4804 En mis charlas con gentes de tantos países y de los ambientes sociales más diversos, con frecuencia me preguntan: ¿Y qué nos dice a los casados? ¿Qué, a los que trabajamos en el campo? ¿Qué, a las viudas? ¿Qué, a los jóvenes? Respondo sistemáticamente que tengo un solo puchero. Y suelo puntualizar que Jesucristo Señor Nuestro predicó la buena nueva para todos, sin distinción alguna. Un solo puchero y un solo alimento: mi comida es hacer la voluntad del que me ha enviado, y dar cumplimiento a su obra (Jn 4, 34). A cada uno llama a la santidad, de cada uno pide amor: jóvenes y ancianos, solteros y casados, sanos y enfermos, cultos e ignorantes, trabajen donde trabajen, estén donde estén. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 294).
4804b El llamamiento del Señor Jesús Id también vosotros a mi viña (Mt 20, 3-4) no cesa de resonar en el curso de la historia desde aquel lejano día: se dirige a cada hombre que viene a este mundo. [...].
Id también vosotros. La llamada no se dirige solo a los Pastores, a los sacerdotes, a los religiosos y religiosas, sino que se extiende a todos: también los fieles laicos son llamados personalmente por el Señor, de quien reciben una misión en favor de la Iglesia y del mundo (JUAN PABLO II, Exhort. Apost. Christifideles laici, n. 2).
4805 Nuestro fin debe ser nuestra perfección; nuestra perfección es Cristo. (S. AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 69).
4806 El estilo de la vida espiritual propia de los laicos debe recabar su nota característica del estado de matrimonio y de familia, de soltería o de viudez, de la situación de enfermedad, de la actividad profesional y social. No deje, por tanto, de cultivar con asiduidad las cualidades y dotes que, adecuadas a tales situaciones, les han sido dadas, y hagan uso de los dones personales recibidos del Espíritu Santo. (CONC. VAT. II, Decret. Apostolicam actuositatem, 4).
4807 Todos estamos llamados a la santidad; para todos hay las gracias necesarias y suficientes; nadie está excluido [...]. La tentación más engañosa y que se repite siempre, es la de querer cambiar la sociedad, cambiando solamente las estructuras externas; querer hacer feliz al hombre en la tierra, satisfaciendo únicamente sus necesidades y sus deseos.(JUAN PABLO II, Hom. 26-X-1980).
4808 La devoción debe ser practicada de una forma por el caballero y de otra por el artesano; por el criado y por el príncipe; por la viuda y por la soltera; por la doncella y por la casada; hay que relacionar su práctica con las fuerzas, las ocupaciones y los deberes de cada estado. Yo te ruego que me respondas [...]: ¿Sería justo que el obispo observase una vida de soledad semejante a la del monje cartujo? Y si los casados no quisieran poseer nada como los capuchinos, y el artesano pretendiese estar todo el día en el templo como los religiosos; y el religioso, entregado a toda suerte de relaciones para servir al prójimo, como el obispo, ¿no sería todo ello devoción ridícula, desordenada e intolerable? [...]. No [...], la devoción nada perjudica cuando es verdadera; al contrario, todo lo perfecciona; y cuando se pronuncia contra la vocación de alguno hay que considerarla como falsa. (S. FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, 1, 3, 19-20).
4809 La llamada a la santidad y la consiguiente exigencia de santificación personal, es universal: todos, sacerdotes y laicos, estamos llamados a la santidad; y todos hemos recibido, con el Bautismo, las primicias de esa vida espiritual que, por su misma naturaleza, tiende a la plenitud. (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, p. 111).
4810 Quedan, pues, invitados y aun obligados todos los fieles cristianos a buscar insistentemente la santidad y la perfección dentro del propio estado. Estén todos atentos a encauzar rectamente sus afectos, no sea que el uso de las cosas del mundo y un apego a las riquezas contrario al espíritu de pobreza evangélica les impida la prosecución de la caridad perfecta. Acordándose de la advertencia del Apóstol: Los que usan de este mundo no se detengan en eso, porque los atractivos de este mundo pasan (cfr. 1Co 7, 31). (CONC. VAT. II, Const. Lumen gentium, 42).
4811 Tienes obligación de santificarte.-Tú también.-¿Quién piensa que ésta es labor exclusiva de sacerdotes y religiosos? A todos, sin excepción, dijo el Señor: "Sed perfectos, como mi Padre Celestial es perfecto". (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 291).
