Catena Áurea

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Vino, pues, a Simón Pedro. Y díjole Pedro: "Señor, ¿tú me lavas los pies?" Respondió Jesús y dijo: "Lo que yo hago, tú no lo sabes ahora, mas lo sabrás después". Díjole Pedro: "No me lavarás jamás los pies". Respondióle Jesús: "Si no te lavare, no tendrás parte conmigo". Díjole Simón Pedro: "Señor, no solamente los pies, sino también las manos y la cabeza". Dícele Jesús: "El que ha sido lavado no necesita sino de que se lave los pies, porque está todo limpio; y vosotros estáis limpios, pero no todos"; porque sabía quién era el que lo había de entregar: por esto dijo no estáis todos limpios. (vv. 6-11)


Orígenes In Ioannem tom. 32
Como el médico que teniendo que atender a muchos enfermos empieza sus especiales cuidados por aquellos que están más graves, así también Cristo, al lavar los pies manchados de sus discípulos, empieza por aquellos que más contaminados estaban, y así llegó en último término a Pedro, que necesitaba menos que los otros del lavatorio de pies. Por esto dice: "Vino a Simón Pedro", que se resistía a ser lavado por la conciencia que tenía de que sus pies no estaban manchados. Y así continúa: "Y díjole Pedro", etc.

San Agustín In Ioannem tract., 56.
¿Qué quiere decir aquí ? ¿Qué quiere decir a ? Estas cosas más bien pueden concebirse que expresarse, no sea que la lengua no sepa significar con dignidad lo elevado que el pensamiento haya concebido.

Crisóstomo In Ioannem hom., 69.
Y si Pedro estaba en primer término, habrá que decir que el traidor insensato se había colocado antes que él, lo que significó el evangelista diciendo: Empezó a lavar los pies, después vino a Pedro.

Teofilacto.
De donde se colige que no lavó a Pedro el primero. Y, sin embargo, ninguno de los otros discípulos pretendería ser lavado antes que Pedro.

Crisóstomo ut supra.
Alguno deseará saber cómo ninguno de los otros se opuso al lavatorio, sino sólo Pedro, lo cual era signo no pequeño de amor y de modestia. De esto parece deducirse que antes de Pedro sólo fue lavado el traidor, y que después llegó a Pedro, y que, por otra parte, los demás discípulos quedaron reprendidos en él. Porque si hubiera empezado el lavatorio por cualquiera de los otros, todos lo hubieran rehusado y dicho lo que dijo Pedro.

Orígenes ut supra.
Todos exhibían sus pies, considerando que maestro tan sabio no lavaría sus pies sin razones de mucho peso. Sólo Pedro, posponiendo todas las razones a la veneración que profesaba a Jesús, no se prestaba a que sus pies fuesen lavados. Y, en efecto, la Escritura nos da a conocer frecuentemente a Pedro como el más entusiasmado para inculcar lo que parece mejor o más útil.

San Agustín ut supra.
No debemos creer que Pedro desaprobase y recusase entre todos una acción que ya los demás habían permitido de buen grado antes de él. Y así, no puede entenderse que ya otros hubiesen sido lavados antes que él, y que Jesús llegase a él después de los otros (¿quién ignora que Pedro era reputado como el primero de los apóstoles?), sino que empezó por él. Así, cuando empezó a lavar los pies, vino a aquel por el cual empezó (esto es, Pedro), y entonces Pedro rehusó maravillado una acción que cualquier otro hubiera rehusado.

Prosigue: "Respondió Jesús, y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo sabes ahora, mas lo sabrás después".

Crisóstomo ut supra.
Es ésta la humildad de su enseñanza; y, como la humildad, basta para llevarnos a Dios.

Orígenes ut supra.
O bien insinúa el Señor que en esto había misterio. Lavando y secando sus pies, los tornaba purificados, a ellos, que debían predicar la santidad ( Rom 10; Is 52), para que puedan enseñar el camino santo y marchar por aquel que dijo: "Yo soy el camino" ( Mt 14, 6). Convenía que Jesús, deponiendo sus vestidos, lavase los pies de sus discípulos, para limpiar más a los que ya estaban limpios. O a fin de tomar sobre sí en su propio cuerpo la inmundicia de los pies de sus discípulos, mediante el paño que tenía rodeado, porque El echó sobre sí todas nuestras debilidades. Obsérvese que, debiendo lavar los pies de los discípulos, no quiso elegir otra oportunidad sino cuando el diablo ya había entrado en el corazón de Judas para que lo entregase a sus enemigos, cuando estaba próximo su sacrificio en favor de los hombres. Porque antes de esto no era oportuno el que Jesús lavase a sus discípulos los pies. ¿Quién hubiera lavado sus pies y sus manchas en el tiempo que mediaba hasta la pasión? Pero ni aun en el tiempo de la pasión, porque no había otro Jesús que lavase sus pies; ni aun tampoco después de la pasión, porque entonces, por la venida del Espíritu Santo, fueron lavados sus pies. Así, pues, de este misterio (dijo el Señor a Pedro) tú no eres capaz, pero ya lo entenderás cuando suficientemente ilustrado lo comprendieres.

San Agustín ut supra.
Sin embargo, él, asombrado ante la grandeza del Señor, no permitía que se hiciera aquello cuya razón ignoraba, sin que pudiera tolerar que la humildad del Señor llegase hasta lavarle los pies. Y así sigue: "Dícele Pedro: No lavarás jamás mis pies", esto es, jamás lo permitiré, porque se dice que jamás se hará una cosa, cuando nunca se hace.

