Antología de Textos

PAZ

1. La paz es uno de los mayores dones deseados en el Antiguo Testamento. Se promete al pueblo de Israel como recompensa a su fidelidad (Lv 26, 6), y aparece como una obra de Dios (Is 26, 12). Así, se alaba a los pacíficos y se les promete prosperidad y gozo (Sal 37, 37; Pr 12, 20), pero el verdadero don de la paz vendrá a la tierra con la llegada del Mesías (Is 11, 6-9). No será solo una paz externa, tal como la da el mundo, sino la paz mesiánica que trae la redención llevada a cabo por Jesucristo (Col 1, 20; Ef 2, 14). El Evangelio es por esto la buena nueva de la paz (Hch 10, 36), y quienes llevan la paz a los demás -los pacíficos- son llamados hijos de Dios (Mt 5, 9).
2. El Señor nos trae siempre con su presencia un mensaje de paz y de alegría. Fue llamado ya por los Profetas Príncipe de la Paz (Is 9, 6) y su nacimiento es un anuncio de paz en la tierra para los hombres de buena voluntad (Lc 2, 14). Llamará bienaventurados, dichosos, a los pacíficos (cfr. Mt 5, 9), a los que son capaces de dar paz a su alrededor. Sus discípulos se han de presentar como portadores de la paz que predican en el nombre del Señor; y quienes reciben su mensaje son llamados hijos de la paz (Lc 10, 6). Después de la Resurrección se aparece a sus discípulos y, a pesar de que le abandonaron, no tendrá para ellos palabras de recriminación o de reproche, sino estas tan diferentes: la paz sea con vosotros; soy yo, no temáis (cfr. Lc 24, 36). La presencia de Cristo en la vida del cristiano es fuente de una paz serena e inalterable. "Yo tengo pensamientos de paz y no de aflicción (Jr 29, 11), declaró Dios por boca del profeta Jeremías. La liturgia aplica esas palabras a Jesús porque en Él se nos manifiesta con toda claridad que Dios nos quiere de este modo. No viene a condenarnos, a echarnos en cara nuestra indigencia o nuestra mezquindad: viene a salvarnos, a perdonamos, a disculparnos, a traernos la paz y la alegría. Si reconocemos esta maravillosa relación del Señor con sus hijos, se cambiarán necesariamente nuestros corazones, y nos haremos cargo de que ante nuestros ojos se abre un panorama absolutamente nuevo, lleno de relieve, de hondura y de luz" (S. JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, 165).
Junto al Señor nada nos hará perder la paz que Él nos ganó con su muerte y resurrección y, luego, nos la dejó en herencia. Junto a Él comprendemos que Su Voluntad influye en todas las circunstancias de la vida. Donde muchas personas, faltas de fe, solo saben ver la fatalidad o el destino, el cristiano descubre el cuidado paternal de Dios y se abandona activamente en Él. Frente a lo inesperado, quizá después de una primera reacción de desconcierto, el cristiano debe esforzarse en reconocer enseguida al Señor que se acerca y dice: Soy Yo, no tengas miedo.
San Pablo aconseja a los primeros cristianos: no os inquietéis por solicitud de cosa alguna... Y la paz de Dios, que sobrepuja todo entendimiento, guarde vuestros corazones y vuestros sentidos en Jesucristo (Flp 4, 6-7).
3. Esta paz del cristiano es orden interior. Es consecuencia de la humildad, de la filiación divina y de la lucha interior por vencer nuestras pasiones, por acercarnos al Señor. Se pierde la paz por el pecado y por la soberbia, que está en la raíz de todo pecado. También, por la impaciencia: cuando en las dificultades no se sabe ver la mano providente de Dios.
La Confesión sincera de nuestros pecados es uno de los medios puestos por Dios para recuperar la paz perdida por el pecado o por la falta de correspondencia a la gracia.

