Catena Áurea
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← Lc 17, 22-25 →
Y dijo a sus discípulos: "Vendrán días, cuando deseareis ver un día del Hijo del hombre, y no lo veréis. Y os dirán: Vedle aquí, o vedle allí. No queráis ir, ni le sigáis. Porque como el relámpago, que deslumbrando en la región inferior del cielo, resplandece desde la una hasta la otra parte; así también será el Hijo del Hombre en su día. Mas primero es menester que El padezca mucho, y que sea reprobado de esta generación". (vv. 22-25)
San Cirilo, ut sup
Como el Señor había dicho que el reino de Dios estaba en medio de ellos, quiso que sus discípulos estuviesen dispuestos a ejercitar la paciencia, para que fortalecidos pudieran entrar en el reino de Dios. Les predice también que antes que El vuelva a venir del cielo al fin del mundo, vendrá sobre ellos la persecución. Por esto sigue: "Y dijo a sus discípulos: vendrán días", etc., dando a conocer que será tan cruel la persecución, que desearán ver un sólo día suyo, es decir, de aquel tiempo en que aún trataban con Jesucristo. Y en verdad que los judíos afligieron al Salvador con muchos improperios e injurias, le amenazaron con apedrearle y muchas veces quisieron arrojarle de lo alto de un monte, pero todas estas cosas deberían considerarse como de menor importancia en comparación a los mayores males que habían de venir.
Teofilatus
Entonces vivían sin cuidados, porque Jesucristo cuidaba de ellos y los protegía, pero había de suceder que cuando Jesucristo estuviese ausente, se verían expuestos a toda clase de peligros, serían llevados ante los reyes y los jueces y entonces desearían aquel tiempo y lo recordarían como tranquilo.
Beda
O bien llama día de Cristo a su reino futuro, que esperamos. Y dice muy bien un solo día, porque en la gloria de la felicidad no tendrán cabida las tinieblas. Bueno es desear el día de Cristo, pero no debemos dejarnos llevar hacia ilusiones y sueños por nuestro gran deseo, creyendo que el día del Señor está próximo. Por esto sigue: "Y os dirán vedle aquí, No queráis ir".
San Eusebio,
Como diciendo: Si cuando venga el Anticristo, llega a ser tan grande su fama como si fuere Jesucristo quien hubiere aparecido, no salgáis ni le sigáis, porque es imposible que aquél que fue visto en la tierra una vez, vuelva a verse en la estrechez de ella. Por tanto, éste será aquél de quien se dice: no es el verdadero Cristo. La señal manifiesta de la segunda venida de nuestro Salvador lo es que el brillo que acompañará a su venida, llenará de repente el mundo entero. Por esto sigue: "Porque como el relámpago, que relumbrando en la región inferior del cielo resplandece por todas partes, así también será el Hijo del hombre", etc. Por tanto, no aparecerá andando sobre la tierra como un hombre común (o vulgar), sino que brillará sobre todos nosotros por todas partes, manifestando a todos la grandeza de su divinidad.
Beda
Y bellamente dice: "relumbrando bajo el cielo", porque el juicio se celebrará debajo del cielo, esto es, en los aires, según aquellas palabras del Apóstol ( 1Tes 4, 16): "Seremos arrebatados con ellos hasta las nubes en presencia de Jesucristo en los aires". Por tanto, si el Señor ha de aparecer en el juicio como un rayo, nadie podrá ocultarse ni aun en conciencia, porque el resplandor del juez lo penetrará todo. Puede también referirse esta contestación del Salvador a la venida con la que todos los días se presenta en su Iglesia. Y como los herejes habían de perturbar muchas veces la Iglesia entre tanto, diciendo que su doctrina era la verdadera fe de Jesucristo, han deseado los fieles de aquel tiempo que el Señor volviese a la tierra por un día -si pudiera ser- y declarase por sí mismo cuál era la verdadera fe. "Y no le veréis", dijo, porque no necesita el Señor venir otra vez en cuerpo visible para manifestar espiritualmente con la verdad del Evangelio lo que ya hizo una vez extendiéndolo y difundiéndolo por todo el mundo.
San Cirilo
Los discípulos del Salvador creían que cuando fuese a Jerusalén les daría a conocer en seguida el reino de Dios. Teniendo en cuenta esta idea, les manifiesta que primero convenía que sufriese por nuestra salud los tormentos de la pasión, que después subiría hasta el Padre y que resplandecería para juzgar a todo el mundo en su justicia. Por esto añade: "Mas primero es menester que El padezca mucho y que sea reprobado de esta generación".
Beda
Así llama no sólo a la de los judíos, sino también a la de todos los réprobos, de quienes había de sufrir mucho y ser reprobado ahora el Hijo del hombre en su cuerpo (esto es, en la Iglesia). Continúa hablándoles de su pasión y de la gloria de su venida, para calmar los tormentos de su pasión con la promesa de su gloria y también para que se preparasen y no temiesen a la muerte, si deseaban la gloria de su reino.