Catena Áurea

1 Cap. 2   3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21
  ←   Jn 2, 14-17   →  

Y halló en el templo vendiendo bueyes y ovejas y palomas, y a los cambistas sentados. Y haciendo de cuerdas como un azote, los echó a todos del templo, y las ovejas y los bueyes, y arrojó por tierra el dinero de los cambistas, y derribó las mesas. Y dijo a los que vendían palomas: "Quitad esto de aquí, y la casa de mi Padre no la hagáis casa de tráfico". Y se acordaron los discípulos que está escrito: El celo de tu casa me comió. (vv. 14-17)


Beda, super Mt 21, 12
Cuando el Señor vino a Jerusalén, se dirigió en seguida al templo a orar, dándonos ejemplo de que cuando lleguemos a algún punto donde hay un templo de Dios, debemos dirigirnos lo primero a él y hacer oración. Por esto dice: "Y encontró en el templo vendiendo bueyes, ovejas y palomas".

San Agustín, in Ioannem, tract.10
Se concedió a aquel pueblo el ofrecimiento de estos sacrificios por ser muy carnal, con el fin de que no se dedicase al culto de los ídolos; por esto sacrificaban bueyes, ovejas y palomas.

Beda, ut sup
Y como algunos venían de muy lejos y no podían traer consigo lo que habían de ofrecer, lo obtenían allí por dinero. Por lo que los escribas y los fariseos ordenaron en cierta época que hubiese esta clase de animales en el templo, para que los que viniesen comprasen y los ofreciesen, y después vendían a otros lo que antes ya se había ofrecido, y así obtenían una inmensa ganancia. Con este fin había cambistas que estaban en sus mesas facilitando los contratos entre los compradores y vendedores de víctimas con su dinero; por esto dice: "Y a los cambistas sentados". Mas el Señor, no queriendo que en su casa hubiese negociaciones terrenas, ni aun las que parecían honestas, arrojó fuera a todos los negociantes.

San Agustín, ut sup
Y Aquél que sería más adelante azotado por los judíos, los azotó antes. Por esto sigue: "Y haciendo de cuerdas una especie de látigo, los echó a todos del templo", etc.

Teofilacto
Y no sólo echó a los que vendían y compraban, sino también lo que a éstos pertenecía. Por esto sigue: "Y las ovejas y los bueyes, y arrojó por tierra el dinero de los cambistas", esto es, las mesas de cambio que eran como depósitos de dinero.

Orígenes, ut sup
Consideremos también, no nos parezca cosa enorme, que el Hijo de Dios preparó una especie de látigo de las cuerdas que había recogido para arrojar del templo. Para explicar esto, nos queda una poderosa razón. El divino poder de Jesús, cuando quería podía contrarrestar la furia de sus enemigos, aun cuando fuesen muchos, y apagar el fuego de sus maquinaciones. Porque el Señor disipa las determinaciones de las gentes y reprueba los pensamientos de los pueblos ( Sal 132, 10). La historia presente nos demuestra que no tuvo un poder menos fuerte para esto que para hacer milagros; además, que es mayor este hecho que el milagro de haber convertido el agua en vino, porque allí había una materia inanimada, pero aquí se desbaratan los tráficos de muchos miles de hombres.

San Agustín, De Cons evang, 2, 67
Se sabe que esto no lo hizo el Señor una sola vez, sino en repetidas ocasiones. Pero San Juan sólo refiere este hecho concreto, y los otros tres evangelistas hablan de su repetición.

Orígenes, ut sup
Y San Juan dice aquí que arrojó a los que vendían en el templo, y San Mateo dice que arrojó a los que vendían y compraban. Mas el número de los que compraban era mayor que el de los que vendían, cuya expulsión debía ser difícil para el que se consideraba como el hijo de un carpintero. Pero por disposición divina, todos estaban sometidos a su dominio, como se ha dicho.

Beda
En esta lección se revela la doble naturaleza de Cristo: la humana, en cuanto le acompaña su Madre; y la divina, en cuanto se demuestra que es verdadero Hijo de Dios. Y prosigue: "Y dijo a los que vendían palomas: quitad esto de aquí, y no hagáis la casa de mi Padre casa de tráfico".