Citas de la Sagrada Escritura

La paz os dejo, mi paz os doy; no como el mundo la da os la doy yo. Jn 14, 27
En cualquier casa en que entréis, decid primero: la paz sea con esta casa. Si hubiere allí un hijo de la paz, descanse sobre él vuestra paz; si no, se volverá a vosotros. Lc 10, 5
Y la paz de Dios, que sobrepuja todo entendimiento, guarde vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Flp 4, 7
Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz, y gozo en el Espíritu Santo. Rm 14, 17
Mucha paz tienen quienes aman tu ley; no hay para ellos tropiezo. Sal 119, 165
Bienaventurados los pacíficos porque ellos serán llamados hijos de Dios. Mt 5, 9
Vivid en paz y el Dios de la caridad y de la paz estará en vosotros. 2Co 13, 11
Las obras de la carne son manifiestas, a saber: fornicación, impureza, lascivia, idolatría, hechicería, odios, discordias, celos, iras, rencillas, disensiones, divisiones [...] y otras como éstas, de las cuales os prevengo [...] que quienes tales cosas hacen no heredarán el reino de Dios. Ga 5, 19-20
Todo reino dividido contra si mismo será desolado, y toda ciudad o casa dividida contra si no subsistirá. Mt 12, 25
La paz será obra de la justicia; y el fruto de la justicia, el reposo y la seguridad para siempre. Is 32, 17
La soberbia sólo ocasiona disensiones [...] Pr 13, 10
Procurad la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Hb 12, 14
Os ruego, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que todos habléis un mismo lenguaje y no haya entre vosotros cismas, antes seáis concordes en un mismo pensar y en un mismo sentir. 1Co 1, 10
(El Evangelio es) la buena nueva de la paz. Hch 10, 36
La paz es también un fruto del Espíritu Santo y supera toda imaginación: Ga 5, 22; Flp 4, 7
La paz es patrimonio de los hombres de "buena voluntad": Lc 2, 14
(Nuestro Dios) no es Dios de inquietud, sino de paz. 1Co 14, 33

El trato con Jesucristo, fuente de paz

4005 Donde no está Jesús se encuentran pleitos y guerras, pero donde El está presente todo es serenidad y paz (ORIGENES, en Catena Aurea, vol. III, p. 360).

4006 La verdadera, la única paz de las almas en este mundo consiste en estar llenos de amor de Dios y animados de la esperanza del cielo, hasta el punto de considerar poca cosa los éxitos o reveses de este mundo [...]. Se equivoca quien se figura que podrá encontrar la paz en el disfrute de los bienes de este mundo y en las riquezas. Las frecuentes turbaciones de aquí abajo y el fin de este mundo deberían convencer a ese hombre de que ha construido sobre arena los fundamentos de su paz (SAN BEDA, Hom. 12 para la Vigilia de Pentecostés).

4007 ¡cuántas contrariedades desaparecen, cuando interior-mente nos colocamos bien próximos a ese Dios nuestro, que nunca abandona! Se renueva, con distintos matices, ese amor de Jesús por los suyos, por los enfermos, por los tullidos, que pregunta: ¿qué te pasa? Me pasa... Y, en seguida, luz o, al menos, aceptación y paz (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 249).

4008 Acerquémonos a El con confianza [...], y mandará a los vientos, esto es, a los demonios [...], y se hará una gran serenidad en los cuerpos y en las almas, y se restablecerá la paz en la Iglesia y la calma en el mundo (ORIGENES, en Catena Aurea, vol. 1, p. 501).

