En diálogo con el Señor

Contexto e historia
Fuentes y material previo
Contenido
Texto: Rezar sin interrupción
Comentarios
Notas


Contexto e historia

En la noche de Navidad de 1967, san Josemaría estuvo de tertulia con los alumnos del Colegio Romano. La sala de estar de Casa del Vicolo, uno de los edificios de Villa Tevere, estaba abarrotada. Se cantaron villancicos de diversos países. En Crónica se lee que, al final, «el Padre nos dice que va a darnos algunos puntos para la meditación y que después se marchará. Nos acercamos para no perder palabra. El Padre saca de la agenda una ficha escrita a mano, y nos explica que leerá unos textos tomados de la Sagrada Escritura. Después comienza a hablar» 1.
En esa ocasión trató de varios temas, entre otros de la historia del Niño Jesús al que llamaba “la primera piedra del Colegio Romano”. Se trata de una imagen inspirada en otra más pequeña que se conserva en el Monasterio de Santa Isabel de Madrid 2. A partir de unas fotos de esa imagen, Manuel Caballero 3 la había modelado en barro y después se talló en madera y se policromó. Más tarde, el fundador la regaló para la sede definitiva del Colegio Romano de la Santa Cruz.
Las palabras que incluimos aquí aparecieron en un artículo titulado “Con fondo de villancico”, en Crónica de enero de 1968. Además, en esas páginas se narraban los sucedidos de las Navidades de 1967 y se incluían otros comentarios de san Josemaría. Cuando se recolectaron los textos de su predicación oral para la causa de beatificación y canonización, y después para incluirlos en EdcS, se olvidó incluir este. Al preparar la presente edición, nos pareció oportuno recuperarlo, como se hubiera hecho seguramente en 1986 y 1995 de haber reparado en su existencia. Le hemos añadido un título y también las referencias a la Sagrada Escritura, que no estaban en Crónica.

Fuentes y material previo

Cro1968, 35-43. En AGP, serie A.4, m671224, se conservan varias versiones de la transcripción mecanografiada de esas palabras: A, B (dos copias) y D (copias carbón de dos cartas de Manuel Rodríguez, que escribe a personas diferentes, trascribiendo largos párrafos de la tertulia). También hay una transcripción a mano, en hojas de un bloc (C).

Contenido

Este es el primero de los varios textos de Navidad que se encuentran reunidos en este libro. El tema, como ya anuncia el título que le hemos puesto, es la oración y la vida contemplativa. Dedica buena parte al tema de la oración filial, basada en la conciencia de ser hijos de Dios, que quiere para los miembros del Opus Dei.
Al mismo tiempo, su oración centra la atención y los afectos del corazón en la Humanidad Santísima de Jesús, hecho Niño. Era uno de sus temas preferidos de meditación. Le removía ver a Jesús inerme: «Siendo Dios, se ha hecho Niño desvalido, desamparado, necesitado de nuestro amor». Le parecía que Dios pide el calor de nuestros corazones y por eso invitaba a los demás a arrancar todo aquello que estorba para amar.
San Josemaría explica aquí el origen de su modo de rezar como hijo de Dios; habla de la oración contemplativa en medio de la calle; se refiere a la acción de gracias y a la petición; alude a la contrición, que se inspira en la parábola del hijo pródigo. Se fija en Jesús, modelo para toda oración, que se abandona en el pesebre de Belén; que eleva sus ojos a Dios antes de cada milagro y que pasa la noche rezando; que habla con su Padre desde la cruz, «con los brazos abiertos, extendidos, con gesto de Sacerdote Eterno».

Rezar sin interrupción

1a ¿Qué vamos a hacer nosotros hoy, el día en que los hombres celebran la fiesta de Navidad? En primer lugar una oración filial que nos sale de maravilla, porque nos sabemos hijos de Dios, hijos muy queridos de Dios.

1b Esto dice San Pablo a los de Corinto: «Si qua ergo in Christo nova creatura, vetera transierunt: ecce facta sunt omnia nova. Omnia autem ex Deo, qui nos reconciliavit sibi per Christum» 4. Si alguna criatura está en Cristo, ya han salido fuera todas las cosas sucias, todas las cosas viejas, todo lo que mancha, todo lo que hace sufrir. Desde ahora, vida nueva de verdad. Se lo hemos dicho tantas veces y parece que nos hemos quedado tan sólo con los deseos. Pero siempre hemos avanzado un poquito más. Y esta noche el Señor, por su Madre, nos mandará tantas gracias nuevas: para que aumentemos en el amor y en la filiación divina.

1c Hemos de pedir al Señor que sepamos discernir lo que es para gloria suya de aquello que le ofende; que conozcamos lo que es para bien de las criaturas, y lo que es para mal; lo que va a hacernos felices, y lo que nos va a arrancar la felicidad, la felicidad eterna y la relativa que podemos alcanzar en esta tierra.

