Catena Áurea
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← Jn 4, 7-12 →
Vino una mujer de Samaria a sacar agua. Jesús le dijo: "Dame de beber, porque sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer". Y aquella mujer samaritana le dijo: "¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy mujer samaritana?" Porque los judíos no tienen trato con los samaritanos. Respondió Jesús, y le dijo: "Si supieres el don de Dios, y quién es quien te dice dame de beber, tú de cierto le pidieras a El, y te daría agua viva". La mujer le dijo: "Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo: ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? ¿Por ventura eres tú mayor que nuestro padre Jacob, el cual nos dio este pozo, y él bebió de él, y sus hijos, y sus ganados?" (vv. 7-12)
Crisóstomo, In Ioannem hom., 30
Y como desobedece lo mandado por Sí mismo, al hablar con los samaritanos, puso el Evangelista muchas causas por las que tuvo para hablar con aquella mujer. No había ido intencionadamente para hablar con los samaritanos, pero tampoco debía rechazar a la que venía a El. Por esto dice: "Vino una mujer de Samaria, a sacar agua". Y véase cómo da a conocer a la mujer que viene a buscar agua por el calor.
San Agustín, In Ioannem tract., 15
Esta mujer representa la Iglesia, no justificada, sino ya para serlo. Contiene también la imagen de la cosa que procede de los extraños. Los samaritanos eran extraños, aunque habitaban lugares próximos; asimismo había de venir la Iglesia de los gentiles, distinta de los judíos por su origen.
Teofilacto
Encontró el Salvador ocasión oportuna de hablar con aquella mujer que vino al pozo, hablando de la sed. Por esto sigue el Evangelista: "Jesús le dijo: dame de beber". Porque tenía sed en cuanto a la naturaleza humana, tanto por el cansancio del camino cuanto por el calor.
San Agustín, Lib. 83 queast. qu. 64
En realidad lo que tenía Jesús era sed de la fe de aquella mujer. Siempre tiene el Señor sed por la fe de aquellos por los cuales ha derramado su sangre.
Crisóstomo, ut supra
Aprendemos en esto del Salvador, no sólo a tener la fortaleza suficiente en los caminos, sino también a olvidarnos acerca de lo que habremos de comer, porque los discípulos del Salvador no llevaban viandas. Por esto añade: "Porque sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer". De aquí que también el Evangelista manifiesta que Jesucristo es humilde, en cuanto se queda solo. Y en verdad que podría, si hubiera querido, o no enviar a todos, o tener otros que le acompañasen cuando se marchasen sus discípulos. Pero no lo quiso porque así acostumbraba a sus discípulos a prescindir de toda soberbia. Pero se dirá: ¿cómo puede llamar la atención que los discípulos fueran humildes, si eran pescadores y albañiles? Pero de pronto se hicieron más respetables que todos los reyes, en cuanto empezaron a tratar y a seguir al Señor de todo el orbe. Especialmente sucede que cuando algunos salen de familias humildes y obtienen dignidades, fácilmente se hacen soberbios, como no acostumbrados a tanto honor. Mas reteniendo el Salvador a sus discípulos en el estado humilde que antes tenían, les enseñaba a que se dominasen en todos los conceptos. La mujer que oye: "Dame de beber", se vale sagazmente de las palabras de Cristo para formular la pregunta que siguió. Por lo que continúa el Evangelista: "Díjole la mujer: ¿Cómo tú, siendo judío", etc.? Presumió que era judío por el aspecto exterior y por el lenguaje. Obsérvese el carácter inquisitivo de esta mujer, porque aunque Jesucristo debía tomar precauciones para comunicarse con ella, no le sucedía a ella lo mismo respecto de Jesucristo. Puesto que no dice el Evangelista que los samaritanos no debían comunicarse con los judíos, sino que indica antes: "porque no comunican los judíos con los samaritanos". Los judíos, al volver de la cautividad, miraban con recelo a los samaritanos, considerándolos como extranjeros y enemigos, dado que no se servían de todas las Escrituras, no aceptando sino los libros de Moisés, sin cuidarse para nada de los libros de los Profetas. Ponían todo su empeño en inmiscuirse con la nobleza judía, en tanto que los judíos los miraban con el mismo horror con que abominaban a las demás naciones.
San Agustín, In Ioannem tract., 13
Se abstenían completamente de servirse de sus vasijas. Por tal razón aquella mujer, que era la que llevaba la vasija para sacar el agua, queda sorprendida porque un judío le pidió agua para beber, cosa que no acostumbraban hacer los judíos.