4009 Y les dijo: Paz a vosotros; soy yo, no temáis. Avergüéncenos el prescindir del saludo de la paz, que el Señor nos dejó cuando iba a salir del mundo. La paz es un nombre y una cosa sabrosa, que sabemos proviene de Dios, según dice el Apóstol a los filipenses: la paz de Dios; y que es de Dios lo muestra también cuando dice a los efesios: El es nuestra paz. La paz es un bien recomendado a todos, pero observado por pocos. ¿Cuál es la causa de ello? Quizás el deseo de dominio, o de ambición, o de envidia, o de aborrecimiento del prójimo, o de alguna otra cosa, que vemos en quienes desconocen al Señor. La paz procede de Dios, que es quien todo lo une [...]. La transmite a los ángeles [...] y se extiende también a todas las criaturas que verdaderamente la desean (SAN GREGORIO NACIANCENO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 545).

4010 Haced alto en el camino y ved. Preguntad por los caminos de antes: ¿Es ésa la senda buena? Pues seguidla, y hallaréis la paz para vuestras almas (Jr 6, 16). Vosotros veréis al punto cómo se os allanan las cuestas y se os nivelan los declives (Is 40, 4). Gustaréis y veréis que el Señor es bueno(Sal 24, 9). Ante la palabra de Cristo en el Evangelio: Venid a mi todos los que estáis fatigados y cargados, que yo os aliviaré (Mt 11, 28), depondréis el peso abrumador de vuestros vicios. Luego comprenderéis las palabras que siguen: Pues mi yugo es blando y mi carga ligera (Ibid 30). La senda del Señor es todo refrigerio, si se marcha por ella siguiendo su Ley. Somos nosotros quienes nos creamos dolores y tormentos, por nuestras preocupaciones, siempre que preferimos seguir los caminos tortuosos de este siglo, incluso a trueque de peligros y dificultades (CASIANO, Colaciones, 23).

Paz interior y cumplimiento de la voluntad de Dios

4011 Esta paz no se logra ni con los lazos de la más intima amistad ni con una profunda semejanza de espíritu, si todo ello no está fundamentado en una total comunión de nuestra voluntad con la voluntad de Dios. Una amistad fundada en deseos pecaminosos, en pactos que arrancan de la injusticia y en el acuerdo que parte de los vicios nada tiene que ver con el logro de esta paz (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 95, sobre las bienaventuranzas).

4012 Por encima de todo, conservad la paz del corazón, que es el mayor tesoro. Para conservarla, nada ayuda tanto como el renunciar a la propia voluntad y poner la voluntad del corazón divino en lugar de la nuestra (SANTA MARGARITA Mª ALACOQUE, Cartas, 1. c., t. 2, p. 321).

4013 Un razonamiento que lleva a la paz y que el Espíritu Santo da hecho a los que quieren la Voluntad de Dios: "Dominus regit me, et nihil mihi deerit" -el Señor me gobierna, nada me faltará. ¿Qué puede inquietar a un alma que repita de verdad esas palabras? (J ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, n 760).

4014 Para el cristiano, la libertad no proviene del mismo hombre: se manifiesta en la obediencia a la voluntad de Dios y en la fidelidad a su amor. Es entonces cuando el discípulo de Cristo encuentra la fuerza de luchar por la libertad en este mundo. Ante las dificultades de esta tarea, no se dejará llevar por la inercia ni el desaliento, ya que pone su esperanza en Dios, que sostiene y hace fructificar lo que se realiza en el espíritu (JUAN PABLO II, Mensaje para la "Jornada de la Paz" 8-XII-1980, 11).

4014b Un remedio contra esas inquietudes tuyas: tener paciencia, rectitud de intención y mirar las cosas con perspectiva sobrenatural (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Surco, n. 853).

Paz y humildad

4015 La humildad es otro buen camino para llegar a la paz interior. -"Él" lo ha dicho: "Aprended de mi, que soy manso y humilde de corazón... y encontraréis paz para vuestras almas". (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 607).

4016 Los santos nos enseñan que esta acusación de si mismo es el único camino que nos puede llevar a la paz (SAN DOROTEO, Instrucción 7).

4017 Solas tres cosas me extenderé a declarar (...para tener) exterior e interiormente la paz que tanto encomendó Nuestro Señor: la primera cosa es amor unas con otras; la segunda, desasimiento de todo lo criado; la última es verdadera humildad, que, aunque la digo a la postre, es muy principal y las abraza todas (SANTA TERESA, C. de perfección, 4, 4).

