Antología de Textos

APOSTOLADO

1. Entrando de nuevo, después de algunos días, en Cafarnaúm, se supo que estaba en casa, y se juntaron tantos, que ni aun junto a la puerta cabían, y Él les hablaba. Vinieron trayéndole un paralítico, que llevaban entre cuatro. No pudiendo presentárselo a causa de la muchedumbre, descubrieron el terrado por donde Él estaba y, hecha una abertura, descolgaron la camilla en que yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados (Mc 2, 1-5). Quizá todo apostolado no sea más que eso: poner a las personas delante de Jesús. Con todas las dificultades y obstáculos que podamos encontrar.
Pusieron la camilla, en medio, delante de Jesús (Lc). Después, Jesús hizo el resto; Él es quien hace realmente lo importante. Las gentes que abarrotaban la casa contemplaron un hecho que no se ve todos los días: un paralítico descolgado desde el techo, amarrado en una camilla. Eran cuatro los amigos del paralítico (Mc); conocerían ya a Jesús, le habrían tratado, le habrían oído más veces; y su confianza en Él es plena.
Su fe es tan grande que el milagro se realizará precisamente por la fe de ellos. Su fe suple o complementa la del paralítico. El Evangelio nos dice que Jesús viendo la fe de ellos (Mc), de los amigos, obrará el milagro. Nada se dice explícitamente de la fe del enfermo. Se insiste en la de los amigos.
2. ¿Quién puede perdonar los pecados sino solo Dios? ¿Quién puede transformar la interioridad de una persona sino Dios?... Lo que cuenta no es el que planta ni el que riega, sino el que produce el crecimiento, Dios... Porque somos colaboradores de Dios (cfr. 1Co 3, 7-10). El apostolado está en el orden de la gracia, en el orden de lo sobrenatural.
Sin humildad no se puede ser apóstol. Esta virtud se manifiesta de muy diversas formas: rectitud de intención, rechazar los deseos de vanidad y vanagloria, no querer ser la figura principal y, sobre todo, tener muy presente que es Dios quien pone siempre el incremento.
Otras veces podría llegar el desánimo. Las gentes que deseamos llevar a Dios no tienen deseos de moverse, surgen imprevistos, barreras en el camino hacia Jesús... Y nos olvidamos de que, si amamos a Jesucristo, si tenemos fe en Él, espíritu de iniciativa y constancia, todo lo podemos.
Los cristianos somos responsables, en ocasiones, de que no se acerque más gente a Dios. Ellos se encuentran inmovilizados frecuentemente por una especie de parálisis en la fe: se hace necesario llevarlos al Señor, acercándolos al Sacramento de la penitencia. "Paradójicamente, el mundo, que a pesar de los innumerables signos de rechazo de Dios, lo busca sin embargo por caminos insospechados y siente dolorosamente su necesidad, el mundo exige a los evangelizadores que le hablen de un Dios a quien ellos mismos conocen y tratan familiarmente, como si estuvieran viendo al invisible (cfr. Hb 11, 27). El mundo exige y espera de nosotros sencillez de vida, espíritu de oración, caridad para con todos, especialmente para los pequeños y los pobres, obediencia y humildad, despego de sí mismos y renuncia. Sin esta marca de santidad, nuestra palabra difícilmente abrirá brecha en el corazón de los hombres de este tiempo. Corre el riesgo de hacerse vana e infecunda" (PABLO VI, Evangelii nuntiandi, n. 76).
3. Quien predica a Cristo tendrá que acostumbrarse en ocasiones a ser impopular, a ir contracorriente, si verdaderamente busca la salvación de las almas y la extensión del reino de Cristo. "¿Desde cuándo un médico da medicinas inútiles a sus pacientes, porque tiene miedo de prescribir las que son útiles?" (BENEDICTO XV, Enc. Humanum genus).
Y todo esto con prudencia, con oportunidad, haciendo amable y atrayente la doctrina del Señor. Porque tampoco se atrae a los demás a la fe siendo intempestivos, sino con cariño humano, con bondad, con paciencia.
El apóstol se hace y se fortalece en la unión con Cristo. Siempre se cumplen sus palabras: Sin mí no podéis hacer nada. Con Él, todo lo podemos; nuestra vida es capaz de iluminar y arrastrar a los demás, incluso en los ambientes más difíciles, o en medio de grandes tribulaciones. La historia de la Iglesia, de todas las épocas, ha sido un vivo ejemplo. Los primeros cristianos lograron que la fe penetrara en poco tiempo en las familias, en el senado, en la milicia, en el palacio imperial... No tenían apenas medios y cambiaron un mundo pagano, al que se le veían pocos resortes para su conversión.
En un mundo que se presenta en muchos aspectos como pagano, "se impone a todos los cristianos la dulcísima obligación de trabajar para que el mensaje divino de la revelación sea conocido y aceptado por todos los hombres de cualquier lugar de la tierra" (CONC. VAT. II, Decr. Apostolicam actuositatem). Evidentemente, la primera obligación será, de ordinario, orientar nuestro apostolado hacia las personas que Dios ha puesto a nuestro lado, a los que están más cerca, a los que tratamos con frecuencia.

Citas de la Sagrada Escritura

1. La misión del cristiano

Así como Tú me has enviado al mundo, así yo los he enviado también a ellos al mundo. Jn 17, 18
Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. Mc 16, 15
Vosotros sois la sal de la tierra. Mt 5, 13
Vosotros sois la luz del mundo. Mt 5, 14
Quien a vosotros recibe, a mi me recibe; y quien a mi me recibe, recibe a Aquel que me ha enviado. Mt 10, 40

2. El cristiano ha de ser levadura en la masa

Es semejante el reino de los cielos al fermento que coge una mujer y lo pone en tres medidas de harina hasta que todo fermenta. Mt 13, 33
Un poco de levadura hace fermentar toda la masa. 1Co 5, 6

3. Unión con el Señor

Al modo que el sarmiento no puede producir fruto, si no está unido con la vid, así tampoco vosotros si no estáis unidos conmigo. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; quien está unido conmigo, y yo con él, ése da mucho fruto, porque sin mi no podéis hacer nada. Jn 15, 4-5

4. Voluntad salvífica de Dios

Dios quiere que todos los hombres se salven y vengan al conocimiento de la verdad. 1Tm 2, 4
Yo he venido a echar fuego en la tierra, ¿y qué he de querer sino que se encienda? Lc 12, 49

