Catena Áurea
1 2 3 4 Cap. 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16
← Mc 5, 1-20 →
Pasaron después al otro lado del lago, al territorio de los gerasenos. Apenas desembarcado, le vino al encuentro un energúmeno salido de los sepulcros, el cual tenía su morada en ellos, y no había hombre que pudiese refrenarle, ni aun con cadenas: pues muchas veces, aherrojado con grillos y con cadenas, había roto las cadenas y despedazado los grillos, sin que nadie pudiese domarle. Y andaba siempre día y noche por los sepulcros y por los montes gritando y sajándose con piedras. Este, pues, viendo de lejos a Jesús, corrió a El y le adoró; y clamando en alta voz dijo: "¿Qué tengo yo que ver contigo, Jesús, Hijo del Altísimo Dios? En nombre del mismo Dios te conjuro que no me atormentes". Y es que Jesús le decía: "Sal, espíritu inmundo, de ese hombre". Y preguntole Jesús: "¿Cuál es tu nombre?" Y él respondió: "Mi nombre es legión, porque somos muchos": y suplicábale con ahínco que no le echase de aquel país. Estaba paciendo en la falda del monte vecino una gran piara de cerdos. Y los espíritus le rogaban diciendo: "Envíanos a los cerdos para que vayamos y estemos dentro de ellos". Y Jesús se lo permitió al instante. Y saliendo los espíritus inmundos, entraron en los cerdos: y con gran furia toda la piara, en la que se contaban más de dos mil, corrió a despeñarse en el mar, en donde se anegaron. Los que los guardaban huyeron, y trajeron las nuevas a la ciudad y a las alquerías. Las gentes salieron a ver lo acontecido; y llegando a donde estaba Jesús, ven al que antes era atormentado del demonio, sentado, vestido y en su sano juicio, y quedaron espantados. Los que se habían hallado presentes les contaron lo que había sucedido al endemoniado y el azar de los cerdos. Y comenzaron a rogarle que se retirase de sus términos. Y al salir Jesús a embarcarse se puso a suplicarle el que había sido atormentado del demonio que le admitiese en su compañía. Mas Jesús no le admitió, sino que le dijo: "Vete a tu casa y con tus parientes, y anuncia a los tuyos la gran merced que te ha hecho el Señor, y la misericordia que ha usado contigo". Fuese aquel hombre, y empezó a publicar en Decápolis cuántos beneficios había recibido de Jesús; y todos quedaban pasmados. (vv. 1-20)
Teofilacto
Porque los que estaban en la barca preguntaban uno después de otro: ¿Quién pensáis que es éste?, se confirma quién era por el testimonio de los enemigos, puesto que llegó un endemoniado confesando que aquél era verdaderamente Hijo de Dios. Y para llegar a referir este suceso dice el evangelista: "Pasaron después al otro lado del lago, al territorio de los gerasenos".
Beda, in Marcum 2, 21
Geraza es una villa notable de Arabia, cerca del monte Galaad, que fue habitada por la tribu de Manasés, no lejos del lago de Tiberíades, en el que fueron precipitados los puercos.
Pseudo-Crisóstomo, vict. ant. e cat. in Marcum
Sin embargo, los escritos corregidos no dicen gerasenos ni geradenos, sino gergesenos. Geraza es una villa de Judea, pero no hay allí mar. Geraza es también una villa de Arabia, pero tampoco hay ni mar ni lago próximo a ella. Y es claro que no han podido engañarse así los evangelistas, tan conocedores como eran de Judea, puesto que Gergesa, de donde viene el nombre de gergesenos, era una villa antigua no lejos de la que ahora se llama Tiberíades, cerca de la cual se encuentra el principal lago de Judea.
"Apenas desembarcado, prosigue, le vino al encuentro un endemoniado salido de los sepulcros".
San Agustín, De Cons. Evang., lib. 2, cap. 24
Citando San Mateo a dos, y San Marcos y San Lucas sólo a uno, debemos entender que uno de ellos era más notable en el país, y del que más compasión se tenía.
San Juan Crisóstomo, homilia in Matthaeum 29
O bien es de creer que San Marcos y San Lucas hablaron del más miserable de los dos, y por lo mismo han sido en esto más difusos que de costumbre. "Y no había hombre, continúa, que pudiese refrenarle, ni aun con cadenas". Dijeron, pues, un endemoniado simplemente, no ocupándose del número, para hacer brillar más el poder del que había obrado así, puesto que el que había curado a un hombre semejante podía curar igualmente a otros muchos. Por otra parte, no hay discordancia en esto, porque no dijeron que era uno solo, en cuyo caso solamente se hubiesen puesto en contradicción con San Mateo. O bien: moraban los demonios entre los sepulcros para propagar la falsa creencia de que los espíritus de los que mueren se convierten en demonios.
San Gregorio Niceno
La asamblea de los demonios se había preparado para resistir al poder divino. Al aproximarse, pues, a Aquel que tiene potestad sobre todo, proclaman su potestad eminente, según estas palabras: "Este, pues, viendo de lejos a Jesús, corrió a El y le adoró, y clamando en alta voz dijo: ¿Qué tengo yo que ver contigo, Jesús, Hijo del Altísimo Dios?".
