Catena Áurea
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Y despertando José del sueño, hizo como el Angel del Señor le había mandado y recibió a su mujer. Y no la conoció hasta que parió a su hijo primogénito y llamó su nombre Jesús. (v. 24-25)
Remigio
Por la puerta misma que entró la muerte, ha vuelto la vida. Por la desobediencia de Adán nos perdimos todos, por la obediencia de José empezamos a volver a nuestro estado primigenio. Por eso se nos recomienda la gran virtud de la obediencia por estas palabras: "Y despertando José del sueño, hizo como el Angel del Señor le había mandado".
La glosa
No sólo hizo lo que le mandó el ángel, sino también como se lo mandó. Así también todo el que se sienta movido por Dios, sacuda toda pereza, despierte y haga lo que se le manda.
"Y recibió a su mujer"
Remigio
La recibió después de celebrados los desposorios para llamarla su mujer, mas no para cohabitar con Ella, pues sigue: "Y no la conoció".
San Jerónimo, contra Helvidium
Helvidio hace vanos esfuerzos para demostrarnos que el verbo conocer debe referirse a la cópula más bien que a un conocimiento cualquiera, como si alguien lo negara o las necedades que se entretiene en refutar las hubiera podido descubrir cualquier persona entendida. Pretende después enseñarnos que los adverbios donec y usque significan tiempo determinado, cumplido el cual se realiza aquello que hasta entonces no se realizaba, como sucede en este pasaje: "Y no la conoció hasta que parió a su Hijo". Aquí se ve, dice Helvidio 1, que la conoció después del parto, y que ese conocimiento lo retardaba solamente el nacimiento del hijo. Y para probarnos tal afirmación, acumula multitud de ejemplos de las Escrituras. La respuesta es fácil: en las Escrituras la frase: "Y no la conoció", lo mismo que los adverbios donec y usque, tienen doble sentido, según el contexto. En el lugar citado, las palabras: "Y no la conoció", se refieren, como el mismo Helvidio observó, a la unión conyugal, sin que nadie dude que pueden referirse muchas veces a un simple conocimiento del objeto, como en el capítulo 2 de San Lucas: "Y se quedó el Niño Jesús en Jerusalén, sin que sus padres lo advirtiesen" ( Lc 2, 43). Asimismo el adverbio donec o usque significan con frecuencia tiempo determinado, como Helvidio hace notar, pero muchas veces también tiempo indefinido, de cuya significación hay numerosos ejemplos: "Hasta vuestra vejez, yo mismo" ( Is 46, 4). ¿Puede inferirse de aquí que después que hayan envejecido dejará Dios de ser el que era? El Salvador dice en el Evangelio: "Yo estoy con vosotros todos los días hasta la consumación del siglo" ( Mt 28, 20). Luego, ¿después que el mundo se acabe no estará más con sus discípulos? El Apóstol dice: "Es necesario que El reine hasta que ponga a todos sus enemigos debajo de sus pies" ( 1Cor 15, 25). ¿Es que acaso después que estén bajo sus pies dejará de reinar? Comprenda, pues, Helvidio, que siempre se procura fijar el sentido de lo que pudiera ofrecer duda, si no se hubiese escrito, pero lo demás se deja siempre a nuestra inteligencia, y según este criterio el evangelista indica claramente la circunstancia sobre la que podía sospecharse -que su esposo no la conoció antes del parto 2- para que entendiésemos que mucho menos podría ser conocida después de dar a luz.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Si alguno dijera: "Mientras vivió, no habló esto" ¿querría acaso darnos a entender que habló después de morir? Imposible, así como es lo más creíble que José no conociese a su esposa antes de dar a luz, porque ignoraba todavía la dignidad del misterio. Pero después que tuvo conocimiento de que su esposa se había hecho templo del unigénito de Dios, ¿cómo podía cometer tal profanación? Los secuaces de Eunomio creen, sin embargo, a la manera del loco que cree que ninguno está en su juicio, que porque se han atrevido a verter tal especie, José también se atrevería a cometer lo que ellos le atribuyen.
San Jerónimo, contra Helvidium, 8
En suma, yo pregunto a Helvidio: ¿por qué José se abstuvo hasta el día del parto? Me responderá: porque había oído al ángel: "Lo que en ella ha nacido, de Espíritu Santo es". Luego el que tuvo fe tan grande en el sueño que no se atrevió a tocar a su mujer, ¿es creíble que después de haber oído a los pastores, y visto a los magos, y presenciando tantos milagros se atreviese a acercarse siquiera a la que era templo de Dios, morada del Espíritu Santo y Madre de su Señor?
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 1
Puede también decirse que el verbo conocer se toma aquí por el acto de reconocer a uno, porque realmente José no conoció la dignidad de María antes del parto. Mas después que dio a luz reconoció entonces cuánta era su hermosura y dignidad, porque Ella sola recibió en el estrecho aposento de su seno al que el mundo entero no podía contener.
San Hilario
La gloria de la Santísima María impedía que José pudiera conocerla hasta que dio a luz, porque, ¿cómo podía ser conocida teniendo en su seno al Señor de la gloria? Si el rostro de Moisés al estar hablando con Dios adquirió tal resplandor de gloria que los hijos de Israel no podían fijar en El su mirada, ¿cuánto más inaccesible estaría a las miradas y al conocimiento de los hombres María, que llevaba en su seno al Dios de todo poder? Después del parto hallamos ya que la reconoció por la hermosura de su rostro, no por contacto sensual.
San Jerónimo, in Matthaeum, 1
Porque el evangelista dice "a su Hijo primogénito" sospechan algunos malignamente que María tuvo otros hijos, porque dicen que no se llama primogénito sino el que tiene hermanos, siendo así que es costumbre de las Escrituras no llamar primogénito al que le siguen otros hermanos, sino al primeramente nacido.
San Jerónimo, contra Helvidium, 10
De forma que si por primogénito se entendiese aquel al que le siguen otros hermanos, los primogénitos no se deben a los sacerdotes hasta que otros hijos hayan sido procreados 3.
La glosa
O se dice primogénito entre todos los hijos de adopción por la gracia, pero con toda propiedad se dice unigénito de Dios Padre o de María.
Y sigue: "Y llamó su nombre Jesús" a los ocho días, en que se verificaba la circuncisión y se ponía el nombre al circuncidado.
Remigio
Es evidente que este nombre fue muy conocido de los Santos Padres y de los profetas de Dios, especialmente de aquél que decía: "Desfalleció mi alma por tu salud" ( Sal 119, 81) y: "Se regocijará mi corazón en tu salud" ( Sal 12, 5) y de aquel que decía: "Me regocijaré en Dios mi Jesús" (Ha 3, 18).
Notas
1. Helvidio, autor herético arriano del siglo cuarto. S. Jerónimo escribió contra sus teorías.
2. El griego de ewV ou eteken uion ( literal: hasta que ella dio a luz un hijo) se traduce al castellano (Huerault): "Y sin que tuvieran relaciones, dio a luz un hijo". "El autor está sólo interesado en destacar la concepción virginal" (Zerwick-Grosvenor.).
3. Esto iría en contra de lo mandado por Dios a Moisés: "Conságrame todo primogénito. Todo lo que abre el seno materno entre los israelitas" ( Ex 13, 1.11).