4018 Continua paz tiene el humilde; mas en el corazón del soberbio hay saña y desdén muchas veces (Imitación de Cristo, 1, 7, 2).

Paz y caridad

4019 La paz es obra de la justicia indirectamente, en cuanto remueve los obstáculos que a ella se oponen; pero propia y directamente proviene de la caridad, que es la virtud que realiza por excelencia la unión de todos los corazones (SANTO TOMÁS, S.Th. II-II, q. 29, a. 3 ad 3).

4020 Todo aquel que por amor se compadece de cualquier miseria ajena se enriquece, no sólo con la virtud de su buena voluntad, sino también con el don de la paz (SAN LEON MAGNO, Sermón 6, sobre la Cuaresma).

4021 La bienaventuranza de los pacíficos es el premio de su adopción. Por eso se dice: serán llamados hijos de Dios. Solamente Dios es el padre de todos, y no se puede entrar a formar parte de su familia si no vivimos en paz mutuamente por medio de la caridad fraterna. (SAN HILARIO, en Catena Aurea, vol. 1, p. 252).

La paz, consecuencia de la lucha ascética

4022 Para guardar la paz del alma, hay que echar fuera el abatimiento, es necesario intentar un espíritu alegre y exento de tristeza [...]. Para conservar la paz interior, se debe también evitar cuidadosamente censurar a los demás. Se conserva la paz no juzgando al prójimo y guardando silencio. En este estado el espíritu recibe las revelaciones divinas (SAN SERAFIN DE SAROV, Recomendaciones espirituales, 1. c., PP.661-668).

4023 La paz es consecuencia de la guerra, de la lucha, de esa lucha ascética, intima, que cada cristiano debe sostener contra todo lo que, en su vida, no es de Dios: contra la soberbia, la sensualidad, el egoísmo, la superficialidad, la estrechez de corazón. Es inútil clamar por el sosiego exterior si falta tranquilidad en las conciencias, en el fondo del alma (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 73).

4024 La paz debe realizarse en la verdad; debe construirse sobre la justicia; debe estar animada por el amor; debe hacerse en la libertad. Sin un respeto profundo y generalizado de la libertad, la paz escapa al hombre. No tenemos más que mirar en derredor nuestro para convencernos (JUAN PABLO II, Mensaje para la "Jornada de la Paz", 8-XII-1980, 2).

Otros caminos de la paz

4025 Nadie puede alcanzar la paz interior que desea sin una gran contrición de corazón (CASIANO, Colaciones, 7, 6).

4026 Se promete la paz a todos los que se consagran a la edificación de este templo, ya sea que su trabajo consista en edificar la Iglesia en el oficio de catequistas de los sagrados misterios, ya sea que se entreguen a la santificación de sus propias almas, para que resulten piedras vivas y espirituales (SAN CIRILO DE ALEJANDRÍA, Coment. sobre el profeta Ageo, 14).

4027 La paz es obra nuestra: exige nuestra acción decidida y solidaria. Pero es inseparablemente y por encima de todo un don de Dios; exige nuestra oración. Los cristianos deben estar en primera fila entre aquellos que oran diariamente por la paz, deben además enseñar a orar por la paz. Ellos procurarán orar con María, Reina de la paz. A todos, cristianos, creyentes y hombres de buena voluntad, os digo: no tengáis miedo de apostar por la paz, de educar para la paz. La aspiración a la paz no quedará nunca decepcionada. El trabajo por la paz, inspirado por la caridad que no pasa, dará sus frutos. La paz será la última palabra de la historia (JUAN PABLO II, Aloc. 8-12-1978).

4028 Mucha paz tendríamos si en los dichos y hechos ajenos (que no nos pertenecen) no quisiésemos ocuparnos (Imitación de Cristo, 1, 11, 1).