5. Instrumentos del Señor

Yo planté, Apolo regó: pero es Dios quien da el incremento. 1Co 3, 5-7

6. Ejemplo de los Apóstoles

Los Apóstoles no cesaban de enseñar y anunciar el Evangelio por todas partes: Hch 5, 42 ; Hch 8, 4

7. No desanimarse ante las dificultades

Teniendo presente que vuestro trabajo no es vano en el Señor. 1Co 15, 58
Mis elegidos no trabajarán en vano. Is 65, 23

8. Responsabilidad

El que tiene la palabra de sabiduría, pero no quiere emplearla en provecho del prójimo, es lo mismo que quien pone el dinero en una bolsa y la tiene siempre atada. Si 49, 17

El fin de todo apostolado es la salvación de las almas

311 La misión de la Iglesia tiene como fin la salvación de los hombres, la cual hay que conseguir con la fe en Cristo y con su gracia. Por tanto, el apostolado de la Iglesia y de todos sus miembros se ordena en primer lugar a manifestar al mundo con palabras y obras el mensaje en Cristo y a comunicar su gracia (CONC. VAT. II, Decr. Apostolicam actuositatem, 6).

312 ¡A cuántos hombres es preciso llevar todavía a la fe! Cuántos hombres es preciso reconquistar para la fe que han perdido, siendo a veces esto más difícil que la primera conversión a la fe. Sin embargo la Iglesia, consciente de aquel gran don, del don de la Encarnación de Dios, no puede nunca detenerse, no puede pararse jamás (JUAN PABLO II, Hom. 6-1-1979).

313 Y así me acaece, que cuando en las vidas de los santos leemos que convirtieron almas, mucha más devoción me hace y más ternura y más envidia, que todos los martirios que padecen (por ser ésta la inclinación que Nuestro Señor me ha dado), pareciéndome que precia más un alma que por nuestra industria y oración le ganásemos mediante su misericordia, que todos los servicios que le podemos hacer (SANTA TERESA, Fundaciones, 1, 7).

314 También puede ocurrir que no tenga pan que dar de limosna al indigente; pero quien tiene lengua, tiene algo más que poder dar, pues alimentar con el sustento de la palabra el alma, que ha de vivir para siempre, es más que saciar con pan terreno el estómago del cuerpo, que ha de morir (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 6 sobre los Evang.).

Necesidad de tratar a Dios, para hablar de El: "De la abundancia del corazón habla la boca"

315 Antes de permitir a la lengua que hable, el apóstol debe elevar a Dios su alma sedienta, con el fin de dar lo que hubiere bebido y esparcir aquello de que la haya llenado (SAN AGUSTÍN, Sobre la doctrina cristiana, 1, 4).

316 Para que aprenda el hombre a amar a su prójimo como a si mismo, debe antes aprender a amar a Dios como a si mismo (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 118).

317 Cristo, enviado por el Padre, es la fuente y origen de todo apostolado de la Iglesia. Es, por ello, evidente que la fecundidad del apostolado seglar depende de la unión vital de los seglares con Cristo. Lo afirma el Señor: El que permanece en mi y yo en él, ése da mucho fruto, porque sin mi no podéis hacer nada (Jn 15, 5) (CONC. VAT. Il, Decr. Apostolicam actuositatem, 4).

318 Recibe de Cristo, para que puedas hablar a los demás. Acoge en ti el agua de Cristo [...]. Llena, pues, de esta agua tu interior, para que la tierra de tu corazón quede humedecida y regada por sus propias fuentes (SAN AMBROSIO, Carta 2, 1-2).

318b El que está llamado a "enseñar a Cristo" debe por tanto, ante todo, buscar esta "ganancia sublime que es el conocimiento de Cristo"; es necesario "aceptar perder todas las cosas para ganar a Cristo, y ser hallado en Él" y "conocerle a Él, el poder de su resurrección y la comunión en sus padecimientos hasta hacerme semejante a Él en su muerte, tratando de llegar a la resurrección de entre los muertos" (Flp 3, 8-11) (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 428).

319 Y pienso, efectivamente, que corren un serio peligro de descaminarse aquellos que se lanzan a la acción –¡al activismo!–, y prescinden de la oración, del sacrificio y de los medios indispensables para conseguir una sólida piedad: la frecuencia de Sacramentos, la meditación, el examen de conciencia, la lectura espiritual, el trato asiduo con la Virgen Santísima y con los Angeles custodios... Todo esto contribuye además, con eficacia insustituible, a que sea tan amable la jornada del cristiano, porque de su riqueza interior fluyen la dulcedumbre y la felicidad de Dios, como la miel del panal (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 18).

320 Lo que admiran mucho los hombres lo divulgan luego, porque de la abundancia del corazón habla la boca (Mt 12) (SANTO TOMÁS, en Catena Aurea, vol. IV, p. 37).

321 Sin una vida interior sólida, sin una auténtica unión con Jesucristo, sin piedad verdadera, no se puede ser apóstol. Para restaurar todas las cosas en Cristo por medio del apostolado es menester la gracia divina, y el apóstol no la recibe si no está unido a Cristo. Todos los que participan del apostolado deben, por tanto, poseer la verdadera piedad (SAN PIO X, Carta, 1 1-ó-1909).

322 (El Bautista) [...] escuchaba en su interior la voz de la verdad para manifestar al exterior lo que oía (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 20 sobre los Evang.).

323 Empieza por tener paz en ti mismo, y así podrás dar paz a los demás (SAN AMBROSIO, en Catena Aurea, vol. 1, p. 254).

324 "Nonne cor nostrum ardeos erat in nobis, dum loqueretur in via?"-¿Acaso nuestro corazón no ardía en nosotros cuando nos hablaba en el camino?. Estas palabras de los discípulos de Emaús debían salir espontáneas, si eres apóstol, de labios de tus compañeros de profesión, después de encontrarte a ti en el camino de su vida (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 917).

La vocación cristiana es, por su misma naturaleza, vocación al apostolado

325 La virtud de esta luz (la vocación cristiana) no está sólo en brillar, sino también en conducir a quienes la sigan (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 1 5).

