En diálogo con el Señor

Contexto e historia
Fuentes y material previo
Contenido
Texto: Vivir para la gloria de Dios
Comentarios
Notas


Contexto e historia

La meditación tuvo lugar en un día de retiro del Colegio Romano de la Santa Cruz. El diario –que como en todos los centros del Opus Dei, consignaba los hechos más importantes de la jornada– explica que desde días antes san Josemaría había prometido predicar en esa ocasión. Así lo hizo, efectivamente, a las diez de la mañana del 21 de noviembre de 1954. «Ya nos había dicho el Padre –se lee en el diario– de qué iba a hablarnos: de barcas y de mares, de nuestra vocación y nuestra libertad dentro de la entrega, dentro de la barca de Cristo... y de la maravillosa misión del sacerdote en Casa» 1.
El contexto temporal es el comienzo del curso académico en el Colegio Romano. Los nuevos alumnos se incorporaban generalmente en el mes de octubre y a veces en noviembre o diciembre. Las actividades formativas estaban a pleno ritmo, las clases habían comenzado y los recién llegados a Roma habían tenido tiempo de ambientarse y habituarse a las nuevas condiciones de vida en Villa Terere. Era un buen momento para que el fundador les transmitiera las ideas que consideraba más importantes para ese período de formación, en relación a la vida espiritual y a la búsqueda de la santidad, como efectivamente hizo.
El presente texto fue revisado por san Josemaría para ser incluido en los números de Crónica y Noticias de junio de 1975, que salieron unas semanas después de su fallecimiento, acaecido el 26 de ese mes. Nadie podía imaginar, cuando se lo pasaron para aprobación, que el título y el contenido de la meditación, “Vivir para la gloria de Dios”, adquirirían un nuevo significado, al haber muerto el fundador. La redacción escribió una nota en la que se decía que esas páginas resumían «el sentido de nuestro camino en la tierra, que el Padre nos ha abierto con su propia vida santa de la mano de Dios. Mientras se prepara –continuaba la nota–, para publicarla en los números de julio y agosto, la narración detallada de estos días que acabamos de vivir –entre lágrimas y a la vez con paz profunda–, será de gran consuelo para todos la lectura de esta meditación, que hace poco tiempo el Padre había aprobado para la publicación interna, en la que nos recuerda algunos puntos fundamentales del espíritu que Dios le confió, y que ya inunda el mundo entero. (...) Las palabras suyas, que aquí transcribimos, son una muestra más de las providencias que tomó en la tierra para que –con la gracia de Dios y nuestra correspondencia fiel– jamás se enturbie nuestro rumbo, y la Obra sea siempre fermento de vida cristiana entre los hombres de todos los tiempos» 2.

Fuentes y material previo

EdcS, 17-28; Cro1975, 527-538; Not1975, 463-473. En el expediente de AGP (serie A.4, m541121) se conservan siete versiones mecanografiadas de la transcripción, que se designan por las letras (escritas a mano) A, B, C, D, E, F y la séptima por el número 3; además hay veintiocho fichas manuscritas con apuntes tomados por los presentes, pasados a limpio o copiados entre ellos. Se conserva también el autógrafo de san Josemaría que le sirvió como guion de predicación y que reproducimos en el apartado de facsímiles y fotografías.
Aquí, como en las meditaciones que siguen, nos atenemos al texto que apareció en EdcS, Crónica y Noticias, sin intentar analizar los cambios que introdujo respecto a las transcripciones.

Contenido

San Josemaría, dirigiéndose a los fieles del Opus Dei que le escuchaban, desarrolla el tema del seguimiento de Cristo, propio del cristiano, y que la vocación al Opus Dei refuerza. El bautizado está llamado a vivir en intimidad con Cristo, a compartir su Vida y a buscar identificarse con El. Esta identificación, que el fundador anima a perseguir cada día, con el propio esfuerzo y la ayuda de la gracia, es la misma que san Pablo expresa en su epístola a los Gálatas: «No vivo yo, sino que Cristo vive en mí» 3.

Al Autor le gustaba recrearse en los lugares del Evangelio, pero hay un escenario que le era especialmente querido: la orilla del lago de Galilea. Hablando de barcas, redes y mares revivía la predicación y los milagros de Jesús, deteniéndose en considerar la vocación de los Apóstoles. Pasando de la barca de Pedro, que es la Iglesia, a la barca del Opus Dei, preguntaba: «Señor, ¿a qué he venido yo a esta barca?». Su respuesta, que era también su propia oración en voz alta, consistió en hablar de la libertad y la entrega.

En ese contexto trata de la fidelidad a Dios y a la misión que cada uno ha recibido. La entrega total y sin fisuras tiene como manifestaciones la docilidad y la unidad con los directores, y la decisión de ser fiel a la propia vocación. Explica que se necesita mucha humildad y sacrificio para vivir así: es preciso «entregarse, quemarse, hacerse holocausto», dice con expresión rotunda. Habla después de la necesidad de la formación para la santidad y para el apostolado.

Además de realizar los estudios eclesiásticos superiores, los que estaban en el Colegio Romano recibían una formación espiritual específica. Muchas veces se la impartía el propio fundador, por medio de meditaciones y frecuentes tertulias, en las que se conversaba sobre diversos aspectos del espíritu o de la historia del Opus Dei.

