La liturgia de este Domingo tiene un mensaje especial sobre el sacrificio eucarístico.
Entrada: " Dios es mi auxilio, el Señor sostiene mi vida. Te ofreceré un sacrificio voluntario, dando gracias a tu nombre que es bueno " (Sal 53, 6.8).
Colecta (del Sacramentario de Bérgamo): " Muéstrate propicio con tus hijos, Señor, y multiplica sobre ellos los dones de tu gracia, para que, encendidos de fe, esperanza y caridad, perseveren fielmente en el cumplimiento de tu ley ".
Ofrendas (del Misal anterior, retocada con textos del Gelasiano). Se alude en ella de nuevo al sacrificio: " Oh Dios, que has llevado a la perfección del sacrificio único los diferentes sacrificios de la antigua alianza, recibe y santifica las ofrendas de tus fieles, como bendijiste la de Abel, para que la oblación que ofrece cada uno de nosotros en honor de tu nombre sirva para la salvación de todos ".
Comunión: " Ha hecho maravillas memorables; el Señor es piadoso y clemente: él da alimento a sus fieles " (Sal 110, 4-5); o bien: " Estoy a la puerta llamando, dice el Señor; si alguien oye y me abre, entraré y comeremos juntos " (Ap 3, 20).
Postcomunión (del Veronense y del Gelasiano): " Muéstrate propicio a tu pueblo, Señor, y a quienes has iniciado en los misterios del Reino, concédeles abandonar el pecado y pasar a una vida nueva ".
Dios castiga al perverso, pero es paciente y espera la conversión. Esto es lo que se deduce de la primera lectura y de la tercera con la parábola del trigo y la cizaña. El Espíritu intercede por nosotros y obra en nosotros, según nos enseña San Pablo en la segunda lectura.
En el mundo que nos rodea, en las personas con quienes convivimos, en nosotros mismos, aparece el mal como una realidad que nos condiciona. Es un verdadero misterio. Dios nos da los medios adecuados para conocer el mal y superarlo. Pero el hombre es libre y puede rechazar el don de Dios y preferir las tinieblas del error, de la mentira, del pecado.
– Sb 12, 13.16-19: En el pecado das lugar al arrepentimiento. Dios aparece como el Soberano absoluto del universo. Lo muestra el orden de todo el cosmos. Quien conoce el poder divino y no se le revela puede tener confianza y abandonarse a la misericordia infinita de Dios. Dos enseñanzas deducimos de la lectura. Una lección de bondad, de amor para con todos los hombres: encontramos aquí una superación de los confines de la religión y raza, como pretendían los escribas y fariseos contemporáneos de Jesucristo, que traía una misión de salvación universal para todos los hombres. Y una lección de esperanza: el hombre no puede pretender por sí mismo ser impecable, pero le conforta el pensamiento de que Dios perdona a los que se arrepienten de corazón.
– Con el Salmo 85 proclamamos: " Tú, Señor, eres bueno y clemente... Todos los pueblos vendrán a postrarse en tu presencia, Señor bendecirán tu nombre. El Señor es bondadoso y misericordioso, perdona nuestros pecados... "
– Rm 8, 26-27: El Espíritu intercede por nosotros con gemidos inenarrables. Por la obra redentora de Cristo el Padre nos da su propio Espíritu, capaz de superar en nosotros el mal y transformarnos en hijos suyos. San Agustín explica:
" Eso quiere decir que hay en nosotros una docta ignorancia, por decirlo así, pero docta por el Espíritu de Dios, que soporta nuestra debilidad. En efecto dice el Apóstol: "Si lo que no vemos lo esperamos, por la presencia lo aguardamos"; y a continuación dice: "De un modo semejante el Espíritu socorre nuestra debilidad... pues intercede según Dios por los santos" (Rm 8, 25-27).