326 Todos los fieles, desde el Papa al último bautizado, participan de la misma vocación, de la misma fe, del mismo Espíritu, de la misma gracia... Todos participan activa y corresponsablemente –dentro de la necesaria pluralidad de ministerios– en la única misión de Cristo y de la Iglesia (A.DEL PORTILLO, Fieles y laicos en la Iglesia, p. 38).

327 La vocación cristiana es, por su misma naturaleza, vocación también al apostolado (CONC. VAT.II, Decr. Apostolicam actuositatem, 2).

328 Considerando que Cristo es la luz verdadera sin mezcla posible de error alguno, nos damos cuenta de que también nuestra vida ha de estar iluminada con los rayos de la luz verdadera. Los rayos del sol de la justicia son las virtudes que de él emanan para iluminarnos [...] y, obrando en todo a plena luz, nos convirtamos también nosotros en luz y, según es propio de la luz, iluminemos a los demás con nuestras obras (SAN GREGORIO DE NISA, Trat. sobre la ejemplaridad del cristiano).

329 [...] y si os dirigís a Dios procurad no ir solos (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 4 sobre los Evang.).

330 La Iglesia ha nacido con este fin: propagar el reino de Cristo en toda la tierra para gloria de Dios Padre, y hacer así a todos los hombres participes de la redención salvadora, y por medio de ellos ordenar realmente todo el universo hacia Cristo. Toda la actividad del Cuerpo místico, dirigida a este fin, recibe el nombre de apostolado, el cual la Iglesia lo ejerce por obra de todos sus miembros, aunque de diversas maneras (CONC. VAT. II, Decr. Apostolicam actuositatem, 2).

331 El deber y el derecho del seglar al apostolado deriva de su misma unión con Cristo Cabeza. Insertos por el bautismo en el Cuerpo místico de Cristo, robustecidos por la confirmación en la fortaleza del Espíritu Santo, es el mismo Señor el que los destina al apostolado (CONC. VAT. Il, Decr. Apostolicam actuositatem, 3).

Necesidad absoluta de contar con el Señor en cualquier obra de apostolado

332 La Iglesia se compara a una gran recolección que necesita obreros, pero obreros que trabajen. No hay cosa más conforme con el Evangelio que acumular, de una parte, luces y fuerzas para el alma en la oración, en la lectura y en la soledad, e inmediatamente hacer participar a los hombres de este alimento espiritual. Es hacer como hizo nuestro Señor y luego los apóstoles; es juntar el oficio de Marta al de María (SAN VICENTE DE PAUL, Entretiens spirituels aux Missionaires, Ed. du Senil, 1960, pp. 905-907).

333 Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles. El Señor es quien construye la casa [...]. Muchos son los que trabajan en la construcción, pero si El no construye, en vano se cansan los albañiles. ¿Quiénes son los que trabajan en esta construcción? Todos los que predican la palabra de Dios en la Iglesia, los dispensadores de los misterios de Dios Todos nos esforzamos, todos trabajamos, todos construimos ahora; y también antes de nosotros se esforzaron, trabajaron, construyeron otros; pero si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles (SAN AGUSTIN, Coment. sobre el Salmo 126).

334 ¿De dónde sacaba San Pablo esta fuerza? Omnia possum in eo qui me confortat! (Flp 4, 13), todo lo puedo, porque sólo Dios me da esta fe, esta esperanza, esta caridad. Me resulta muy difícil creer en la eficacia sobrenatural de un apostolado que no esté apoyado, centrado sólidamente, en una vida de continuo trato con el Señor (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 271).

335 [...] no creamos nosotros esa luz: únicamente la reflejamos. No somos nosotros los que salvamos las almas, empujándolas a obrar el bien: somos tan sólo un instrumento, más o menos digno, para los designios salvadores de Dios. Si alguna vez pensásemos que el bien que hacemos es obra nuestra, volvería la soberbia, aún más retorcida; la sal perdería el sabor, la levadura se pudriría, la luz se convertiría en tinieblas (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 250).

336 Podemos amonestar con el sonido de nuestra voz, pero si dentro no está el que enseña, va no es nuestro sonido [...1. Os hable El, pues, interiormente, ya que ningún hombre está allí de maestro (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre la l.a Epístola de S. Juan).

337 Nosotros os hablamos desde el exterior, pero es El quien edifica desde dentro [...]. Es El quien edifica, quien amonesta, quien amedrenta, quien abre el entendimiento, quien os conduce a la fe; aunque nosotros cooperamos también con nuestro esfuerzo (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 126).

El cristiano es sal de la tierra y luz del mundo

338 La palabra de Dios es luz para el entendimiento, fuego para la voluntad, para que el hombre pueda conocer y amar a Dios; y para el hombre interior, el que vive por la gracia del Espíritu Santo, es pan y agua, pero un pan más dulce que la miel y el panal, un agua mejor que el vino y la leche; es para el alma un tesoro espiritual de méritos, y por esto es comparada al oro y a la piedra preciosa; es como un martillo que doblega la dureza del corazón obstinado en el vicio, y como una espada que da muerte a todo pecado, en nuestra lucha contra la carne, el mundo y el demonio (SAN LORENZO DE BRINDISI, Sermón cuaresmal).

339 Procurad una limpieza de espíritu siempre en aumento. Nada agrada tanto a Dios como la conversión y salvación del hombre [...]; sed como lumbreras en medio del mundo, como una fuerza llena de vida para los demás hombres (SAN GREGORIO NACIANCENO, Disertación 39).

340 La antorcha encendida significa que no debemos permitir que nadie viva en las tinieblas de la ignorancia (SAN CIRILO, en Catena Aurea, vol. Vl, p. 101).

341 (Tened en vuestras manos antorchas encendidas...), a saber: la penetración del espiritu que nos ilumina brillando en nuestra alma, y la doctrina con la cual iluminamos a los demás (TEOFILATO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 100).

342 Vosotros sois la sal de la tierra. Es como si les dijera: "El mensaje que se os comunica no va destinado a vosotros solos, sino que habéis de transmitirlo a todo el mundo. Porque no os envío a dos ciudades, ni a diez, ni a veinte; ni tan siquiera os envío a toda una nación, como en otro tiempo a los profetas, sino a la tierra, al mar y a todo el mundo, y a un mundo, por cierto, muy mal dispuesto". Porque al decir: Vosotros sois la sal de la tierra, enseña que los hombres han perdido su sabor y están corrompidos por el pecado. Por ello exige sobre todo de sus discípulos aquellas virtudes que son más necesarias y útiles para el cuidado de los demás (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre San Mateo, 15, 6).