4812 Lo han imitado los santos mártires hasta el derramamiento de su sangre, hasta la semejanza con su pasión; lo han imitado los mártires, pero no sólo ellos. El puente no se ha derrumbado después de haber pasado ellos; la fuente no se ha secado después de haber bebido ellos
Tenedlo presente, hermanos: en el huerto del Señor no sólo hay las rocas de los mártires, sino también los lirios de las vírgenes y las yedras de los casados, así como las violetas de las viudas. Ningún hombre, cualquiera que sea su género de vida, ha de desestimar su vocación: Cristo ha sufrido por todos Con toda verdad está escrito de él: Nuestro Salvador quiere que todos los hombres se salven y lleguen al pleno conocimiento de la verdad. (S. AGUSTÍN, Sermón 304).
4812b Ante la mirada iluminada por la fe se descubre un grandioso panorama: el de tantos y tantos fieles laicos -a menudo inadvertidos o incluso incomprendidos; desconocidos por los grandes de la tierra, pero mirados con amor por el Padre-, hombres y mujeres que, precisamente en la vida y actividades de cada jornada, son los obreros incansables que trabajan en la viña del Señor; son los humildes y grandes artífices -por la potencia de la gracia de Dios, ciertamente- del crecimiento del Reino de Dios en la historia (JUAN PABLO II, Exhort. Apost. Christifideles laici, n. 17).
4813 Todos los fieles cristianos, de cualquier condición y estado, fortalecidos con tantos y tan poderosos medios de salvación, son llamados por el Señor, cada uno por su camino, a la perfección de aquella santidad con la que es perfecto el mismo Padre. (CONC. VAT. II, (Const. Lumen gentium, 11).
4814 ¿Qué es la santidad? Es precisamente la alegría de hacer la Voluntad de Dios. (JUAN PABLO II, Hom. 18-1-1981).
4814b Jesús, Señor y Modelo nuestro, creciendo y viviendo como uno de nosotros, nos revela que la existencia humana -la tuya-, las ocupaciones corrientes y ordinarias, tienen un sentido divino, de eternidad (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Forja, n. 688).
4815 No hay situación terrena, por pequeña y corriente que parezca, que no pueda ser ocasión de un encuentro con Cristo y etapa de nuestro caminar hacia el Reino de los cielos.(J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 22).
4816 Una mujer ocupada en la cocina o en coser una tela puede siempre levantar su pensamiento al cielo e invocar al Señor con fervor. Uno que va al mercado o viaja solo, puede fácilmente rezar con atención. Otro que está en su bodega, ocupado en coser los pellejos de vino, está libre para levantar su ánimo al Maestro. El servidor, si no puede llegarse a la iglesia porque ha ido de compras al mercado o está en otras ocupaciones o en la cocina, puede siempre rezar con atención y con ardor. Ningún lugar es indecoroso para Dios. (S. JUAN CRISÓSTOMO, Hom. 4, sobre la Profetisa Ana).
4817 Todos los fieles cristianos, en cualquier condición de vida, de oficio o de circunstancias, y precisamente por medio de todo eso, se podrán santificar de día en día, con tal de recibirlo todo con fe de la mano del Padre celestial. (CONC. VAT II, Const. Lumen gentium, 41).
4818 No es posible creer en la santidad de quienes fallan en las virtudes humanas más elementales. (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, p. 28).
4819 En esa tarea profesional vuestra, hecha cara a Dios, se pondrán en juego la fe, la esperanza y la caridad. Sus incidencias, las relaciones y problemas que trae consigo vuestra labor, alimentarán vuestra oración. El esfuerzo para sacar adelante la propia ocupación ordinaria, será ocasión de vivir esa Cruz que es esencial para el cristiano. La experiencia de vuestra debilidad, los fracasos que existen siempre en todo esfuerzo humano, os darán más realismo, más humildad, más comprensión con los demás. Los éxitos y las alegrías os invitarán a dar gracias, y a pensar que no vivís para vosotros mismos, sino para el servicio de los demás y de Dios. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 49).
4820 [...] equivocaríamos el camino si nos desentendiéramos de los afanes temporales: ahí os espera también el Señor; estad ciertos de que a través de las circunstancias de la vida ordinaria, ordenadas o permitidas por la Providencia en su sabiduría infinita, los hombres hemos de acercarnos a Dios. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 63).