" No hemos de entender estas palabras como si el Espíritu de Dios, que en la Trinidad de Dios es inmutable y un solo Dios con el Padre y con el Hijo, interpelase a Dios como alguien distinto de Dios. Se dice que interpela por los santos, porque impulsa a los santos a interpelar. Del mismo modo que se dice: "Os tienta el Señor, vuestro Dios, para ver si le amáis" (Dt 13, 3), es decir, para que vosotros lo conozcáis. El Espíritu Santo impulsa a interpelar a los santos con gemidos inenarrables, inspirándoles el deseo de esa tan grande realidad, que todavía nos es desconocida y que esperamos con paciencia. Pero ¿cómo es que, cuando se desea, se pide lo que se ignora? Porque en verdad, si enteramente nos fuese ignorada, no la desearíamos ni la pediríamos con gemidos " (Carta 130, a Proba).
– Mt 13, 24-43: Dejadlos crecer hasta la siega. Porque es eterno y paciente, Dios tolera el mal en los seres libres, hasta el día de su juicio en que dará a cada uno una eternidad según sus obras. Comenta San Juan Crisóstomo:
" A la verdad, traza suele ser del diablo mezclar siempre el error a la verdad, coloreándolo muy bien con apariencia de ella a fin de engañar fácilmente a los ingenuos. De ahí que el Señor no habla de otra semilla, sino que la llama cizaña, pues, ésta a primera vista, se asemeja al trigo. Seguidamente explica cómo procede el diablo en su asechanza: "mientras sus hombres dormían". No es pequeño el peligro que aquí amenaza a los superiores, a quienes está encomendada la guarda del campo; y no sólo a los superiores, sino también a los súbditos. Y da a entender el Señor que el error viene después de la verdad, cosa que comprueban los hechos mismos. Después de los profetas vinieron los falsos profetas; después de los apóstoles, los falsos apóstoles; después de Cristo, el anticristo. Y es que el diablo, si no ve algo que imitar ni a quienes tender sus lazos, ni lo intenta ni lo sabe...
" Así sucedió también en los comienzos de la Iglesia. Porque muchos prelados, introduciendo en las Iglesias hombres perversos, heresiarcas solapados, facilitaron enormemente estas insidias del diablo, pues una vez plantados estos hombres en medio de los fieles, poco trabajo le queda ya al diablo... Mientras los herejes estén junto al trigo hay que perdonarlos, pues cabe aún que se conviertan en trigo, mas una vez que hayan salido de este mundo sin provecho alguno de tal proximidad, entonces necesariamente les alcanzará el castigo inexorable " (Homilía 46, 1-2, sobre San Mateo).
Ovejas sin pastor fue el panorama que vio Jesús en Palestina y peor aún en el mundo restante. Cristo se compadece. El es verdadero Pastor que Dios había prometido a su pueblo. Todos los hombres, judíos y gentiles, se unen en Cristo, que ha sellado con su sangre nuestro pacto con Dios, de donde brota la paz verdadera.
La Iglesia entera es siempre el resultado de una acción pastoral evangélica, que hace de cada comunidad creyente un solo rebaño, bajo el cayado del Único y Eterno Príncipe de Pastores (Jn 10; 1P 2, 25), elegidos por Él para continuar su obra de santificación.
– Jr 23, 1-6: Reuniré el resto de mis ovejas y les pondré pastores. La más entrañable semblanza del Mesías Salvador fue delineada desde siglos atrás, a través de los profetas, como el Buen Pastor de toda la humanidad y como Maestro de pastores elegidos por Él para continuar su obra bajo sus cuidados especiales. San Jerónimo dice:
" Los apóstoles, con toda confianza y sin temor alguno, apacentarán el rebaño de la Iglesia y las reliquias del pueblo de Israel se salvarán de todas las tierras; y volverán a sus campos, a sus pastos, y crecerán y se multiplicarán. Sobre los malos pastores, escribas y fariseos, el Señor manifestará la malicia de su doctrina. Con todo, podemos entenderlo también, conforme a la tipología, de los príncipes de la Iglesia que no apacientan dignamente las ovejas del Señor. Dejadlas, y castigados ellos, se salve el pueblo. Entregadlas a otros que sean dignos, y así se salve el resto. Pierden las ovejas los que enseñan la herejía; laceran y dispersan los que hacen cismas " (Comentario sobre el profeta Jeremías 2, 4).
– Oportunamente se canta el Salmo 22: " el Señor es mi Pastor, nada me puede faltar ", ya muchas veces expuesto.