4029 Veis aquí cómo con estas dos cosas, amor y temor de Dios, podemos ir por este camino sosegados y quietos (SANTA TERESA, C. de perfección, 42, 1).

4030 Estás intranquilo .-Mira: pase lo que pase en tu vida interior o en el mundo que te rodea nunca olvides que la importancia de los sucesos o de las personas es muy relativa. -Calma: deja que corra el tiempo; y, después, viendo de lejos y sin pasión los acontecimientos y las gentes adquirirás la perspectiva, pondrás cada cosa en su lugar y con su verdadero tamaño. Si obras de este modo serás más justo y te ahorrarás muchas preocupaciones (J. ESCRIVÁ DE BAEAGUER, Camino, 702).

Serenidad y confianza en Dios

4031 Pero los Apóstoles, en medio de las persecuciones, mantuvieron en Cristo la paz, sin abandonarle; por el contrario, buscaron refugio en El [...]. En ellos se cumplió lo que les había dicho: tened confianza, yo he vencido al mundo. Confiaron y vencieron. ¿Por quién vencieron sino por El? (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 103).

4032 El me ha garantizado su protección, no es en mis fuerzas donde me apoyo. Tengo en mis manos su palabra escrita. Este es mi báculo, esta es mi seguridad, este es mi puerto tranquilo. Aunque se turbe el mundo entero, yo leo esta palabra escrita que llevo conmigo, porque ella es mi muro y mi defensa. ¿Qué es lo que ella me dice? Yo estaré siempre con vosotros hasta el fin del mundo. Cristo está conmigo, ¿qué puedo temer? Que vengan a asaltarnos las olas del mar y la ira de los poderosos; todo eso no pesa más que una tela de araña (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. antes del exilio, 1-3).

Causas de la falta de paz

4033 El excesivo cuidado que tenemos de nosotros mismos hace que nuestro espíritu pierda la tranquilidad, y nos lleve a tener un humor raro y desigual. Así nos sucede que, en cuanto tenemos alguna contradicción, en cuanto nos damos cuenta de nuestra falta de mortificación, cuando caemos en algunos de nuestros defectos, por pequeño que sea, nos parece que todo se ha venido abajo (SAN FRANCISCO DE SALES, Plática III, de la Firmeza, 1. c.).

4034 Puede haber entendimiento entre personas que tienen distinto criterio sobre algo, pero jamás podrá existir verdadera armonía donde impera la discrepancia de voluntades (CASIANO, Colaciones, 16).

4035 No hay paz en el corazón del hombre sensual ni en el que se ocupa en lo exterior, sino en el que anda en fervor espiritual (Imitación de Cristo, 1, 6, 2).

4036 En esta vida, con grandes trabajos buscan los hombres el reposo y la seguridad, pero con sus malos deseos no los encuentran. Porque ponen su descanso en las cosas inquietas y que no permanecen; y como ellas les son quitadas y pasan, les originan miedos y dolores, sin dejarles tener sosiego (SAN AGUSTÍN, Sobre las costumbres de la Iglesia católica, 1).

4037 Os doy mi paz, os dejo mi paz (Jn 14, 27). Pero ¿para qué nos sirve saber que esta paz es buena, si no la cuidamos? Lo que es muy bueno normalmente es muy frágil, y los bienes preciosos reclaman mayores cuidados y una vigilancia más cuidadosa. Muy frágil es la paz, que puede perderse por una palabra inconsiderada o por la menor herida causada a un hermano. En efecto, nada agrada más a los hombres que hablar fuera de propósito y ocuparse en lo que no les atañe, pronunciar vanos discursos y criticar a los ausentes (SAN COLUMBANO, Instrucción 11, 1-4).