Crisóstomo, in Ioannem, hom. 22
Llama Padre a Dios, y no se ofenden porque creían que decía esto por sencillez; pero como después lo dijo con más claridad, y dejaba conocer la igualdad, se enfurecieron contra El. Y San Mateo dice ( Mt 21, 13) que cuando los arrojaba les increpaba diciéndoles: "No queráis hacer mi casa cueva de ladrones". Hizo esto cuando se aproximaba su pasión, y por eso usaba de palabras más duras. Mas lo que ahora dice San Juan sucedió al principio de su predicación, y por eso no usa de términos duros, sino suaves.

San Agustín, ut sup
Aquel templo no era otra cosa más que una figura, y el Señor arrojó a todos los que venían allí a traficar. ¿Y qué es lo que allí vendían? Lo que los hombres necesitaban para los sacrificios de aquellos tiempos. ¿Qué hubiera dicho si allí hubiera encontrado borrachos? Si no debe hacerse negociación ninguna en la casa del Señor, ¿deberá hacerse casa de bebidas?

Crisóstomo, ut sup
¿Pero qué fin se propuso el Salvador al obrar con tanta vehemencia? El que había de curar en día sábado y había de hacer muchas cosas que parecían contrarias a la Ley, hizo esto, aunque con peligro, para no aparecer como enemigo de Dios, dando a entender que aquél que en los peligros se expone por el honor que se debe a la casa de Dios, no menosprecia al Señor de ella, y por lo tanto, para demostrar su conformidad con Dios, no dijo "la casa santa", sino "la casa de mi Padre". Y por esto añade también el Evangelista: "Y se acordaron sus discípulos que está escrito: el celo de tu casa me comió" 1.

Beda, ut sup
Mas sus discípulos, viendo en el Salvador este celo ardentísimo, se acordaron de que el Salvador había arrojado a los impíos del templo por el celo que tenía por la casa de su Padre.

Alcuino
El celo, cuando se toma en buen sentido, es cierto fervor del alma en que ésta se enciende, prescindiendo de todo respeto humano, por la defensa de la verdad.

San Agustín, ut sup
Es comido también por el celo de la casa de Dios aquél que se esfuerza por enmendar todo lo malo que en ella encuentra, y si no puede enmendarlo, lo tolera, pero se aflige. Por lo tanto, si te esfuerzas porque en tu casa nada malo se haga, en la casa de Dios, donde se encuentra la salvación, ¿deberás tolerar, en lo que de ti dependa, si algo malo encuentras? Si es un amigo, se le advierte con prudencia; si es tu mujer, repréndela con severidad; haz todo lo que puedas y según sea la persona que tengas a tu cargo.

Alcuino
El Señor entra todos los días en su Iglesia espiritualmente y allí atiende cómo se porta cada cual. Evitemos, pues, en la Iglesia las conversaciones, las risas, los odios y las ambiciones, no sea que viniendo el Señor cuando menos se le espera, nos arroje de su Iglesia a latigazos.

Orígenes, in Ioannem, tom. 11
Es posible además que Jerusalén cayera por su delito, o que se extraviasen mucho los más capaces e ingeniosos, que si no se convirtieron después de su pecado, perdieron la capacidad y la fuerza de su ingenio. Encuentra en el templo, esto es, en las funciones religiosas o en la enunciación de la predicación eclesiástica, o a algunos que convierten la casa de su Padre en casa de negociación; a los que exponen a la venta sus bueyes, que conviene guardar para el arado, no sea que al retroceder ya no puedan ser aptos para el reino de Dios; y también a aquéllos que prefieren el dinero de la iniquidad a las ovejas de quienes obtienen lo necesario para su vestido. Y hay, por último, también algunos que menosprecian la candidez de las palomas por su mal desempeño en la vida privada. Cuando el Señor encuentra a estos tales en su santa casa, hace como un azote de varios cordeles, y los hace huir con las ovejas que tienen a la venta, y esparce todas sus ganancias, como indignas de ser conservadas en la casa de Dios. También arranca las tablas colocadas en las almas de los avaros, y manda que no se vuelva a vender palomas en la casa de Dios. Y yo creo que estableció esto como ejemplo, en confirmación de lo que antes había dicho en secreto, con el fin de que en ello comprendamos que si algo debe hacerse respecto de aquella oblación sagrada que hacen los sacerdotes, no deben hacerse fijando la atención únicamente en el rito de las cosas sensibles, ni se debe observar la Ley en sentido material, como lo hacían los judíos. Porque arrojando Jesús fuera los bueyes y las ovejas; mandando echar fuera las palomas, que eran las que se ofrecían en mayor número, según la costumbre de los judíos, y tirando por tierra las mesas de los cambiadores materiales, no de una manera terminante, sino de un modo figurado, se refiere a las divinas impresiones que experimentan los que obran bien, esto es, aquellas cosas que parecían buenas según lo que está escrito en la Ley; por último, usando del azote contra la plebe, se refería a aquellas cosas que deben disolverse o desterrarse, una vez trasladado su reino a los gentiles que creyeron en El.