2a A los de Galacia, San Pablo les dice una cosa muy hermosa a propósito de la filiación divina: «Misit Deus Filium suum..., ut adoptionem filiorum reciperemus» 5. Envió Dios a su Hijo Jesús, y le hizo tomar la forma de nuestra carne, para que recibiésemos la filiación suya. Mirad, hijos míos, mirad qué agradecimiento debemos rendir a ese Hermano nuestro, que nos hizo hijos del Padre. ¿Habéis visto a esos hermanitos vuestros, a esas pequeñas criaturas, hijas de vuestros parientes, que necesitan de todo y de todos? Así es el Niño Jesús. Es bueno considerarle así, inerme. Siendo el todopoderoso, siendo Dios, se ha hecho Niño desvalido, desamparado, necesitado de nuestro amor.

2b Pero en aquella fría soledad, con su Madre y San José, lo que Jesús quiere, lo que le dará calor, es nuestro corazón. Por lo tanto ¡arranca del corazón todo lo que estorbe! Tú y yo, hijo mío, vamos a ver todo aquello que estorba en nuestro corazón... ¡Fuera! Pero de verdad. Lo repite San Juan en el capítulo primero: «Quotquot autem receperunt eum dedit eispotestatem filios Dei fier» 6. Nos ha dado la potestad de ser hijos de Dios. Ha querido Dios que seamos hijos suyos. No me invento nada, cuando os digo que es parte esencial de nuestro espíritu la filiación divina: todo está en las Santas Escrituras. Es verdad que, en una fecha de la historia interna de la Obra, hay un momento preciso en el que Dios quiso que nos sintiéramos sus hijos, que al espíritu del Opus Dei incorporásemos ese espíritu de filiación divina. Lo sabréis a su hora. Dios ha querido que, por primera vez en la historia de la Iglesia, fuera el Opus Dei el que corporativamente viviese esta filiación.

2c Hagamos, por tanto, una oración de hijos y una oración continua. «Oro coram te, hodie, nocte et die» 7; oro delante de ti noche y día. ¿No me lo habéis oído decir tantas veces: que somos contemplativos, de noche y de día, incluso durmiendo; que el sueño forma parte de la oración? Lo dijo el Señor: «Oportet semper orare, et non deficere»5 8. Hemos de orar siempre, siempre. Hemos de sentir la necesidad de acudir a Dios, después de cada éxito y de cada fracaso en la vida interior. Especialmente en estos casos, volvamos con humildad, a decir al Señor: ¡a pesar de todo, soy hijo tuyo! Hagamos el papel del hijo pródigo.

2d Como dice en otra parte la Escritura: orando siempre, no con largas oraciones vocales 9, sino con oración mental sin ruido de palabras, sin gesto externo. ¿Dónde oramos? «In angulis platearum...» 10. Cuando andamos por medio de las calles y de las plazas, debemos estar orando constantemente. Este es el espíritu de la Obra.

3a Y ¿por qué debemos orar siempre? Nos lo dice el Señor con Jeremías: «Orabitis me, et ego exaudiam vos» 11. Siempre que acudáis a mí, siempre que hagáis oración, Yo os escucharé. «Exaudí, Domine, vocem meam» 12. Yo estaré con mi oído atento. El mismo Cristo Jesús, que es nuestro modelo, llama al Padre. El, que estaba unidísimo –es imposible separarle del Padre y del Espíritu Santo–, ¿veis cómo levanta el corazón a su Padre, antes de cada milagro? Y cuando iba a escoger los primeros discípulos, pasó la noche en oración, «pernoctans in oratione» 13.

3b Por lo tanto debemos orar y orar siempre: son dos propósitos de esta noche. ¿Y cómo vamos a orar? Orar con acción de gracias. Demos gracias a Dios Padre, demos gracias a Jesús, que se hizo niño por nuestros pecados; que se abandonó, sufriendo en Belén y en la Cruz con los brazos abiertos, extendidos, con gesto de Sacerdote Eterno. A mí no me gusta ver una imagen de Jesucristo encogida en la Cruz, encrespado, como rabioso. ¡Eso no es! Padecía como hombre por nuestros pecados, y sentía todos los dolores: de los azotes, de la coronación de espinas, y de las bofetadas, y de la burla... Pero está en la Cruz, con la dignidad de Sacerdote Eterno, sin padre ni madre, sin genealogía. Allí se entrega, sufriendo por amor. Le doy gracias porque por El, con El y en El, yo me puedo llamar hijo de Dios. Este es otro punto que hay que considerar: la acción de gracias, a pesar de nuestras miserias, a pesar de nuestros pecados.

3c Y también la petición. ¿Qué hemos de pedir? ¿Qué pide un niño a su padre? Papá..., ¡la luna!: cosas absurdas. «Pedid y recibiréis, llamad y se os abrirá» 14. ¿Qué no podemos pedir a Dios? A nuestros padres les hemos pedido todo. Pedid la luna y os la dará; pedidle sin miedo todo lo que queráis. El siempre os lo dará, de una manera o de otra. Pedid con confianza. «Quariteprimum regnum Dei...» 15 Buscad primero lo que es para gloria de Dios y lo que es de justicia para las almas, lo que las une, lo que las eleva, lo que las hermana. ¡Y todo lo demás nos lo dará El por añadidura!