4821 Son más numerosos sin comparación los acontecimientos cuyo realce social queda por ahora oculto: es la multitud inmensa de las almas que han pasado su existencia gastándose en el anonimato de la casa, de la fábrica, de la oficina; que se han consumido en la soledad orante del claustro; que se han inmolado en el martirio cotidiano de la enfermedad. Cuando todo quede manifiesto en la parusía, entonces aparecerá el papel decisivo que ellas han desempeñado, a pesar de las apariencias contrarias, en el desarrollo de la historia del mundo. Y esto será también motivo de alegría para los bienaventurados, que sacarán de ello tema de alabanza perenne al Dios tres veces Santo. (JUAN PABLO II, Hom. 11-II-1981).
4822 Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti. (S. AGUSTÍN, Confesiones, 1, 1).
4823 ¿Buscáis aquí-en este mundo-el alimento como cosa preciosa? Dios será vuestro alimento. ¿Buscáis aquí los abrazos carnales? Mi felicidad está en unirme a Dios (Sal 73, 28). ¿Buscáis aquí las riquezas? ¿Cómo no poseeréis todo, pues gozaréis de Aquel que ha hecho todo? Para quitar toda inquietud a nuestra fe he aquí, en fin, lo que el Apóstol dice de esta vida: Dios es todo en todos (1Co 15, 28). (S. AGUSTÍN, Sermón 255, sobre el "alleluia").
4824 (Jesucristo) tiene sed de nuestra sed. (S. GREGORIO MAGNO, Sobre el Bautismo, 40).
4825 Nuestro Salvador está siempre a disposición de los sedientos y, por su benignidad, atrae a la celebración del gran día a los que tienen sus entrañas sedientas, según aquellas palabras suyas: El que tenga sed que venga a mí y que beba. (S. ATANASIO, Carta 5).
4826 Es mejor para mi, Señor, sufrir la tribulación, con tal de que tú estés conmigo, que reinar sin ti, disfrutar sin ti, gloriarme sin ti. Es mejor para mí, Señor, abrazarme a ti en la tribulación, tenerte conmigo en el horno de fuego, que estar sin ti, aunque fuese en el mismo cielo. ¿Qué me importa el cielo sin ti?; y contigo, ¿qué me importa la tierra? (S. BERNARDO, Sermón 17).
4827 Hacia El dirigen su mirada todos los que sienten necesidad de santificación; hacia El tiende el deseo de todos los que llevan una vida virtuosa, y su soplo es para ellos a manera de riego que los ayuda en la consecución de su fin propio y natural
Fuente de santificación, luz de nuestra inteligencia, El es quien da, de si mismo, una especie de claridad a nuestra razón natural, para que conozca la verdad. (S. BASILIO MAGNO, Sobre el Espíritu Santo, 9).
4828 Mas ¡con qué sed se desea tener esta sed! Porque entiende el ánima su gran valor y es sed penosísima que fatiga y trae consigo la misma satisfacción con que es amada aquella sed; de manera que es una sed que no ahoga sino a las cosas terrenas, antes da hartura; de manera que cuando Dios le satisface, una de las mayores mercedes que puede hacer al alma es dejarla con la misma necesidad, y mayor queda siempre de tornar a beber esta agua. (SANTA TERESA C. de perfección, 19, 2).
4829 Pasa aquí de algún modo como en el cielo, que los que más conocen a Dios comprenden lo infinito que les queda por conocer. Y los que menos le ven no les parece tanto lo que les queda por conocer. (S. JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual, 7, 9).
4830 Es propio de los buenos no gozar en donde hay grandes convites, sino en donde brilla la bondad. (S. JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. III, p. 22).
4831 La santidad "grande" está en cumplir los "deberes pequeños" de cada instante. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 817).
4831b Nuestra vida -la de los cristianos- ha de ser así de vulgar: procurar hacer bien, todos los días, las mismas cosas que tenemos obligación de vivir; realizar en el mundo nuestra misión divina, cumpliendo el pequeño deber de cada instante.
-Mejor: esforzándonos por cumplirlo, porque a veces no lo conseguiremos y, al venir la noche, en el examen, tendremos que decir al Señor: no te ofrezco virtudes; hoy solo puedo ofrecerte defectos, pero -con tu gracia- llegaré a llamarme vencedor (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Forja, n. 616).
4832 María santifica lo más menudo, lo que muchos consideran erróneamente como intrascendente y sin valor: el trabajo de cada día, los detalles de atención hacia las personas queridas, las conversaciones y las visitas con motivo de parentesco o de amistad. ¡Bendita normalidad, que puede estar llena de tanto amor de Dios! (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 148).