Les decía que se encontraban en Roma como la levadura que se prepara antes de ser mezclada en la masa, o también como el material atómico que se conserva para usos civiles. Sin casi actividad externa de apostolado, tenían eficacia sobrenatural. Y deseaba que, al volver a sus países de origen, fueran fermento de santidad entre los demás.

Pasa después a tratar de la necesidad de sacerdotes en el Opus Dei y de la total libertad de que gozan los que pueden plantearse esa forma de entrega.

Para san Josemaría la libertad y el amor en la respuesta a la llamada divina son temas importantes 4. Se lo recuerda a sus oyentes, subrayando que están allí, en ejercicio de su libre albedrío. Lo expresa con una frase castiza: «Has subido a la barca, a esta barca del Opus Dei, porque te dio la gana, que a mí me parece la más sobrenatural de las razones» 5.

Estas palabras del fundador del Opus Dei son una afirmación de la libertad total de que gozan los cristianos para seguir a Cristo 6. Y al mismo tiempo, contienen una profunda enseñanza: la entrega libre sólo se explica por el amor. A veces, el amor tiene manifestaciones que, para quien las observa desde fuera, pueden parecer gestos irracionales (la famosa paradoja de Pascal: «El corazón tiene sus razones, que la razón no conoce» 7). Quien se entrega se fía de Jesús, que ha dicho: «El que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará» (Mc 8, 35).

Para san Josemaría, esa elección libre y amorosa es «la más sobrenatural de las razones» 8. El amor que lleva a la entrega no puede existir sin libertad, pero al mismo tiempo implica poner en juego esa libertad, “gastarla” en algo o en alguien. Y después de la decisión inicial, la libertad continúa siendo decisiva para renovar el amor: «Tened esto muy claro: nuestra perseverancia es fruto de nuestra libertad, de nuestra entrega, de nuestro amor» 9

En rápida sucesión, transmite otras ideas importantes: humildad, vida contemplativa, serenidad, corrección fraterna, alegría... Habla de ser eslabones que servirán de cadena transmisora del espíritu del Opus Dei a las futuras generaciones e instrumentos para su expansión.

Vivir para la gloria de Dios

1a «Emitte lucem tuam et veritatem tuam» 10 envía, Señor, tu luz y tu verdad.

1b Hijos míos, seguir a Cristo –«venite post me et faciam vos fieri piscatores hominum» 11– es nuestra vocación. Y seguirle tan de cerca que vivamos con El, como los primeros Doce; tan de cerca que nos identifiquemos con El, que vivamos su Vida, hasta que llegue el momento, cuando no hemos puesto obstáculos, en el que podamos decir con San Pablo: «No vivo yo, sino que Cristo vive en mí» 12.

1c ¡Qué alegría tan grande sentirse metidos en Dios! ¡Endiosados! Y al mismo tiempo, ¡qué gozo también notar toda la pequeñez, toda la miseria, toda la debilidad de nuestra pobre naturaleza terrena, con sus flaquezas y con sus defectos! Por eso, cuando Cristo nos habla con parábolas, como a los primeros, muchas veces no le entendemos, y hemos de hacer nuestro el ruego de los Apóstoles: «Edissere nobis parabolam!» 13, Señor, explícanos la parábola.

2a Cuando haces oración, mi hijo –no me refiero ahora a esa oración continuada, que abarca el día entero, sino a los dos ratos que dedicamos exclusivamente a tratar con Dios, bien recogidos de todo lo exterior–, cuando empiezas esa meditación, frecuentemente –dependerá de muchas circunstancias– te representas la escena o el misterio que deseas contemplar; después aplicas el entendimiento, y buscas enseguida un diálogo lleno de afectos de amor y de dolor, de acciones de gracias y de deseos de mejora. Por ese camino debes llegar a una oración de quietud, en la que es el Señor quien habla, y tú has de escuchar lo que Dios te diga. ¡Cómo se notan entonces esas mociones interiores y esas reconvenciones, que llenan de ardor el alma!

2b Para facilitar la oración, conviene materializar hasta lo más espiritual, acudir a la parábola: la enseñanza es divina. La doctrina ha de llegar a nuestra inteligencia y a nuestro corazón, por los sentidos: ahora no te extrañará que yo sea tan aficionado a hablaros de barcas y de mares.

2c Hijos, hemos subido a la barca de Pedro con Cristo, a esta barca de la Iglesia, que tiene una apariencia frágil y desvencijada, pero que ninguna tormenta puede hacer naufragar. Y en la barca de Pedro, tú y yo hemos de pensar despacio, despacio: Señor, ¿a qué he venido yo a esta barca?

2d Esta pregunta tiene un contenido particular para ti, desde el momento en que has subido a la barca, a esta barca del Opus Dei, porque te dio la gana, que a mí me parece la más sobrenatural de las razones. Te amo, Señor, porque me da la gana de amarte: este pobre corazón podría haberlo entregado a una criatura... ¡y no! ¡Lo pongo entero, joven, vibrante, noble, limpio, a tus pies, porque me da la gana!

