Catena Áurea

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"Y si tu ojo derecho te sirve de escándalo, sácalo y échalo de ti. Porque te conviene perder uno de tus miembros antes que todo tu cuerpo sea arrojado al fuego del infierno. Y si tu mano derecha te sirve de escándalo, córtala y échala de ti, porque te conviene perder uno de tus miembros antes que todo tu cuerpo vaya al fuego del infierno". (vv. 29-30)


Glosa
Después que Jesucristo enseñó a evitar el pecado de la lujuria, porque no sólo debe evitarse este pecado en sí, sino que también deben evitarse las ocasiones de los pecados, nos dice que no sólo en la práctica, sino también en el corazón, conviene evitar las ocasiones de los pecados, diciendo: "Si tu ojo derecho te escandaliza".

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 12
Si según el profeta ( Sal 37, 4), no hay nada que no esté herido por el pecado en nuestra carne, debemos cortarnos cuantos miembros tenemos para que la pena de éstos pague la malicia de la carne. Pero veamos si así puede entenderse del ojo corporal y de la mano.

Así como todo hombre, cuando se convierte a Dios, está muerto al pecado, así el ojo, cuando deja de mirar mal, se separa del pecado, pero ni aun así está conforme. Si el ojo derecho te escandaliza, ¿el izquierdo qué hace? ¿Acaso contradice al derecho para que se conserve inocente?

San Jerónimo
En el ojo derecho, y en la mano derecha, se insinúa el afecto a los hermanos, la mujer, los hijos, los parientes y amigos, los cuales, si alguna vez resulta que nos son impedimento para conocer la verdad, debemos separarlos de nosotros.

San Agustín, de sermone Domini, 1, 13
Del mismo modo que se entiende la contemplación en el ojo, así debe entenderse con toda propiedad la acción en la mano. Por ojo entendemos un amigo muy querido. Y esto suele decirse por aquellos que quieren expresar su cariño, diciendo: "Lo quiero como a las niñas de mis ojos". Conviene entender aquí por ojo un amigo consejero, porque el ojo nos enseña el camino. En cuanto a lo que se añade, el ojo derecho, acaso vale para aumentar la fuerza del cariño. Siempre temen los hombres mucho más el perder el ojo derecho. Por lo mismo que es ojo derecho se entiende que es su consejero respecto de las cosas divinas. El ojo izquierdo es el consejero de las cosas mundanas. Y así éste es el sentir: "Cualquiera que sea la cosa que tú quieras, como si fuera tu ojo derecho, si te escandaliza (esto es, si te sirve de impedimento para conseguir la vida eterna), arrójalo y sepáralo de ti". Acerca del izquierdo, cuando te escandalice, es inútil el decir que tampoco debes perdonarlo. La mano derecha se considera como un auxiliar estimado para las buenas obras, y la izquierda como un auxiliar de las cosas necesarias para esta vida y para el cuerpo.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 12
O de otro modo: nuestro Señor Jesucristo quiere que nos preservemos no sólo del peligro de pecar, sino que también las personas cercanas a nosotros, eviten el hacer algo malo. Como si teniendo tú algún amigo, le consideras como tu ojo derecho, y cuando cuida de tus cosas le consideras como tu propia mano; mas si supieras que hacía alguna cosa mala, lo arrojarías lejos de ti, porque te escandaliza; pues no sólo daremos cuenta de nuestros pecados, sino también de los de nuestros prójimos que podamos evitar.

San Hilario in Matthaeum, 4
Hay un grado de inocencia que llega a ser muy elevado: se nos aconseja no sólo carecer de nuestros propios vicios, sino también de no incurrir en ellos exteriormente.

San Jerónimo
O de otro modo: Como antes había hablado de la concupiscencia de la mujer, llamó ahora pensamiento y sensación al ojo que se fija en diversas cosas. Por la mano derecha y por las demás partes del cuerpo se designan los principios de la voluntad y del afecto.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 12
Este ojo de carne es el espejo del ojo interior. El cuerpo tiene su sentido, que es el ojo izquierdo, y el apetito es la mano izquierda. Las acciones del alma se llaman derechas, porque el alma ha sido creada con el libre albedrío y bajo la ley de la justicia, para que vea y obre bien. El cuerpo no tiene libre albedrío, está bajo la ley del pecado y se le llama mano izquierda. No manda nuestro Señor cortar el sentido o el apetito de la carne. Podemos contener el deseo de la carne con tal que no hagamos lo que la carne desea; mas no podemos arrancarla para que no desee. Cuando a propósito queremos una cosa mala y pensamos en ella, entonces el sentido derecho y la voluntad derecha nos escandalizan, y por lo tanto se nos manda cortar estas cosas, lo cual podemos hacer por medio del libre albedrío. O de otro modo: toda cosa buena que nos escandaliza, o a cualquier otro, debe ser separada de aquellos a quienes escandaliza. Así como si yo visito alguna mujer por causa de la fe, este motivo es bueno y se llama ojo derecho; pero si visitándola con frecuencia caigo en deseo de ella, o si los que lo ven se escandalizan, entonces mi ojo derecho me escandaliza, y lo que es bueno sirve de escándalo. El ojo derecho es una mirada con buen fin, esto es, una buena intención. La mano derecha es una buena voluntad.

Glosa
Tu ojo derecho es también la vida contemplativa, que escandaliza cuando caes en desidia o en arrogancia, o cuando no podemos por debilidad nuestra contemplar las cosas santas. La mano derecha es una buena obra, o la vida activa, la cual escandaliza cuando se desordena con la frecuencia de las cosas mundanas y el tedio de la ocupación. Si alguno no adelanta en la vida contemplativa, no descuide la activa y así no agostará en el ocio la dulzura de la vida interior.

Remigio
Nuestro Señor Jesucristo manifiesta por qué debe arrojarse el ojo derecho y cuándo debe cortarse la mano derecha, cuando dice: "Porque te conviene perder uno de tus miembros, etc".

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 12
Como somos los unos miembros de los otros, mejor es que nos salvemos sin uno de estos miembros, que queriendo conservarlos, ellos y nosotros perezcamos. O mejor es que nos salvemos sin un respeto o sin una obra buena, que no hacer toda las obras buenas, pereciendo con ellas.


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