4833 Los que viven entregados al trabajo, con frecuencia duro, conviene que en ese mismo trabajo humano se perfeccionen, ayuden a sus conciudadanos, traten de mejorar la sociedad entera y la creación; mas aún, traten también de imitar, en su activa caridad, a Cristo, cuyas manos se ejercitaron en el trabajo, y que continúa trabajando siempre por la salvación de todos en unión con el Padre; gozosos en la esperanza, ayudándose unos a otros a llevar sus cargas y sirviéndose del trabajo cotidiano para subir a una mayor santidad, incluso apostólica. (CONC. VAT. II, Const. Lumen gentium, 41).
4834 Se trata de santificar el trabajo ordinario, de santificarse en esa tarea y de santificar a los demás con el ejercicio de la propia profesión, cada uno en su propio estado. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 122).
4835 Desde ahora, pues, hermanos, cantemos, no por amenizar nuestro descanso, sino para sostener nuestros trabajos, como se canta de camino: "Canta pero camina; mantén tu trabajo cantando; no te dejes llevar de la pereza; canta y camina". ¿Qué quiere decir "camina"? Progresa, progresa en el bien [...], progresa en la verdadera fe, progresa en la santidad. Canta y camina. (S. AGUSTÍN, Sermón 256).
4836 A veces, nuestras caminatas llegaban al monasterio de Las Huelgas, y en otras ocasiones nos escapábamos a la Catedral. Me gustaba subir a una torre, para que contemplaran de cerca la crestería, un auténtico encaje de piedra, fruto de una labor paciente, costosa. En esas charlas les hacía notar que aquella maravilla no se veía desde abajo. Y, para materializar lo que con repetida frecuencia les había explicado, les comentaba: ¡esto es el trabajo de Dios, la obra de Dios!: acabar la tarea personal con perfección, con belleza, con el primor de estas delicadas blondas de piedra. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 65).
4837 Comprendían, ante esa realidad que entraba por los ojos, que todo eso era oración, un diálogo hermoso con el Señor. Los que gastaron sus energías en esa tarea, sabía perfectamente que desde las calles de la ciudad nadie apreciaría su esfuerzo: era sólo para Dios. ¿Entiendes ahora cómo puede acercar al Señor la vocación profesional? Haz tú lo mismo que aquellos canteros, y tu trabajo será también operatio Dei, una labor humana con entrañas y perfiles divinos. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 65).
4838 Toda santidad fingida está muerta; porque no obra impulsada por Dios, y más bien no debiera llamarse santidad; así como un hombre muerto no es hombre, así como los farsantes que fingen y simulan las personas de otros no son las personas que imitan. (ORIGENES, en Catena Aurea, vol. III, p. 129).
4839 Es éste un distintivo del hombre justo: que, aun en medio de sus dolores y tribulaciones, no deja de preocuparse por los demás; sufre con paciencia sus propias aflicciones, sin abandonar por ello la instrucción que prevé necesaria para los demás, obrando así como el médico magnánimo cuando está él mismo enfermo. Mientras sufre las desgarraduras de su propia herida, no deja de proveer a los otros el remedio saludable. (S. GREGORIO MAGNO, Moralia, 3).
4840 En lo que está la suma perfección, claro está que no es en regalos interiores ni en grandes arrobamientos ni visiones ni en espíritu de profecía; sino en estar nuestra voluntad tan conforme con la de Dios, que ninguna cosa entendamos que quiere, que no la queramos con toda nuestra voluntad, y tan alegremente tomemos lo sabroso como lo amargo, entendiendo que lo quiere Su Majestad. (SANTA TERESA, Fundaciones, 5, 10).
4841 Importa mucho entender que vais bien, porque en diciendo a algún caminante que va errado y que ha perdido el camino, le acaece andar de un cabo a otro, y mientras anda buscando por donde ir se cansa y gasta el tiempo y llega más tarde. (SANTA TERESA, C. de perfección, 22, 3).
4842 La devoción viva y verdadera presupone el amor de Dios; mejor dicho, no es otra cosa que el verdadero amor de Dios [...]. La devoción no es otra cosa que una agilidad o viveza espiritual, por cuyo medio la caridad actúa en nosotros y nosotros actuamos en ella con prontitud y alegría. (S. FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, 1, 1).