– Ef 2, 13-18: Él es nuestra paz y ha hecho de dos una sola cosa. En el Corazón de Jesucristo se nos revela Jesús como el Buen Pastor que realiza la paz y la unidad entre los hombres por su propio sacrificio. La salvación es paz, es reconciliación, es acercamiento a Dios; en otros términos, la salvación es liberación de todos los males que nos oprimen y que nos impiden ser lo que Dios quiere que seamos. Sólo si se une a Cristo, puede el hombre conseguir su salvación.
Con mucha frecuencia ha comentado San Agustín este pasaje paulino:
" A ambos, judíos y gentiles, les nació la piedra angular, para, como dice el Apóstol, hacer en Sí mismo un solo hombre nuevo, estableciendo la paz y transformar a los dos en un solo cuerpo para Dios por la cruz. ¿Qué otra cosa es un ángulo sino la unión de dos paredes que traen direcciones distintas y, por decirlo así, encuentran allí el beso de la paz? Los judíos y los gentiles fueron enemigos entre sí, por ser dos pueblos diversos y contrarios: allí encontramos el culto del único Dios verdadero y aquí el de muchos y falsos dioses. Aunque los primeros estaban cerca y los segundos lejos, a unos y a otros los ha conducido hacia Sí (Ef 2, 11-22)... Quienes escucharon y se mostraron obedientes, viniendo de aquí y de allí, encontraron la paz y pusieron fin a la enemistad. Los pastores y los magos fueron las primicias de los unos y de los otros " (Sermón 204).
– Mc 6, 30-34: Andaban como ovejas sin pastor. La compasión pastoral es la expresión más profundamente bíblica de la caridad salvadora de Cristo ante las necesidades del género humano. Esto no es un gesto aislado o coyuntural en Jesucristo, sino la razón de toda su vida. Por eso hemos de acudir a Él como al Pastor Bueno de nuestras almas. San Gregorio de Nisa se dirige a Cristo:
" ¿Dónde pastoreas, Pastor Bueno, Tú que cargas sobre tus hombros a toda la grey? (toda la humanidad, que cargaste sobre tus hombros, es, en efecto, como una sola oveja). Muéstrame el lugar de tu reposo, guíame hasta el pasto nutritivo, llámame por mi nombre, para que yo, oveja tuya, escuche tu voz, y tu voz me dé la vida eterna. Avísame, amor de mi alma, dónde pastoreas. Te nombro de este modo, porque tu nombre supera cualquier otro nombre y cualquier inteligencia, de tal manera que ningún ser racional es capaz de pronunciarlo o de comprenderlo. Este nombre, expresión de tu bondad, expresa el amor de mi alma hacia Ti. ¿Cómo puedo dejar de amarte, a Ti que de tal manera me has amado, a pesar de mi negrura, que has entregado tu vida por las ovejas de tu rebaño? No puede imaginarse un amor superior a éste, el de dar tu vida a trueque de mi salvación.
" Enséñame, pues, dónde pastoreas, para que pueda hallar los pastos saludables y saciarme del alimento celestial, que es necesario comer para entrar en la vida eterna; para que pueda asimismo acudir a la fuente y aplicar mis labios a la bebida divina que Tú, como de una fuente, proporcionas a los sedientos con el agua que brota de tu costado, venero de agua abierto por la lanza, que se convierte para todos los que de ella beben en un surtidor que salta hasta la vida eterna " (Comentario al Cantar de los Cantares,2).
La primera lectura narra la hospitalidad de Abrahán a Dios, que se le muestra bajo las apariencias de un extranjero. El Evangelio nos muestra a Jesucristo, huésped de sus amigos Lázaro, Marta y María. En la segunda lectura San Pablo se siente identificado con Cristo, cuya pasión vive en su propia carne, y con la Iglesia, cuyo misterio anuncia.
Ni la trascendencia de la divinidad ni la profundidad misteriosa de su vida íntima trinitaria, ni su absoluta supremacía sobre todas las cosas han sido óbice contra la iniciativa de Dios de entablar intimidad amorosa con nosotros, los hombres. El mismo se ha puesto a nivel de diálogo. " El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros " (Jn 1, 14), convivió con nosotros. Esta es la gran noticia que todos los hombres deben conocer y secundar.