2e Con el corazón, también le diste a Jesús tu libertad, y tu fin personal ha pasado a ser algo muy secundario. Puedes moverte con libertad dentro de la barca, con la libertad de los hijos de Dios 14 que están en la Verdad 15, cumpliendo la Voluntad divina 16. Pero no puedes olvidar que has de permanecer siempre dentro de los límites de la barca. Y esto porque te dio la gana. Repito lo que os decía ayer o anteayer: si te sales de la barca, caerás entre las olas del mar, irás a la muerte, perecerás anegado en el océano, y dejarás de estar con Cristo, perdiendo esta compañía que voluntariamente aceptaste, cuando Él te la ofreció.

2f Piensa, hijo mío, qué grato es a Dios nuestro Señor el incienso que se quema en su honor. Piensa en lo poco que valen las cosas de la tierra, que apenas comienzan y ya se acaban. Piensa que todos los hombres somos nada: «Pulvis es, et in pulverem reverteris» 17; volveremos a ser como el polvo del camino. Pero lo extraordinario es que, a pesar de eso, no vivimos para la tierra, ni para nuestra honra, sino para la honra de Dios, para la gloria de Dios, para el servicio de Dios. ¡Esto es lo que nos mueve!

2g Por lo tanto, si tu soberbia te susurra: aquí pasas inadvertido, con tus talentos extraordinarios..., aquí no vas a dar todo el fruto que podrías..., que te vas a malograr, a agotar inútilmente... Tú, que has subido a la barca de la Obra porque te dio la gana, porque inequívocamente te llamó Dios –«nadie puede venir a Mí, si el Padre que me envió no le atrae» 18–, has de corresponder a esa gracia quemándote, haciendo que nuestro sacrificio gustoso, nuestra entrega sea una ofrenda: ¡un holocausto!

2h Hijo mío, ya te has persuadido, con esta parábola, de que si quieres tener vida, y vida eterna, y honor eterno; si quieres la felicidad eterna, no puedes salir de la barca, y debes prescindir en muchos casos de tu fin personal. Yo no tengo otro fin que el corporativo: la obediencia.

2i ¡Qué hermoso es obedecer! Pero sigamos con la parábola. Ya estamos en esta barca vieja, que lleva veinte siglos navegando sin hundirse; en esta barca de la entrega, de la dedicación al servicio de Dios. Y en esta barca, pobre, humilde, te acuerdas de que tú tienes un avión, que puedes manejar perfectamente, y piensas: ¡qué lejos puedo llegar! ¡Pues, vete, vete a un portaviones, que aquí tu avión no hace falta! Tened esto muy claro: nuestra perseverancia es fruto de nuestra libertad, de nuestra entrega, de nuestro amor, y exige una dedicación completa. Dentro de la barca no se puede hacer lo que nos venga en gana. Si toda la carga que está en sus bodegas se amontona en un mismo punto, la barca se hunde; si todos los marineros abandonan su quehacer concreto, la pobre barquichuela se pierde. Es necesaria la obediencia, y las personas y las cosas deben estar donde se dispone que estén.

2j Hijo mío, convéncete de ahora para siempre, convéncete de que salir de la barca es la muerte. Y de que, para estar en la barca, se necesita rendir el juicio. Es necesaria una honda labor de humildad: entregarse, quemarse, hacerse holocausto.

3a Sigamos adelante. Los fines que nos proponemos corporativamente son la santidad y el apostolado. Y para lograr estos fines necesitamos, por encima de todo, una formación. Para nuestra santidad, doctrina; y para el apostolado, doctrina. Y para la doctrina, tiempo, en lugar oportuno, con los medios oportunos. No esperemos unas iluminaciones extraordinarias de Dios, que no tiene por qué concedernos, cuando nos da unos medios humanos concretos: el estudio, el trabajo. Hay que formarse, hay que estudiar. De esta manera, os disponéis a vuestra santidad actual y futura, y al apostolado, cara a los hombres.

3b ¿No habéis visto cómo preparan la levadura, cómo la tienen encerrada, con unas temperaturas determinadas, para meterla luego en la masa...? Cuento con vosotros como con el motor más potente para mover la labor de todo el mundo. Ninguno de vosotros es ineficaz: todos estáis llenos de eficacia con sólo cumplir las Normas, con sólo estudiar, y trabajar, y obedecer.

3c No entiendo casi nada de esas cosas del material atómico, y lo que sé, lo conozco por los periódicos. Pero he visto fotografías, y sé que lo entierran, si es preciso, a muchos metros bajo tierra, que lo recubren con grandes planchas de plomo y lo guardan entre gruesas paredes de cemento. Y sin embargo actúa, y lo llevan de acá para allá, y lo aplican a personas para curar tumores, y lo emplean en otras cosas, y obra de mil modos maravillosos, con una eficacia extraordinaria. Así sois vosotros, hijos míos, cuando estáis dedicados a las labores internas o en esos Centros de formación que tiene la Obra. ¡Más eficaces!, porque tenéis la eficacia de Dios cuando os endiosáis por vuestra entrega, como Cristo, que se anonadó a sí mismo 19. Y nosotros nos anonadamos, perdemos en apariencia nuestra libertad, haciéndonos libérrimos con la libertad de los hijos de Dios 20.