Orígenes In Ioannem hom., 32.
De esto podemos tomar ejemplo, cuán posible sea adoptar una resolución como justa, y decir por ignorancia aquello que va contra nuestros intereses. Porque Pedro, ignorando la conveniencia del acto, primeramente casi avergonzado y con mucha suavidad dice: "Señor, ¿me vas tú a lavar los pies?"; pero luego dice: "Tú, jamás me lavarás los pies", lo cual era impedir la obra que lo llevaría a tener parte alguna con Jesús. Con lo cual arguye, no solamente a Jesús que lavaría a sus discípulos los pies sin deber hacerlo, sino también a sus compañeros, que se prestan a ser lavados indignamente. Mas como la respuesta de Pedro le era perjudicial, no permitió Jesús que se realizase su deseo. Así prosigue: "Díjole Jesús: Si no te lavare los pies, no tendrás parte conmigo".

San Agustín ut supra.
Al decir si no te lavare, tratándose sólo de los pies, es lo mismo que decir: me pisas, siendo sólo la planta del pie la que pisa.

Orígenes ut supra.
A los que no quieren explicar este y otros puntos semejantes en sentido figurado o en la esfera moral, no se les alcanza como probable siquiera el que no tuviese parte con el Hijo de Dios aquel que dijo con reverencia: "No me lavarás jamás los pies", como si el no dejar que le lavase los pies fuese un crimen. Pero para esto debemos dejarnos lavar los pies, esto es los afectos del alma, a fin de que sean embellecidos. Y en primer lugar, para ser enumerados entre los que evangelizan las buenas doctrinas, trabajamos por adquirir los dones sublimes.

Crisóstomo ut supra.
No dijo la razón por la que obraba así, sino que formuló una amenaza, porque de otra manera no se hubiera persuadido. Cuando Pedro oyó: "Lo sabrás después", no contesta: enséñamelo, pues, y te lo permitiré, sino que lo permitió desde el punto en que fue amenazado en lo que más él temía (a saber, ser separado de El).

Orígenes ut supra.
Usamos de esta frase contra aquellos que proyectan llevar a cabo determinaciones que no les son provechosas, porque manifestándoles que no tendrán parte con Jesús en tanto que persistan en su soberbia decisión, los conminamos que no perseveren en su mal concebido proyecto, aun cuando lo hubieren ratificado con juramento.

San Agustín ut supra.
El, confundido entre el amor y el temor, más se horrorizó de no tener parte con Cristo, que de que Este le lavase los pies humildemente. Por lo cual sigue: "Señor, no solamente los pies, sino también las manos y la cabeza".

Orígenes ut supra.
Jesús no quería lavar las manos, despreciando aquello que decían sus enemigos ( Mt 15, 2) (porque tus discípulos no se lavan las manos cuando comen). No quería sumergir la cabeza, porque en ella reside la imagen y la gloria del Padre. Le bastaba que le presentasen los pies. De donde sigue: "Díjole Jesús: Quien fue lavado, no necesita sino que se le laven los pies, porque está todo limpio".

San Agustín.
Todo, excepto los pies; o lo que es lo mismo, sólo necesita lavarse los pies. Porque el hombre, por el bautismo, no queda todo lavado menos los pies, sino que queda lavado por completo. Sin embargo, viviendo en lo sucesivo entre las cosas humanas, pisa con ellos la tierra. Así, pues, los afectos humanos, sin los que no se puede vivir en esta vida mortal, simbolizan los pies. Y, en esta vida, de tal modo somos afectados por las cosas humanas, que si dijéramos que éstas no nos afectaban, nos engañaríamos a nosotros mismos, afirmando que no tenemos pecado ( 1Jn 1, 8). Mas si confesamos nuestros pecados, Aquel que lavó los pies a sus discípulos nos los perdona, hasta los pies, con los cuales comunicamos con la tierra.

Orígenes ut supra.
Creo imposible que no se contaminen las partes inferiores del alma, por muy perfecto que cualquiera se crea en cuanto a hombre. Porque muchos, después del bautismo, se llenan del polvo de las maldades hasta la cabeza. Pero los que son sus discípulos, con justo título no necesitan ser lavados sino en sus pies.

San Agustín Ad Seleucianum epist. 118.
De esto que aquí se dice, se deduce que San Pedro ya estaba bautizado. Entendemos también que sus discípulos mediante los cuales bautizaba, lo estaban a su vez; o bien con el bautismo de Juan, como algunos creen, o bien, como es más creíble, con el bautismo de Cristo. Puesto que no desdeñó el ministerio de bautizar con el fin de tener siervos bautizados que pudiesen bautizar a los otros, Aquel que no faltó al ministerio de la humildad cuando les lavó los pies. Por esto prosigue: "Y vosotros estáis limpios, pero no todos".

San Agustín In Ioannem tract., 58.
No preguntemos qué sea esto, cuando el mismo evangelista lo dice claramente a continuación: "Pues sabía quién era el que había de entregarle; por lo mismo dijo: No todos estáis limpios".

Orígenes ut supra.
Cuando dice "Vosotros estáis limpios", se refiere a los once. Y cuando añade "pero no todos", se refiere a Judas, que estaba manchado; en primer lugar, porque no atendía a los pobres, antes era ladrón; por último, porque habitaba el diablo en su corazón, a fin de que entregase a Jesús. Les lava los pies, aun estando puros, porque la gracia de Dios sobreabunda en las cosas necesarias, y, como dice San Juan: "Que el limpio se limpie más aún" ( Ap 22, 11).

San Agustín ut supra.
O bien porque estando ya lavados sus discípulos no necesitaban sino de lavarse los pies, porque mientras el hombre vive en este mundo, parece que al tocar la tierra con sus pies atrae algo de ella con lo cual es manchado.

Crisóstomo ut supra.
O de otra manera: No dice que están limpios porque los juzgue libres de pecado antes del sacrificio, sino que se refiere a la claridad del entendimiento, porque ya estaban exentos del error judaico.


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