3d Hijos míos, yo he terminado. No he dicho nada mío. Todo está en la Sagrada Escritura: es espíritu de Jesucristo, y El lo ha querido para su Obra.

3e Que tengáis buena Pascua de Navidad, como dicen en mi tierra. Que Dios os bendiga. Ahora, antes de marchar, os doy la bendición.

Comentarios

1c «Hemos de pedir»: antes de estas palabras, en la transcripción se encuentra una cita de la Epístola de san Pablo a los Efesios, con su comentario: «A los de Efeso dice: “ut Deus, Domini nostri Iesu Christi Pater gloriae, det vobis spiritum sapientiae et revelationis, in agnitione eius” (Ef 1, 17); para que el Dios de Nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os conceda espíritu de sabiduría y de revelación con pleno conocimiento de Él. ¿Para qué vamos a rezar? ¿Por qué queremos renacer? Para hacernos nuevos. Porque queremos tener el espíritu de sabiduría, que es un buen motivo para rezar. Si digo que la cultura es superior a la ciencia, ¿qué diré de la sabiduría? La sabiduría es superior a la cultura. La sabiduría como don del Espíritu Santo es excepcional. Yo he podido conocer almas sin cultura en las que brillaba la sabiduría de Dios. Que no os quedéis vosotros atrás, ni yo», m671224-A.

2a Al final de este párrafo se lee en Crónica: «El Padre ha dicho estas últimas palabras señalando al Niño en la cuna», Cro1968, 41.

2b «un momento preciso»: aunque en varios días de septiembre y octubre de 1931 tuvo vivencias de la filiación divina, siempre recordó de modo especial la del 16 de octubre de 1931, a la que parecen referirse estas palabras (ver AVPI, p. 388 y ss.).

2c «incluso durmiendo»: sobre este tema, ver notas a 1.5b y a 9.4c.

2d Después de este párrafo se lee en Crónica–. «El Padre hace una pausa. Nos dice también que, si Dios le da vida, pondrá en nuestras manos, dentro de dos años, un libro sobre la oración en el Opus Dei, que quiere llamar Diálogo», Crol968,41. En la transcripción se lee además el porqué de ese título: «Como tengo tanta devoción a Santa Catalina de Siena, esa gran indiscreta que no tenía ningún reparo en decir las cosas, le pienso llamar Diálogo», m671224-A.

3c En la transcripción se encuentran también estas palabras, después de «Quarite primum regnum Dei»: «¿Veis por qué hemos hecho en el Opus Dei locuras? Nos hemos enfrentado con muchos problemas. Esa futura sede donde estará el Colegio Romano, esas fundaciones nuevas... Y no hay medios humanos. Antes había menos: nos hemos encontrado en momentos peores, en que mil pesetas eran algo inmenso. Escribí entonces: se gasta lo que se debe, aunque se deba lo que se gaste. No me gustan las milagrerías, pero os engañaría si no os dijese cuántas veces el Señor hizo llegar, en el último momento, el dinero al céntimo. Para enseñarnos con cosas concretas a confiar en Él», m671224-A.

3d Antes de este párrafo, en Crónica se anota: «Pasan unos minutos más, el Padre nos va diciendo que debemos estar siempre muy unidos, querernos de verdad, con obras. Después acaba», Crol968, 43. En la transcripción se lee: «Que el Dios de la paciencia y de la consolación, como dice en Romanos –con esto terminaré: vosotros lo paladearéis y sacaréis frutos, que este es el espíritu del Opus Dei– quiera daros la gracia de estar unidos mutuamente, en sentimientos de afecto. Que estéis muy unidos, hijos de Dios, hermanos de Jesucristo y hermanos entre vosotros. Cariño de verdad, sincero, noble, limpio, sacrificado. No solo de palabra: “non verbo neque lingua”, sino “opere et veritate”. A fin de que no teniendo más que un corazón y una boca, glorifiquéis a Dios», m671224-A.

Notas

A la introducción
1 Cro1968, 39.
2 AVP I, p. 414
3 Manuel Caballero Santos (1926-2002) estudió Bellas Artes en Sevilla, donde conoció el Opus Dei en 1949. Desde 1951 hasta 1966 vivió en Villa Tevere, donde realizó numerosas obras de pintura, escultura, cerámica, mosaico y modelado, en estrecha relación con san Josemaría.
Al texto
4 2Co 5, 17-18
5 Ga 4, 4-5. .
6 Jn 1, 12
7 Ne 1, 6.
8 Lc 18, 1.
9 Cfr. Mt 6, 7.
10 Mt 6, 5.
11 Cfr. Jr 29, 12
12 Sal 26, 7.
13 Lc 6, 12.
14 Mt 7, 7.
15 Cfr. Mt 6, 33.