343 Es propio de la luz el iluminar en cualquier parte en que se encuentre [...]. De la misma manera, el mundo, sin el conocimiento de Dios, estaba sumido en las tinieblas de la ignorancia, pero por medio de los Apóstoles se le comunicó la luz de la verdadera ciencia, y el conocimiento de Dios brilla. Y por cualquier parte que caminen, de su pobre humanidad brota la luz que disipa las tinieblas (SAN HILARIO, en Catena Aurea, vol. 1, p. 263).

En el apostolado, no buscar el propio interés, ni la alabanza, ni el agradecimiento

344 Yo tengo plena conciencia de que es a Ti, Dios Padre omnipotente, a quien debo ofrecer la obra principal de mi vida, de tal suerte que todas mis palabras y pensamientos hablen de Ti. Y el mejor premio que puede reportarme esta facultad de hablar que Tú me has concedido, es el de servirte predicándote a Ti y demostrando al mundo que lo ignora, o a los herejes que lo niegan, lo que Tú eres en realidad: Padre [...](SAN HILARIO, Trat. sobre la Santísima Trinidad, 1 , 37-38).

345 Examine cada uno lo que hace, y vea si trabaja ya en la viña del sembrador. Porque el que en esta vida procura el propio interés no ha entrado todavía en la viña del Señor. Pues para el Señor trabajan quienes buscan no su propia ganancia, sino la del Señor [...]; los que se desvelan por ganar almas y se dan prisa por llevar a otros a la viña (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 19 sobre los Evang.).

346 (No podemos ser como aquellos que) se avergüenzan de tratar argumentos sencillos y fáciles para que no parezca que no saben tratar argumentos más sublimes (GILBERTO ABAD, Sermón 7 sobre el Cantar de los Cantares).

347 Pone la luz bajo el celemín todo aquel que oscurece y cubre la luz de la buena doctrina con ventajas de orden temporal (SAN AGUSTÍN, Sobre el Sermón de la Montaña, 1, 17).

348 Aquellas palabras de Cristo: ¿Me amas? Apacienta mis ovejas, equivalen a decir: "Si me amas, piensa que no te apacientas a ti mismo, sino a mis ovejas; apaciéntalas como mías, no como tuyas; busca en ellas mi gloria, no la tuya; mi dominio, no el tuyo; mi ganancia, no la tuya; no participes del sentir de aquellos que pertenecen a los tiempos peligrosos, los que se aman a sí mismos y a todo lo demás que dimana de este mal principio". Por tanto, los que apacientan las ovejas de Cristo no han de ser amadores de sí mismos, y así las apacentarán no como propias, sino como pertenecientes a Cristo. El peor mal que es necesario evitar en los que apacientan las ovejas de Cristo es el buscar sus propios intereses y no los de Jesucristo, destinando a su propia utilidad a aquellos por quienes ha sido derramada la sangre de Cristo (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 123, 5).

349 ¡Anunciad la Palabra con toda claridad, indiferentes al aplauso o al rechazo! En definitiva, no somos nosotros quienes promovemos el éxito o el fracaso del Evangelio, sino el Espíritu de Dios. Los creyentes y los no creyentes tienen derecho a escuchar inequívocamente el auténtico anuncio de la Iglesia. Anunciad la Palabra con todo el amor del Buen Pastor, que se da, que busca, que comprende (JUAN PABLO II, A /a Conf. Episcopal alemana, 17-11-1980).

Todo apost. tiene su origen y su fuerza en la caridad; es "como el alma de todo apostolado"

350 Todo ejercicio de apostolado tiene su origen y su fuerza en la caridad (CONC. VAT. II, Decr. Apostolicam actuositatem, 8).

351 El principal apostolado que los cristianos hemos de realizar en el mundo, el mejor testimonio de fe, es contribuir a que dentro de la Iglesia se respire el clima de la auténtica caridad (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 226).

352 Tú, por tanto, que deseas ser útil a las almas del prójimo, primero acude a Dios de todo corazón y pídele simplemente esto: que se digna infundir en ti aquella caridad que es el compendio de todas las virtudes, ya que ella te hará alcanzar lo que deseas (SAN VICENTE FERRER, Trat. de la vida espiritual, 13).

353 Son los sacramentos, y sobre todo la Eucaristía, los que comunican y alimentan en los fieles la caridad que es como el alma de todo apostolado (CONC. VAT. II, Decr. Apostolicam actuositatem, 3).

354 Orad sin interrupción (1Ts 5, 17) por los demás hombres. Hay en ellos esperanza de conversión, una conversión que les conducirá a Dios Volveos hacia ellos, para que, por medio de vuestras obras, se hagan discípulos vuestros. Ante su cólera estad llenos de dulzura. Ante su jactancia tened sentimientos de humildad. Ante sus blasfemias, estad en oración. Ante sus errores, permaneced firmes en la fe (Col 1, 23). Ante sus violencias, sed pacíficos, sin imitarlos (SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA, Carta a los Efesios).

Ejemplaridad: "No habría ningún pagano, si nos comportáramos como verdaderos cristianos"

355 La luz debe estar bien alta para que ilumine a los demás; no debajo del celemín, es decir, de la gula, ni debajo de la cama, o del ocio, porque nadie que se entregue a la gula y al ocio puede ser luz para los demás (TEÓFILO, en Catena Aurea, vol. IV, p. 1023.

356 En vano se esfuerza en propagar la doctrina cristiana quien la contradice con sus obras (SAN ANTONIO DE PADUA, Sermón 1, 226).

357 Cualquiera que se encuentre fiel y prudente, presida la familia del Señor para darle la medida de trigo en todo tiempo, ya por medio de la predicación con la que el alma se alimenta, ya por medio del buen ejemplo, por el que la vida se endereza (TEÓFILO, en Catena Aurea, vol. Vl, p. 109).

358 No os apenéis ni os llenéis de abatimiento. También los Apóstoles eran para unos olor de muerte, y para otros olor de vida. No demos nosotros motivo alguno a la maledicencia y estaremos libres de toda culpa, o, para decirlo mejor, mayor aún será nuestro gozo ante esas falsas acusaciones. Brille, pues, el ejemplo de nuestra vida, y no hagamos ningún caso de las criticas. No es posible que quien de verdad se empeñe por ser santo deje de tener muchos que no le quieran. Pero eso no importa, pues hasta con tal motivo aumenta la corona de su gloria. Por eso, a una sola cosa hemos de atender: a ordenar con perfección nuestra propia conducta. Si hacemos esto, conduciremos a una vida cristiana a los que anden en tinieblas (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 15).