Crisóstomo
¿Y cómo Jesús le pidió agua para beber, si la Ley no se lo concedía? Si alguno dijere que porque ya sabía de antemano que ella no se la había de dar, se dirá que ni aun por esto convenía pedírsela. Hay que decir, pues, que se la pidió porque en realidad era indiferente prescindir en adelante de tales observancias.
San Agustín, ut supra
Aquél que pedía de beber tenía sed de la fe de la mujer aquella. Por esto sigue: "Respondió Jesús, y le dijo: si supieres el don de Dios", etc.
Orígenes, In Ioannem tom., 14
Es una especie de dogma: que nadie recibe gracia de Dios si no la pide. El Padre manda al mismo Salvador que pida y le dará, según aquellas palabras del salmo: "Pídeme, y te daré a todas las gentes por heredad" ( Sal 2, 8). Y el mismo Salvador dice: "Pedid y se os dará" ( Lc 11, 9) y por lo tanto, dice claramente, si hubieses pedido te hubiese dado.
San Agustín, Lib 83, quaest. qu. 84
Y en esto da a conocer que no había pedido aquella agua que la mujer entendía, sino que El tenía sed de la fe de ella y que deseaba comunicarle el Espíritu Santo. Entendemos perfectamente por agua viva lo que es un don de Dios, como El mismo dice: "Si conocieres el don de Dios", etc.
San Agustín, ut supra
Se llama vulgarmente agua viva la que sale de una fuente. Y aquella que se coge de la lluvia en lagunas o algibes 1 no se llama así, aunque haya mandado de alguna fuente y haya sido recogida en algún lugar, aun cuando no se sepa de dónde haya nacido, sino que haya caído de las nubes. Como está separada de la comunicación con fuente alguna no se llama agua viva.
Crisóstomo, ut supra
También la Sagrada Escritura en unas ocasiones llama fuego a la gracia del Espíritu Santo, y en otras agua, manifestando que estos nombres no representan la esencia de la cosa sino su acción. El nombre de fuego representa que éste se levanta y causa la gracia y que consume los pecados de una manera misteriosa. Y cuando le llama agua significa la purificación que experimenta el alma y el gran consuelo que produce en los que le reciben.
Teofilacto
Llama agua viva a la gracia del Espíritu Santo, esto es, vivificante, refrescante y motriz, porque la gracia del Espíritu Santo siempre mueve a aquél que obra bien, disponiendo cosas elevadas en su corazón.
Crisóstomo, ut supra
Entre tanto el Señor quería separarla de toda sospecha baja según la cual creería aquella mujer que El sería uno de tantos. Pues la mujer, creyendo honrarle mucho, le llama Señor. Sigue, pues: "La mujer le dijo: no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo: ¿de dónde, pues, tienes el agua viva?"
San Agustín, In Ioannem tract., 15
Véase cómo entendió el agua viva, esto es, el agua que brota de una fuente. Como diciendo: tú me quieres dar agua viva, siendo así que yo llevaba con qué sacarla y tú no. Por lo tanto tú no puedes darme de esta agua viva, porque no tienes de dónde sacarla; acaso me la ofreces de otra fuente. "¿Por ventura eres tú mayor que nuestro Padre Jacob?", etc.
Crisóstomo, ut supra
Como diciendo: no puedes decir que Jacob nos dio esta fuente y que él se sirvió de otra, porque él y todos los que le pertenecían bebían de ésta, lo cual no hubiera sucedido si hubieran tenido otra mejor; luego no puede dar agua esa otra fuente; no puedes decir que tienes otra mejor sino presentándote como mayor que Jacob. Por lo tanto, ¿de dónde tienes esa agua que ofreces darnos?
Teofilacto
Cuando dice: "Y sus ganados", se demuestra la abundancia del pozo. Como diciendo: no sólo es buena el agua, puesto que Jacob la bebía y sus hijos, sino que además es tan abundante que podía saciar la sed de todos los rebaños de aquel patriarca.
Crisóstomo, ut supra
Véase cómo se incluyó a sí misma en el linaje de los judíos. Porque los samaritanos reconocían a Abraham como su progenitor, porque había vivido en Caldea; y llamaban padre a Jacob, que era su nieto.
Beda
Llama padre suyo a Jacob, porque también vivía sometido a la Ley de Moisés y porque poseía el campo que Jacob había dado a su hijo José.
Orígenes, In Ioannem tom., 14
En sentido espiritual la fuente de Jacob son las Sagradas Escrituras; porque los que están instruidos en ellas beben en las mismas como Jacob y sus hijos. Y los que son sencillos e ignorantes beben como los rebaños de Jacob.
Notas
1. Algibes quiere decir sierras, serranías.