Catena Áurea
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← Jn 7, 40-53 →
Muchas, pues, de aquellas gentes, habiendo oído estas palabras, decían: "Este verdaderamente es el Profeta". Otros decían: "Este es el Cristo". Mas algunos decían: "¿Pues qué, de la Galilea ha de venir el Cristo?" Así, que había disensión en el pueblo acerca de El. Y algunos de ellos le querían prender: mas ninguno puso la mano sobre El. Volvieron los ministros a los príncipes de los sacerdotes, y a los fariseos. Y éstos le dijeron: "¿Por qué no le habéis traído?" Respondieron los ministros: "Nunca así habló hombre como este hombre". Los fariseos les replicaron: "¿Pues qué, vosotros habéis sido también seducidos? ¿Por ventura ha creído en El alguno de los príncipes o de los fariseos?" Sino esas gentes del vulgo que no saben la Ley, malditas son. Nicodemo, aquel que vino a Jesús de noche, que era uno de ellos, les dijo: "¿Por ventura nuestra Ley juzga a un hombre, sin haberle oído primero, y sin informarse de lo que ha hecho?" Le respondieron y le dijeron: "¿Eres tú también galileo? Escudriña las Escrituras, y entiende, que de la Galilea no se levantó jamás profeta". Y se volvieron cada uno a su casa. (vv. 40-53)
San Agustín, in Ioanem tract. 33
Habiendo invitado el Señor a los que creyesen en El a que participasen de la gracia del Espíritu Santo, se suscitó una cuestión acerca de ello entre la turba. Por esto dice: "Muchas, pues, de aquellas gentes, habiendo oído estas palabras, decían: éste verdaderamente es el profeta".
Teofiactus
Esto es, el que se esperaba. Mas otros (a saber, el pueblo) decían: "Este es el Cristo".
Alcuino
Estos ya habían empezado a beber espiritualmente de aquella agua, y ya habían dejado la sed de la infidelidad. Mas otros aún permanecían en lo árido de su infidelidad, de quienes añade el evangelista: "Mas algunos decían: ¿pues qué, de la Galilea ha de venir el Cristo?" ¿No dice la Escritura que del linaje de David, y de la aldea de Belén en donde estaba David, ha de venir Cristo? Conocían, pues, lo que habían anunciado los profetas acerca de Jesucristo, pero ignoraban que todo se había cumplido en El; y aun los que sabían que se había criado en Nazaret, ignoraban en dónde había nacido, ni creían que la profecía que se leía estaba cumplida en El.
Crisóstomo, in Ioanem hom. 51
Concedido que ignorasen el lugar de su nacimiento, ¿ignoraban acaso su familia? Porque en realidad había nacido de la casa y de la familia de David. Cómo es que decían: ¿no ha de venir el Cristo del linaje de David? Pero querían ocultar esto, diciendo todas las cosas con malicia porque Jesús se había criado en Nazaret. Por esto no se acercan al Salvador preguntándole: ¿cómo es que las Escrituras dicen que el Cristo ha de venir de Belén y tú has venido de Galilea? Pero todos lo decían capciosamente. Y porque no se fijaban bien en lo que se les decía, ni tenían ánimo de aprender, Jesucristo nada les contestó. Pero alabó a Natanael, cuando dijo: "De Nazaret puede salir algo bueno" ( Jn 1, 46), y le alabó como a verdadero israelita que buscaba la verdad, instruido profundamente en las cosas antiguas.
Prosigue: "Así que había disensión en el pueblo por causa de El".
Teofiactus
No entre los príncipes, porque éstos tenían un solo pensamiento, a saber: no considerarlo como el Cristo. Y los que eran más moderados en la malicia, únicamente se oponían a la gloria de Jesucristo con las palabras. Pero los peores eran los que deseaban poner sus manos sobre El. Con relación a éstos añade el evangelista: "Y algunos de ellos le querían prender".
Crisóstomo, ut sup
El evangelista hace mención de esto, manifestando que hablaban no por conocer la verdad, ni aun queriéndola decir. Prosigue: "Mas ninguno puso las manos sobre El".
Alcuino
Esto es, porque El no lo permitió, porque tenía bajo su dominio los esfuerzos de aquéllos.
Crisóstomo, ut sup
Y esto era suficiente para que se arrepintieran, pero no se arrepintieron. De tal condición es la maldad: no quiere confiar en nadie y se fija sólo en realizar la muerte de aquél a quien puso asechanza.
San Agustín, ut sup
Mas los guardias que habían sido enviados a prenderle volvieron sin cometer el crimen que se les había ordenado, y llenos de admiración. Respecto de los cuales añade: "Volvieron los ministros a los príncipes de los sacerdotes y a los fariseos y éstos les dijeron: ¿por qué no le habéis traído?".
Alcuino
Los que no habían podido detener al Salvador cuando le quisieron apedrear, reprenden a los guardias porque no le habían traído preso.