359 "Hijo de hombre, te he puesto como atalaya en la casa de Israel". Fijémonos cómo el Señor compara sus predicadores a una atalaya. La atalaya está siempre en un lugar alto para ver desde lejos todo lo que se acerca. Y todo aquel que es puesto como atalaya del pueblo de Dios debe, por su conducta, estar siempre en alto, a fin de preverlo todo y ayudar así a los que tiene bajo su custodia (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. sobre Ezequiel).

360 Cristo nos ha dejado en la tierra para que seamos faros que iluminen, doctores que enseñen; para que cumplamos nuestro deber de levadura; para que nos comportemos como ángeles, como anunciadores entre los hombres; para que seamos adultos entre los menores, hombres espirituales entre los carnales, a fin de ganarlos; que seamos simiente y demos numerosos frutos. Ni siquiera sería necesario exponer la doctrina si nuestra vida fuese tan radiante, ni sería necesario recurrir a las palabras si nuestras obras dieran tal testimonio. Ya no habría ningún pagano, si nos comportáramos como verdaderos cristianos (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. 10 sobre la l.a Epist. a Timoteo).

361 La manera de enseñar algo con autoridad es practicarlo antes de enseñarlo, ya que la enseñanza pierde toda garantía cuando la conciencia contradice las palabras (SAN GREGORIO MAGNO, Moralia, 23, 23-24).

362 Quien tiene la misión de decir cosas grandes, está igualmente obligado a practicarlas (SAN GREGORIO MAGNO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 101).

363 Nosotros tenemos las antorchas encendidas en nuestras manos cuando, con las buenas obras, damos a nuestros prójimos buenos ejemplos. (S. GREGORIO, MAGNO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 101).

Aprovechar todas las circunstancias y oportunidades para dar a conocer a Cristo

364 Queremos recordar a toda la Iglesia que la evangelización sigue siendo su principal deber... Animada por la fe, alimentada por la caridad y sostenida por el alimento celestial de la Eucaristía, la Iglesia debe estudiar todos los caminos, procurarse todos los medios, oportuna e inoportunamente (2Tm 4, 2), para sembrar la palabra, proclamar el mensaje, anunciar la salvación que infunde en el alma la inquietud de la búsqueda de la verdad y la sostiene con la ayuda de lo alto en esta búsqueda. Si todos los hijos de la Iglesia fueran misioneros incansables del Evangelio brotaría una nueva floración de santidad y de renovación en este mundo sediento de amor y de verdad (JUAN PABLO I, Primer mensaje, 27-VIII-1978).

365 Id, pues, a las salidas de los caminos, y a cuantos encontréis, llamadlos a las bodas. Son caminos también todos los conocimientos humanos, como los de la filosofía, los de la milicia, y otros por el estilo. Dijo, pues: Id a las salidas de los caminos, para que llamen a la fe a todos los hombres, cualquiera que sea su condición (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. III, p. 63).

366 Pablo [...] hasta una inscripción vista al azar la convierte en argumento de la fe; porque había aprendido del verdadero David a arrancar la espada de manos de los enemigos, y a cortar la cabeza del soberbio Goliat con su propio puñal (SAN JERÓNIMO, Carta a los Magnesios).

367 Los publicanos se aproximaron a nuestro Redentor, no sólo para hablarle, sino para comer con El; porque no solamente corregía Jesús a quienes estaban mal dispuestos con argumentos y con obras o reprensiones, sino asistiendo a las comidas; para que aprendamos con este proceder que en cualquier tiempo y de cualquier manera podemos sacar utilidad (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. 11, p. 13).

368 Quienes viajan por motivo de obras internacionales, de negocios o de descanso, no olviden que son en todas partes heraldos itinerantes de Cristo y que deben portarse como tales con sinceridad (CONC. VAT. II, Decret. Apostolicam actuositatem, 14).

369 No puedes decir que te es imposible atraer a los demás. Si eres verdadero cristiano, es imposible que esto no suceda. Si es cierto que no hay contradicción en la naturaleza, es también verdad lo que nosotros afirmamos, pues esto se desprende de la misma naturaleza del cristiano Si afirmas que un cristiano no puede ser útil, deshonras a Dios y le calificas de mendaz. Le resulta más fácil a la luz convertirse en tinieblas que al cristiano no irradiar. No declares una cosa imposible cuando es precisamente su contrario lo que es imposible (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. 20 sobre los Hchos de los Agósteles).

370 Son innumerables las ocasiones que tienen los seglares para ejercitar el apostolado de la evangelización y de la santificación. El mismo testimonio de la vida cristiana y las obras buenas realizadas con espíritu sobrenatural tienen eficacia para atraer a los hombres hacia la fe y hacia Dios (CONC. VAT. II, Decr. Apostolicam actuositatem, 6).

Apostolado "en medio del mundo", del trabajo y de las obligaciones sociales, etc

371 Cada cristiano debe hacer presente a Cristo entre los hombres; debe obrar de tal manera que quienes le traten perciban el bonus odor Christi (cfr. 2Co 2, 15), el buen olor de Cristo; debe actuar de modo que, a través de las acciones del discípulo, pueda descubrirse el rostro del Maestro (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 105).

371b Los fieles laicos -debido a su participación en el oficio profético de Cristo- están plenamente implicados en esta tarea de la Iglesia. En concreto, les corresponde testificar cómo la fe cristiana -más o menos conscientemente percibida e invocada por todos- constituye la única respuesta plenamente válida a los problemas y expectativas que la vida plantea a cada hombre y a cada sociedad.
Esto será posible si los fieles laicos saben superar en ellos mismos la fractura entre el Evangelio y la vida, recomponiendo en su vida familiar cotidiana, en el trabajo y en la sociedad, esa unidad de vida que en el Evangelio encuentra inspiración y fuerza para realizarse en plenitud (JUAN PABLO II, Exhort. Apost. Christifideles laici, 30-XII-1998, n. 34).