4843 Suelen tener tedio (los principiantes) en las cosas que son más espirituales y huyen de ellas, como son aquellas que contradicen el gusto sensible [...]. Y así por esta acidia retrasan el camino de perfección. (S. JUAN DE LA CRUZ, Noche oscura, 1, 7).
4844 Si no nos determinamos a tragar de una vez la muerte y la falta de salud, nunca haremos nada. (SANTA TERESA, C. de perfección, 11, 4).
4845 Ante cualquier dificultad, ésta es la panacea: santidad personal, entrega al Señor. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 160).
4846 La cultura más amplia y más escogida [...], la actividad y el acierto en la acción, aun en los casos en que pueda producir algún bien a la Iglesia y a los individuos, faltando la santidad, acabarían por reportarle con frecuencia lamentables perjuicios. Pero aquel que tenga santidad y por la santidad se distinga, por humilde que parezca, puede emprender y llevar a buen fin obras de gran provecho para el pueblo de Dios. (S. Pío X, Exhortac. Haerent animo).
4847 El alma, cuanto más avanza en la perfección, tanto más fuerte y valerosa se vuelve en orden a soportar las penalidades que le puedan sobrevenir. (S. DOROTEO, Instrucción 7).
4848 Cuanto más alto llegue uno, tanto más tiene que sufrir en este mundo, porque debilitándose el amor de nuestra alma hacia las cosas del presente siglo, van aumentando cada vez más sus adversidades. De aquí que vemos a muchos que obran el bien, y sudan bajo el grave peso de las tribulaciones. Pero según las palabras del Señor, dan fruto por la paciencia, porque recibiendo las pruebas con humildad, son admitidos después al descanso en la gloria. De esta manera es pisoteada la uva y se licúa adquiriendo el sabor del vino; de esta manera abandona la oliva, sus heces, y su zumo se convierte en aceite puro, después de molida y prensada; de esta manera es como, por medio de la trilla, se separa en las eras el grano de la paja y es llevado limpio a los graneros. Por consiguiente, todo el que desee vencer los vicios, procure sufrir con humildad las penas de su purificación, para que se presente tanto más limpio ante el juez, cuanto más le purifica ahora el fuego de la tribulación. (S. GREGORIO MAGNO, Hom. 15 sobre los Evang.).
4849 Un poquito de este puro amor [...], más provecho hace a la Iglesia, aunque parece que no hace nada, que todas las obras juntas. (S. JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual, 2, 29).
4850 Ya sabe que, venga lo que viniere, no ha de tornar atrás. Es como uno que está en una batalla, que sabe que si le vencen no le perdonarán la vida y que ya que no muere en la batalla ha de morir después, pelea con más determinación y quiere vender bien su vida y no teme tanto los golpes, porque lleva delante lo que le importa, la victoria, y que le va la vida en vencer. (SANTA TERESA, C. de perfección 23, 6).
4851 Pedimos y rogamos que nosotros, que fuimos santificados en el bautismo, perseveremos en esta santificación inicial. Y esto lo pedimos cada día. Necesitamos, en efecto, de esta santificación cotidiana, ya que todos los días delinquimos, y por esto necesitamos ser purificados mediante esta continua y renovada santificación. (S. CIPRIANO, Trat. sobre la oración, 11-12).
4852 Juntos andemos, Señor; por donde fuéredes tengo que ir; por donde pasáredes tengo de pasar. (SANTA TERESA, C. de perfección, 26, 6).
4853 Todos lo santos han abominado de las dignidades, las alabanzas y los honores, y, por el gran desprecio que sentían por si mismos, no deseaban sino las humillaciones y los oprobios. ¿Eres tú quizá más santo que ellos? (J. PECCI -León XIII-, Práctica de la humildad, 52).
4854 Muchos hay que envejecen en la tibieza y relajación que han contraído en su adolescencia, intentando granjearse autoridad no por la madurez de su vida, sino por su edad avanzada. (CASIANO, Colaciones, 2).
4855 Muchos hay en la Iglesia que se parecen a este siervo (el que escondió el talento) que, temiendo entrar en el camino de una vida mejor, no se atreven a sacudir la pereza de su cuerpo; y creyéndose pecadores tiemblan de tomar el camino de la santidad, y no se horrorizan de permanecer en sus iniquidades. (S. GREGORIO MAGNO, en Catena Aurea, vol. III, p. 232).