San Agustín, ut sup
Los que venden en la Iglesia son los que buscan lo que les agrada y no lo que le agrada a Jesucristo, haciéndolo todo vendible, porque quieren ser pagados. Simón Mago quiso comprar la gracia del Espíritu Santo, porque se proponía venderla. Era de aquellos que vendían palomas, porque el Espíritu Santo apareció en forma de paloma; pero la paloma no se vende, se da gratis, porque se llama gracia.

Beda
Venden también palomas los que dan la gracia recibida del Espíritu Santo, no gratis, como está mandado, sino por premio, y los que conceden la imposición de las manos, en la que va representada la gracia del Espíritu Santo, aun cuando no lo hagan para ganar dinero, sin embargo lo hacen para captarse el favor de la plebe; venden también palomas, del mismo modo que aquéllos que conceden las sagradas órdenes no por el mérito de la vida, sino por dispensar el favor.

San Agustín, ut sup
Se entienden por bueyes los apóstoles y los profetas que nos prepararon las Sagradas Escrituras. Y aquellos que engañan a los pueblos, de quienes esperan recibir honores con estas mismas Escrituras, venden los bueyes y venden las ovejas, esto es, a los mismos pueblos. ¿Y a quién los venden sino al diablo? Todo lo que se separa de la única Iglesia, ¿quién lo recibe sino el león rugiente que por todas partes ronda, buscando a quien devorar, según dice San Pedro? ( 1Pe 5, 8).

Beda
Las ovejas son también todas las obras buenas y piadosas. Venden, pues, ovejas todos aquellos que dan sus limosnas al templo en calidad de préstamo, o hacen buenas obras para ganarse el afecto humano y éstos son todos aquellos que sirven a la Iglesia manifiestamente sólo por miramientos humanos. Y hacen también casa de negociación la casa del Señor, no sólo todos aquéllos que ejercen las sagradas órdenes por dinero, por alabanza o por honor, sino también aquellos que no llenan en la Iglesia los deberes espirituales del cargo que recibieron por la gracia del Señor, con buena intención, sino con el fin de obtener retribución humana.

San Agustín, ut sup
El Señor nos dio a conocer todo esto cuando hizo aquel látigo de retazos de cordel y azotó a todos los que negociaban en el templo. Además, cada uno añade a sus pecados, una nueva malicia cuando comete esta clase de faltas, mas cuando los hombres sufren algo por sus pecados, reconozcan que el Señor hace como un azote de varios cordeles, y aun les advierte que muden de vida, porque si no, en el final oirán aquellas palabras: "Atadle de pies y manos" ( Mt 22, 13).

Beda
Habiendo hecho el azote de trozos de cordel, los arrojó del templo, de donde son arrojados aquellos que, elegidos y puestos entre los santos, o bien hacen sus buenas obras de una manera fingida, o abiertamente obran mal. También arrojó las ovejas y los bueyes, porque manifiesta que la vida y la enseñanza de estos tales están representados en ellos. También arrojó por el suelo el dinero de los cambistas, y volcó sus mesas, porque quitará aun la forma de las mismas cosas que estimaron los réprobos condenados en el fin del mundo. También mandó quitar del templo las ventas de las palomas, porque la gracia del Espíritu Santo, que se recibió gratis, debe darse gratis.

Orígenes
Puede entenderse también por templo el alma de alguno que sea celoso, en la que habita el Verbo de Dios, aunque antes de conocer la celestial doctrina de Jesús hubiese estado ocupada por los cuidados de la tierra y las pasiones carnales. Representa estos movimientos el buey, porque es el que trabaja en el campo; la oveja representa el movimiento de las ideas insensatas, que es lo que más abunda en los animales irracionales; la paloma es la que representa la inconstancia de las imaginaciones ligeras, y aquello que parece obrar bien, son los dineros que Jesucristo arrojó con su celestial doctrina para que ya nunca vuelva a ser mercado la casa de su Padre.

Notas

1. El celo de tu casa me come quiere decir que el afán por las cosas del Señor me colma y me impulsa.

  ←   Jn 2, 14-17   →  
1 Cap. 2   3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21
Catena Aurea