San Cirilo
Ved al demonio dividido en dos pasiones, la audacia y el temor. Resiste y ruega, y como intentando alguna cuestión, quiere saber qué hay de común entre Jesús y él. Con lo cual viene a decir: ¿Por qué me echas de los hombres cuando son míos?
Beda
¡Cuán grande es, pues, la impiedad de los judíos al decir que es por el príncipe de los demonios por quien echa a los demonios, cuando los demonios mismos confiesan que nada tienen de común con El!
San Cirilo
Rogando después añade: "Te conjuro en nombre del mismo Dios que no me atormentes", pues consideraba tormento el ser echado de aquel hombre, o es que invisiblemente también era atormentado.
San Juan Crisóstomo, in Mat. hom. 29 super Venistrante tempus perdere
A pesar de su perversidad, los demonios no pueden ignorar que a causa de sus pecados les espera alguna pena al fin. Y sabían sin ninguna duda que aún no había llegado para ellos el tiempo de la última pena, sobre todo porque les era permitido mezclarse entre los hombres. Pero como los había sorprendido el Señor en tantas maldades, juzgaban que, a causa de lo extremado de sus hechos, no podía tardar el tiempo del último castigo. Este es el motivo de que le supliquen que no los atormente.
Beda
Gran tormento es para el demonio el cesar de hacer daño al hombre, y deja tanto más difícilmente de hacerlo, cuanto más tiempo hace que lo posee.
"Y le decía: Sal de ese hombre, espíritu inmundo".
San Cirilo
Observemos el invencible poder de Cristo: castiga a Satanás, para el cual son fuego y llama sus palabras, según el salmista: "Derritiéronse como cera los montes a la presencia del Señor" ( Sal 96, 5), esto es, los poderes sublimes y magníficos.
"Y preguntóle Jesús: ¿Cuál es tu nombre?"
Teofilacto
Le pregunta el Señor, no para saber El, sino para que sepan los demás, la multitud de demonios que había en el poseído.
Pseudo-Crisóstomo, vict. ant. e cat. in Marcum
Porque si no hubiese dicho El mismo que eran muchos, se hubiera hecho increíble. Quiere, por tanto, que los mismos confiesen que eran muchos. "Y él respondió: Mi nombre es legión, porque somos muchos". No dice un número determinado, sino muchos, puesto que importaba poco el número.
Beda
Confesada públicamente la plaga que atormentaba al endemoniado, aparece más grande el poder del que lo cura. Y aun los sacerdotes de nuestro tiempo, que por la gracia del exorcismo pueden echar al mal espíritu, suelen decir a los pacientes que sólo pueden curar exponiendo por una confesión pública todo lo que en sueño o en vigilia tienen que sufrir de los espíritus inmundos en cuanto a la vista, al oído, al gusto, al tacto u otra parte del cuerpo, o en lo que al alma se refiere.
"Y suplicábale con ahinco que no le echara de aquel país".
Pseudo-Crisóstomo, vict. ant. e cat. in Marcum. Luke 8, 3
San Lucas dice: "En el abismo". El abismo es la separación de este mundo, y los demonios merecen ser arrojados a las tinieblas exteriores preparadas para el diablo y sus ángeles. Cristo, pues, podía hacerlo así, pero les permitió estar en la tierra, para que la ausencia del tentador no privase a los hombres de la corona de la victoria.
Teofilacto
Y para que nos hagamos fuertes luchando con ellos.
"Estaba paciendo en aquel lugar alrededor del monte una gran piara de cerdos".
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2, 24
Que San Marcos diga que la piara estaba alrededor del monte, no se opone a que San Lucas diga que estaba en el monte, porque, como era grande la piara, parte de ella podía estar en el monte y parte cerca de él.
"Y los espíritus infernales le rogaban diciendo: Envíanos a los cerdos, para que vayamos y estemos dentro de ellos".
Remigio., super Matthaeum.
Así, pues, entraron en los puercos, no espontáneamente, sino pidiendo que les fuese concedido, para demostrar que no pueden dañar a los hombres sin el consentimiento divino. Por tanto, no pidieron entrar en los hombres, porque veían que estaban representados por aquel hombre por cuyo poder eran atormentados. Y si no pidieron entrar en otra clase de rebaños fue porque los animales limpios se ofrecían en el templo del Señor, mientras que los puercos, en los que pedían entrar, son los animales más inmundos, y los demonios se deleitaban siempre en todo lo que es inmundo.
"Y Jesús se lo permitió al instante".
Beda.
Y se lo permitió en verdad, para dar a los hombres ocasión de salvarse con la muerte de los cerdos.
San Juan Crisóstomo, homilia in Matthaeum, hom. 28, 3
Queriendo mostrar a todos el furor de los demonios contra los hombres, y que les harían mucho más daño si no se lo impidiese el poder divino, y como no consentía su piedad que esta manifestación se hiciese en los hombres, permitió que entrasen en los cerdos, para que se viera en ellos su fuerza y su furor.