4856 El aprovechamiento del alma no está en pensar mucho, sino en amar mucho. (SANTA TERESA, Fundaciones, 5, 2).
4857 Este debe ser nuestro principal objetivo y el designio constante de nuestro corazón: que nuestra alma esté continuamente unida a Dios y a las cosas divinas. Todo lo que le aparte de esto, por grande que pueda parecernos, ha de tener en nosotros un lugar puramente secundario o, por mejor decir, el último de todos. Inclusive debemos considerarlo como un daño positivo. (CASIANO, Colaciones, 1).
4858 El tiempo exige de ti que anheles alcanzar a Dios con los tuyos, de la misma forma que el piloto anhela vientos favorables y el marinero sorprendido por la tempestad suspira por el puerto. (S. IGNACIO DE ANTIOQUÍA, Epístola a S. Policarpo).
4859 Ahora, tornando a los que quieren ir por él y no parar hasta el fin –que es llegar a beber de esta agua de vida–, cómo han de comenzar digo que importa mucho y el todo una grande y muy determinada determinación de no parar hasta llegar a ella, venga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabájase lo que se trabajare, murmure quien murmurare, siquiera llegue allá, siquiera se muera en el camino, siquiera no tenga devoción para los trabajos que hay en él, siquiera se hunda el mundo. (SANTA TERESA, Camin0 de perfección, 21, 2).
4860 Las palabras del Señor nos advierten que, en medio de la multiplicidad de ocupaciones de este mundo, hay una sola cosa a la que debemos tender. Tender, porque somos toda vía peregrinos, no residentes; estamos aún en camino, no en la patria definitiva; hacia ella tiende nuestro deseo, pero no disfrutamos aún de su posesión. Sin embargo, no cejemos en nuestro esfuerzo, no dejemos de tender hacia ella, porque sólo así podremos un día llegar a término. (S. AGUSTÍN, Sermón 103).
4861 El Señor no dice solamente: Quiero, queda limpio, sino que extendió la mano y tocó al leproso. Esto es muy digno de retener la atención. ¿Por qué, en efecto, cuando bastaba querer y hablar para limpiarlo, lo toca con su mano? Me parece que no había más razón que la de mostrar que se situaba no por debajo de la Ley, sino por encima, y que no existe nada impuro para el que es puro [...] Su mano no se hizo impura por el contacto con la lepra; al contrario, el cuerpo del leproso quedó purificado por esta santísima mano. Es que Cristo no vino únicamente para curar los cuerpos, sino para elevar las almas a la santidad [...]y enseñarnos que la única lepra temible es el pecado [...J. (S. JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 25).
4862 El cristiano ha de encontrarse siempre dispuesto a santificar la sociedad desde dentro, estando plenamente en el mundo, pero no siendo del mundo, en lo que tiene –no por característica real, sino por defecto voluntario, por el pecado– de negación de Dios, de Oposición a su amable voluntad salvífica. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 125).
4863 Dios ha hecho un cielo nuevo, una tierra nueva, como dice el Profeta. ¿Qué cielo? El firmamento de la fe en Cristo. ¿Qué tierra? El corazón humano, dice el Señor, que se empapa de la lluvia que cae del cielo y que produce numerosas espigas. En esta creación el sol, sin duda, es la pureza de vida; las estrellas son las virtudes; el clima, una vida limpia; el mar, la profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia; las hierbas y los brotes, la doctrina buena donde el pueblo, rebaño de Dios, va como a pastar y a pacer. (S. GREGORIO MAGNO, Hom. de Pascua).
4864 La santidad no depende del estado –soltero, casado, viudo, sacerdote–, sino de la personal correspondencia a la gracia, que a todos se nos concede, para aprender a alejar de nosotros las obras de la tinieblas y para revestirnos de las armas de la luz: de la serenidad, de la paz, del servicio sacrificado y alegre a la humanidad entera (cfr. Rm 13, 12). (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Hom. Sacerdote para la eternidad, 13-IV-1973).
4865 Las obras de misericordia son la prueba de la verdadera santidad. (SANTO TOMÁS, en Catena Aurea, vol. II, p. 15).
4866 En esto consiste la perfección de la vida cristiana: en que, hechos partícipes del nombre de Cristo por nuestro apelativo de cristianos, pongamos de manifiesto, con nuestros sentimientos, con la oración y con nuestro género de vida, la virtualidad de este nombre. (S. GREGORIO DE NISA, Trat. sobre el modelo cristiano).