Catena Áurea

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Entre tanto llegan su Madre y hermanos o parientes, y quedándose fuera, enviaron a llamarle. Estaba mucha gente sentada alrededor de El, cuando le dicen: "Mira que tu Madre y tus hermanos allí fuera te buscan". A lo que respondió diciendo: "¿Quién es mi madre y mis hermanos?" Y dando una mirada a los que estaban sentados en torno suyo, dijo: "Veis aquí a mi madre y a mis hermanos; porque cualquiera que hiciere la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre". (vv. 31-35)


Teofilacto
Como los que estaban cerca del Señor iban a apoderarse de El porque le creían loco, llegó su Madre movida por un sentimiento de amor y de piedad. "Entretanto llegan su Madre y hermanos o parientes ", etc.

San Juan Crisóstomo
Con esto se declara que no siempre estaban con El su Madre y sus hermanos o parientes. Mas como le amaban con verdad, venían a El por amor y respeto, y esperaban fuera. "Estaba mucha gente sentada alrededor de El", etc.

Beda
Por hermanos del Señor no se ha de entender hijos de María siempre Virgen, según Helvidio, ni tampoco hijos que tuviera San José de otra mujer, como suponen algunos, sino parientes del Señor.

San Juan Crisóstomo
Otro evangelista ( Jn 7) dice que sus parientes no creían aún en El, lo cual está conforme con que lo buscasen y esperasen fuera; y por esta razón no habla el Señor de ellos como de parientes, según estas palabras: "A lo que respondió diciendo: ¿Quién es mi madre y mis hermanos?" Pero no habla así como si renegara de su Madre y de sus hermanos, sino como el que enseña que es preciso valorar la propia salvación por sobre todo parentesco temporal: enseñanza que convenía mucho a aquéllos que se entretenían en conversación con sus parientes, como si esto les importara más que su salvación.

Beda
Rogado, pues, para que renunciara al ministerio de la palabra, se reservó de hacerlo, no porque desdeñase el cuidado del amor maternal, sino porque se debía a los misterios del Padre, más que a los afectos maternales. Y no menosprecia a sus parientes, puesto que prefiriendo los deberes del espíritu -que antepone a los del parentesco-, enseña que la unión en el espíritu es más religiosa que la de los cuerpos. Y continúa: "Y dando una mirada a los que estaban sentados alrededor de sí, dijo: Veis aquí a mi madre y a mis hermanos".

San Juan Crisóstomo
En lo cual manifesta el Señor que conviene honrar más a los que son parientes por la fe, que a los que lo son por la sangre. Todo el que anuncia a Jesús se hace como madre suya, puesto que infundiéndole en el corazón del oyente viene a darle como un nuevo nacimiento.

San Jerónimo
Sabemos, pues, que seremos sus hermanos y hermanas, si cumplimos la voluntad de su Padre, para hacernos sus coherederos; porque respecto de esto no hay diferencia en el sexo, sino en los hechos. De aquí lo que sigue: "Porque cualquiera que hiciera la voluntad de Dios, ése es mi hermano", etc.

Teofilacto
No habla así para negar a su Madre, sino para manifestar que no sólo es digna de honra por haber engendrado a Cristo, sino también por todas sus virtudes.

Beda
En sentido místico, la madre y el hermano de Jesús son la sinagoga; y, como el pueblo judío ha salido de la sinagoga. Y no puede entrar en la casa en que enseña el Salvador, habiendo descuidado el entender el sentido espiritual de sus palabras. No obstante, entra la turba anticipándose, porque, tardando en llegar los de Judea, afluyen a Cristo los gentiles. Los parientes del Señor, que están fuera, quieren verle, mientras que los judíos, fijándose en el sentido literal, prefieren que salga Cristo a enseñar lo mundano, a entrar ellos para aprender lo espiritual. Si, pues, ellos mismos no conocen a los parientes que están fuera, ¿cómo han de conocernos a nosotros, si no queremos entrar? Dentro está el Verbo; dentro está, pues, la luz.


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