3d Formación, pues, para dar doctrina y para vuestra santidad personal. Formación con el tiempo necesario, en lugar oportuno, con los medios oportunos; pero de cara al universo entero, a la humanidad entera, pensando en todas las almas. Y mientras vuestros hermanos van rompiendo el frente en nuevos países, no se encontrarán solos, porque desde aquí, dentro de estas paredes que parecen de piedra y son de amor, vosotros estaréis enviando toda la eficacia de vuestra santidad y de vuestro entregamiento, y haciendo que esos hermanos se sientan muy acompañados. Y luego llegará el momento de decir: «Ite, docete omnes gentes»... 21, id y enseñad a todas las gentes: apostolado de la doctrina –con vuestro ejemplo primero–, en medio del trabajo profesional. ¡Con qué alegría os diré unas palabricas al salir...!

3e Hijos de mi alma: vosotros sabéis que el Padre ama mucho la libertad. No me gusta coaccionar, ni que se coaccione a las almas. Ningún hombre debe quitar a los demás la libertad de que Dios nos ha hecho el don. Y si eso es así, pensad si voy a coaccionaros a vosotros... ¡Al contrario! Yo soy el defensor de la libertad de cada uno de vosotros dentro de la barca..., dentro de la barca y sin avión.

3f Pero se nos está pasando el tiempo, y quisiera todavía hablaros de muchas cosas más.

4a Nuestro Opus Dei es eminentemente laical, pero los sacerdotes son necesarios. Hasta hace poco, amando como amo el sacerdocio, cada vez que se ordenaba uno de vuestros hermanos, sufría. Ahora, al contrario, me da mucho gozo. Pero ha de ser sin coacción, con una libertad absoluta. A Dios no le molesta que un hijo mío no quiera ser sacerdote. Además, hacen falta muchos seglares, santos y doctos. Por lo tanto, los que son llamados al sacerdocio, hasta el mismo día, hasta el mismo momento de la ordenación, tienen una libertad completa. –Padre, no. Muy bien, hijo mío. Que Dios te bendiga. No me da ningún disgusto.

4b Sin embargo, nos hacen falta muchos sacerdotes, que sirvan como esclavos, gustosamente, a sus hermanas y a sus hermanos, y a esas vocaciones tan encantadoras que son los sacerdotes diocesanos. Hacen falta para la labor de San Rafael y para la de San Gabriel, para atender en el terreno sacramental a todos los socios de la Obra, para ayudar a esos grandes ejércitos de Cooperadores, que si son formados como se debe, serán mucho más eficaces –lo están siendo ya– que todas las asociaciones piadosas conocidas. Pero sin sacerdotes, no es posible.

4c La Obra se está extendiendo por el mundo de una manera prodigiosa. ¡Señor, estoy confundido! No es fácil, no se recuerda un caso en el que quienes comenzaron a trabajar en una obra tuya hayan visto, aquí en la tierra, tantas maravillas como yo estoy viendo: en extensión, en número, en calidad.

4d Nos hacen falta sacerdotes para el proselitismo. Porque, aunque la gran labor la hacen los seglares, llega el momento del muro sacramental, y si hubiera que acudir a clérigos que no tienen nuestro espíritu –unos porque no sabrían, otros porque no querrían– se entorpecería toda la labor.

4e Hacen falta sacerdotes también para el gobierno de la Obra: pocos, porque los cargos locales están en manos de mis hijos seglares, y dos tercios de los cargos del Consejo General y de las Comisiones Regionales, lo mismo; el resto serán sacerdotes que hayan trabajado mucho, que conozcan el tejemaneje de nuestra labor en todo el mundo. Llegará un momento en que los hermanos vuestros, que van a comenzar la labor en muchos sitios, vuelvan a recogerse y formen esos grupos directivos que, con su santidad personal y su experiencia, lleven con mucho garbo las riendas del gobierno.

4f Hacen falta sacerdotes como instrumentos de unidad. Luego el sacerdote debe poner un cuidado particular en no hacer capillitas... ¡Hay que despegarse de las almas! Yo no tenía quien me lo enseñara –no he tenido un Padre como vosotros–, era el Señor quien me indicaba que evitase siempre la cosa personal, aun antes de saber lo que Dios quería de mí. A las gentes que venían a mi confesonario, a veces les aconsejaba: vete a otro sacerdote; hoy no te confieso. Lo hacía para que se ventilaran, para que no se apegasen, para que no acudieran al sacramento por un motivo de afecto a la criatura, sino por motivos divinos, sobrenaturales: por amor de Dios.

5a Hijo, no pienses nunca en ti. Huye de la soberbia de imaginar que eres eso que en mi tierra llaman el palico de la gaita. Cuando no te acuerdes de ti, entonces haces buena labor. No podemos creernos el centro, de modo que pensemos que todo debe girar alrededor de nosotros. Y lo peor es que, si caes en este defecto, cuando te digan que eres soberbio, no te lo creerás; porque mientras el humilde se cree soberbio, el soberbio se cree humilde.

5b Os miro, hijos... ¡Qué alegría cuando te llegue el momento de enseñar a tus hermanos que los hijos de Dios en su Opus Dei han de ser contemplativos, almas contemplativas en medio del mundo! Tenéis que mantener una continua vida de oración, de la mañana a la noche y de la noche a la mañana. ¿De la noche a la mañana, Padre? Sí, hijo, también durmiendo.