Crisóstomo, ut sup
Y he aquí cómo los fariseos y los escribas, viendo los milagros y leyendo las Escrituras, nada adelantaron, mientras que sus enviados, careciendo de todo esto, quedaron convencidos con sola una entrevista. Y cuando habían ido con el fin de atarle, volvieron atados de un modo milagroso. Y no dijeron: no hemos podido porque nos lo han estorbado las gentes, sino que se convirtieron en predicadores de la sabiduría de Jesucristo, pues sigue el evangelista: "Respondieron los guardias: nunca así habló hombre como este hombre".
San Agustín, ut supra
Habló de esa manera porque era Dios y hombre.
Crisóstomo, ut sup
Y no sólo debe admirarse su buen sentido, ya que no necesitaron de milagros, y quedaron cautivos por la sola doctrina, pues no dijeron ningún hombre ha hecho jamás tales milagros, sino que "nunca así habló hombre"; sino también debe admirarse la firmeza de ellos, porque volvieron a los fariseos, que tanto odiaban a Jesucristo, y les hablaron de aquella manera. Y no habían oído ningún sermón largo, sino uno corto. Porque cuando el alma no tiene malicia no necesita de largos razonamientos.
San Agustín, ut sup
Mas los fariseos rechazaron el testimonio de ellos. Porque sigue el evangelista: "Los fariseos les replicaron: ¿Pues qué, vosotros habéis sido también seducidos?". Como diciendo: Vemos que os habéis complacido en sus palabras.
Alcuino
Y en realidad habían sido seducidos de un modo laudable, porque abandonando su infidelidad habían abrazado la fe.
Crisóstomo, in Ioanem hom. 51
Y aún les argüían como si la razón que habían dado no hubiera sido suficiente, porque sigue: "¿Por ventura ha creído en El alguno de los príncipes o de los fariseos? Pero esas gentes del vulgo que no saben la Ley, malditas son". Y esta era la acusación que hacían, que la turba había creído, pero no ellos.
San Agustín, ut sup
Los que no conocían la Ley creían en Dios, que era el que había dictado la Ley, y aquellos que enseñaban la Ley eran los que lo condenaban, de modo que se cumpliese lo que el Señor había dicho por medio de San Juan: "Y viene a este mundo para juicio: para que vean los que no ven, y los que ven sean hechos ciegos" ( Jn 9, 39).
Crisóstomo, in Ioanem hom. 51
¿Y cómo es que son maldecidos aquellos que creen en la Ley, o que la obedecen? Pero quería decir: vosotros sois más malditos, porque no observáis la Ley.
Teofiactus
Por cuya razón los fariseos hablan a los guardias con suavidad y dulzura, para que no se separen de ellos y se adhieran a Jesucristo.
Crisóstomo, ut sup
Como habían dicho que ninguno de los príncipes había creído en El, para evitar que esto fuese creído, añade el evangelista: "Nicodemo (aquél que vino a Jesús de noche, y que era uno de ellos) les dijo".
San Agustín, ut sup
Este no era incrédulo, sino pusilánime, y por esto venía de noche a buscar la luz, porque quería ser iluminado, pero temía que se supiese: "Pues éste respondió a los judíos: ¿Por ventura vuestra Ley juzga a un hombre sin haberle oído primero, y sin informarse de lo que hace?". Y creía, pues, que si quisiesen oírle, aunque fuera poco tiempo, sin impaciencia, acaso les sucediera lo mismo que a aquellos que habían mandado para detenerle, o mejor para prenderle, y habían optado por creer. Pero más querían, aquellos malvados, condenarlo que oírlo.
San Agustín, De civ. Dei. 22, 1
Mas dice: "nuestra Ley", refiriéndose a la Ley que procede de Dios, porque Dios la ha dado a los hombres.
Crisóstomo, ut sup
Y así manifiesta Nicodemo que los fariseos ni conocían la Ley ni obraban conforme a ella. Cuando hubiera sido lo más juicioso el que demostrasen que no habían obrado injustamente al mandar prenderle, le contradicen muy ruda y ásperamente con estas palabras: "Le respondieron y dijeron: ¿Tú también eres galileo?"
San Agustín, , in Ioanem tract. 33
Esto es: ha sido seducido por el galileo. El Señor era llamado galileo, porque sus padres eran de la ciudad de Nazaret; digo sus padres refiriéndome sólo a María y no al linaje paterno.
Crisóstomo, ut sup
Después, en tono insultante, como si desconociese las Escrituras, le dijeron: "Escudriña las Escrituras, y entiende que de la Galilea no se levanta profeta". Como diciendo: "ve y aprende".
Alcuino
No se fijaban en el lugar donde había nacido, sino en donde predicaba. Por esto, no sólo no lo consideraban como el Mesías, sino que ni aun como profeta.
San Agustín, ut sup
Es verdad que no sale ningún profeta de Galilea, pero sale de allí el Señor de los Profetas.
Prosigue: "Y se volvieron cada uno a su casa".
Alcuino
Sin haber realizado nada (esto es, vacíos de fe, y privados por ende de toda utilidad). Se volvieron a la casa de su impiedad y de su infidelidad.