372 El trabajo profesional es también apostolado, ocasión de entrega a los demás hombres, para revelarles a Cristo y llevarles hacia Dios Padre, consecuencia de la caridad que el Espíritu Santo derrama en las almas (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 49).

372b Los hijos de Dios, ciudadanos de la misma categoría que los otros, hemos de participar sin miedo en todas las actividades y organizaciones honestas de los hombres, para que Cristo esté presente allí.
Nuestro Señor nos pedirá cuenta estrecha si, por dejadez o comodidad, cada uno de nosotros, libremente, no procura intervenir en las obras y en las decisiones humanas, de las que dependen el presente y el futuro de la sociedad (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Forja, n. 715).

373 Hemos de evitar el error de considerar que el apostolado se reduce al testimonio de unas prácticas piadosas. Tú y yo somos cristianos, pero a la vez, y sin solución de continuidad, ciudadanos y trabajadores, con unas obligaciones claras que hemos de cumplir de un modo ejemplar, si de veras queremos santificarnos (J ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 61).

373b Ante Pilato, Cristo proclama que había "venido al mundo para dar testimonio de la verdad" (Jn 18, 38), el cristiano no debe "avergonzarse de dar testimonio del Señor" (2Tm 1, 8). En las situaciones que exigen dar testimonio de la fe, el cristiano debe profesarla sin ambigüedad, a ejemplo de S. Pablo ante sus jueces. Debe guardar una "conciencia limpia ante Dios y ante los hombres" (Hch 24, 16) (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2471).

373c El deber de los cristianos de tomar parte en la vida de la Iglesia los impulsa a actuar como testigos del evangelio y de las obligaciones que de ello se derivan. Este testimonio es transmisión de la fe en palabras y obras. El testimonio es un acto de justicia que establece o da a conocer la verdad (cfr. Mt 18, 16): "Todos los fieles cristianos, dondequiera que vivan, están obligados a manifestar con el ejemplo de su vida y el testimonio de su palabra al hombre nuevo de que se revistieron por el bautismo y la fuerza del Espíritu Santo que les ha fortalecido con la confirmación" (AG 11) (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2472).

El apostolado es un gozoso deber de todos los cristianos

374 Este apostolado, sin embargo, no consiste sólo en el testimonio de vida. El verdadero apóstol busca ocasiones para anunciar a Cristo con la palabra, ya a los no creyentes, para llevarlos a la fe; ya a los fieles, para instruirlos, confirmarlos y estimularlos a mayor fervor de vida; porque la caridad de Cristo nos constriñe (2Co 5, 14) En el corazón de todos deben resonar aquellas palabras del Apóstol: ¡Ay de mí si no evangelizare! (1Co 9, 16) (CONC. VAT. II, Decr. Apostolicam actuositatem, 6).

375 Debe (el cristiano) [...] participar en el designio divino de la salvación. Debe marchar hacia la salvación y ayudar a los demás a fin de que se salven. Ayudando a los demás se salva a si mismo (JUAN PABLO II, Sobre la Prudencia, 2510-78).

376 Resucítame (le pedía San Agustín al Señor) para que tu doctrina se extienda por mi al mundo entero (SAN AGUSTÍN, Trat. sobre Evang. de San Juan, 105, 1).

377 ¿Quién es el que lleva la Buena Noticia sino el coro de los que proclaman el Evangelio? ¿Qué significa llevar la Buena Noticia? Predicar a todos los hombres [...] la venida de Cristo a la tierra (SAN EUSEBIO DE CESAREA, Coment. sobre Isaías).

378 A todos los cristianos se impone la gloriosa tarea de trabajar para que el mensaje divino de la salvación sea conocido y aceptado en todas partes por todos los hombres (CONC. VAT II, Decr. Apostolicam actuositatem, 3).

Cristo murió y resucitó por todos los hombres. Sentido universal del apostolado

379 El ha venido a la tierra para redimir a todo el mundo, porque quiere que los hombres se salven (1Tm 2, 4). No hay alma que no interese a Cristo. Cada una de ellas le ha costado el precio de su Sangre (cfr. 1P 1, 18-19) (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 256).

380 El cristianismo posee el gran don de enjugar y curar la única herida profunda de la naturaleza humana, y esto vale más para su éxito que toda una enciclopedia de conocimientos científicos y toda una biblioteca de controversias; por eso el cristianismo ha de durar mientras dure la naturaleza humana El es una verdad viviente que no puede envejecer jamás (CARD J. H. NEWMAN, El sentido religioso, p. 417).

381 No podré descansar hasta el fin del mundo, mientras haya almas que salvar. Pero cuando diga el ángel: Ya ha pasado el tiempo, entonces podré descansar, y podré gozar, porque el número de los elegidos habrá quedado completo (SANTA TERESA DE LISIEUX, Novissima verba).

382 ¿Te acuerdas?-Hacíamos tú y yo nuestra oración, cuando caía la tarde. Cerca se escuchaba el rumor del agua.-Y, en la quietud de la ciudad castellana, oíamos también voces distintas que hablaban en cien lenguas, gritándonos angustiosamente que aún no conocen a Cristo. Besaste el Crucifijo, sin recatarte, y le pediste ser apóstol de apóstoles (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 811).

383 (La doctrina de Cristo) se ha de extender por la tierra y el mar, sin más limites que el mundo mismo (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre San Mateo, 15).

384 Toda solicitud y todo trabajo son poco en comparación con el interés de una sola alma. El que devuelve una oveja errante al redil se ha asegurado un abogado poderoso ante Dios (SANTO TOMÁS DE VILLANUEVA, Serm. del Domingo in Albis, 1. c., pp. 900-901).

385 Dondequiera que haya hombres carentes de alimento, vestido, vivienda, medicinas, trabajo, instrucción, medios necesarios para llevar una vida verdaderamente humana, o afligidos por la desgracia o por la falta de salud, o sufriendo el destierro o la cárcel, allí debe buscarlos y encontrarlos la caridad cristiana, consolarlos con diligente cuidado y ayudarlos con la prestación de auxilios Esta obligación se impone ante todo a los hombres y a los pueblos que viven en la prosperidad (CONC. VAT. II, Decr. Apostolicam actuositatem, 8).

386 El mismo Jesucristo, que conocía la malicia de los fariseos, condescendió con ellos para ganarlos, a semejanza de los buenos médicos, que prodigan más remedios a los enfermos más graves (SAN CIRILO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 46).

