo: pastorali, teologici, canonistici, vari, Ateneo Romano de la Santa Cruz, Cittá del Vaticano, Librería Editrice Vaticana, 1995, pp. 40-90.
4 Cro1982, 1378.
5 Cfr. Camino, 383: «Al regalarte aquella Historia de Jesús, puse como dedicatoria: “Que busques a Cristo: Que encuentres a Cristo: Que ames a Cristo”. –Son tres etapas clarísimas. ¿Has intentado, por lo menos, vivir la primera?».
6 Cfr. Diario del Consejo General, l-IV-1962 (AGP; serie M.2.2, 430-9).
7 5.2c.
8 5.3e.
Al texto
9 En (Jn 6, 1-2)
10 Ant. ad Intr. (Is 66, 10).
11 Ibid.
12 1Ts 4, 7.
13 Eva. (Jn 6, 5).
14 Eva. (Jn 6, 5-6).
15 Pr 8, 31.
16 Sal 49, 10-12.
17 Eva. (Jn 6, 8-9).
18 Eva. (Jn 6, 10).
19 Eva. (Jn 6, 7).
20 Eva. (Jn 6, 10).
21 Eva. (Jn 6, 11).
22 Eva. (Jn 6, 12-13).
23 Eva. (Jn 6, 14).
24 1Co 10, 33.