"Y saliendo, continúa, los espíritus inmundos".
Tito Bostrense, sobre Mateo
Huyeron los pastores para no perecer con los cerdos, y de este modo llevaron el terror a los pueblos. "Los que los guardaban se huyeron", y por esta pérdida los habitantes del país acuden al Salvador. Con frecuencia llena Dios de beneficios espirituales a aquellos que sufren algún daño en los bienes temporales. "Y llegando a donde estaba Jesús, prosigue, ven al que antes era atormentado del demonio, sentado". Es decir, a los pies del que lo había salvado, estaba aquel a quien antes ni las cadenas podían sujetar, y vestido el que andaba desnudo, y en su sano juicio. Por ello se llenaron de admiración. "Y quedaron espantados". Unos por haberlo presenciado y otros por haber oído referirlo, fueron muchos los que hicieron constar este milagro. "Los que se habían hallado presentes, sigue, les contaron lo que había sucedido".
Teofilacto
Se llenaron de asombro y de temor por el milagro que les referían, y por esto le rogaban que se retirase de sus territorios, según estas palabras: "Comenzaron a rogarle que se retirase de sus términos", temiendo si tendrían que sufrir de nuevo algo semejante. Afligidos, pues, por la pérdida de los cerdos, rechazaron la presencia del Salvador.
Beda
O conociendo su propia fragilidad, se juzgaban indignos de la presencia del Señor.
"Y al ir Jesús a embarcarse, se puso a suplicarle el que había sido atormentado del demonio que le admitiese en su compañía", etc.
Teófilato
Temía pues que, volviendo los demonios a encontrarlo, entrasen en él. Pero el Señor lo manda a su casa, haciéndole comprender que, aunque El no estuviese presente, lo defendería con su poder, para que curado como estaba fuera útil a los demás. Por eso dice: "Mas Jesús no le admitió, sino que le dijo: Vete a tu casa y con tus parientes, y anuncia a los tuyos el gran beneficio que te ha hecho el Señor, y la misericordia que ha usado contigo". Observemos la humildad del Salvador, quien no dice: Anuncia el gran beneficio que te he hecho, sino el que te ha hecho el Señor. Así, pues, cuando hagamos algo bueno, no nos lo atribuyamos a nosotros, sino a Dios.
San Juan Crisóstomo
Aunque mandó a los demás que había curado que no hablasen de ello, manda, sin embargo, a éste que lo divulgue, porque todo aquel país, ocupado por los demonios, permanecía sin Dios.
Teófilato
El mismo empezó a difundirlo y todos quedaban pasmados. "Y empezó a publicar", dice.
Beda
Geraza en sentido místico, o Gergesa, como leen algunos, significa el que despide al inmigrante, o al extranjero que se aproxima, porque el pueblo de los gentiles lanzó al enemigo de su corazón, y el que estaba lejos vino a estar cerca.
Pseudo - Jerónimo
Este endemoniado era, pues, el tan desesperado pueblo de los gentiles que no reconocía la ley natural, ni la de Dios, ni tenía temor humano alguno.
Beda
Habitaba entre los sepulcros, porque se complacía en las obras hechas en la sombra, esto es, en el pecado. Y andaba siempre día y noche por los sepulcros, porque ni en la prosperidad ni en la adversidad se separaba del servicio de los espíritus malignos, y yacía como en medio de los sepulcros por la corrupción de sus obras. Vagaba por los montes por el hecho de su soberbia y se cortaba como con agudas piedras por las palabras de su durísima infidelidad. "Mi nombre es legión", responde, porque el pueblo de las naciones era esclavo de diversos cultos idolátricos. El salir del cuerpo del hombre los espíritus inmundos y, entrando en los cerdos, precipitarse en el mar, significa que, libre de la dominación de los demonios, el pueblo de las naciones, que no quiso creer en Cristo, celebra sus ritos sacrílegos en lugares ocultos.
Teófilato
O se significa por esto que los demonios entran en los hombres que viven como los puercos, revolcándose en el barro de la voluptuosidad, los despeñan en el precipicio de la perdición, y los ahogan en el mar de esta vida.
Pseudo - Jerónimo
O los ahogan en el infierno sin respeto a la misericordia por la impetuosidad de la muerte consumada, de la que tantos huyen, porque el castigo del loco hace más prudente al sabio.
Beda
Que el Señor no lo admitiese con El significa que cada uno de nosotros, después de la remisión de nuestros pecados, ha de entrar en su buena conciencia y ha de servir al Evangelio para la salvación de los demás, a fin de encontrar después el descanso en Cristo.
San Gregorio Magno, Moralia, 6, 17
Desde el momento en que alcanzamos algún conocimiento de las cosas divinas, no queremos volver a las humanas, buscando el reposo de la contemplación. Pero el Señor manda derramar el sudor en el trabajo antes de restaurarnos por la contemplación.
Pseudo - Jerónimo
El hombre curado predica, pues, en el distrito de Decápolis, y de este modo son convertidos por Roma los judíos, cuya ley se contiene toda en el Decálogo.