Cada cristiano ha de ser levadura que transforme a quienes le rodean

387 Sed profundamente amigos de Jesús y llevad a la familia, a la escuela, al barrio, el ejemplo de vuestra vida cristiana, limpia y alegre. Sed siempre jóvenes cristianos, verdaderos testigos de la doctrina de Cristo Más aún, sed portadores de Cristo en esta sociedad perturbada, hoy más que nunca necesitada de El. Anunciad a todos con vuestra vida que sólo Cristo es la verdadera salvación de la humanidad (JUAN PABLO II, Hom. 3-XII-1978).

388 Porque también a nosotros, creyentes suyos, nos ha mezclado con la muchedumbre para que hagamos a los demás partícipes de nuestra fe. Que nadie eche la culpa al corto número; porque tan grande es la fuerza de la predicación evangélica, que lo que una vez ha fermentado se convierte en levadura para los demás (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 46).

389 La levadura hace fermentar la masa cuando está cerca de la harina, o mejor, mezclada con ella, pues la mujer no sólo puso la levadura, sino que además la escondió entre la masa. Del mismo modo tenéis que hacer vosotros, cuando estéis mezclados, identificados con la gente., como la levadura que está escondida, pero no desaparece, sino que poco a poco va transformando toda la masa en su propia calidad (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 46).

Cuanto mayor es el mal, mayor la necesidad de nacer el bien

390 Cuando la perversidad de los malos va cada vez en aumenta, lejos de disminuir la predicación, se debe aumentar cada vez más. El Señor nos lo aconseja con su ejemplo, el cual, después de haber oído decir de si que tenia el demonio, distribuyó más copiosamente los beneficios de su predicación (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 18 sobre los Evang.).

Somos "instrumentos de Dios"

391 El Espíritu Santo se sirve de la palabra del hombre como de un instrumento. Pero es El el que interiormente perfecciona la obra (SANTO TOMÁS, S.Th. II-II, q. 177, a. 1).

392 Preparad el camino del Señor, y enderezad sus sendas. Todo aquel que predica una fe recta y las buenas obras, ¿qué otra cosa hace sino preparar el camino del Señor que viene al corazón de los oyentes, para que penetre en él la fuerza de la gracia, para que le ilustre la luz de la verdad, para que haga rectas las sendas que conducen a Dios...? (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 20 sobre los Evang.).

393 La virtud y la bondad de un enviado, consisten en que no diga nada de sí propio (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. V, p. 27).

394 La formación para el apostolado supone una completa formación humana, acomodada al carácter y cualidades de cada uno. Porque el seglar, conociendo bien el mundo contemporáneo, debe ser miembro bien adaptado a la sociedad y a la cultura de su tiempo (CONC. VAT.II, Decr. Apostolicam actuositatem, 29).

395 Cuando el Señor quiere para sí un alma, tienen poca fuerza las criaturas para estorbarlo (SANTA TERESA, Fundaciones, 10, 8).

396 Los más pequeños, los más débiles entre los hombres, eran los discípulos del Señor; pero como había en ellos una eficacia divina grandiosa, esa fuerza se desplegó y se difundió por todo el mundo Con esto quiso dar el Señor una prueba de su grandeza (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo 46).

397 Confiamos, pues, que tú harás progresar nuestro tímido esfuerzo inicial y que, a medida que vayamos progresando, lo afianzarás, y que nos llamarás a compartir el espíritu de los profetas y apóstoles; de este modo, entenderemos sus palabras en el mismo sentido en que ellos las pronunciaron y penetraremos en el verdadero significado de su mensaje (SAN HILARIO, Trat. Stma. Trinidad, 1, 37-38).

398 El Espíritu Santo, que habita en los que están bien dispuestos, les inspira como buen doctor lo que deben decir (SAN CIRILO, en Catena Aurea, vol. Vl, p. 77).

Amistad y apostolado. Por nuestra fe, el Señor puede sanar a nuestros amigos

399 Conviene que Dios haga la voluntad del hombre respecto a la salvación de otro en proporción a su amistad (SANTO TOMÁS, S.Th. I-II, q. 114, a. 6).

400 Viendo Jesús la fe de aquellos hombres, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados (Mc 2, lss.). Es de notar que no dijo la fe del paralítico, sino la de los que le llevaban: a veces ocurre que alguno sana por la fe de otro (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. IV, p. 51).

401 Viendo Jesús la fe de aquellos hombres, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados (Mc 2, lss). Es digno de consideración cuánto debe valer para Dios la fe propia de cada uno, cuando vale tanto la ajena, que por ella se levanta un hombre curado de repente interior y exteriormente, y por el mérito de unos se perdonan a otros sus pecados (SAN BEDA, en Catena Aurea, vol. IV, p. 51).

"Las almas son de Dios"

402 Los demás discípulos vinieron en la barca, tirando de la red llena de peces, pues no estaban lejos de tierra, sino como a unos doscientos codos (Jn 21, 8). Enseguida ponen la pesca a los pies del Señor, porque es suya. Para que aprendamos que las almas son de Dios, que nadie en esta tierra puede atribuirse esa propiedad, que el apostolado de la Iglesia –su anuncio y su realidad de salvación– no se basa en el prestigio de unas personas, sino en la gracia divina (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 267).

Apostolado personal del sacerdote

403 [...] el sacerdote no daría a Dios el culto debido si se quedase encerrado en el templo, si su actividad se limitara a las solas funciones rituales, si esperase que el pueblo viniera a buscarlo en la soledad progresiva de su aislamiento. Y esto es cierto hoy de modo particular, porque hoy es más que nunca necesario, en la edificación de la Iglesia, la presencia misional del sacerdote entre los hombres. Hombres que pertenecen a una sociedad empapada de materialismo –y por eso, con frecuencia insatisfechos, descorazonados, tristes–, a quienes es necesario acercarse como Jesús se acercó en el camino de Emaús –como compañero de viaje– para hacerse escuchar fácilmente, para hacerse comprender, para traducir a su lenguaje la Palabra de siempre, tantas veces repetida; para reavivar, finalmente, su fe y su alegría con la fracción del pan (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, pp. 58-59).

Apostolado especialmente en la propia familia

404 Vuestro primer deber y vuestro mayor privilegio como padres es el de transmitir a vuestros hijos la fe que vosotros recibisteis de vuestros padres. El hogar debería ser la primera escuela de oración (JUAN PABLO II, Hom. 1-X-1979).