5c Tú admiras, como yo, la vida silenciosa de esos hombres que se encierran en un viejo convento, ocultos en sus celdas; vida de trabajo y de oración. Cuando alguna vez he visitado a los cartujos, salgo de allí edificado y queriéndoles mucho. Comprendo su vocación, su apartamiento del mundo, y me alegro por ellos, pero... allí dentro siento mucha tristeza. En cuanto vuelvo a la calle, me digo: ¡mi celda, ésta es mi celda! Nuestra vida es tan contemplativa como la suya. Dios nos da los medios para que nuestra celda –nuestro retiro– esté en medio de las cosas del mundo, en el interior de nuestro corazón. Y pasamos el día –si hemos adquirido la formación específica nuestra– en un continuo diálogo con Dios.

5d Cristo, María, la Iglesia: tres amores para llenar una vida. María, tu Madre –se te iba a escapar: mamá; no importa, díselo también–, con San José y tu Ángel Custodio.

5e Enseñarás a tus hermanos que han de ser contemplativos y serenos. Aunque todo el mundo se hunda, aunque todo se pierda, aunque todo se agriete..., nosotros, no. Si somos fieles, tendremos la fortaleza del que es humilde, porque vive identificado con Cristo. Hijos, somos lo permanente; lo demás es transeúnte. ¡No pasa nada!

5f Padre, ¿y si me pegan dos tiros? ¡Santa cosa! No es nuestro camino, pero aceptaríamos la gracia del martirio como un mimo de Dios: no a nosotros, sino a nuestra familia del Opus Dei, para que ni siquiera por eso nos venza la soberbia. No nos faltará ese mimo..., pero pocas veces, porque no es el camino nuestro.

6a ¡Serenos! Procuremos que no nos falte sentido de responsabilidad, sabiéndonos eslabones de una misma cadena. Por lo tanto –hemos de decir de veras cada uno de los hijos de Dios, en su Obra– quiero que ese eslabón, que soy yo, no se rompa: porque, si me rompo, traiciono a Dios, a la Iglesia Santa y a mis hermanos. Y nos gozaremos en la fortaleza de los otros eslabones; me alegrará que los haya de oro, de plata, de platino, engastados en piedras preciosas. Y cuando parece que me voy a quebrar, porque las pasiones me han turbado; cuando parece que un eslabón se resquebraja... ¡tranquilos! Se le ayuda, para que siga adelante con más amor, con más dolor, con más humildad.

6b Dirás a tus hermanos que deben ser contemplativos y serenos, con sentido de responsabilidad en la vida ordinaria, porque nuestro heroísmo está en lo pequeño. Nosotros buscamos la santidad en el trabajo ordinario, cotidiano.

6c Les dirás también que deben vivir la caridad, que es cariño. «Deus caritas est22, el Señor es amor. Cariño para vuestros hermanos, cariño especialísimo para vuestros Directores, ayudándoles también con la corrección fraterna. Tenéis todos los medios para decir la verdad, sin herir, de manera que sea útil sobrenaturalmente. Se consulta: ¿puedo hacer esta corrección fraterna? Te pueden responder que no conviene, porque no se trata de algo objetivo, o porque ya se lo ha dicho otro, o porque no hay motivo suficiente, o por otras razones. Si te responden que sí, haces la corrección fraterna enseguida, cara a cara, porque la murmuración no cabe en la Obra, no puede haberla, ni siquiera la indirecta; la murmuración indirecta es propia de personas que tienen miedo a decir la verdad.

6d Hay un refrán que advierte: el que dice las verdades, pierde las amistades. En el Opus Dei es al revés. Aquí la verdad se dice, por motivos de cariño, a solas, a la cara; y todos nos sentimos tan felices y seguros, con las espaldas bien guardadas. No toleréis nunca la menor murmuración, y mucho menos si es contra algún Director.

6e Caridad, hijos, con todas las almas. El Opus Dei no va contra nadie, no es anti-nada. No podemos ir del brazo con el error, porque podría dar ocasión a que se apoyen en nosotros y lo extiendan; pero con las personas que están equivocadas hay que procurar, por medio de la amistad, que salgan del error; hay que tratarlas con cariño, con alegría.

6f «Iterum dico: gaudete!» 23. Estad siempre alegres, hijos míos. He llenado estos edificios con palabras de la Escritura en las que se recomienda la alegría. «Servite Domino in latitia» 24; servid al Señor con alegría. ¿Vosotros creéis que en la vida se agradece un servicio prestado de mala gana? No. Sería mejor que no se hiciera. ¿Y nosotros vamos a servir al Señor con mala cara? No. Le vamos a servir con alegría, a pesar de nuestras miserias, que ya las quitaremos con la gracia de Dios.

6g Sed obedientes. Para obedecer, es preciso escuchar lo que nos dicen. ¡Si vierais qué pena da mandar a almas buenas que no saben obedecer...! Quizá es una persona encantadora, muy santa, pero llega el momento de obedecer, ¡y no! ¿Por qué? Porque a veces hay quienes tienen el defecto casi físico de no escuchar; tienen tan buena voluntad, que mientras escuchan, están pensando en el modo de hacerlo de otra manera, en cómo desobedecer. No, hijos; se exponen las posibilidades contrarias, si las hay; se dicen las cosas con claridad, y después se obedece, estando dispuestos a seguir rendidamente la solución opuesta a nuestro consejo.