Frutos de la paz

4038 La paz es madre del amor, vinculo de la concordia e indicio manifiesto de la pureza de nuestra mente; ella alcanza de Dios todo lo que quiere, ya que su petición es siempre eficaz. Cristo, el Señor, nuestro rey, es quien nos manda conservar esta paz, ya que él ha dicho: La paz os dejo, mi paz os doy, lo que equivale a decir: "Os dejo en paz, y quiero encontraros en paz"; lo que nos dio al marchar quiere encontrarlo en todos cuando vuelva (SAN PEDRO CRISÓLOGO, Sermón sobre la paz).

4039 Serenos, aunque sólo fuese para poder actuar con inteligencia: quien conserva la calma está en condiciones de pensar, de estudiar los pros y los contrae, de examinar juiciosamente los resultados de las acciones previstas. Y después, sosegadamente interviene con decisión (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 79).

4040 Concertada interiormente y afirmada esta paz, por más persecuciones que trame desde fuera el que afuera fue arrojado, no hará otra cosa que aumentar la gloria de Dios, sin derribar nada de aquel edificio, consiguiendo, al fracasar sus maquinaciones, poner de manifiesto cuánta es la firmeza que hay por dentro (SAN AGUSTÍN, Sobre el Sermón de la Montaña, 1).

4041 El hombre que procura la paz es más útil que el muy letrado (Imitación de Cristo, 11, 2, 3).

4042 ¿Qué cosa mejor podríamos encontrar entre los dones divinos para honrar la fiesta de hoy, que aquella paz que anunciaron los ángeles en el nacimiento del Señor? En efecto, esta paz es la que engendra hijos de Dios, la que alimenta el amor, la que es madre de la unidad. Ella es descanso para los santos y tabernáculo donde moran los invitados al reino eterno. El fruto propio de esta paz es que se unan a Dios aquellos que el Señor ha segregado del mundo (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 6, sobre la Natividad).

4043 El que está en paz no piensa mal de nadie. En cambio, el descontento o inquieto es atormentado por muchas sospechas; ni descansa él ni deja descansar a los demás (Imitación de Cristo, 2, 2, 3).

Dar serenidad y paz a los demás

4044 La alegría se mete en la vida de oración, hasta que no nos queda más remedio que romper a cantar: porque amamos, y cantar es cosa de enamorados
Si vivimos así, realizaremos en el mundo una tarea de paz; sabremos hacer amable a los demás el servicio al Señor, porque Dios ama al que da con alegría (2Co 9, 7). El cristiano es uno más en la sociedad; pero de su corazón desbordará el gozo del que se propone cumplir, con la ayuda constante de la gracia, la Voluntad del Padre (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 92-93).

4045 Tienen una gran dignidad los pacíficos, porque así como se llama hijo del rey al que habita con él en su palacio, así los pacíficos se llaman hijos de Dios porque habitan en el palacio de la paz de Dios (SANTO TOMÁS, en Catena Aurea, vol. 1, p. 252).

4046 Empieza por tener paz en ti mismo, y así podrás dar paz a los demás (SAN AMBROSIO, en Catena Aurea, vol. 1, p. 254).

4047 Los pacíficos se llaman bienaventurados, porque primero tienen paz en su corazón y después procuran inculcarla en los hermanos desavenidos (SAN JERÓNIMO, en Catena Aurea, vol. 1, p. 251).

4048 No se contenta el Señor con eliminar toda discusión y enemistad de unos con otros, sino que nos pide algo más: que tratemos de poner paz entre los desunidos (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 15).

4049 Teniendo en cuenta que Cristo es la paz, mostraremos la autenticidad de nuestro nombre de cristianos, con nuestra manera de vivir, ponemos de manifiesto la paz que reside en nosotros (SAN GREGORIO NISENO, Trat. sobre modelo cristiano).

4050 Se llaman pacíficos los hijos de Dios en atención a que nada hay en ellos que se oponga a Dios: también los hijos deben parecerse a sus padres (SAN AGUSTÍN, en Catena Aurea, vol. 1, p. 252).