– Gn 18, 1-10: Señor, no pases de largo ante tu siervo. Abrahán, Padre de los creyentes, es en la historia de la salvación el " amigo de Dios " (Is 41, 8; St 2, 23). Es el hombre que en la fe y en la caridad pudo llegar hasta el diálogo y la intimidad misteriosa con Dios. Su profunda religiosidad no lo aparta del prójimo, sino que lo hace particularmente generoso y delicado con los hombres. San Hilario de Poitiers dice en su Tratado sobre los Misterios que " Abrahán ve a un hombre y adora a Dios ". Esta interpretación es común en los Santos Padres.
En verdad acogiendo al hermano pobre, marginado, socorriendo al menesteroso, se acoge y socorre al mismo Dios. Lo dijo Cristo en el Evangelio: " Tuve hambre y me diste comer... "
– Adecuadamente se ha escogido el Salmo 14 como Salmo responsorial: " Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda? " Y las condiciones son las obras de caridad: " El que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua. El que no hace mal al prójimo ni difama al vecino; el que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor. El que no presta dinero a usura, ni acepta soborno contra el inocente, el que así obra nunca fallará ".
– Col 1, 24-28: El misterio que Dios ha tenido escondido lo ha revelado ahora a su pueblo. Ese misterio es Cristo, revelado como cercanía personal y suprema de Dios ante los hombres. Todo cristiano, en cuanto miembro de Cristo por el bautismo, ha de ser testimonio y apóstol del Evangelio. En el momento de la prueba y del sufrimiento no debe venirse abajo, sino ofrecer las tribulaciones al Señor para irradiar el mensaje evangélico al mundo, completando, a imitación de San Pablo, lo que falta al padecimiento de Cristo. Todo fiel puede y debe cooperar a la dilatación del Reino de Cristo con su oración, con sus palabras, con su vida ejemplar, con su propio sufrimiento ofrecido a Dios por medio de Jesucristo.
Dios ha reconciliado consigo al mundo por medio de la sangre de Cristo, muerto en la cruz. Tal misterio de amor ha de ser participado por los cristianos en su quehacer cotidiano. El amor de Dios se manifiesta en el dolor y en el sufrimiento. El cristiano debe asociarse a la cruz de Cristo para hacer brillar el rostro amoroso de Dios en toda la humanidad.
– Lc 10, 38-42: Marta lo recibió en su casa. María ha escogido la parte mejor. La plena intimidad amorosa y dialogante con el Corazón de Cristo, como en familia y en trato de amistad es siempre " la mejor parte ", que el Evangelio garantiza y defiende para los que le conocen y le aman. San Agustín comenta este pasaje evangélico:
" Marta y María eran dos hermanas no sólo en la carne, sino también en la devoción. Ambas se unieron al Señor, ambas le sirvieron en la unidad de corazón cuando vivía en la carne de este mundo. Marta lo recibió en su casa como suele recibirse a los peregrinos. La sierva sirve al Señor; la enferma al Salvador, la criatura al Creador. Lo recibió para alimentarlo en la carne, ella que iba a ser alimentada en el espíritu. Quiso el Señor tomar la forma de siervo y en ella ser alimentado por los siervos, mas no por necesidad, sino porque así se dignó...
" Marta preparando y aderezando el alimento para el Señor se afanaba en infinidad de quehaceres; María, su hermana, prefirió ser alimentada por el Señor. Abandonando en cierto modo a su hermana, entregada a los afanes domésticos, ella se sentó a los pies del Señor y, libre de ajetreos humanos, escuchaba su palabra... Una sola cosa es necesario: aquella unidad celeste, la unidad por la que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son una sola cosa. Ved cómo se nos recomienda la unidad... Y con todo, estas tres Personas no son tres dioses, ni tres omnipotentes, sino un solo Dios omnipotente. La misma Trinidad es un solo Dios, porque una sola cosa es necesaria. Y a la consecución de esta única cosa sólo nos lleva el tener los muchos un solo corazón " (Sermón 103).