6h Obedientes y objetivos. ¿Cómo podréis informar vosotros –que no sois soldados rasos, sino capitanes del ejército de Cristo, y por tanto habéis de informar objetivamente a vuestros Directores de lo que pasa en vuestro sector– si no sois objetivos? ¿Sabéis lo que le ocurre a un general que recibe treinta, cincuenta, cien informes falsos? Que pierde la batalla. Cristo no pierde batallas, pero se entorpece la eficacia de nuestra labor, y el trabajo no rinde todo lo que debería rendir.

6i Hijos míos, ya van casi cuarenta minutos de meditación. No me gusta saltar el parapeto –ya que hablamos en términos militares– de los treinta; de los cuarenta, nunca. Habéis visto cuántas cosas debéis aprender y practicar, para enseñárselas a vuestros hermanos. Llenaos de deseos de formaros. Y, si no tenéis deseos, os aconsejo que tengáis deseos de tener deseos: eso ya es algo... Deseos de entrega, de formación, de santidad, de ser muy eficaces: ahora, después y siempre.

Comentarios

1b «seguir a Cristo… es nuestra vocación»: no hay una definición más clara y profunda de lo esencial de la vocación cristiana y de la concreción de esa única vocación que es la llamada al Opus Dei. Pero no es un mero “seguir” de lejos sino un “vivir” con Cristo, «que vivamos su Vida», que acaba en la cristificación transformante del discípulo, de la que habla san Pablo. Con pocas diferencias, este texto aparece también en la homilía Hacia la santidad: «Seguir a Cristo: éste es el secreto. Acompañarle tan de cerca, que vivamos con Él, como aquellos primeros doce, tan de cerca, que con Él nos identifiquemos», Amigos de Dios, 299.

2a «los dos ratos que dedicamos»: de ordinario, los miembros del Opus Dei reservan dos momentos a la oración mental, cada día: uno por la mañana y otro por la tarde, generalmente de media hora cada uno.

2b «de barcas y de mares»: por su conexión con el Evangelio, el tema de las barcas, redes y mares, es constante en la predicación del Autor, como afirma Rodríguez (Camino, ed. crít.-hist., com. al 792). El contexto es casi siempre la vida del apóstol cristiano, llamado por Cristo a ser “pescador de hombres”. Ver por ejemplo, Camino, 629, 799, 808 y 978; Surco, 377 y cap. 3.°, titulado precisamente “Pescadores de hombres”; Forja, 356, 574; Es Cristo que pasa, 159, 175; Amigos de Dios, 14, Amigos de Dios, 21, 23, 259 260, 262, 265, 273.

2d «la más sobrenatural de las razones»: expresión que, como ya hemos dicho, san Josemaría usaba desde hacía muchos años, para expresar la libertad interior que debe reinar en la vida cristiana (ver la introducción a esta meditación). En este pasaje, san Josemaría está hablando a personas que viven el celibato apostólico, como sacerdotes o seglares, la mayoría jóvenes, que se encontraban en Roma para formarse más intensamente junto al fundador y, en su caso, prepararse al sacerdocio. Pero el fondo de su enseñanza es universal: el amor y la perseverancia en la entrega son fruto de una libertad plena, como explica en los siguientes párrafos.

2e «tu fin personal»: el fin personal que cada persona busca en el orden profesional, cultural, etc., y que la llamada al Opus Dei no niega, se sitúa ahora en un contexto más amplio, el de realizar la Obra, con disponibilidad para lo que Dios pida.
«ayer o anteayer»: en una tertulia que tuvo lugar dos días antes, el 19 de noviembre, había estado comentando esas mismas ideas (cfr. Diario del Colegio Romano de la Santa Cruz, 19-XI-1954, en AGP, serie M.2.2, 427-27).

«si te sales de la barca»: en los siguientes párrafos, san Josemaría acude al símil de “la barca” para referirse, en realidad, a dos barcas: la de la Iglesia y la de la Obra, que son distintas, aunque la metáfora sea única. Como es sabido, los Padres de la Iglesia, para ilustrar la necesidad de la Iglesia para la salvación, utilizaban las imágenes de la barca, del arca, de la casa, del templo, etc. «Fuera de esta casa, lo que significa fuera de la Iglesia, nadie puede salvarse, porque aquel que sale de ella es culpable de su propia muerte» (Orígenes, In Iesu Nave, Hom. 5, 3: PG 12, 841). «Si alguien ha escapado (al diluvio) fuera del arca entonces el que sale de la Iglesia puede escapar (a la condenación)» (San Cipriano, De Unit. Eccl, 6: PL 4, 503). Las citas podrían multiplicarse. Análogamente, san Josemaría echa mano del símil de la barca para hablar de la perseverancia en la Obra a personas espiritualmente maduras, de vocación probada y que son conscientes de su responsabilidad moral ante el Señor («inequívocamente te llamó Dios», 1.2g); en esa situación, la resistencia consciente a la voluntad de Dios conocida como tal, puede conllevar un dejar de «estar con Cristo», que podría conducir incluso a la «muerte espiritual» (1.2j); de ahí la fuerza, incluso la dureza del lenguaje que emplea. Al mismo tiempo, dejó siempre claro que solo Dios sabe lo que acontece en cada caso y recomendó que, si alguien dejaba el Opus Dei, se procurara que no se alejara de la labor apostólica e incluso que fuera admitido como cooperador.

