Catena Áurea
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← Lc 17, 34-37 →
"Os digo: que en aquella noche dos estarán en un lecho: el uno será tomado, y el otro dejado. Dos mujeres estarán moliendo juntas: la una será tomada, y la otra dejada: dos en un campo: el uno será tomado, y el otro dejado". Respondieron y le dijeron: "¿En dónde, Señor?" Y El les dijo: "Do quiera estuviere el cuerpo, allí también se congregarán las águilas". (vv. 34-37)
Beda
Había dicho antes el Señor, que el que estuviese en el campo no debía volver atrás, con lo que se refiere no sólo a los que efectivamente estaban en el campo y habían de regresar, esto es, que habrían de negar al Señor a las claras, sino también a los que, si bien parece que miran hacia adelante, miran hacia atrás con el alma. Por esto dice: "Os digo: que en aquella noche dos estarán en el lecho", etc.
San Ambrosio
Llama con propiedad noche, porque el Anticristo será la hora de las tinieblas; porque el Anticristo, llamándose a sí mismo Cristo infundirá las tinieblas en los corazones de los hombres. El Cristo resplandecerá brillando como el rayo, para que en aquella noche podamos ver la gloria de su resurrección.
San Agustín, De quaest. Evang. 2, 44
Dice en aquella noche, esto es, en aquella tribulación.
Teofilacto
Advierte que la venida de Jesucristo sucederá cuando menos lo esperemos, por lo que se nos dice que vendrá de noche. Cuando dijo también que los ricos apenas pueden salvarse, advierte, que ni todos los ricos se condenarán, ni todos los pobres se salvarán.
San Cirilo
Por aquellos dos que dice se acostarán en un mismo lecho, parece designar a los ricos que descansan de las delicias mundanales, el lecho es la señal del descanso. No todos aquellos que tienen riquezas son impíos, sino que alguno es también bueno, y elegido por su fe. Por tanto, éste será aceptado. Pero el otro que no obre así, será dejado. Cuando baje el Señor al juicio, enviará a sus ángeles que, dejando sobre la tierra a aquellos que deben ser castigados, se llevarán a los santos y los justos, según aquellas palabras del Apóstol: ( 1Tes 4, 16) "Seremos arrebatados hasta las nubes delante de Jesucristo en los aires".
San Ambrosio
De todos los que están caídos por la debilidad humana uno es abandonado, esto es, reprobado y el otro es aceptado, esto es, arrebatado delante de Jesucristo en los aires. Prosigue: "Dos mujeres estarán moliendo juntas", etc.
San Cirilo
Por medio de estas palabras parece que indica a los pobres y los que viven agobiados por el trabajo, a lo que también se refiere lo que sigue: "Dos en el campo, el uno será tomado", etc. Porque hay gran diferencia entre ellos: pues aquellos que lleven con valor las privaciones de la pobreza y que practiquen una vida buena y humilde, serán aceptados; y aquellos que están siempre prontos para las cosas profanas (o detestables), serán los que dejará.
San Ambrosio
Por las que muelen parece que significa a los que buscan su alimento en lo espiritual y lo enseñan de un modo manifiesto. Y en realidad que este mundo es un molino, y nuestra alma está encerrada en nuestro cuerpo como en una cárcel. Por tanto, este molino -que es o la sinagoga, o el alma manchada con el pecado-, moliendo el trigo humedecido y podrido según su mal olor, no puede separar lo interior de lo exterior y por tanto es abandonado, porque su harina desagrada. Pero la Iglesia santa, o el alma que no está manchada con ninguna clase de delitos y que muele el buen trigo que ha sido tostado por el calor del sol eterno, ofrece a Dios la buena harina del corazón de los hombres. Quienes sean los labradores, podemos conocerlo si advertimos que en nosotros hay dos mentes 1. Una del hombre exterior, que es la que se corrompe y la otra interior, que se renueva por medio del sacramento. Estos son los que trabajan en nuestro campo, de los que el celo de uno produce un buen fruto, mientras la inacción del otro los pierde. También podemos entender que hay dos pueblos en este mundo que se compara con un campo; de los que uno, que es el fiel, es aceptado y el otro, que es el infiel, es dejado.