405 Los esposos cristianos son para sí mismos, para sus hijos y demás familiares, cooperadores de la gracia y testigos de la fe. Son para sus hijos los primeros predicadores y educadores de la fe; los forman con su palabra y ejemplo para la vida cristiana y apostólica, les ayudan prudentemente a elegir su vocación y fomentan con todo esmero la vocación sagrada cuando la descubren en los hijos (CONC. VAT. II, Decr. Apostalicam actuositatam, 11).

406 Siempre fue deber de los esposos, pero hoy constituye la parte más importante de su apostolado, manifestar y demostrar con su vida la indisolubilidad y santidad del vínculo matrimonial; afirmar con valentía el derecho y la obligación que los padres y los tutores tienen de educar cristianamente a la prole; y defender la dignidad y la legítima autonomía de la familia. Cooperen, por tanto, los esposos y los demás cristianos con los hombres de buena voluntad para que se conserven incólumes estos derechos en la legislación civil [...] (CONC. VAT. II, Decr. Apostolicam actuositatam, 11).

406b Cristo quiso nacer y crecer en el seno de la Sagrada Familia de José y de María. La Iglesia no es otra cosa que la "familia de Dios". Desde sus orígenes, el núcleo de la Iglesia estaba a menudo constituido por los que, "con toda su casa", habían llegado a ser creyentes (cfr. Hch 18, 8). Cuando se convertían deseaban también que se salvase "toda su casa" (cfr. Hch 16, 31; Hch 11, 14). Estas familias convertidas eran islotes de vida cristiana en un mundo no creyente (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1655).

406c En nuestros días, en un mundo frecuentemente extraño e incluso hostil a la fe, las familias creyentes tienen una importancia primordial en cuanto faros de una fe viva e irradiadora. Por eso, el Concilio Vaticano II llama a la familia, con una antigua expresión, Ecclesia domestica (LG 11; cfr. FC 21). En el seno de la familia, "los padres han de ser para sus hijos los primeros anunciadores de la fe con su palabra y con su ejemplo, y han de fomentar la vocación personal de cada uno y, con especial cuidado, la vocación a la vida consagrada" (LG 11) (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1656).

También los niños poseen su propia capacidad apostólica

407 También los niños tienen su propia actividad apostólica. Según su capacidad, son testigos vivientes de Cristo entre sus compañeros (CONC. VAT. II, Decr. Apostolicam actuositatem, 12).

Medios en el apostolado

408 Aquel pobre apóstol que no tenía nada que dar al que le pedía limosna, distribuyó tan abundantemente la gracia de Dios que dio no sólo el vigor a las piernas del cojo, sino también la salud del alma a aquella ingente multitud de creyentes, a los cuales había encontrado sin fuerzas y que ahora podían ya andar ligeros siguiendo a Cristo (SAN LEÓN MAGNO, Sermón sobre las Bienaventuranzas).

409 Recuerden todos que con el culto público y con la oración, con la penitencia y la libre aceptación de los trabajos y desgracias de la vida, con la que se asemejan a Cristo paciente (cfr. 2Co 4, 10; Col 1, 24) pueden llegarse a todos los hombres y ayudar a la salvación del mundo entero (CONC. VAT. II, Decr. Apostolicam actuositatem, 16).

Omisiones y excusas en el apostolado.

Ver también OMISIONES.

410 Nada hay más frío que un cristiano despreocupado de la salvación ajena. No puedes aducir tu pobreza como pretexto. La que dio sus monedas te acusará. El mismo Pedro dijo: No tengo oro ni plata (Hch 3, 6). Y Pablo era tan pobre que muchas veces padecía hambre y carecía de lo necesario para vivir. Tú no puedes pretextar tu humilde origen: ellos eran también personas humildes, de modesta condición. Ni la ignorancia te servirá de excusa: ellos eran todos hombres sin letras. Seas esclavo o fugitivo, puedes cumplir lo que de ti depende. Tal fue Onésimo, y mira cuál fue su vocación... No aduzcas la enfermedad como pretexto, Timoteo estaba sometido a frecuentes achaques [. .]. Cada uno puede ser útil a su prójimo, si quiere hacer lo que puede (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. 20 sobre los Hechos de los Apóstoles).

411 Así como el hablar indiscreto lleva al error, así el silencio imprudente deja en su error a quienes pudieran haber sido adoctrinados (SAN GREGORIO MAGNO, Regla pastoral, p. 2, cap. 4).

412 La mies es mucha, pero los operarios son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que envíe trabajadores a su mies. Por tanto, para una mies abundante son pocos los trabajadores; al escuchar esto no podemos dejar de sentir una gran tristeza, porque hay que reconocer que, si bien hay personas que desean escuchar cosas buenas, faltan, en cambio, quienes se dediquen a anunciarlas (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 17 sobra los Evang.).

El apostolado, una muestra clara de amor a Dios

413 Hijo mío: si amas tu apostolado, está seguro de que amas a Dios (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 922).

El apostolado, "coraza" contra muchas tentaciones

414 El día que "sientas" bien tu apostolado, ese apostolado será para ti una coraza donde se embotarán todas las asechanzas de tus enemigos de la tierra y del infierno (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 923).

El apostolado de "no dar"

415 Es condición humana tener en poco lo que poco cuesta.-Esa es la razón de que te aconseje el "apostolado de no dar" Nunca dejes de cobrar lo que sea equitativo y razonable por el ejercicio de tu profesión, si tu profesión es el instrumento de tu apostolado (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 979).

416 El "apostolado de la inteligencia" "Venite post me, et faciam vos fieri piscatores hominum"-Venid detrás de mi, y os haré pescadores de hombres.-¡No sin misterio emplea el Señor estas palabras: a los hombres –como a los peces– hay que cogerlos por la cabeza. ¡Qué hondura evangélica tiene el "apostolado de la inteligencia"! (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 978).

417 Santa María, Reina de los Agósteles.El modelo perfecto de esta espiritualidad apostólica es la Santísima Virgen María, Reina de los Apóstoles, la cual, mientras vivió en este mundo una vida igual a la de los demás, llena de preocupaciones familiares y de trabajos, estaba constantemente unida con su Hijo y cooperó de modo singularísimo a la obra del Salvador (CONC. VAT. II, Decr. Apostolicam actuositatem, 4).