2g «holocausto»: se refiere a uno de los sacrificios hebraicos, en los que la víctima era completamente consumida por el fuego. La metáfora es clara: la entrega a Dios ha de ser completa, el servicio a Cristo puede exigir renunciar a la propia vida, “perderla”, como se quema la ofrenda del holocausto, para recuperarla después en la eternidad (cfr. Mc 8, 35).

2h «tu fin personal»: la llamada de Dios requiere a menudo prescindir de legítimas aspiraciones personales y dejarlo todo para seguir a Cristo. En ese contexto, de obediencia a la voluntad divina, se encuadra esta enseñanza de san Josemaría.

2i «¡Qué hermoso es obedecer!»: la obediencia en el Opus Dei se refiere solo a lo que es misión propia de la prelatura (la búsqueda de la santidad en medio del mundo), mientras que en las demás cuestiones (políticas, culturales, profesionales, etc.) los miembros de la Obra gozan de la misma libertad que los demás fieles católicos.

«lleva veinte siglos navegando», como ya hemos dicho, el Autor está utilizando la misma metáfora para designar dos realidades distintas, aunque relacionadas, y en el vivo de su predicación pasa de aludir a la Iglesia a referirse después a la entrega en el Opus Dei.

3a «en lugar oportuno»: recordemos que se está dirigiendo a personas que se encuentran en un período de formación y con un horizonte de servicio –como laicos o mediante el ejercicio del ministerio sacerdotal– al Opus Dei, que en 1954 se encontraba en pleno desarrollo y expansión internacional.

3b «el motor más potente»: por la Comunión de los santos, los alumnos del Colegio Romano podían prestar una ayuda muy eficaz al desarrollo del Opus Dei en todo el mundo, santificándose en sus actuales circunstancias, aun sin poder dedicarse a un apostolado directo con sus colegas de profesión.

3d [Cfr. Mt 28, 19.] Mt 28, 19. EdcS, 22.

4a «sufría»: le hacía sufrir –en un primer momento– que dejaran el estado laical, al que habían sido llamados por Dios para santificarse en el Opus Dei. Pero ese “sufrimiento” quedaba compensado por el gran don que supone para la Iglesia todo nuevo sacerdote, que es otra llamada divina, y aún más excelsa.

4b «esas vocaciones tan encantadoras que son los sacerdotes diocesanos»: se refiere a los socios de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, intrínsecamente unida al Opus Dei, que son sacerdotes seculares provenientes de diversas diócesis. Viven el espíritu del Opus Dei desempeñando la propia labor pastoral, en dependencia plena de sus obispos.
socios Cro1975, 533 ] miembros EdcS, 23.

La terminología “socios”, que aquí emplea san Josemaría, quería recalcar que los miembros o fieles del Opus Dei no son religiosos. La situación jurídica de la Obra en aquellos momentos no era la más adecuada, por lo que tampoco el modo de denominar a los miembros o a los fieles –como se diría hoy, con una terminología precisa– era el ideal. De ahí que el fundador emplee “socios” a veces, a pesar de que el Opus Dei no era una asociación ni una sociedad, sino una realidad distinta de comunión eclesial. En EdcS se corrigió “socios” por “miembros”, un término más exacto, que también empleaba san Josemaría otras veces. Como corresponde a esta edición crítico-histórica, hemos restaurado aquí la lección original del Autor.

4d «proselitismo»: este término, que se ha usado durante siglos como sinónimo de cristianizar, evangelizar o de llevar a cabo una acción misionera, tiene un significado preciso en san Josemaría, inspirado en el Evangelio y en la Tradición de la Iglesia: contagiar y provocar en los demás el amor a Jesucristo y los deseos de entregarse en su servicio. A causa de su evolución semántica, hoy día tiende a identificarse cada vez más el proselitismo con la conquista agresiva de adeptos para una causa, pero en el Autor no tiene este sentido; es más, en diversos momentos subraya el delicado respeto a la libertad que debe acompañar la acción evangelizadora. Sobre la acepción de proselitismo en san Josemaría ver Camino, ed. crít.-hist., p. 786 y ss.; Javier LÓPEZ DÍAZ, “Proselitismo”, en DSJEB, pp. 1029-1033.
«muro sacramental»: expresión gráfica para significar que los sacerdotes son necesarios para confesar y celebrar la Eucaristía y de esa forma hacer llegar a los fieles la gracia sacramental, sin la que no es posible la vida sobrenatural y el crecimiento espiritual.

«acudir a clérigos»: san Josemaría tuvo algunas malas experiencias al respecto en los primeros tiempos, con los sacerdotes a los que acudían los miembros del Opus Dei para confesarse y que a veces, no conociendo bien el espíritu del Opus Dei, les desorientaban con sus consejos. Vid. AVPIII, pp. 661 y ss.

4f «hacer capillitas»: significa crear grupos de gente muy adicta a la propia persona, algo que san Josemaría quería evitar en la labor apostólica en general y especialmente en el caso de los sacerdotes. Ver el comentario al 963 de Camino, ed. crít.-hist.