San Agustín, ut sup
Aquí parece que se dan a conocer tres clases de hombres. Una es la de aquellos que prefieren el ocio y el descanso, que no se ocupan de los asuntos del siglo, ni de los deberes eclesiásticos, cuyo descanso está bien representado con el nombre de lecho; otra es la de aquellos que como plebe son gobernados por los sabios, haciendo las cosas propias de esta vida, a los que designa con el nombre de mujeres, porque conviene que éstos sean gobernados por sus jefes. Y consideró como personas que muelen a aquellos que dan vueltas alrededor de los negocios temporales. Además dice que los que se ocupan de estas cosas y de estos negocios, molían juntos en cuanto se conforman con las prácticas de la Iglesia. La tercera clase es la de aquellos que se ejercitan en el ministerio de la Iglesia, como en el campo del Señor. Ahora, en cada una de estas tres clases de hombres hay otras dos: los que permanecen en la Iglesia y son aceptados y los que caen en la culpa y son menospreciados.
San Ambrosio
Y como Dios no es injusto, no trata lo mismo a los que han tenido igual vida sin el mismo celo y no recompensa a cada uno sino según el mérito de sus acciones. Porque no es la sociedad de los hombres la que hace sus méritos, puesto que no todos acaban lo que empiezan y únicamente el que persevere hasta el fin se salvará ( Mt 10, 22).
San Cirilo
Como había dicho que algunos serían aceptados, sus discípulos preguntan con interés a dónde serán conducidos. Por esto sigue: "Respondieron y le dijeron: ¿En dónde, Señor?".
Beda
Se le presentan al Señor dos preguntas, a saber: a dónde serán conducidos los buenos y en dónde dejados los malos. Contestó una de estas preguntas y dejó la otra para que la interpretasen. Por lo que sigue: "Y El les dijo: Donde quiera que estuviere el cuerpo, allí se congregarán las águilas".
San Cirilo
Como diciendo: Así como cuando se abandona un cadáver, acuden en seguida a él las aves carniceras, así cuando venga el Hijo del hombre todas las águilas, esto es, los santos, le rodearán.
San Ambrosio
Se comparan las almas de los justos con las águilas, porque buscan las cosas de lo alto, menosprecian las cosas bajas y alcanzan una vida muy larga. No podemos dudar acerca del cuerpo, especialmente si recordamos que José recibió el cuerpo de Cristo que había pedido a Pilato. ¿No te parecen águilas también alrededor del cuerpo, aquellas mujeres y aquel colegio de apóstoles que rodeaban la sepultura del Señor? ¿No te parecen también águilas alrededor del cuerpo, cuando venga en las nubes y todo ojo le vea? ( Ap 5). Este es el cuerpo del cual está dicho ( Jn 6, 56): "Mi carne es verdadera comida". Son también águilas las que vuelan alrededor del cuerpo con alas espirituales. Son también águilas alrededor del cuerpo, aquellos que creen que Jesucristo vino en carne mortal. Y lo es también la Iglesia, en la que somos renovados espiritualmente por la gracia del bautismo.
San Eusebio
O también designó por las águilas, que se alimentan de cuerpos muertos, a los príncipes de este mundo y a los que en todo tiempo persiguen a los santos de Dios, entre los que se dejan los que son indignos de aceptación y que se llaman cuerpo o cadáver. O se designan las potestades vengadoras que volarán sobre los impíos como vuelan las águilas.
San Agustín, De quaest. Evang. 2, 77
San Lucas pone estas cosas aquí -que no aparecen en el relato de Mateo- ya sea porque recuerda lo que más le preocupa, diciendo primero lo que el Señor dijo después, ya sea porque da a entender que el Señor dijo estas cosas dos veces.
Notas
1. El termino latino "mens", utilizado aquí por San Ambrosio, es sumamente complejo. Puede traducirse como espíritu, y se refiere a la realidad más profunda del hombre, su ser propio, que se realiza -bajo el influjo de la gracia- en la conformación con el Señor Jesús (= hombre nuevo), o que se pierde cuando se deja arrastrar por las concupiscencias (= hombre viejo). Esta expresión, con tal connotación, es ya utilizada por San Pablo: "No viváis ya como viven los gentiles, según la vaciedad de su mente" ( Ef 4, 17); "renovad el Espíritu de vuestra mente, y revestíos del Hombre Nuevo..." ( Ef 4, 23-24).