5a «palico de la gaita», se refiere a quien busca llamar la atención de los demás, estar a la vista de todos.

5b «durmiendo»: san Josemaría lo tenía bien experimentado; en sus Apuntes íntimos había escrito que Dios «me daba continua oración, aun durmiendo» (Cuaderno VI, n.° 877, 24-XI-1932, en Camino, ed. crít.-hist., p. 8). Es una experiencia que entronca con la tradición espiritual de la “oración continua”, cultivada en la Iglesia desde antiguo, que sigue la recomendación evangélica de «orar siempre y no desfallecer» (Lc 18, 1) y el consejo de san Pablo: «orad sin cesar» (1Ts 5, 17). Vuelve a mencionarlo en 9.4c y 10.2c.

6a «sabiéndonos eslabones»: el símil de los eslabones, que utiliza en otros lugares (cfr. Amigos de Dios, 76), habla de la importancia de la fidelidad a Dios, para que la “cadena” –la Comunión de los Santos– no se rompa. La fuerza de la cadena depende de la resistencia a la tracción de cada uno de sus anillos. Por eso, lo decisivo es que todos juntos resistan, pues la ruptura de uno significa la inutilidad del conjunto. No le importa a san Josemaría la materia con que está hecho el eslabón, pues uno de humilde hierro –una persona con menos cualidades– puede llegar –por su santidad– a sostener más peso y más responsabilidad que otro de un material más valioso.

6c «la corrección fraterna»: enseñada por Cristo (cfr. Mt 18, 15), en el Opus Dei se ejercita siguiendo los precisos criterios de prudencia y caridad que aquí indica san Josemaría. Es una advertencia afectuosa a otra persona, realizada a solas y con la máxima delicadeza, después de recibir la autorización del director competente, para corregir un hábito o una falta externa o progresar en una virtud. El fundador la consideraba una manifestación de verdadera preocupación por el progreso espiritual y humano de los demás, una muestra del cariño auténtico que debe existir entre los fieles del Opus Dei. Insistía en que no se dejara de practicar nunca, especialmente para ayudar a los que tienen misión de gobierno.

6f Sal 49, 2] Sal 16, 2 EdcS, 21.

6h «capitanes del ejército de Cristo»: da por supuesto que todos los que le escuchan tendrán, de una forma u otra, encargos y funciones de formación, e incluso puestos directivos en labores del Opus Dei, de ahí que los llame «capitanes», es decir, personas con mayor responsabilidad, a quienes se pide una especial objetividad en su colaboración con la actividad de dirección. El uso del término “capitanes” no connota superioridad en lo espiritual, sino diversidad de funciones.

Notas

A la introducción
1 Diario del Colegio Romano de la Santa Cruz, 21-XI-1954 (AGP, serie M.2.2, 427-27).
2 Cro1975, 526 y Not1975A62.
3 Ga 2, 20.
4 Ver Paul OLIVIER, “La filiation divine: vocation et liberté”, en Antonio MALO PÉ (ed.), La dignita della persona umana, Roma, Edizioni Universitá della Santa Croce, 2003, pp. 43-58.
Algunas ideas sobre la libertad en san Josemaría en Lluís CLAVELL, “La liberta conquístala da Cristo sulla Croce. Approccio teológico ad alcuni insegnamenti del Beato Josemaría Escrivá sulla liberta”, Romana 33 (2001), pp. 240-269; Alejandro LLANO CIFUENTES, “Libertad y trabajo”, en Jon BOROBIA LAKA, etal. (eds.), Trabajo y espíritu: sobre el sentido del trabajo desde las enseñanzas de Josemaría Escrivá en el contexto del pensamiento contemporáneo, Pamplona, Eunsa, 2004, pp. 183-202; Mireille HEERS, “La liberté des enfánts de Dieu”, en GVQ (I), 2002, pp. 199-219.
5 1.2d.
6 La frase se remonta, al menos, al principio de la década de los 40, como recuerda Francisco Ponz: «El Padre proclamaba a gritos su gran amor a la libertad, y nos repetía que debíamos portarnos bien porque nos saliera de dentro, libremente: “Porque me da la gana, que es la razón más sobrenatural”», Francisco PONZ PlEDRAFITA, Mi encuentro con el Fundador del Opus Dei. Madrid, 1939-1944 (277), Pamplona, Eunsa, 2000, p. 43.
7 Cfr. Blaise PASCAL, Pensées, 585 (ed. de las Oeuvres completes, París, 1904-1914).
8 1.2d. En 20.4d vuelve sobre lo mismo: «La razón más sobrenatural: porque nos da la gana, por amor».
9 1.2i
Al texto
10 Sal 42, 3.
11 Mt 4, 19.
12 Ga 2, 20
13 Mt 13, 36.
14 Cfr. Rm 8, 21.
15 Cfr. Jn 8, 32.
16 Cfr. Mt 7, 21
17 Feria IV Cinerum, Ant.
18 Jn 6, 44.
19 Cfr. Flp 2, 7.
20 Cfr. Rm 8, 21.
21 Cfr. Mt 28, 19.
22 1Jn 4, 8.
23 Flp 4, 4.
24 Sal 99, 2.